Equinoccio (2do libro Solstic...

By sophierocks98

932 40 17

La llegada del equinoccio de otoño comienza a originar cambios en la vida de Sara, David, Rebecca y Solomon... More

Capitulo 1 : Deseos prohibidos
Capitulo 2 : Desesperacion
Capitulo 3: Suave y adictivo café
Capitulo 4: Sexo, alcohol y diversión
Capitulo 5: El angel convertido en mujer
Capitulo 6: El sol
Capitulo 7: Desconocidos
Capitulo 8: Pesadillas
Capitulo 9: Carmesí
Capitulo 10: Caballero de armadura brillante
Capitulo 11: El principio de una guerra
Capitulo 12: Confusiones de un corazón débil.
Capitulo 13: Secretos
Capitulo 14: Mentiras.
Capitulo 15: Oscuridad
Capitulo 16: En la boca del lobo
Capitulo 18: Nervios
Capitulo 19: Superioridad
Capítulo 20: Rompecabezas
Capitulo 21: Esperanza
Capitulo 22: Ángel guardián
Capitulo 23: Adiós viejas costumbres
Capitulo 24: Un nuevo comienzo.

Capitulo 17: Inquietud

29 2 4
By sophierocks98

David

Quizás en otra vida había sido espía internacional o ninja, cualquiera fuera el caso, tenía más que merecido el premio, había conseguido la gran hazaña de pegar el cartel en la puerta de mi vecina haber sido descubierto y huir por la puerta principal antes que ella partiera junto a Natalie hacia la universidad. La idea era dejarle un mensaje motivador, algo que la animara cada mañana a seguir adelante y gracias a Gerard había quedado lo suficientemente decente y con su toque encantador por los dibujos. Además agregándole el anónimo le daba ese toque de misterio que la mantendría ocupada, aunque quizás pensándolo... podría ya haberse dado cuenta pero si manteníamos esta clase de juego podíamos comunicarnos con facilidad, estaríamos al tanto del otro, aunque había sido todo un desafío lograrlo. Recuerdo que esa mañana no paraba de verme en el espejo del baño, inquieto, ansioso, enérgico y con las manos sudando a mares. ¡Había estado muy nervioso! ¡Se trataba de una pegatina por dios santo! Y por increíble que sonara, me resultaba extrañamente nuevo el alterarme por algo así. Lamentablemente no podría ver la expresión en su rostro y regocijarme ante su reacción al mensaje pero era capaz de imaginarme la escena de cierta manera y me alegraba.

Entonces, pensar en ella como primera cosa de la mañana traía consigo la necesidad de beber una buena taza de café. Mi mente trabajaba de forma extraña, relacionando Sara—Café—Beso por inercia y para cuando me di cuenta, encontré a mi reflejo adornado de un tierno color carmesí. Desde nuestro primer encuentro, cada vez que la observaba causaba en mí una sensación de ternura desbordante que mi personalidad le era difícil afrontar, se rendía y quedaba a merced de ella; era tan extraño su poder sobre mí que incluso si necesitaba que la consolara, lo haría y de hecho lucharía por hacerla reír, si debía esperar hasta tarde para que no volviera sola del restaurante también lo haría y era un patrón del comportamiento demasiado complejo para el David vecino y amigo ¿Por qué había comenzado a ser así? Luego me percaté de lo idiota que era, tonto, ignorante, sin un poco de cerebro para notar que buscaba acercarme de nuevo a través de los mensajes. Habíamos dejado en claro que teníamos que volver a ser completos desconocidos de nuevo, ambos teníamos pareja y era innegable que habíamos sido de cierta manera infieles...pero no quería que todo acabase así. Había valido suficientemente la pena para que considerase mantenerlo en un secreto y todos estos pensamientos que poco a poco iban aclarándose, explicando las razones de mis acciones, se encargaban de motivarme con los carteles, aun si me ponía tan nervioso el asunto. Revisé con extremo cuidado que no hubiera nadie en el pasillo, mis pobres piernas parecían dos fideos, tambaleándose y sin encontrar el equilibrio y maldecía este nerviosismo tan repentino, ni siquiera los nervios de un partido importante me habían provocado tales sensaciones, entonces tomé una bocanada de aire, juntando coraje, y pegué el mensaje sobre el metal, conteniendo la sonrisa tonta que se me dibujaba en el rostro al imaginarme el momento en que lo encontrara y satisfecho con mi trabajo, me dispuse a marchar hacia la universidad, tarareando una canción de Ed Sheeran que recordaba haber oído por ahí.

