El destino que no soñé

By Javiwiwi

566K 56.6K 21.6K

Finalista de The Wattys 2021. Camile está segura de que no puede ser más feliz de lo que es ahora. Camile ti... More

Antes de leer
Reparto
00
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08
Capítulo 09
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52F
Epílogo

Capítulo 15

9.3K 944 214
By Javiwiwi


Creo haberme quedado pegada al banco por unos segundos, pues Harriet entró al camarín con el ceño fruncido para decirme que me apresurara, que la cafetería comenzaba a llenarse de personas en busca de pasteles y una buena conversación. Respiré profundo, me puse de pie y con toda la personalidad que me caracterizaba salí de la cueva para atender a las personas.

No miré en otra dirección que no fuese la mesa a la que me tocaba atender, por ende, no había visto a Jared por ningún lugar.

—Camile —oí la voz de mi amiga cuando me acerqué al mostrador para pedirle un pastel de frambuesa. Alcé mi vista y choqué con la de ella. Harriet me hizo un gesto indicando una mesa, volteé lentamente divisando a Jared quien sin tapujo nos observaba a ambas.

—Estoy ocupada —contesté, ella negó con su cabeza observando a su alrededor.

—Creo que estaría bien que aclararan la situación —opinó.

—Estás entrometiéndote —fruncí el ceño.

—Si tuviera aquí al chico del que estoy enamorada iría corriendo hacia él —soltó sin más, me quedé helada, pestañeé un par de veces ¿Harriet estaba confesándome que estaba enamorada de un chico o me estaba reprochando que yo estaba enamorada de Jared y no corría hacia sus brazos?

—¿Qué? —fue lo único que atiné a decir.

—Tienes diez minutos desde ahora —tomó el pastel de frambuesa relevándome de mi cargo y casi me empujó con la mirada para que me acercara a Jared.

Lo observé por encima de las pocas personas que quedaban y caminé hacia él con las rodillas temblorosas, tragué saliva con nervios en mi cuerpo y cuando estuve frente a él me detuve.

—¿Qué haces aquí? —pregunté como si no hubiese visto el mensaje que me había enviado.

—No quiero dejar de ser tu amigo —habló mirándome directamente a los ojos.

—Creo que nunca pudimos ser la clase de amigos que esperábamos.

Él observó a su alrededor, miró su café y luego subió su mirada a la mía. Mi rostro estaba inexpresivo, no quería que todo el mundo se diera cuenta que entre Jared y yo había algo más que sólo un cliente y una mesera.

—Tienes razón —confirmó —, pero sólo te pido que no renuncies a tus sueños.

—No puedo seguir trabajando ahí, no puedo... —bajé la mirada a la mesa y él se acomodó en la silla.

—Podemos actuar como si nada hubiese ocurrido si eso es lo que quieres.

—¿Cómo podrás fingir por tanto tiempo?

—¿Estás enamorada de Stefan? —me preguntó en un tono directo, lo observé en silencio por algunos segundos y luego me atreví a responder.

—Si.

—Yo también lo estoy de Emma, podemos fingir ¿no?

No pude responderle, sólo asentí lentamente y me alejé de su mesa para meterme a la cocina. Respiré profundo apoyándome en el mesón sin que nadie pudiese verme e intenté aclarar todos mis pensamientos.

Quería seguir trabajando en la empresa Brackley porque me gustaba investigar, buscar oportunidades y las personas, exceptuando a Emma, me agradaban. El horario era sumamente flexible y podía acomodar todo con C&B y la universidad. Me pagaban relativamente bien y podía juntar dinero para seguir conociendo otros países o ciudades, pero no podía fingir por tanto tiempo, ya lo había dicho antes, yo no era una buena mentirosa y cuando la consciencia estaba comiéndome solía gritar todo lo que estaba sintiendo y eso no era una buena opción, para nada.

Terminé mi jornada en la cafetería ignorando completamente que en una mesa se encontraba Jared, así que no supe cuándo se fue. De lo que si me preocupé fue de esperar a Harriet a la salida para interrogarla acerca de lo que me había dicho en pleno mostrador.

—¿Qué ocurre? —me preguntó cuándo caminábamos hacia la parada de autobús.

