Caelum ~ {Nomin/Markhyuck}

By ZaiJam

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•Segunda parte de Inferum. Huye y sigue escapando del infierno que el mismo se ha creado. Portada preciosa cr... More

Inferum
1. Jaemin
2. Jeno
3. Mark
4. Jaemin
5. Mark
6. Jaemin
7. Jeno
9. Jeno
10: Jaemin
11. Mark
12. Jeno
13. Jaemin
14. DongHyuck
15. Jaemin
16: Jaemin
17. Jeno
18. DongHyuck
19. Jeno
20. DongHyuck
21. DongHyuck
22. Jaemin
23. Jeno
24: Entre el cielo y el infierno, parte 1
25: Entre el cielo y el infierno, parte 2
Eternum

8. DongHyuck

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By ZaiJam


Yo era del tipo de persona que prefería guardarse las cosas. Decir un sentimiento o confesar una verdad, me daba tanto o más miedo que la muerte. Ahora que realmente había dejado de respirar como un ser vivo, tenía miedo de que también fuese hora de empezar a contar verdades.

Cuando era pequeño, la abuela me dejaba regar las plantas, aunque mis piernas eran demasiado cortas como para alcanzar las macetas altas. A diferencia de como soy ahora, en el pasado, era un niño tranquilo y callado. Como mis ojos seguían funcionando, prefería pasar el día sentado en ese pequeño banquillo entre los rosedales del campo, leyendo un libro de cuentos o pintando fuera de los márgenes. El día en que dejé de ver, cambié los cuentos por historias que mi abuela se inventaba. Pero en estos momentos, estoy sospechando que no eran fabulas ni cuentos inventados.

"... Monstruos enormes, con garras filosas y ojos dorados, músculos cubiertos de grueso pelo largo, dientes parecidos a dagas que asustaban hasta al más valiente de los hombres..."

Definitivamente hablaba de lobos. Pero quizás nunca se había topado con uno, cuando pensaba en hombres lobos, solo me venía a la mente Jaemin, con su voz gruesa la cual se doblaba de tal forma que era adorable y su cuerpo blando que siempre estaba pegado al mío, en los días en que casi fuimos como mejores amigos.

-Toma mi mano, hay algunos escalones hacia abajo- Hyuna iba adelante, su perfume olía a frutos exóticos, tal vez una fruta de italiana que no conocería en mi vida... O en mi "no" vida.

Dijo que tenía una sorpresa para mí, por ello iba un tanto asustado. Una vez, Irene dijo que ella era un corderito al lado de Hyuna, e Irene pareció sincera al decirlo, debe de ser porque mientras Irene muestra su lado malvado casi todo el tiempo -Bueno, todo el tiempo-, Hyuna lo esconde con facilidad.

-Es porque nací como una esclava, cuidado que el escalón está algo roto.

Ella... me leyó la mente...

-No te leí la mente, pero tuve esta conversación con cada persona que he conocido y he conocido a cientos de personas. Voy a encender la luz, Doyoung dijo que podías ver las sombras bastante bien.

Asentí despacio, esperando que me haya estado mirando. Sabía que era el sótano donde nos dirigíamos, aunque nunca había bajado allí desde el poco tiempo en que vivía en esa casa. Doyoung dijo que guardarían los ataúdes aquí, así que el que Hyuna me trajese a este lugar, sinceramente, no me daba buena espina.

-Sunmi vendrá en la tarde, le pedí que trajese consigo algunos de sus libros de entrenamiento, así ambos pueden trabajar aquí abajo...- me ericé al sentir su mano tocar la mía, era sorprendente la suavidad que tenía, piel tersa y anillos tan fríos como ella. Guió mis dedos hacia lo que parecía ser unas cuantas estanterías, toqué el lomo de los libros viejos y gruesos-. Están escritos en Braille, al parecer no eres el primer nigromante ciego, estuve averiguando sobre eso, descubrí que los brujos se quitaban los ojos para conectarse con sus otros sentidos, eran sumamente poderosos de esa manera.