Por suerte las siguientes horas pasaron volando con los ejercicios del entrenamiento, habíamos previamente un calentamiento para acostumbrarnos nuevamente a la rutina y luego jugamos un pequeño partido sin mucha importancia para poner todo en práctica. Desde la cancha se alcanzaba a ver la poca concurrencia a plena vista en las gradas y a Katherine comiéndoselo literalmente con la mirada a Solomon mientras se babeaba por él cada vez que este daba saltos suspendidos en el aire practicando los cabezazos. No obstante, eso no me importaba tanto como el hecho de notar que algo faltaba, Rebecca no se encontraba entre el poco público que presenciaba el entrenamiento, llevaba varios días sin contactarme con ella, tampoco contestaba mis mensajes ni llamadas y comenzaba a preocuparme que le hubiera ocurrido algo. Desde la cita a Middletown había estado actuando diferente, y aunque se me pasaba por la cabeza que la podría estar agobiando, sospechaba que se trataba de algo más profundo que desconocía por completo.

Luego de que acabase el entrenamiento, me pegué una ducha rápida para quitarme el sudor, y decidí que visitaría el edificio de medicina para probar suerte y ver si hallaba a Rebecca. Hacía un tiempo tenía la costumbre de pasearme por los pasillos para conseguir que me acompañara a tomar algo en la cafetería cercana al campus pero ahora era diferente, no sólo la buscaba, sino que tenía otras intenciones ocultas, pretendía encontrarme por mera casualidad con cierta muchacha de cabellera larga y azabache. Estaba mal...lo sabía a la perfección pero la curiosidad me guiaba por un camino que desconocía, por lo que me encontré de repente en la puerta del laboratorio, suponiendo que era un lugar probable donde pudiera hallar alguna de las dos. Apenas pisé el lumbral de la puerta escuché la voz de Rebecca hablando animadamente con alguien:

—Gracias Sara. Perdona lo que te dije aquella noche, de verdad eres una buena chica.

Me quedé pasmado ante su comentario, al parecer había cosas que desconocía que estaban pasando entre ellas y comenzaba a cuestionarme de qué se trataría lo de "aquella noche" ¿Porqué había considerado a Sara una mala chica? Medité un instante si era bueno intervenir y preguntarles de que conversaban pero simplemente me metería en un lugar que no me correspondía. Los asuntos de chicas debían permanecer así, intocables. Me aclaré la garganta buscando llamar su atención, obteniendo que el jade se fijase en mí y como el opal estuviera cuestionándome que hacía allí. Otra vez la tentación se apoderaba de mí, inmediatamente me olvide del porqué estaba allí, a quien estaba buscando y miré a la dueña de tanta alteración en la mañana, aguantándome nuevamente de sonreír estúpidamente, con intriga sobre el mensaje que había dejado en su puerta y ya había caído tan profundo en la trampa que estas sensaciones extrañas surgían y emanaban sin aviso con tanta facilidad....Mierda, mi novia estaba presente en la misma sala y no era capaz de seguir lo lógico, lo razonable y el comportamiento obvio que debía tener con ella. Rápidamente cambié el semblante y me dirigí hacia Rebecca, saludándola con un beso en la mejilla, recibiendo su mirada analítica que trataba de descubrir que ocultaba, el porqué de mi conducta. Estaba tan nervioso que me sudaban las manos, tenía miedo que descubriera ese pequeño secreto que compartía con mi vecina. Luego le dediqué un pequeño gesto a Sara y ella correspondió el saludo asintiendo. En pocos segundos el ambiente se había puesto increíblemente tenso y seguramente era por mi culpa.

—C-Creo que los dejare solos.