—¿Estás enamorada de alguien, Harriet?

Ella soltó una pequeña risa, rodó los ojos y continuó con sus ojos pegados hacia el frente.

—¿Qué dices, Camile?

—Me has dicho que si el chico del que estás enamorada estuviese aquí irías corriendo hacia él y no creo que hayas hecho referencia a Jared y a mí ¿no?

—Claro que lo decía por ti, estúpida —comentó, abrochó algunos botones de su abrigo y nos detuvimos en la parada.

—Dime la verdad, soy tu amiga ¿no?

—Te reirás de mí.

Rodé los ojos.

—Acabo de cagarla en un país que no es el mío ¿quién tiene la vida más graciosa?

—Hace algunos meses hablo con un chico por internet, te juro nunca me había pasado, pero siento que me gusta.

—¿Por eso estabas de mal humor hace un tiempo atrás?

—Si —resopló —, es que no tenemos suficiente dinero para ir a vernos de un lado a otro, nunca nos hemos visto y eso me pone de mal humor.

—¿Estás hablando en serio? ¿Cómo puedes, acaso no te da miedo?

—¿Por qué me daría miedo?

—¿Y si no es quien dice ser?

—Confío en él —admitió mientras extendía la mano para hacer parar el autobús que le servía.

—¿De dónde es? —pregunté antes de que se subiera al autobús.

—Portland.

Se subió al autobús, me observó desde arriba y me sonrió.

Cuando regresé a casa, Clint me recibió en el vestíbulo con una sonrisa y yo se la devolví. Apreté el botón del ascensor y automáticamente pensé en que Stefan estaría en el departamento a esa hora. Debía armarme de valor para mirarlo a los ojos sin estrellarme con la alfombra en el intento.

Puse las llaves en el picaporte y lo giré, la puerta se abrió y un aroma a comida recién hecha se metió por mis fosas nasales. Respiré profundo, intentando no soltar toda la verdad en cuanto lo viera y diciéndome a mí misma que era una chica fuerte, que sólo había sido un error y que no podía tirar cinco años de relación por la borda por Jared que ni siquiera me conocía bien.

Caminé silenciosa, dejé mi bolso en el sofá del living y me dirigí a la cocina. Ahí estaba Stefan, con un delantal morado puesto encima, con música colombiana puesta en el reproductor de su teléfono y meneando sus caderas mientras cocinaba lo que parecía ser pollo con verduras. Se veía relajado, tanto como el chico del que me había enamorado aquellas noches hablando hasta las tres de la madrugada. Lo miré apoyada en el marco de la puerta y, cuando se percató de que me encontraba ahí, se sobresaltó un poco y luego rio.

—¿Por qué no me llamaste? —se acercó a mí y rápidamente besó mis labios, luego le bajó el volumen a la música —Iba a ir por ti luego del trabajo.

—Es que tenía una conversación pendiente con Harriet —le conté.

—¿No les bastó con quedarse juntas toda la noche? —preguntó en un tono burlesco, luego se volteó y revolvió algo en la olla.

Apenas dijo eso recordé todo lo que había hecho con Jared en la oficina.

—Nunca es demasiado —me encogí de hombros.

—Ve a ducharte para que luego cenemos.

—¿Qué hay? —alcé mis cejas observando lo que podía.

Stefan movió sus cejas de arriba hacia abajo.

Me duché desde el cuello hacia abajo pensando en que era la peor. Tenía miedo de que Stefan pudiera oír mis pensamientos o peor, ver lo que mis ojos gritaban.

Me senté frente a él para cenar, era pollo con verduras y arroz. Se había esforzado muchísimo en hacerlo, pues a Stefan no le gustaba demasiado cocinar, sin embargo, le había quedado todo muy sabroso. Conversamos cosas banales en un principio. Intenté fingir que todo estaba bien conmigo, tanto que el apetito se me fue luego de algunas cucharadas. Me sentía mal, muy mal viéndolo a la cara. Stefan había servido vino blanco y creo haberme tomado dos copas llenitas para simplemente pasar el nudo que tenía en mi garganta.

—¿Qué harás el viernes? —me preguntó mientras seguía comiendo con gusto de su pollo.