Sonreí intentando darle mi mejor mueca de felicidad, ni siquiera sabía cómo mis dientes lucían, se sentían pequeños, pero tenía un colmillo un tanto astillado, temía que fuesen horribles y nadie me lo dijese. Jaemin dijo una vez que San lobo fue demasiado bueno conmigo... no entendí quién era ese, pero me sentí avergonzado y un tanto aliviado.

Ella se marchó luego de ayudarme a revisar los libros polvorientos. Me senté en el suelo, cerrando los ojos al pasar las yemas de los dedos por los diminutos puntos que me indicaban cada letra.

Sunmi llegó casi al anochecer, o eso imaginé por el pasar del tiempo. Siguió mirando la cura en el cuello de Helena, también observó el rostro de aquel brujo a quien había oído ser llamado XiaoJun. Ella siempre narraba todo lo que hacía cuando estaba a mi alrededor, como si le diese pena que me perdiese de los detalles visuales.

-Creo que lo he descubierto...- dijo luego de no hablarme por más de hora y media.

-Hmm, también he apuntado algunos conjuros que pueden servir para quitarle la cura, no creo que Mark nos permita matarla.

-No no, escucha Donghyuck, este sujeto es un nigromante como tú, pero él ha estado en esta tierra por demasiado tiempo como para saber manejar el poder necesario.

Deje en el suelo el libro de hojas sueltas que reposaba en mis piernas. Me levanté viendo la sombra de su esbelta silueta, entonces, me acerqué a ella.

-¿El poder para qué?

Ella tomó mi mano y ahogué un jadeo cuando pinchó mi dedo con lo que me pareció una aguja o un alfiler.

-El poder para crear su propio conjuro.

-¡Auch... deja de hacer eso!- salté hacia atrás cuando volvió a pincharme el dedo. Toqué la diminuta gota de sangre aplastándola entre el índice y el pulgar, luego me limpié en mis pantalones- ¿Es siquiera posible eso?

-Siento eso, lo hago cuando pienso demasiado. Y si, ¿O cómo crees que se han formado los millones de conjuros que te he enseñado?

-Así que... ¿es irrompible?- susurré temeroso de su respuesta.

Sin embargo, se abstuvo a suspirar hondo y por el gemido de dolor que soltó, comprendí que estaba torturando su propia mano con aquel alfiler.

-No lo sé... ¡Oh, espera!- sus tacones resonaron por el lugar, había mucho eco y olor a humedad. En mi mente este lugar parecía el escenario de una película de horror, como toda la casa en general-. Toma esta.

-¿Hmm?- era un papel lo que colocó en mi palma extendida, luego, empujó dos libros contra mi pecho- ¿Qué es todo esto?

-Es una dirección, pídele a uno de los chupasangre que te lleve hasta allí, a Hyuna no, conduce como mi abuelo. Tranquilo, son personas que pueden darte respuestas, solo diles que cosa eres y de parte de quien vas. No me ves, pero te acabo de guiñar el ojo.

Sunmi se quedó distrayendo a Hyuna e Irene, yo me escabullí lo más rápido que mi ceguera me permitió hasta la habitación de Dpyoung. En primera instancia había pensado en pedírselo a Jeno y así, Renjun iría con nosotros, pero, cuando quise acercarme estaban discutiendo sobre Jaemin y era un tema en el cual no quería meterme. Por ello, la única opción era valerme de aunque fuese un ojo.

-¡Necesito que me lleves a un lugar, te espero en el auto!

-¿Qué diablos...?

-¡Me lo debes por matarme!

Tal y como se lo dije, le esperé en el auto, me descalcé, acomodándome con los pies en el asiento del acompañante. Olí el papel con la dirección, notando un leve aroma a romero.

Escuché en ese momento la puerta ser abierta y luego cerrada. Mark.

