Dragonscale [l.s]

By _eversinceale_

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➳ d r a g o n s c a l e ➳
➳ Prefacio ➳
➳ p a r t e u n o ➳
➳ 01: Alianza. ➳
➳ 02: Miedo. ➳
➳ 03: Dorado. ➳
➳ 04: Kargem. ➳
➳ 05: Pesadilla. ➳
➳ 06: Insolencia. ➳
➳ 07: Diferencias. ➳
➳ 08: Niño. ➳
➳ 09: Disculpa. ➳
➳ 10: Reikon. ➳
➳ 11: Vulkam. ➳
➳ 12: Festhé. ➳
➳ 13: Torneo. ➳
➳ 14: Arco y flechas. ➳
➳ p a r t e d o s ➳
➳15: Ansiedad. ➳
➳ 16: Cinis. ➳
➳ 17: Los otros. ➳
➳ 18: Confianza. ➳
➳ 19: Magia. ➳
➳ 20: Pelea. ➳
➳ 21: Tregua. ➳
➳ 22: Fuego helado. ➳
➳ p a r t e t r e s ➳
➳ 23: Cenizas. ➳
➳ 24: Lady Akgon. ➳
➳ 25: Fe. ➳
➳ 26: Estrategia. ➳
➳ 27: Boda Dorada. ➳
➳ 28: Promesa. ➳
➳ 29: Batalla por el amanecer. ➳
➳ 30: Salvación. ➳
➳ 31: Desolación. ➳
➳ 32:Prioridad. ➳
➳ 33: Coronación. ➳
➳ 34: Sangre. [FINAL] ➳
➳ Epílogo I/II ➳
➳ Epílogo II/II ➳
➳ agradecimientos. ➳
➳ BROMA XD ➳
. . .
Extra #1: "Estaremos bien."
Extra #2: "Fraht"
Extra #4: "Olvido."
♛ DRAKHAE - segundo libro. ♛

Extra #3: "Oro."

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By _eversinceale_


Ay, ya se iban a dormir??? Aim sonris.


N/A: pañuelos, gente. Son necesarios aquí.

Dedicado a: EstefaniaHernandz 💛




(...)

Las mañanas en el sur, a mediados de verano, eran un tanto bochornosas.

Pues esta era la época más calurosa del sur, donde las temperaturas eran tan altas que incluso los propios habitantes se quejaban de ellas. Había incluso casos de deshidratación que mantenían a Gemma Akgon inmiscuida en los sanatorios del sur, niños que necesitaban agua fresca y ancianos que presentaban cuadros de calor intenso. Con la reina siempre pendiente de la salud de su pueblo.

Por otro lado, Skyler Akgon notaba como los dragones parecían más cómodos que de costumbre. Más alegres, fuertes. Estaban en su elemento. De hecho, era la época en la cual se reportaban más nacimientos; cascarones rompiéndose en Vulkam, pequeñas criaturas escamosas naciendo a cada dos por tres desde las profundidades de los volcanes. Los dragones volaban con más libertad sobre los cielos de Dragonscale.

Normalmente, Louis tendía a despertarse temprano, su reloj biológico no le dejaba quedarse dormido después del amanecer, cuando los rayos de Sol se filtraban a través de sus recámaras y bañaban su alcoba del más brillante oro, la luz eclipsando en cada centímetro. Pero aquella mañana, casi a medio día, el príncipe del norte dormía con parsimonia, enterrado entre las sábanas. Cálido, cómodo y profundamente en los brazos de morfeo.

Su sueño de la noche pasada había sido interrumpido deliberadamente; Ya que Jaekhar vino a decirle, con sus grandes ojos bicolor brillando a través de la oscuridad, que su pekhy frath [hermano pequeño] estaba llorando. Lo cual significa dos cosas. O Daerys tenía una pesadilla o su primogénito se había metido con su hermano pequeño por quincuagésima vez en el día.