—Iré a quedarme con Samantha y Alex, tenemos que avanzar el trabajo de investigación.

—De acuerdo —sonrió —, te llamaré en cuanto llegue a casa ¿sí?

Asentí.

Por unos días había olvidado que Stefan había dicho que el viernes tendría una fiesta con sus compañeros de trabajo, lo que me pareció demasiado fortuito considerando que justamente el viernes debíamos ir a ese lugar de mala muerte junto a Alex y Samantha. No sabía si debía comentarle a alguien que iba a ir a un lugar como ese, sin embargo, por supuesto que no se lo dije a nadie.

Me fui a la cama con una sensación amarga en la boca y con un nudo en el estómago, pues al otro día trabajaba en la empresa Brackley, siendo jueves, y no sabía cómo iba a mirar a Jared ni cómo íbamos a fingir que todo estaba bien entre nosotros.

——

Llegué más temprano de lo habitual a la oficina para no encontrarme de frente con Jared. Dejé mis cosas encima del escritorio y encendí el computador, me serví un café y al percatarme de que Jared no iba a llegar todavía me relajé y comencé a trabajar antes de tiempo. Me concentré tanto que, cuando la puerta se abrió, me sobresalté casi como si hubiese visto a un monstruo entrar, Jared me sonrió de medio lado y habló:

—Buenos días.

—Hola —dije, volviendo a la calma.

Él se acercó a la máquina de cafés, sacó uno y luego se marchó a su lugar de la oficina.

Reparé en que mi corazón estaba latiendo con más fuerza de lo normal y me encontraba apretando el mouse con fuerza que no tenía. Jared salió de mi campo de visión y respiré profundo.

Ya cálmate, Camile.

No podía ser tan difícil.

Pensé que no sería difícil, pero Jared se acercó a mí unas cinco veces para pedirme la opinión acerca de unas compañías que ofrecían dinero por algunos automóviles. No sabía de qué iba ese chico, pero le ayudé como pude. A ratos mi mirada se desviaba al sofá y nos imaginaba a Jared y a mí besándonos acaloradamente a torso desnudo y debía beber agua para no tropezarme con mis propios pensamientos.

—Falta dinero, ya te lo dije —oí la voz de Jared, iba a responderle, pero me di cuenta que se encontraba hablando por teléfono —. Llevo semanas sacando las mismas cuentas y el dinero no me está alcanzando para cubrir algunas cosas ¿gastaste en algo que yo no sé? Así lo tengo en consideración —su voz parecía sacada de quicio y algo preocupada, me quedé en silencio para seguir escuchándolo —Bueno, revisaré nuevamente, pero no creo estar equivocado. De acuerdo. Nos vemos por la tarde —colgó y luego lo oí ponerse de pie, se apoyó en el marco del muro que nos separaba y se quedó mirándome.

—¿Todo bien? —pregunté dejando el mouse a un costado y alzando mi vista para darle atención a él.

Se veía serio, pero con algo en su garganta para decirme.

—Sí, creo ¿todo bien contigo?

Asentí levemente.

—¿Le has contado a Stefan?

Pestañeé rápidamente y arrugué el entrecejo.

—Claro que no ¿por qué?

—Yo tampoco se lo he contado a Emma.

—¿Y cómo vas con eso? —bajé la voz.

Jared se encogió de hombros no muy convencido, caminó lentamente hacia mí y se quedó frente al escritorio para observarme mejor.

—Creo que está siendo lo suficientemente difícil para ambos ¿no crees?

—¿Y qué esperabas?

—Quiero poder seguir conversando contigo como todos los días —me pidió —, ir por un café, tal vez mostrarte algunos lugares turísticos de Londres...

—Eso sólo servirá para...

—Ambos sabemos que fue un error ¿no? —me interrumpió de pronto —Sólo ha sido una confusión de borrachos, sigamos siendo esos amigos que queríamos ser, sólo así siento que será más fácil verle la cara a Emma.

¿Cómo podía pedirme algo así? Yo no podía quedarme tranquila sabiendo que seguiría siendo amiga de Jared luego de casi habérmelo comido a besos en el sofá de la oficina. Sin embargo, yo tampoco quería perder todo tipo de contacto con él, así que no podía negarme a su petición tan genuina y audaz, parecía que él no pensaba en las consecuencias y sólo se lanzaba a hacer lo que se le diera la gana.

