➳ 13: Torneo. ➳

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—Príncipe Tomlinson —le removieron con un poco de insistencia.

Era la tercera vez que llamaban su nombre y el muchacho no despertaba, fue hasta ese momento en que los sirvientes se encontraban ya en su habitación para alistarlo para el día y el muchacho estaba profundamente dormido sobre las mantas sin siquiera haberlas abierto, tirado en una posición poco cómoda y con una amplia sonrisa sobre sus labios. —Príncipe, alteza...

Una de las sirvientas lo removió con delicadeza de la cama, hasta que sintió al príncipe omega fruncir el ceño y removerse, negándose a abrir los ojos.

—No... —Louis se removió contra una de las almohadas y quiso evitar que siguieran molestándolo, hasta que una de las sirvientas dijo:

—Hoy es el día del torneo, majestad. Discúlpeme pero no puede llegar tarde —. Anunció una de las doncellas y justo en es momento, Louis reaccionó.

—Lo..., lamento, yo —el joven se sentó sobre la cama y comenzó a tallarse los ojos como un niño pequeño. Bostezó un par de veces mientras se estiraba.

—El agua de su baño está lista, mi príncipe —le dijo una de las sirvientas que rápido se aproximó a meterse al guardarropa para buscar el conjunto que el príncipe llevaría ese día.

Y Louis supo que tenía que alistarse. Suspiró y levantó, terriblemente cansado. Pero en cuanto puso un pie en el suelo, sintió veinte punzadas por todo el cuerpo; una en los muslos, que se mostraban a doloridos por montar a Reikon. Sintió otra punzada en los las pantorrillas, como si hubiera hecho mucho ejercicio. La siguiente punzada fue en su cabeza, que le zumbó inmediatamente debido la luz del sol golpeándole en el rostro.

Estaba hecho un desastre, casi se desmayó cuando se miró en el espejo, completamente destruido... sucio, desaliñado. Seguro apestaba, porque su ropa olía a comida, humedad del mar, a sudor e incluso a dejes de cerveza. Y eso era... ¿brillo? ¿En toda su cara?

Parecía un completo salvaje. ¿Qué diría su madre si lo viera entrar así por el salón? ¿Si se sentara a la gran mesa todo sucio como estaba?

Extrañamente, Louis se encontró riendo. Bajito, para que no lo escucharan, pero divertido de solo pensar que no le importaba mucho.

Era raro, eso estaba cambiado.

Decidió entonces encaminarse de una vez por todas hasta el baño, para fregarse toda esa purpurina de encima, cuando algo se le escurrió por la túnica y cayó justo frente a él. Louis frunció el ceño, pero alcanzó con sus pequeñas manos el collar de obsidiana para recogerlo y admirarlo entre sus dedos.

«Harry...»

Una sonrisa le partió el rostro y le puso las mejillas rojizas de repente.

Una tormenta de recuerdos lo asaltó; viajes por el cielo, montado en un dragón, la calidez de un cuerpo seguro que le traía calma y paz. Una risa profunda, unos rizos color chocolate removerse por el aire. Una canción pegajosa a la que él bailaba de manera risueña. Y unos carnosos labios, que sabían a cerveza, estuvieron pegados contra los suyos haciéndole olvidar hasta su apellido.

Y Louis se encontró suspirando.

Con esa tonta sonrisa se fue al baño, se desnudó y entró en el agua caliente. Se fregó el cuerpo con esa sonrisa. Salió, envolviéndose en una toalla con esa sonrisa. Las sirvientas lo vistieron, lo peinaron y lo alistaron mientras Louis veía su reflejo... con esa sonrisa.

Dragonscale [l.s]Where stories live. Discover now