Lo cual acabó con un regaño y una especie de fiesta de pijamas en la cama de Louis y Harry. Con todos acurrucados entre sí mientras dormían.

Pero aquella mañana, cuando finalmente Louis despertó lentamente, abriendo los ojos azules de manera delicada y suave, se percató de que estaba solo entre las sábanas de su cama; el calor de sus hijos no estaba a su lado, menos el de Harry. Por lo que Louis se vió obligado a alzarse sobre las sábanas y admirar alrededor, agudizando el oído por si ellos se escuchaban en los baños o en su propia habitación..., pero nada. Solo fue capaz de oír a los dragones rugir fuera del Krestum, el día soleado quemando sobre el sur. 

Se estiró lentamente, y pronto se levantó de la cama mientras el camisón blanco se escurría entre su cuerpo, la brisa de las ventanas abiertas se paseó entre los pliegues de la tela y le regaló un sensación momentánea de libertad.

— ¿Harry? —. Exclamó de pie a mitad de la estancia, asomándose por el pasillo a la habitación de sus hijos, pero nada. Al parecer estaba completamente solo. Hizo un puchero con sus labios y al momento de decidir cambiarse para ir en busca de su familia, un par de sirvientes entraron por las puertas doradas.

—Buen día mi príncipe, —saludó una de ellas, quien servía a Louis de primera mano. Así que el omega le sonrió de vuelta.

—Buen día, —se abrazo a sí mismo. —¿Sabe en dónde están...?

—Kargem me pidió que le entregara esto, majestad. —asintió la chica, acercándose y entregándole un pedazo de pergamino. —Al parecer tiene el día para usted.

Con el ceño fruncido, Louis tomó el papel y lo desdobló rápidamente para leer su contenido.

"Mon paret ¡buen día!

Los niños han querido ir a la playa, y no les he podido decir que no. Querían esperarte, pero sé que no has descansado ni un segundo desde hace varios meses; tómate un día, cuidaré de ellos.

No sabes lo difícil que fue sacar a Daerys de tus brazos en la mañana. Dormías tan bien.

Te veremos en la tarde, te amo.

Harry."

Y Louis pareció verdaderamente impresionado por ello.

(...)

Desde el nacimiento de Daerys, la vida de Louis había sido mucho más ajetreada. Ahora había dos niños llorando en las madrugadas. Porque siempre que Jaekhar lloraba, su hermano lloraba.

Y Louis correría entre ponerle la ropa a un semidesnudo Jaek -quién se paseaba por la habitación frenético por ir al desayuno- y trataba al mismo tiempo de asear a Daerys.

Aunque en las buenas mañanas, cuando Harry no tuviera mucho trabajo, lo ayudaría con uno de los dos. (Siempre se iba por Jaekhar, porque era mayor y supuestamente "más controlable".) (O eso creía... porque Louis siempre se reía cuando Harry gritaba desde el baño, ya que su primer hijo hacía un desastre con las esencias de la tina.)

Fue peor cuando Daerys creció y empezó a dar sus primeros pasos, intentando siempre corretear a la misma velocidad que su hermano mayor, que claro, era imposible. Así que terminaba cayéndose y comenzando a llorar, poniendo de los nervios a Louis y a Skyler porque, tan pronto se girarán para buscar a Jaekhar, el príncipe ya estaría desaparecido.

Aunque siempre lo encontraban en la sala de estrategia, sentado en las piernas de Kargem a mitad de una importante junta.

Louis realmente pasaba día y noche cuidando de sus hijos, meticuloso en cada detalle de sus rutinas. Qué comían, qué jugaban o qué aprendían; era gratificante cada que uno de los dos hacía un progreso, por pequeño que fuera. Louis gozaba el crecimiento de sus hijos, criarlos era la tarea más grata que pudo tener en su vida. Aunque no siempre estaba por su cuenta.

Skyler era una gran tía, bastante divertida y de gran ayuda cuando Louis asistía a una junta con Harry y le ayudaba a tomar buenas decisiones para el reino.