—De acuerdo —accedí.

Él esbozó una sonrisa y se alejó de mi escritorio para regresar al suyo.

——

—No me pondré eso —reclamó Samantha cuando vio el diminuto vestido frente a sus ojos.

—¡Vamos! No puedes ir disfrazada de cualquier cosa, ya sabes cómo es el lugar —le pidió Alex —Mira a Camile, ya se ha conformado.

Estábamos en un lugar que sólo Alex conocía, había un chico y una chica vistiéndonos y también preparadísimos para maquillarnos a todos. Era un lugar algo alejado de la ciudad y habíamos llegado en el pequeño auto de mi compañero de clase. El chico que estaba frente a mí inspeccionaba como estaba quedándome el traje, mientras que la chica y Alex convencían a Samantha que sería una diosa mostrando sus largas y esbeltas piernas.

Mi disfraz contaba con un body negro que amoldaba mi figura por completo, medias agujeradas de color negro y tacones altos. De mi trasero salía una larga y extravagante cola roja de tutú. Y el chico había comenzado ya a maquillar mis brazos con escarcha y diamantes de decoración.

Samantha refunfuñó un poco y luego accedió echando humo por la nariz, su traje era un vestido verde fosforescente apegado al cuerpo, también medias agujeradas y en la cintura tenía puesto un tutú de bailarina de ballet color negro. Se colocó todo a regañadientes y luego se sentó a esperar que la chica comenzara a maquillarla.

El chico que tenía en frente me maquilló toda la piel que encontró vacía: mis brazos brillaban con decoraciones preciosas. Me colocó pestañas postizas extra largas y maquilló mis ojos como un verdadero profesional, con delineado tipo gato y también envuelto en brillantina. Mis labios eran rojo carmesí y como si el tema de la noche fuera ese, también los dejó con brillantina.

A pesar de que frente al espejo me veía irreconocible, Alex insistió en que debía llevar un antifaz. La boca no importaba demasiado, ya que el amigo de Alex se había encargado de dejarme los labios más gruesos de los que ya tenía.

Alex vestía un jeans apegado a las piernas de color negro, sin camiseta y todo su torso y espalda cubiertas de maquillaje que podía durar hasta 48 horas. También le pintaron las uñas, los labios y los ojos. Le pusieron aros extravagantes y a pesar de toda esa decoración seguía viéndose guapo y masculino.

Sam tenía una cara de molestia que le llegaba hasta el suelo, pero no podíamos tomarla demasiado en serio ya que el maquillaje que le habían puesto la hacía lucir hermosa de todas formas.

Todos nos veíamos de cierta forma ridículos y extravagantes. Esa fue la razón por la cual el amigo de Alex se ofreció a llevarnos en su auto hasta el lugar, así que rápidamente aceptamos sin chistar y nos metimos en el auto todos algo preocupados del maquillaje y de los antifaces que llevábamos puestos.

—No puedo creer que estemos haciendo esto —dije de pronto algo ansiosa y nerviosa. Solté una pequeña risa y Samantha echó aire por la nariz.

—Por favor sigamos el plan —pidió ella.

—Tranquila, Sam. Todo irá bien —aseguró Alex regalándole una sonrisa debajo de sus labios ahora fosforescentes.

Nos detuvimos en un callejón oscuro y sin salida, todo estaba demasiado silencioso y no parecía que ahí se fuese a dar una fiesta de las características que había nombrado Alex. Todos miramos con inseguridad a través de los vidrios y nos bajamos haciendo sonar un poco los tacones altos.

Alex se despidió con la mano de su amigo y él rápidamente se puso marcha atrás para salir del lugar.

—Síganme —murmuró Alex.

Samantha y yo lo seguimos a paso firme como decía el plan de Alex, sin mostrar inseguridad y como unas completas divas.

Nos acercamos a una puerta oscura, Alex golpeó de una forma en particular y de inmediato nos dejaron pasar. Ya estando en el lugar, un tipo enorme con una máscara en su rostro comenzó a revisarnos completamente en silencio. Era un pasillo oscuro, casi no se podía ver en donde empezaban las paredes. No llevábamos móviles esa noche, así que colocándonos unas pulseras nos dejaron caminar a través del pasillo escoltados por una persona completamente vestida de negro que sólo se le veían las manos blancas.