-¿Donde debemos ir?

Vampiro idiota.

-¿También le quebraste el cuello a Doyoung?- me crucé de brazos y evité mostrarle mi rostro.

De todas formas ¡Qué diablos hacía aquí! Se suponía que es él quien siempre está huyendo de mí y de repente, se acerca de la nada, Ja, es un imbécil. De seguro me tiene lástima, pero no debería porque solo me he sentido dolido momentáneamente, él puede atraerme por extraño que sea, pero no soy un tonto niño enamorado del malvado villano.

No lo soy.

-En realidad, Doyoung no sabe conducir. Así que dime donde debemos ir.

Carraspeé, sentándome con la espalda erguida y le entregué el papel, él soltó una corta risa ronca que envió escalofríos a mi espina dorsal.

-Bien, conduciremos 230 kilómetros.


<<🌙>>

Mark

No fue un viaje largo, pero si extenuantemente incómodo para ambos. Debía admitir que Doyoung si sabía conducir, pero no quería aceptar que había actuado por impulso cuando fue hacia mí y me dijo "Parece que mi amor es correspondido".

Ley N°1, Nunca le des la espalda al enemigo. Doyoung no sabía de eso y terminó con el cuchillo enterrado en la vacía cuenca de su ojo.

Donghyuck iba con los auriculares puestos, escuchando la música tan alta que incluso a mí me estaba aturdiendo. Sus almas tal vez no estaban hechas de lo mismo, pero en este momento, a mi turbulenta mente llegó un pensado olvidado recuerdo.

"... -¡He dejado mi alma por usted, mi señor, comprenda que nuestras naturalezas han de ser distintas, por ello, no piense que lo que usted deje atrás, será lo mismo que yo abandone...! Usted tiene una casa, un apellido con el que imponer temor, una futura familia que le dará orgullo, en cambio, ¿Qué tengo yo? Sin educación y siendo un moro de poca monta... ¡Su madre me arrojará a los perros antes de pisar la abadía a la que quiere huir!..."

Esa fue una de las muchas veces en que intentó persuadirme de mis planes, pero era un joven enamorado, aun creía en la felicidad entrena y en la bondad del mundo. Haechan quiso hacerme cambiar de opinión una y otra vez, incluso una noche, cuando me gritó que no me amaba, yo le pedí que huyera conmigo de todas formas, que no me interesaba si mis sentimientos no eran correspondidos; le quería de tal forma, que aunque él me odiase, yo le seguiría amando.

Mis ojos fijos en la carretera lucharon por mantener la atención, pero sus labios que tarareaban una canción se apropiaban de mi atención.

"... -¡Te lo daré todo, desde joyas hasta banquetes, sabes en mente y alma que soy capaz!-..."

Fue lo que le dije, pero él me había mirado con dolor y enfado.

"...-Mi señor... si cree que es eso lo que deseo, es porque no me ama como jura y perjura. Si quiere irse sin pensar en lo que deja atrás, es porque no sabe amar. ¡Piense en su hermana, oh la pobre Helena se quedará devastada!..."

Incluso en esos momentos, él tenía en mente a mi hermana y recuerdo lo que le respondí, la manera en que le rompí el corazón.

"... -¡Mi hermana, Ja, si ella te ha adoptado como su juguete nuevo solo por cómo te quiero! Es una niña caprichosa e ingrata, te puede adorar, pero créeme, no llorará por tu partida..."

Nunca me respondió, se dio la vuelta y miró hacia la grisácea pared de su diminuta recámara. En ese momento no sabía cómo un corazón roto se veía, ahora lo presenciaba cada vez que me miraba al espejo.

-Este lugar huele raro- murmuró a mi lado, quitándose los audífonos y convirtiendo sus ojos grises en desalmados y sedientos-, es sangre.

-Y se ve aun peor, parece un lugar que describirían en un cuento de horror.