Gemma era una buena maestra para las pocas lecciones que Jaekhar comenzó a tomar desde los cinco; bastante paciente para el alma hiperactiva y fugaz que era el heredero.

Daerys sería su consuelo en los momentos en que Louis se quedara solo con él. Era bastante callado y pasaba los días enteros admirando como Louis cumplía con sus tareas. Mandando algunas cartas y paseándose por el Krestum para organizar algunos asuntos del castillo. Su pequeño hijo siempre lo estaría tomando de la mano, o recargándose en su hombro. Hasta que Harry regresara con Jaekhar tras sus tutorías y los hermanos corrieran el uno al otro para jugar.

Momentos de oro que brillaban como la estrellas.

Eran un familia increíblemente feliz; Harry lo agradecía constantemente a los siete dioses. Sonriendo ante sus hijos, abrazando a Louis cada que lo tuviera cerca. Suspirando en sus días libres, cálido bajo el Sol de las playas de Dorado. Cada momento grabado a fuego en su memoria; como el día en que voló por primera vez con Jaekhar entre sus brazos, su primogénito abrazándose a las escamas de Reikon. O cuando Daerys dijo sus primeras palabras y su parecido con Louis lo hizo deshacerse en cariño por él.

Amaba a sus hijos, mas allá de lo posible, rebasando los límites de lo imaginable. Y a todos a su alrededor les constaba. Louis lo veía, siempre con una sonrisa que soltaba chispas y destellos brillantes.

Louis había dejado su preciado norte, su hogar, a Ollie y los árboles bañados en nieve. Dejó marchar a su hermana de vuelta a casa, a su madre, sin él. Rechazó su corona, el legado de su difunto padre... porque cuando se giraba, dándole la espalda a los días fríos y estandartes azules con el lobo aullando..., se topaba con el sol brillante del sur, las sonrisas de dos niños preciosos que le miraban con el cariño eterno, dos hijos sanos y felices. Esas vistas de una ciudad imposiblemente grande, desde las ventanas de aquel castillo tan grande. Y la sonrisa del hombre al que más amaba en el mundo, el poderoso Kargem, el rey de todo lo que él alcanzara a ver con sus ojos. Su Harry, brillando entre varias tonalidades doradas y ojos verdes que nunca se apartaban de él.

Por él lo había dejado todo... y si lo habría tenido que hacer de nuevo, lo haría.

Una y otra vez.

(...)

Louis pasó su día en completa calma.

Tomó un largo baño caliente y disfrutó del más puro silencio en parsimonia. Desayunó en la terraza, en compañía de ser Isaak, hablando sobre viejos recuerdos en Gélida. Leyó un libro del que tanto había lamentado prescindir cuando sus hijos preferían jugar con él. Y disfrutó de las brisas en la terraza cuando salió a dar un paseo.

Y es que, extrañamente, habían pasado cuatro horas y Louis comenzó a impacientarse.

Porqué... ¿qué era su vida cuando no era padre?

Antes de llegar al sur y enamorarse perdidamente del príncipe heredero, Louis también era un príncipe heredero... el cual pasaba sus días leyendo junto al fuego, caminado entre los mercados del norte para ayudar a su pueblo. Paseaba con Liam a través de los bosques en compañía de sus lobos... pero no. Pensar en Liam le abriría una herida bastante profunda, tal vez debería alejar eso de su mente y cuánto hubiera querido que su mejor amigo conociera a sus hijos.

Pero ahora... ¿cómo sería la vida de Louis sin hijos?

No, más bien, ¿cómo sería su vida sin haberse enamorado de Harry?

