De vuelta a la Tierra - Intro...

By LeilaMilCastell

12K 226 62

La vida de Urd, se vuelve patas arriba cuando sus pies pisas Egipto por motivos de trabajo. Tan buen punto el... More

Cap. 2
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 5
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 9
Cap. 10
Cap. 11
Cap. 12
Cap. 13
Cap. 14
Cap. 15
Cap. 16
Cap. 17
Cap. 18
Cap. 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap. 27
Cap. 28
Cap. 29
Cap. 30
Cap. 31
Cap. Final

De vuelta a la Tierra - Introducción

2.6K 25 8
By LeilaMilCastell



El sonido de mi teléfono móvil me saco del aburrimiento, era mi “jefe”, su tono era urgente así que se me acabo el fin de semana…

Y así, con una simple llamada de móvil empieza la aventura que voy a contaros…

Cogí las llaves de mi Mustang y me puse en camino hacía la oficina. La empresa estaba situada en uno de esos modernos y enormes edificios acristalados de arriba a bajo, muy modernista y frío, donde el gris y el negro eran los colores predominantes junto al metal, no pille retención alguna así que llegué pronto al polígono, salude al vigilante y entre en el aparcamiento exterior. Baje del coche y comprobé que por fin habían arreglado la orientación de los aspersores que rociaban monótona y puntualmente el césped, dando la única nota de color entre tantos colosos amasijados. 

Entré en el ascensor, las puertas metálicas se cerraron mecánicamente con el típico pitido de rigor, me sabía perfectamente lo que venía después, la voz robotizada me saludaría y me pediría amablemente el piso al que quería dirigirme. Piso siete para ser exactos y a continuación tendría que introducir mi tarjeta acreditativa por la ranura y entonces empezaría a ascender lentamente en pleno silencio.

Las oficinas estaban más tranquilas que de costumbre, y me resultaba muy extraño no oír el timbre incesante de los teléfonos sonando junto a la teleoperadora de turno que soltaba la frase memorizada y aborrecida que era una cancioncilla odiosa y asqueante. Después estaba el sonido de los faxes e impresoras láser ultima tecnología “generosidad” de cierta empresa junto al incesante tecleo de los ordenadores y sus ventiladores como no! cada vez mas silenciosos pero la verdad todo eso tan cotidiano se echa en falta cuando no esta por pura rutina y es que al cabo de casi doce horas de trabajo acabas con esos ruiditos metidos en la cabeza y son como el riguroso café de las mañanas, por no hablar de los cotilleos constantes y el parloteo de la gente y los mosqueos de otros.  Sinceramente, eso era una verdadera jungla repleta de fieras hambrientas, las puertas se abrieron y volvió a sonar el timbre de parada. 

Ablace me esperaba junto a la puerta de su despacho apoyado contra el marco con la camisa azul desabrochada, se podría decir que aquel despacho era como su casa, no faltaba de nada, ¿dormiría allí?, le salude y miré alrededor, todo el edificio estaba desierto, completamente vació, y no es que fuera la primera vez que me encontraba el edificio en esas condiciones pero me extrañaba que habiendo tanto jaleo por medio ese fin de semana no hubiera absolutamente nadie.

Gracias por venir tan rápido Urd

Tranquilo, no tengo vida propia que atender – sonreí traviesa.

Ablace me hizo un gesto para que tomará asiento con una media sonrisa, y la verdad es que preferí sentarme en aquel frío sofá de cuero negro que en la butaca, me tendió un vaso de ron y se sentó sobre la mesita de cristal frente a mi, y ahora que me fijaba estaba demasiado atractivo con aquel traje negro medio desaliñado, sin corbata la cual colgaba a un lado de la mesita. Llevaba el pelo revuelto y sujetando aquel baso de brandy y aquella media perilla sin afeitar de dos días que llevaba estaba no se... irresistible. No era mucho mayor que yo, en realidad nos llevábamos tres años, éramos las jóvenes y brillantes promesas del imperio, los niños de papá como dirían algunas de las secretarias, pero la verdad, de niña pija tenía bien poco, sí, éramos niños bien, pero Ablace había tenido que ganarse a pulso su posición, había trabajado duro no menos que yo, pues por ser quienes éramos nos exigían más que a nadie.  Pero para ser exactos debería decir que más que mi jefe era mi colega. Pues yo poseía más acciones que él y rechacé su puesto por que vi más justo que lo obtuviera él y evitar así mal entendidos de que yo era la directora general por que era la sobrina de tal y cual y la hija del fundador, de todas formas aquello era tan mío como ajeno a mí como de él pese a que algunos pensarán que había cometido la tontería más grande de mi vida.

Si no te conociera diría que acabas de darte un revolcón. Pareces cansado – sonrí traviesa.