Había comenzado a llover, las hojas se arremolinaban con el aire y se pegaban al parabrisas. Adelanté mi torso por sobre el volante para mirar los posos del terregoso camino. Lo peor, eran los carteles de madera que colgaban de los arboles con cadenas oxidadas, no entendía las palabras escritas en ellos debido a la fuerte lluvia y tampoco lo lograría, ya que estaban escritos en una lengua antigua.

Y de pronto, el camino se hizo inusualmente estrecho, hasta que el auto ya no pasaba por el. Estacioné como pude, viendo la noche caer sobre nosotros.

-¡Debemos bajarnos!- grité por sobre la tormenta y abrí la puerta del auto. Cuando fui a su lado, él lucía desesperado- ¡Creo que el sendero lleva hacia donde debemos ir, vamos, baja de ahí!

-P-pero...

-¡Es agua, Donghyuck, eres el primer vampiro que le teme a la maldita lluvia!

Él frunció el ceño, cerrando la puerta al salir. No pude evitar sonreír, parecía un gatito mojado debajo del agua, con los mechones empapados luciéndole como una cortina sobre sus enfurecidos ojos grises.

-¡Nunca has oído que los brujos se derriten con la lluvia!

-¡Camina, no dejaré que te derritas!

Tomé su codo y le hice avanzar, a pesar de estar enterrándonos en el barro.

-No confío en ti para cuidarme... ¡Joder!- saltó detrás de mi espalda cuando un trueno sonó demasiado cerca de nosotros.

-Ey, nosotros parecemos encontrarnos siempre debajo del agua...

Enseguida golpeó mi brazo y tomó el borde de mi chaqueta de cuero, comenzando a avanzar enfuscado. Yo, quien en vida había sido un joven de honor y con dignidad al hablar, ahora parecida coquetear como cualquier borracho de un bar. Pero él estaba demasiado indignado para aceptar una broma, es más, pensé que aligeraría el ambiente... Bien, no estoy acostumbrado a tratar con la gente.

Atravesamos el camino, hasta llegar a lo que parecía una extraña aldea con más de cinco cabañas una al lado de la otra.

-Espera...- susurré en su oído. Deslicé mi mano por su empapado suéter hasta tomarle por la suya-, tal vez es una manada de lobos.

-Sunmi no nos mandaría a la boca del lobo- movió el rostro de tal forma que nuestros labios se rozaron, entonces se alejó de mí, con el ceño fruncido y los hombros tensionados.

-Bueno, quizás tengas razón.

Aclaró su garganta, aunque no logró sonar menos ansioso.

-Y quizás, te has equivocado de camino.

Él dio un paso adelante resquebrajando hojas secas a su paso, yo oí un corazón latir desenfrenado.

-¡Detent...!

Maldita sea...

La flecha que cruzó entre los árboles se dirigió hacia la cabeza de Donghyuck, cortando el aire a gran velocidad. Le tiré a la tierra húmeda viendo la sangre salpicarle el rostro. Caí sobre su cuerpo cubriéndole con el mío. Dios, nunca había visto ojos grises empapados en sangre, era desastrosamente hermoso.

Palpeé su cuerpo esperando encontrarle a salvo, mientras él seguía respirando agitado.

-Te he salvado el trasero- murmuré burlón.

Me levanté con esfuerzo, recostándome contra un pino a mi derecha. La maldita flecha había trasgredido el cuero de mi chaqueta por la espalda y, atravesado mi pecho en un corte limpio. Sentía el frío metal removerse cada vez que intentaba arrancármela.

-Joder, joder, joder...- murmuré, era más difícil de lo que pensé. La flecha debió de haberme roto alguna costilla. Le vi aun tirado en el suelo, parecía estar en pánico, no me estaba ayudando- ¡Donghyuck, de pie! Necesito que m-me quites esta mierda.

-V-voy.

Pero su cuerpo chocó contra el suelo cuando quiso ponerse de pie. Entonces vi al dueño de la flecha que me atravesaba el pecho; era una joven mujer de vestido antiguo y cabello mojado.