¿Se habría quedado en el norte, gobernando junto a Liam? ¿Sus hijos serían castaños y de ojos color miel? ¿O habría muerto en la guerra? Oh, la guerra... ¿habría ido a la guerra? ¿Habrían ganado? Y si hubiera sido así, en otra realidad ¿Harry se habría casado con Nadine? ¿Qué habría pasado con Niall? ¿Daeron habría seguido gobernando, tratando de hacer que su hijo madurara? ¿Jacob estaría instruyendo a Louis en el norte? ...¿Louis sería rey?

¿Qué pasaría con sus hijos?

¿Qué habría pasado con Harry?

—Eh, ¿mi príncipe, me ha oído? —Louis dio un respingo cuando finalmente escuchó a su sirviente. Se había perdido en una densa bruma de pensamientos no deseados. Eso le pasaba por estar tanto tiempo solo, sin haberse acostumbrado.

—Disculpa, ¿qué pasó? —Louis se levantó y dejó su libro sobre la mesita de la terraza más cercana.

—Le preguntaba si podía seguirme, hay algo que llegó para usted. —sonrió la joven. Louis alzo sus delgadas cejas y se percató que el atardecer ya raspaba el cielo, pronto vería a sus hijos de nuevo.

—Si, si, claro. —Louis siguió a la chica de vuelta al interior del Krestum, Ser Isaak siguiéndolo desde atrás, preguntándole a su príncipe si todo estaba en orden. —Si, Ser... Ahm, ¿En dónde están mis hijos?

— ¿Quiere qué los vaya a buscar, alteza? —preguntó el caballero.

—Los pequeños príncipes están con Skyler, Ser. —anunció la sirviente. Louis la miró con el ceño fruncido.

— ¿Dónde está Harry?

—Me pidió que lo llevara con él después, mi príncipe. Pero antes, debe de cambiarse. —sonrió la chica.

Ser Isaak partió en búsqueda de los príncipes, tras una mirada de parte de Louis. Este, por otro lado, siguió su camino hasta su alcoba. Cuando llegaron, los gemelos de la guardia de Harry estaban de pie frente a la puerta.

—Nozhet mon paret [Buenas noches, mi principe] —dijeron al unísono, agachándose en una reverencia mientras abrían las puertas. Louis correspondió al saludo en su mejor Vhestry -que aún era un poco maltrecho- y se adelantó hasta la cama, donde pudo ver a la perfección una túnica nueva, con unos pantalones de una tela preciosa.

Alzó las cejas, sorprendido.

El conjunto brillaba, entre un tono entre el blanco y el plateado, con detalles bordados a mano, en el mismo azul de su casa. Pero tenía incrustaciones de pequeños diamantes y uno que otro decorativo en la tela que hacía lucir al traje como algo terriblemente costoso y elegante.

Louis nunca había usado algo así..., pues en casa nunca llevó un traje de gala tan precioso. En los bailes en sus primeros meses en el Krestum nunca pidió un traje especial, ni para la boda de Nadine uso algo tan bello...

—Kargem lo mandó a hacer para usted, mon paret. —explicó la sirviente en cuanto Louis parecio salir de su trance; maravillado ante lo que sus ojos veían. —Lo espera, así que por favor, vístase.

Louis pareció completamente descolocado. Extrañado, curioso por lo que, aparentemente, había sido un plan trazado por Harry desde hacía semanas... un traje como ese no podía ser fabricado en días. La incrustación de los diamantes era un trabajo que tomaba semanas... Louis tragó saliva cuando se puso enfrente a los espejos de su alcoba y tuvo a sus dos sirvientes arreglándolo a sus lados. Recortando su cabello, manteniéndolo corto en los lados, abundante en el centro. Sus mechones blancos desperdigados entre la mata castaña. Sus ojos resaltando gracias a los detalles en azul de la túnica.

Cuando estuvo listo, se admiró. El reflejo que le miraba de vuelta era casi irreconocible para él. Ya no era un muchacho menudo del Norte, era un hombre ahora. Aunque mantenía sus rasgos delicados, ahora presumía la piel bronceada del sur, el cabello esponjado por el bochorno en la temperatura, el brillo en su piel debido a la poca brillantina que se había despegado del traje. Su cuerpo incluso había cambiado tras el nacimiento de sus hijos, ya no era tan plano y delgado, pero no trataba de pensar mucho en ello.