Nuestros pasos poco a poco fueron más rápidos hasta que la música comenzó a oírse a través de las paredes, miré a Alex que se encontraba a mi costado y seguía en postura segura, luego a Sam que no hacía más que mirar hacia el frente con una seguridad, que, en mi vida, le había visto a alguien. Para no desentonar, entré en personaje y, de pronto, nos encontramos con una sala que de inmediato asocié a una discoteca, pero no era eso. Me quedé inmóvil a un costado de mis amigos, observando: había mesas distribuidas por el lugar, pero por los espacios que quedaban vacíos transcurrían mujeres casi desnudas. Todo lo que llevaban en el cuerpo era prácticamente maquillaje y cubre pezones. Ay dios ¿dónde nos habíamos venido a meter? La música estaba en un tono alto. En las mesas redondas había hombres mayores y jóvenes, podía notarlos por su postura, todos tenían algo característico como disfraz, pero había tipos, la minoría, que no les interesaba ocultar su identidad y se mostraban a rostro descubierto.

—¿Y ahora qué? —pregunté.

—El plan —comentó Samantha.

Así que eso hicimos. Debíamos estar al menos tres horas dentro del lugar y yo era la encargada de acercarme al bar para inspeccionar lo que servían o si allí se pasaban drogas o algo parecido. Así que me arme de valor y atravesé por entre las mesas sin sentirme fuera de lugar por mi ropa, pues todas y todos vestían de maneras peculiares.

Cuando estuve sentada, me dediqué a observar un poco lo que tenía a mi alrededor. Era un prostíbulo de cinco estrellas o algo parecido porque se veía demasiado diferente a las películas que había visto que salían lugares de mala muerte como estos. Las chicas que se paseaban desnudas eran curvilíneas, algunas no demasiado, pero seguían por ahí de los más seguras casi con los senos en la cara de los clientes y a trasero descubierto. Algunos hombres las golpeaban con la palma de sus manos en sus nalgas y ellas sólo sonreían sirviéndoles cervezas, vinos, whiskey y también algo que parecía ser canapés. ¿Real? ¿Canapés?

—¿Qué se te ofrece, querida? —oí la voz de alguien a mi espalda, volteé la butaca en la que estaba sentada y observé a la mujer que me había hablado detrás del mesón del bar.

Tenía un vestido negro puesto, pero en su rostro llevaba un antifaz. No pude verle la cara ni tampoco inspeccioné demasiado en cómo era su cabello o algo así, pues lo tenía amarrado en una coleta alta.

Mi corazón se encontraba acelerado, no tenía un buen presentimiento y sólo pedía que Samantha y Alex encontraran algo rápido y dieran una señal para largarnos de ese lugar.

—¿Especialidad? —esbocé una sonrisa segura, ella me observó de pies a cabeza, luego sonrió.

—Nunca habías venido ¿eh?

Ya la había cagado.

—No conocía lugares tan lujosos como este —comenté, crucé las manos enfrente de ella y la observé a los ojos —, pregunto porque a los lugares que voy siempre hay pisco de mala muerte.

Ella echó una pequeña risa.

—¡En eso tienes razón! —dijo, se alejó un poco de mí y luego regresó con una botella que contenía un líquido azul que ni idea de lo que era —Aquí tienes, regalo de la casa.

Puso una copa frente a mí y puso el líquido en ella.

—¿Se puede combinar? —pregunté con seriedad, creyéndome a mí misma que en realidad era una prostituta de primera y quería combinar alcohol con drogas y lo que se me viniera en gana.

—Depende —se encogió de hombros —si quieres asesinar a alguien puedes, claro. Si lo quieres dejar inconsciente por un momento puedes darle algo menos fuerte...

—Pues entonces vamos a combinarlo con lo que se me venga en gana —solté poniéndome de pie, agarré la copa y ella soltó una carcajada.

—Cocaína conseguirás fácil por aquí, pastillas nada —rodó los ojos.