De repente oí la temblorosa voz de la pequeña Sara ocupar la sala de laboratorio, ya no recordaba cuando había sido la última vez que la había escuchado pero aún era tan dulce y encantadora como siempre. Al minuto siguiente desapareció de mi vista periférica y había abandonado tan rápido la sala, casi a la velocidad del rayo, sin dejarme despedirme de ella o pronunciar alguna palabra. Quedamos Rebecca y yo solos, en un silencio incómodo. Era innecesario seguir pensando cuando sería la oportunidad perfecta en el qué podría preguntarle sobre la de esta mañana así era momento de ponerle en el papel de novio y le extendí la mano:

— ¿Vamos? –Le propuse y Rebecca tomó mi mano delicadamente.

Quizás eran los días que no nos habíamos visto o el secreto que intentaba esconder a la perfección, sin embargo, el roce de su piel con la mía me resultaba frio, distante e incluso falso. No me agradaba para nada, mi mano quería escaparse de ese agarre aunque me obligaba a mantenerla en su lugar porque era lo correcto, aunque era innegable lo extraña y ajena sensación en mi cuerpo, como si deseara algo más cálido, dulce...Sara vino a mi cabeza. Como la sensación de algo tan placentero, dulce y tierno como tomar helado en pleno día de verano. Entonces esa sensación nueva que tenía con Rebecca la percibía como otro gusto de helado en invierno que no me gustaba en lo absoluto. De repente noté que a medida que íbamos dejando el campus una gran cantidad de miradas clavándose filosamente sobre nosotros, acompañadas de murmullos y cuchicheo, repetían constantemente el nombre de Solomon y lo conectaban a la pelirroja y fanática obsesiva de Katherine. ¿A que vendría ella en la conversación?

Me sentía un idiota, más de lo usual claro, al estar junto a una persona que siempre había sido importante en mi vida, que incluso había hecho latir a mi corazón tantas veces y ahora estando por fin a su lado ya no causaba el mismo efecto. Rebuscaba en mi cabeza las razones para seguir juntos, mantener esta relación que habíamos comenzado por casualidad, pero no las hallaba. Desde un principio supe que yo no tendría lugar en su corazón, bueno, al menos que no lo conseguiría tan fácil, sin embargo, nunca hubiera sospechado que ella dejaría de hacerlo en el mío. Era la clase de situación en que me había alejado bruscamente del David locamente enamorado de Rebecca, el que siempre la buscaba y trataba de dar una buena impresión, y me había convertido en este chico tan confundido e indeciso. Milagrosamente logré sobrevivir a esta nueva e inesperada avalancha de pensamientos y llegamos a la cafetería cercana al campus de la universidad.

Hasta ese instante, apenas me había percatado del cambio de estación. El viento helado meciendo las pocas hojas amarillentas de los arboles me impresionó, parecía que mi cabeza aún seguía en aquel verano cuando todo estaba bien y de repente nos encontrábamos en una época que todo se volvía cada vez más frío. Rebecca y yo nos sentamos uno frente a otro en una de las mesas más alejadas, justo al lado de la ventanilla, sin mencionar ni una palabra, como si nos hubiera comido la lengua el gato y fuéramos incapaces de entablar una conversación con facilidad. Se repetía otra vez la misma situación, al igual que aquella noche en que por primera vez me percaté que no funcionaríamos como pareja, que era casi imposible que olvidara a Solomon...

Le pedimos amablemente a la camarera dos cafés con canela y el rostro de asombro de Rebecca ante mi pedido fue gracioso. Estaba bastante sorprendida que después de dieciocho años de vida me decidiera a tomar café cuando antes había opinado que era asqueroso, al minuto siguiente me encogí de hombros devolviéndole el gesto y me eché a reír, irónico, pensando por dentro las consecuencias que traería si supiera lo que había pasado los últimos días. A los pocos minutos volvió la muchacha y posó las dos tazas frente a nosotros acompañado con un pequeño plato de cerámica repleto de dulces.

— ¿Cómo han ido las cosas David?

Casi me atragantó con el café al oírla hablar por primera vez en tanto tiempo. Había sido tan seca y grave, ajena a la voz que tenía grabada en la cabeza. Ni si quiera había alzado la vista de la taza cuando hizo la pregunta. La mantenía fija en el movimiento circular que realizaba con la cuchara.

—Bastante bien, volví a entrenar así que estoy feliz de volver al equipo ¿Qué has hecho durante las vacaciones?

Sabía que esa pregunta escarbaba más profundo, directo a la causa de su repentino distanciamiento.