Aún así, se sentía hermoso en ese momento. Brillando, tomado por alguien, amado. Una sonrisa se cruzó entre sus labios de forma inevitable.

Las puertas se abrieron.

—Mon paret, Kargem le espera. —dijeron los gemelos guardias, resplandeciendo en oro, iluminados por la luz de las antorchas en los pasillos, era completamente de noche.

Louis hizo el amago de bajar del pequeño escalón que tenían para arreglarlo, hasta que su sirviente le pidió que esperara. Entró a los armarios y pronto sacó de una caja dorada, la corona de Louis. Un aro de plata pura con diamantes azules que le perteneció desde el día en que Jacob Tomlinson fue proclamado Rey en el norte, haciéndolo así, merecedor del título como príncipe.

Y él nunca había dejado de serlo.

—Entonces sí que es algo formal, —sonrió Louis en cuánto bajó para reunirse con los guardias. Su sirviente le sonrió y se inclinó en una reverencia. Cuando el omega llevaba su corona, era mucho más imponente que de costumbre, tan hermoso, tan delicado.

—Yo diría que si, mon paret —sonrió la chica antes de despedirse, cuando Louis salió de su alcoba en compañía de los gemelos.

Se movieron por los pasillos del Krestum, bajando los escalones y siguiendo el camino hasta la entrada al castillo. Louis entrecerró los ojos, pero se dejó conducir por los guardias dorados fuera del castillo.

— ¿Que está tramando? —preguntó a los jóvenes castaños. Los hermanos se miraron entre sí. Le contestaron algo en Vhestry a lo que Louis no pudo entender. — ¡Eso no es justo! —exclamó entre unas risas de los guardias. —Todavía sigo aprendiendo.

—Confíe en nosotros, mon paret. —dijeron al unísono de nuevo, y Louis rodó los ojos causando las risas de los guardias.

(...)

Dorado era la zona de Dragonscale más importante, aunque claro, después del Krestum; no estaba exactamente en el centro de la ciudad, si no en la costa, pegada al mar, donde las playas se veían y se mojaban de vez en vez por las olas arremetiendo de forma más violenta tras el anochecer. Aún así, Louis visualizó, a través del carruaje, el camino de antorchas que lo guiaba hasta la mitad de la playa.

Los nervios comenzaron a recorrerle cada parte de su cuerpo, pero aún así intentó mantenerse fuerte cuando bajó, tomando una de las manos de los guardias. (Aún tenía problemas en descifrar quién era quién, y más si en su cabeza tenía cosas más importantes.)

Se mantuvo recto y estoico mientras avanzaba. Optando por retirarse los zapatos de mimbre en cuánto llegó a la arena. La fresca brisa alejaba el calor en el ambiente y aunque Louis sintió su piel bañarse de una ligera capa de sudor, aún podía gozar del clima y la extraña emoción que comenzó a crecer en cuanto avanzaba.

A los cuántos pasos, dejó de escuchar a los guardias seguirle. Porque de pronto se hubo cada vez más cerca de lo que parecía ser un arco de flores y una especie de fogata que iluminaba en donde Kargem, Harry, estaba de pie en una túnica similar a la del omega. Portando su propia corona de oro. Brillando como si él mismo proyectara la luz.

Terriblemente apuesto, con ese cabello recién recortado y el mechón blanco entre el resto de los rizos. Alto, fuerte, mayor. Harry se ponía mejor el tiempo , como un perfecto vino de la mejor cosecha. Sabía mejor con los años, era más fuerte, más embriagador; con su piel brillante y sus facciones duras. Incluso las cicatrices en su cuerpo lucían como decorativo, la prueba de que el hombre al que amaba, era lo mejor que podría tener en esta vida. Y como él pasaría las vidas siguientes volviendo a buscarle.