-No se les ocurra moverse, son flechas con wolfbane, necesitarás un antídoto... vampiro.

Dijo lo último con tal desprecio que pensé en lo divertido que sería arrancarle las venas una por una hasta drenarla.

Veneno de lobos, el cual era mortal para estos y sumamente doloroso para nosotros.

Donghyuck iba silencioso a mi lado, su brazo pasando por mi torso y ayudándome a inmovilizarme para que no me doliese demasiado al caminar. Ser un vampiro me permitía curarme con exacerbada rapidez, pero con la flecha en mi pecho eso no pasaría y, el dolor, era exactamente el mismo que para un humano cualquiera.

Nos guió a través de las cabañas, hasta la última del sendero, la cual se encontraba iluminada por faroles antiguos. Había una anciana sentada en la mecedora de la entrada, nos miró sin importancia y se rió como una lunática.

En qué circo de la locura nos hemos venido a meter.

La puerta se abrió con un chirrido y se cerró detrás de nosotros, por fin lejos del sonido de la tormenta.

-Estaban deambulando por el camino, son...- la chica del arco nos miró a ambos de forma despectiva-... dos vampiros.

No podía ver con claridad, extrañamente, Donghyuck se notaba más en calma de lo que yo estaba. El lugar tenía muebles de terciopelo azul y una mesa pintada de verde. Incluso la lamparilla que colgaba del techo era sumamente extraña, con forma esférica y bordes dorados.

Era un lugar estrafalario.

-No somos intrusos- hablé, gruñéndole a la joven muchacha que jugaba con la punta de una flecha en su mano-. Hemos venido por ayuda-

Donghyuck me golpeó con su codo y miré su perfil sereno sin entender lo que sucedía.

Desde la penumbra de un rincón, un hombre alto y de cabellos largos se acercó, manos en la espalda y ropa casi tan extraña como su casa.

-Oh querida, no son simples vampiros, este chico podría haberte matado si hubiese querido- murmuró recordándome a una serpiente con esa sonrisa que nos dedicó. Quise moverme cuando tomó el mentón de Donhyuck entre sus dedos, pero este me detuvo apretándome levemente la muñeca-. En realidad, podrías habernos matado a todos ¿Qué es lo que quieres joven brujo?

-Y-yo... Sunmi me ha dicho que podían ayudarnos.

Y el hombre le soltó, sonriéndole en grande y rodeándole los hombros con un brazo, luego, se lo llevó hacia el rincón oscuro. Solo pude escuchar la forma en que el nombre de Sunmi fue pronunciado una vez más antes de sumirme en silencio.

-El antídoto- pronuncié.

Ella, de mala gana, me lanzó un diminuto frasco con un líquido color ámbar.

<<🌙>>

DongHyuck


El té era delicioso, debía darle eso a su favor. Por la voz de la cual era dueño, le daba unos cincuenta o sesenta años, pero nunca se sabe con los brujos, eso era lo que Sunmi me había explicado.

Hacía media hora que hablábamos sobre ella. Él hombre me dijo que fue su alumna favorita, pero cuando los padres de la pobre fueron asesinados por vampiros, ella decidió tomar su propio camino. Sonaba nostálgico pero tranquilo, como si confiase plenamente en ella.

-Y tú me recuerdas a alguien ¡Oh, espera, creo que tengo algo que le perteneció!- escuché desorden, pisadas alejarse y luego volver-, es una vieja horquilla, la usaba cuando era parte de nuestro aquelarre, luego decidió vivir entre los mortales corrientes. Tsk, nunca entendí su gusto por lo mundano. ¡Espera, una vez vino con un chiquillo! creí que por fin se había aburrido del mundo corriente, pero solo me pidió que protegiese al pequeño... ¿Cuál es tu nombre, querido?