—Me quedé en casa, necesitaba descansar de los exámenes, ya sabes...todo ha sido una locura últimamente –Y se quedó callada unos segundos —Perdona que no te haya contactado estos días, de verdad estuve muy estresada.

¿Estresada? Era la primera vez que Rebecca White admitía estar estresada por los exámenes. Hasta donde tenía entendido a ella nunca le había parecido fastidioso estudiar, de hecho tenía cierta facilidad para aprender, y ahora como una bomba explosiva sorpresa, necesitaba tiempo para relajarse. Encerré mi mano en puños, absteniéndome de cualquier comentario fuera de lugar o tajante. Deduciendo sus últimas palabras, la conclusión era simple, habíamos cambiado los roles y era ella quien se quería alejar, como si volviéramos a caer en el círculo vicioso que durante toda la primaria y secundaria habíamos vivido, esa tonta historia de amor trágica donde el chico enamorado vivía detrás de la chica y ella no le correspondía de ninguna manera, sino que buscaba evitarlo a toda costa. Odiaba estar en esa posición. Creí que no volvería a pasar por lo mismo.

—Te entiendo, no te preocupes –Mi voz comenzaba a delatar el disgusto—Quizás para recuperar el tiempo perdido podríamos pasear ¿Qué te parece?

No respondió al instante. Tomó un largo sorbo de café y se quedó viendo la taza pensativa. Fue cuando caí en la cuenta del extraño comportamiento que tenía. Tan callada, distante, fría.

—Para tu cumpleaños.

La miré pasmado. Lo había olvidado...mi cumpleaños estaba casi a la vuelta de la esquina.

—Podríamos volver a Bridgeport y festejar tu cumpleaños con tu familia, sé que no los has visto en un largo tiempo.

Ahora era yo quien no respondía. Escuchar sobre mi vieja ciudad, Bridgeport, resultaba tan extraño y olvidado en el pasado. Recordando unos meses atrás, nos era tan familiar rondar por allí y el estar viviendo ahora en un lugar tan distante como lo era Hartford me daba melancolía. Extrañaba vivir tan cómodamente en la casa de mis padres y sólo preocuparme por si debía jugar o no al soccer. Viviendo tan lejos de casa, solo, en un pequeño departamento y que mi beca en la universidad y la posición en la liga dependieran tanto de mi comportamiento, me caía fatal. No deseaba volver tan pronto a casa, sentiría que había estado haciendo todo mal y una vez regresara querría quedarme allí por tiempo indefinido.

—Mejor festejémoslo aquí en Hartford, ya somos adultos....usemos esa libertad para algo –Solté una carcajada nerviosa ante la invitación que acababa de negar. Inmediatamente recordé que aún no había presentado a Rebecca como pareja y por alguna extraña razón que no llegaba a comprender estaba negado a hacerlo.

—Como quieras David...—Rodó los ojos y volvió a tomar su café, pero con fastidio.

Algo raro estaba ocurriendo, tanto en mí como ella, tal vez algo inexplicable que cada vez crecía más y más y ahora nos era imposible detenerlo. ¿En verdad éramos el uno para el otro?


/////////////////////////////////////////

Hola! ♥

Por fin estoy subiendo los capítulos más seguido T-T Ojala les este gustando tanto como a mi este libro :3

Ya saben! Pueden dejar sus comentarios, sugerencias, consejos, criticas o lo que sea acá abajito y si gustan también pueden hablarme por inbox ♥

Se me cuidan!


Continue Reading

You'll Also Like

91.4M 8.5M 65
El pueblo de Wilson es tranquilo, regido por sus costumbres y creencias religiosas muy estrictas, donde Leigh ha crecido, siguiendo cada regla y paut...
3.3M 187K 105
Libro uno de la Duología [Dominantes] Damon. Un hombre frío, amante de los retos, calculador... decidido. Se adentra en un mundo desconocido, donde l...
849K 51.5K 43
Paris Smith siempre ha sido una chica soñadora, talentosa, amante de todo lo que tuviera que ver con la astronomía: las estrellas, los planetas, las...
334K 13K 41
Se llama Marcos. Se apellida Cooper. Y toca la guitarra. Jude Brown es una estudiante de periodismo, tras un largo camino en su vida, tiene que busc...