Louis amaba tanto a Harry...

Que incluso sintió sus propios ojos llenársele de lágrimas cuando se hubo, finalmente, frente al rizado.

—Nozhet —saludó, con su voz grave y rasposa. Louis alzó la cabeza y sonrió cuando Harry tomó su rostro en sus manos, acerándole para restregar su nariz contra la del omega.

—Hola —. Saludó este, perdiéndose entre la esencia del más alto. Ojalá Harry fuera un alfa, así notaría lo mucho que el omega de Louis se deshacía entre su toque, así podría marcarlo y sentir en todo momento lo mucho que Louis le pertenecía.

— ¿Pasaste un buen día solo? —preguntó Kargem.

—Te extrañé, —admitió. — ¿Puedes creerlo?

Harry le sonrió y estuvo a punto de besarlo, Louis poniéndose de puntillas, dejándose llevar por la sensación abrumadora de pertenencia, devoción completa a su amado... cuando un aclaramiento de garganta les hizo respingar a ambos.

Louis abrió los ojos como platos y se apartó levemente de Harry para cuando se topó con el viejo sacerdote del gran septon.

—Septo Dalius, —dijo extrañado. — ¿Qué está haciendo aquí?

El viejo hombre de pelo canoso y complexión menuda, se rió con su voz ronca y acabada por los años.

—Correspondo a las órdenes de mi Kargem, príncipe Louis. Me ha requerido.

Louis se giró de nuevo hasta Harry. El rizado se coloreó de rojo, como si no fuera el rey más poderoso del mundo. Se dirigió al Septo cuando habló de nuevo.

—Podría otorgarme cinco minutos, Septo Dalius, ¿Por favor?

—Dake Kargem. —asintió el hombre mayor mientras se alejaba de manera lenta y les otorgaba de nuevo la intimidad que él mismo había robado segundos atrás.

Louis se tensó de repente cuando Harry lo atrajó un par de metros más lejos. Las manos del mayor de pronto eran frías, heladas, aunque su toque seguía siendo tan liviano, que Louis casi no lo sintió. Su cabeza dio mil vueltas y su corazón se escapó un latido.

¿Qué hacía un sacerdote con ellos? ¿Por qué estaban solos en la playa, alumbrados por antorchas, vestidos de esa manera? ¿Por qué Harry lo hacía, por qué no le avisó?

Louis quería llorar cuando cayó en cuenta.

Una opresión cálida rodeó su pecho y los ojos se le cristalizaron cuando Harry se aclaró la garganta y atrajó la mirada del omega cuando levantó su rostro levemente, admirándolo con el cariño inmenso de una galaxia entera. Kargem tenía estrellas en sus ojos, desbordándose entre la mirada radiante y eléctrica de un cariño imposible de contener.

Louis lo miró, como nunca antes lo había visto.

—Harry...

—Quería que fuera una sorpresa. —dijo el rizado con la voz gangosa. Se notaba como retenía las lágrimas y trataba de no tropezarse entre sus propias palabras. —Por qué han pasado unos años y normalmente hay una tradición en mi pueblo ¿sabes?

Louis intentó no sonreír por la seriedad del momento, pero incluso la risa de Harry resonó entre ellos.

—Bueno, aquí en el sur, cuando encuentras... a la persona indicada..., tú, cor- cortejas a esa persona. La cubres en regalos y la llevas a los bailes para que la gente vea el amor que sientes... —Kargem intentaba no llorar para cuando Louis tenía una sola lagrima cayéndole por el fino rostro. —Y, luego..., la llevas a la playa, tiene que ser durante un atardecer, porque si no concuerda contigo, en el amanecer lo dejas atrás. Eso dicen las viejas historias...

— ¿Y yo no concordaría contigo? —rió Louis en una voz trémula.

Harry se rió nerviosamente.