Toqué la horquilla con mis dedos, comprendía que sospechaba que se tratara de mí, pero mi madre definitivamente no era una bruja y la anciana que me crió no tenía parentesco de sangre conmigo como para que hubiese un parecido. Aun así, le respondí.

-Donghyuck...

-Oh, lamento decirte que tal vez me he confundido, de todas formas te pareces demasiado a mi vieja amiga. Con gusto te ayudaré, querido, dime lo que te aqueja.

Tomó mis manos entre las suyas apretando con sutileza. Ambos dejamos enfriar el té de menta.

Le conté lo sucedido, la forma en que ahora éramos casi dueños de la cura, pero que al igual que yo, un nigromante más poderoso la había hechizando para no alejarla del cuerpo de Helena. Él me preguntó algunas cosas, el nombre del brujo y lo que Sunmi me había dicho. Cuando le conté lo que esta pensaba, el cómo creía que era un hechizo creado y sin antídoto aparente, él hombre me soltó las manos.

-No sabría decirte cómo resolver tal cosa, pero, porque eres el protegido de Sunmi, te prometo que si necesitas la fuerza de mi aquelarre, estaré allí cuando lo órdenes.

-Y-yo... se lo agradezco.

-¡No te preocupes querido! Si él es el creador del hechizo, será más difícil de romper... Oh, está lloviendo más fuerte que antes, pero no te aflijas, pueden quedarse hasta que la tormenta haya pasado.

-En realidad... supongo que deberíamos irnos... necesitamos alimentarnos y-

-¡No no, los dos pueden quedarse hasta la mañana! compartiré con ustedes algo de la sangre que utilizamos para nuestros conjuros.

<<🌙>>

Mark

-Retírala con cuidad... ¡Auch, dije con cuidado!

Ella arrancó la flecha con tanta fuerza que la sangre empapó la cama y goteó en el suelo. Era una pequeña cabaña en la que nos encontrábamos, un poco más alejada de la que en aquel anciano vivía. La lluvia era intensa afuera, tanto, que los relámpagos transformaban los ojos de Donghyuck en plateados.

Apoyado en la ventana, tocaba con sus yemas los cristales empañados, por donde se dejaba entrever la línea difusa de los árboles.

-Creí que los vampiros eran más valientes, toma, cúrate tú mismo-. La muchacha dejó sobre la cama un par de gasas y un frasquito de lo que parecía ser iodofon. Entonces empujó a propósito, el leuco contra mi pecho y sonrió maquiavélicamente-. Qué duerman bien, claro, si pueden hacerlo.

Y se marchó, dejándonos solos a ambos. Suspiré hondo, él no parecía querer hablar o dirigirse hacia mí. Suponía que tendríamos alguna tregua silenciosa, no me agradaba del todo.

Sabía que el daño ya estaba hecho y que mis palabras serían vacías para él. Después de todo, ni siquiera yo sabía la verdadera respuesta. Él despertaba en mí una parte que creía apagada, no hablaba del amor porque me había desprendido de ese sentimiento hace mucho tiempo. Más bien, le quería proteger, mantener seguro de todo lo que implicase ser un desalmado ser eterno.

-Puedes bañarte primero- fue lo único que me dijo. Tanteó las paredes hasta llegar a la pequeña mesita con dos sillas en una esquina, allí reposaban un par de tazas casi desbordantes de sangre añeja, sabría asqueroso, pero nos mantendría con vida.

-¿Encontraste las respuestas que buscabas?

-No. Al final creo que terminaré matando a tu hermana.

Él se estaba vengando, no importaba si no podía verme, porque yo si podía verle, ver el desdén que demostraba su boca levemente ladeada. Ver la forma en que fingía estar relajado, embadurnando sus labios de espesa sangre.

Y la tregua se fue al demonio.

Pasé la mano por mi cabello húmedo, una sonrisa hueca en mis labios.

-Deja de fingir que es la cura lo que te interesa.