Asentí, alcé la copa como un "salud" y me alejé con la copa de líquido azul en mi mano. Caminé entre las personas hasta que divisé un baño público, entré y derramé todo el líquido en la taza de baño, me arreglé el body frente al espejo y volví a salir para acercarme al bar.

Miré por entremedio de las personas para saber si divisaba a Alex o a Samantha, al menos ya sabía que servían alcohol caro y la cocaína corría por entre las personas como el dinero. No vi a ninguno. Samantha era la encargada de hablar con algún cliente que pareciera antiguo o estuviese muy borracho para sacarle información y Alex iría por otra chica a ver qué cóctel de sustancias le ofrecerían esta vez.

Me quedé cerca del mesón del bar fingiendo pedir otro trago cuando unas figuras vestidas de igual manera me interrumpieron la concentración. Me volteé hacia aquellas personas que parecían conversar entre sí y estar acompañadas por dos hombres. Lo que llamó mi atención fue que no llevaban vestimentas extravagantes como las demás personas en el bar, sino que vestían con un pantalón de tela negro y ancho hasta el borde de sus tacones también negros junto a un blazer azul metálico que parecía quedarles grande para disimular su figura femenina. Ambas tenían una copa de vino tinto entre sus largos dedos elegantes y un antifaz que les cubría la mitad de la cara por lo que no sabía si tenían la misma edad.

¿Quiénes eran? ¿A caso los dueños del lugar?

Los hombres vestían traje azul eléctrico también y unas máscaras que los cubrían por completo, estos estaban hechos a la medida, pero ninguno desteñía demasiado del otro así que tampoco diferencié edades. Sólo parecían elegantes y de otra categoría dentro de ese lugar. Además, todas las personas que se les acercaban lo hacían de manera amable y con sonrisas exageradamente falsas.

Iba a acercarme un poco más, pero el vestido verde fosforescente se apareció en mi campo de visión, me dio una mirada rápida y entendí que ya debíamos irnos. Le pedí que me esperara unos segundos y me dirigí al baño, entré a un cubículo y oriné casi en el aire para no tocar la taza de baño, que, a pesar de estar completamente limpia, no me causaba para nada buena espina.

De pronto, oí que alguien más entró al baño y yo me quedé bien quieta en donde estaba.

—¿Estás segura que nadie entró con móvil? —preguntó un chico, fruncí el ceño ¿por qué había un chico en un baño de chicas? Bueno ¿qué más me podía esperar de un lugar como ese?

La persona que estaba con él no respondió, pero supongo que asintió con su cabeza porque él siguió hablando.

—Todo está yendo demasiado bien como para que se arruine ¿no crees? La mercancía se ha vendido como pan caliente. Qué bueno que crearon este lugar —continuó él con un tono de broma, ambos rieron, pero no reconocí la risa de la chica.

Por el costado que quedaba de la puerta intenté mirar, pero sólo podía ver trajes azules eléctricos. Eran los mismos tipos que habían llamado mi atención cerca del bar. Esperé a que salieran del baño y sólo pude verlos darme la espalda. Fruncí el ceño, algo familiar tenían y no podía acordarme en donde había visto ese cabello ni tampoco esa caminata tan elegante. 

***

¡Hola! Como lo prometido es deuda, por el momento se cancelan las actualizaciones de domingo y lunes y los capítulo serán subidos en cuanto estén escritos.

¡No olviden dejarme sus opiniones!

BESOPOS

XOXOXO


Continue Reading

You'll Also Like

159 73 8
En los reinos que conforman a la isla de Charkos, tenían normas una de ellas es que nada más los herederos al trono deberían ser hombres.. Pero llega...
2.1K 267 44
Polet Seavey es la nueva estudiante en el mejor internado de South Holbrook. Para Polet, ser la nueva significaba muchas cosas: nuevos amigos, un nue...
1.5K 142 6
Isagi lucha con su salud mental durante su tiempo en las instalaciones y trata de ocultarlo a los demás, al menos por el momento creditoz a Mysvtic
112K 18.4K 44
¿Y si es muy tarde para empezar de cero? Cuando Gia Davies se muda a Nueva York, está huyendo. Se ha dado cuenta de que su carrera no le gusta, su re...