—Bueno..., solo te contaba lo que-

—Está bien, lo siento. Sigue.

Harry miró al cielo estrellado para alejar las lágrimas, Louis sonrió, limpiándose las propias.

—Si, ahm... Uno, normalmente, se pone de rodillas... —dijo, alejándose unos centímetros, sin soltar a Louis, mientras estropeaba la impoluta túnica nueva, para poner una pierna sobre la arena, y agacharse frente al omega. Louis reprimió un sollozo. —...Y pide su mano. Y lo hace por qué, está seguro de qué... no habrá nadie que ame más a esta persona, que el que le pide matrimonio. No existirá nunca un alma, que te ame tanto como yo. No en esta vida, no en ninguna otra.

Las lágrimas de Louis se arremolinaban por tiempos en sus ojos, tornando todo borroso y luego claro de nuevo. Su corazón latía tan fuerte, cantando en su pecho.

Harry también lloraba a este punto.

—Y sé, —continuó. —qué nunca habíamos hablado de esto porque nuestra... situación, fue algo especial. —bromeó. Rompiéndose en una sonrisa temblorosa. Lágrimas cayendo de sus ojos verdes. —Pero lo pensé, muchas veces, cuando aún no venía la guerra. Y seguro pensarás que estoy loco pero, lo pensé incluso después de la primera vez que me besaste, después del torneo. Yo habría renunciado a mi corona, a mi familia... lo habría hecho, después de verte bailar esa noche en el festejo del Solelum..., esa madrugada que llegué por fin a mi habitación, soñé con tus ojos.

Louis recordó aquel día, los recuerdos llegaban a él como explosiones, como los fuegos artificiales que había visto con Harry en el festhé. Bailando, tropezándose sobre sus propios pies, riendo con su brazo entrelazado con el del príncipe sureño. Como lo besó en el alféizar de la ventana, cuando el amanecer raspaba el cielo.

Él aún conserva el collar de obsidiana entre sus pertenencias más sagradas.

—Había planeado que podría irme, un tiempo. Sabría que mi padre estaría furioso por muchos años..., pero creo que entendería al final.

— ¿Que entendería? —titubeó el omega.

—Que lo que había hecho, lo hice por amor, por algo más grande a mi... creo que habría estado orgulloso. Eventualmente. Pero yo habría huido al norte contigo, me habría escondido entre los árboles llenos de nieve de haber sido necesario. —Louis se rió de nuevo, sorbiéndose la nariz, ahuyentando las lágrimas. —tú habrías sido Rey, lo habrías hecho de maravilla, y yo estaría ahí contigo.

El corazón de ambos se quebró un poco.

—Pero..., no fue así. La guerra vino y se llevó tanto..., pero yo recé. Cada día, desde que volvimos de Gélida..., yo realmente me arrodillé en la capilla y pedí que no te pasara nada. —confesó, mirando a Louis a los ojos. El azul refractándose en el verde. —Y yo solo era un muchacho tonto e ingenuo..., pero te amo, y ha sido lo mejor que he hecho, lo más increíble que llegaré a hacer en esta vida.

—Harry...

—O eso creí, hasta que me diste dos hijos y creo que ahora lo mejor que tengo y que tendré es esta familia.

Louis pensó en sus recuerdos dorados, brillantes más que el Sol y las Estrellas juntos. Pensó en lo mucho que el también había dejado por Harry y en como la vida que tenía, era el más preciado regalo.

Amar a Harry, amar a sus hijos... todo lo había hecho por amor.

—Por eso decidí hacer esto, no porque no lo sepas, no porque crea que sea necesario, si no por que quiero que el mundo entero sepa que yo soy tuyo, que te pertenezco, Louis. Que no soy un alfa, pero que haré hasta lo imposible por mantenerte feliz, a salvo. Que el mundo conozca cuánto te amo y que tan agradecido estoy de que me hubieras dado una segunda oportunidad. Cuando tomaste control de todo lo que era y de todo aquello que conocía...