Él colocó suavemente la taza sobre la mesa, noté las venas marcársele en el cuello y los ojos fríos asesinarme desde lejos.

-¿Qué crees que es lo que me interesa?- pestañeó despacio y joder, él tenía su propia forma de sacarme de quicio-. Sinceramente, me gustaría arrancarle el cuello a la perra de tu hermana, de todas maneras parece odiarte.

Me acerqué hasta apoyar las palmas abiertas en la mesa, entonces derribé las tazas hasta escuchar la vasija quebrarse contra el suelo, mientras la sangre se colaba por entre las maderas.

-Creo que sabes bien lo que sucede, finges demasiado bien, pero estás esperando el momento de hacerme daño- él no podía verme, pero me hubiese gustado que observase el gesto de mis labios-. Eres solo un niño celoso, ni siquiera quieres tragarte esa cura.

-¡Vete al diablo! Tú, tu maldito primer amor y tu jodida hermana pueden dejar de joderme la cabeza ¡No soy él, deja de actuar como si lo fuese!

Gritó todo eso poniéndose de pie, empujándome una y otra vez sin lograr hacerme retroceder. Alejé sus manos temblorosas de mi pecho reteniéndolas con mis dedos.

-¡No lo eres!- hablé entre dientes, hundiendo los dedos en sus mejillas, viéndole arrugar la nariz por la ira- ¿¡Crees qué no lo sé!? ¡También me estás jodiendo la mente!

-Ja... yo no te he hecho nada...- me miraba desde abajo, con sus ojos fríos lanzándome dagas de hielo hacia el pecho-. Eres tú el que sigue aferrándose a mí, no soy estúpido, soy consciente de que incluso ahora, hay una parte de ti pensando en él.

Cerré los ojos por un instante, mermando el impulso de gritarle lo difícil que era sentir algo por él, cuando era la réplica exacta de quien me rompió el corazón.

No es cierto... Estoy pensando en ti.

En tus ojos que se están quebrando, en la manera en que hace un siglo no he perseguido a nadie. Estoy pensando en la forma en que quiero regresarte a la vida, y al mismo tiempo, soy egoísta en querer que te quedes más tiempo en mi eternidad. Estoy pensando en que necesito probar tu boca y luego decirte que puedes matarme si es lo que quieres.

Pero no puedo decirte eso, porque quizás tengas razón. Quizás solo estoy pensando en él, en lo mucho que le necesité cada vez que me sentí un monstruo, en lo mucho en que recé llorar por él como cualquier amante llora cuando ha perdido a su amado.

Así que debo alejarme, encontrar la forma de no buscarte.

-No hablaremos más de esto.

Fue lo último que dije al pasar por su lado, rozándole el hombre y saliendo a la tormenta. Debía irme, espantar la idea de golpearle contra la mesa y joderlo, de hacer su piel sangrar hasta despedazarle por completo.

La lluvia me volvió a empapar en un instante, estaba todo oscuro a mí alrededor, el cielo se estaba desmoronando de a poco.

Pero su voz se quebró al gritar tras de mí y me hizo detenerme entre los grandes pinos que nos rodeaban a ambos.

-¡No hemos terminado, no puedes despreciarme y luego actuar como si te importase, y...!

Odiaba las emociones contradictorias, el bien y el mal luchando en mi interior. Pero el infierno siempre me reclamaría con más fuerza, porque yo estaba consumido por fuego y él era quien encendía el incendio.

Volví sobre mis pasos, si fuese humano, tendría el corazón en la garganta. Me miró boqueando, más insultos saliendo de los labios que me estaban tentando. Su nunca fue apresada por mi mano y nuestras bocas colisionaron.

Me empujó y rasguñó, pero mi moral estaba demasiado perdida, entonces, la suya también se quebró. Y sus ojos grises se ocultaron entre sus párpados. Le empujé contra un árbol, estirándole el cuello con fuerza para que me dejase besarlo. Las gotas golpeaban con fuerza contra nosotros, sus jadeos morían bajo los truenos y nuestros cuerpos cobraban vida con los relámpagos.

Hacía mucho tiempo no sentía esta ansiedad, esta ferocidad carnal que solo poseían los humanos. Rasgó mi camisa abriéndome la herida en el proceso y sus manos se llenaron de sangre. Era moldeable, con curvas sutiles y carne suave. Empujé mi erección contra la suya y se asemejó a un animalito salvaje siendo tomado por un animal más peligroso, con más sed de sangre.

Empujé su pecho contra la corteza del árbol, su mejilla aplastándose y sus uñas quebrándose al sujetarse de la madera trozada. Me deshice de sus jeans, llevando hacia abajo su ropa interior. Era un bonito trasero el que se empujó contra mí y mis dedos no fueron dóciles con él. Yo estaba desesperado, quería enterrarme profundo, sentir sus paredes envolverme y hacerme daño. Quería apretarle con mi propio cuerpo hasta ocultarle. Quería lograr que dijera mi nombre con la voz que ahora tenía dos dueños en mi alma.

Mordió mi mano ahogando los gritos de dolor, maldijo mi nombre y luego pidió un poco más en sonidos angustiados que llegaban por sobre la tormenta a mis oídos. Sus piernas estaban temblando, mis dedos presionando algo que le hizo doblar las rodillas. La forma en que lucía, lastimándose la boca con pequeños dientes que soltaron mi mano. Estiré sus glúteos y él jadeó avergonzado.

El suéter fue arrugado por mis dedos, mi brazo se cerró en su cintura y me empujé lento en su interior. Respiró con esfuerzo, murmurando mi nombre con tantas maldiciones que los demonios se quedarían encantados, y arqueó la espalda cuando embestí con fuerza por primera vez.

El parecía un ángel de ojos claros, uno que se fundía, con el demonio en que se había convertido.

La lluvia borraba el sudor, los truenos y rayos no evitaron que le follase a mi antojo, maldije a la tormenta por acallar sus gritos que se mezclaban con mis gruñidos.

Nos estábamos destrozando, creando un caos para el otro. Yo vivía por su carne y por la forma en que sus facciones se tensaban en placer y dolor. Sus palmas abiertas seguían contra el árbol, mientras las mías se deslizaban por su suave vientre hasta tocarle más abajo. Estaba punzando entre mis dedos, le ayudé a relajarse y gimió sin fuerza cuando se vino en mi mano.

Yo lo hice en su interior. El semen resbaló por entre sus piernas brotándole del rosado y maltratado agujero apretado. Y se desarmó contra el árbol.

Pasé el brazo por debajo de sus piernas y le cargué contra mi pecho, estaba tiritando y se sentía demasiado liviano.

Me besó sin esfuerzo, deslizando sus labios como si estuviese soñando. Fue el momento en que me percaté de que nos estaba arruinando a ambos, pero él me seguía besando entre mis brazos, mientras murmuraba juramentos de odio.

-Dormiré en el auto- susurré al dejarle sobre la mullida cama. Le acaricié la pálida mejilla rasguñada por la corteza del árbol. Sus dedos soltaron los míos despacio.

Había emociones conflictivas en los fríos ojos grises, por un instante vi dolor, al segundo siguiente solo había ira.

Claro que yo no dormiría, hacía mucho que había dejado de hacerlo.

No espero que lo entiendas, a mí me ha costado demasiado tiempo.

Una vez leí en alguna parte, que morir de amor era un dolor asumible, era resucitar solo lo que resultaba insufrible.


Fue un cap suuuuper largo,
pero terminó bien 😏

Eyy, el 15 me voy a Brasil y no sé si podré actualizar, todo depende si tenga wifi y mis amigos no me distraigan 😂

De todas formas, escribiré cuando me aburra y actualizaré cuando regrese en caso de no tener internet de sobra ♥️

Gracias por aguantarme, soy un pesada, lo sé 😖

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