Las olas rompían en las rocas junto a la costa. La noche se alzaba y la brisa se tornaba cada vez un poco más fría, pero Louis estaba cubierto en la calidez de las palabras de Harry, que lo envolvían en oro. Fuerte y sólido oro. Louis estaba bañado en la sensación devota de lo que era amar y ser amado.

—Así que, si tú quieres, claro... sería un honor si aceptaras casarte conmigo.

Louis sintió sus piernas débiles y su corazón aletear por todo su pecho. Volvió a sollozar cuando asintió, primero lento, luego cada vez más decidido. Harry pareció suspirar de alivio, expulsando todo el aire retenido en sus pulmones, que no tardó en convertirse en una risa plena.

Se levantó al justo instante en que Louis se rendía sobre su cuerpo para sostenerle en un abrazo. Sus brazos enredándose en el cuello del mayor, los de Harry sobre la cintura del omega, aspirando el olor fresco en su cabello, sintiendo las costuras y los diamantes de su túnica bajo su piel.

Louis se apego más a Harry para oler de su piel.

—Yo aceptaré todo lo que me pidas Harry, —dijo en susurros a su oído. —Yo no me iré nunca, eres todo, eres lo que más deseo, lo que nunca tendré será fuerza para apartarte. Me enseñaste un mundo que no sabía que estaba ahí..., me diste la vida que nunca pensé que podría tener y me encanta. La amo. Y tampoco encontrarás otra persona que te ame como yo lo hago. A ti y a nuestros hijos... jamás.

Harry lo abrazó más fuerte.

Los dos se aferraban al otro como si de pronto fueran a desaparecer.

— ¿Louis?

— ¿Si?

Harry se separó para mirarlo, le besó la frente antes de decir:

—Eres dorado, eres tan dorado.

(...)

Bajo el firmamento, testigo del amor, Harry y Louis, con ojos aún llorosos y sonrisas infinitas, sostuvieron sus manos frente al septo Dalius, quien llevó acabo una ceremonia privada e íntima que los sentenciaba como esposos. La luna los bañaba en su tierna luz, la arena bajo sus pies calentaba su piel y la brisa veraniega los cubría como un manto.

Hubo dos anillos de oro, forjados a mano. Idénticos, a juego. Sus almas se entrelazaron y sus ojos nunca dejaron los del otro.

Harry le juró amor eterno esa noche.

Louis mostró la misma devoción en su mirada.

Recordando los momentos del pasado, su primera caminata juntos en el mercado de Dragonscale. La primera discusión que habían mantenido, cuando sólo eran dos adolescentes inocentes. Su escape a Vulkam, su escape a Litoreh. La primera vez que Louis voló con Harry...

La primera vez que lo besó, la primera vez que se entregaron al otro.

Cuando se reencontraron tras la guerra.

Cuando nació su primer hijo.

Las noches que dormían entre cabecitas de pelo blanco y risas agudas y estridentes, provenientes de dos niños que les amaban tan inmensamente como ellos...

Y tras un palabrerío que seguro ninguno de los dos escuchó a ciencia cierta, ellos estaban protegidos bajo los siete dioses, como una pareja casada.

Y estaban cubiertos en oro.

///

NANANANANANNANANANA YO SO GOLDEN NANANANANA
PerDONENME. Hasta yo lloré.

🥺

#streamfineline

Bueno para aclarar.
En el primer extra, Jaekhar tiene dos años; en el segundo, y en este, Jaekhar tiene cinco y Daerys tres. ¿Me siguen? Y la razón por la cual el tiempo avanza tan rápido, es porque me gusta más escribir a infantes, que a bebés recién nacidos.

Los infantes son mucho más divertidos. ;)

Okey, este es el último extra hasta el libro dos. (¿Habrá más extras después? quién sabe.)

#WALLSiscoming YASSSS

LOS AMA, Ake.

!!!!

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