Urd, esto... – empezó a decir buscando las palabras adecuadas en el fondo de su baso.

La cosa se ponía interesante, pero un no sequé empezó a subirme por la espina dorsal lentamente erizando mi piel mientras que me sorprendía siguiendo como hipnotizada el movimiento suave de sus labios, estaba nervioso. Clavo sus ojos grisáceos en los míos y observo como reseguía ensimismada el movimiento lento de sus manos que jugaban con el dichoso vaso, alce un poco la vista, su torso estaba medio descubierto pues su camisa estaba a medio abrochar.

¿Qué ocurre Ablace? No te a sentado muy bien la fiestecita – seguí como si nada.

No seas mala Urd.

Va... desembucha ¿Qué te pasa?

Debes ir a Egipto.

¿Egipto?

Si, los negocios por ahí no están en un buen punto…

¿Por qué no vas tú? – le interrumpí - ¿Por qué me lo pides a mí? – le miré extrañada. – A ver que no hay ningún problema, siempre he querido ir. Pero no entiendo a que viene esto. ¿Cuál es el misterio? –le mire sin querer borrar la sonrisa de mi cara para darle valor. De verdad estaba muy raro.

Tú tienes más conocimientos sobre esos temas raros de su mundo. Se te da mejor tratar con ellos.

Mientes, hay otro motivo. ¿Y a que te refieres con raros?

No lo sé Urd, pero es muy extraño. Sinceramente … me han pedido que vayas tú, que sin ti no  hay ni reunión ni acuerdo. Quieren conocerte, tratar contigo. No se si es que han descubierto algo o qué pero…

¿Vendrás?

Si, en un par de días me reuniré con vosotros. 

¿Cuál es el problema entonces Ablace? – no lo entendía, yo iría encantada, pero normalmente lo hacía él, era muy válido y la verdad estaba más al corriente de los negocios especiales de la empresa. 

No estoy seguro… tengo un mal presentimiento Urd, y Akesh está también… no sé, no quería ni que te lo dijese, pero estamos muy presionados… la verdad, no quiero que vayas.

Pero ni que fueran a comerme hombre. ¿Para eso me has hecho venir? Me lo podrías haber dicho por teléfono.

Has de irte esta tarde, ya tienes el billete y la reserva, llama y pide el coche que quieras y el hotel que desees, esta todo dispuesto. 

Dame la lista de personas implicadas, perfiles etc., por el camino ya haré los deberes. ¿Pero por que tanta prisa? No sabía que la cosa andará tan mal… 

No puedo decirte mucho más, en mi mesa tienes lo necesario.

¿Nivel 7? – Él asintió

Con un suspiro me levanté y cojí la carpeta violeta que tenía preparada, era bastante gruesa, pero de peores situaciones había salido y me acerque a él y no se por que pero le acaricie la mejilla Ablace me cogió la muñeca. 

Ten mucho cuidado Urd y no te fíes de nadie.

¿Por qué me dices eso? – le mire seria, espere su respuesta pero no llego, sólo miraba el fondo de su vaso. – He, vamos… - susurré y le levante el rostro para que me mirará, ¿su piel parecía más pálida ese día o eran imaginaciones mías?

Tú hazme caso- dijo sujetándome de la cintura para que él pudiese moverse.

Sonreí picarona y le besé, me solté y me dirigí hacia la puerta.

- Te estaré esperando – me despedí al girarme con la mano y me dirigí hacía  casa a hacer la maleta sin pensar en nada.

Entré en casa, no había nadie, seguramente la mujer de mi tío, la segunda, estaría de compras con esas amigas suyas tan “in”, no me preocupó, pero la verdad es que la casa estaba tan vacía sin David, Naím y Rafa que me sentía extraña entre sus paredes. David y Naím eran fruto del primer matrimonio de mi tío, cosa que no se podía negar por que se parecían mucho a su madre, de sangre irlandesa y brasileña. Los dos tenían la piel de un tono canela, los ojos de un azul muy intenso, marcados por espesas pestañas negras e iris acentuado y el pelo negro azabache. La verdad es que son muy guapos, que demonios!, están buenísimos y encima son listos y agradables.  Cosa que no se podía decir de la estirada de Claudia, con su tez pálida como la leche cubierta de pecas, que intenta disimular bajo dos capas de crema y maquillaje, el pelo rojo, muy bonito por cierto, recogido en un tirante moño a lo rotenmayer. Lo peor era su mirada de superioridad, esos ojillos entre almendrados y pajizo desteñido, fríos, calculadores y luego estaban sus recatadísimos vestidos...uff mejor no te cuento. Para que nos vamos a engañar, no me soportaba, pero como era la sobrina de su marido debía aguantarse y criar a la pobre Urd a la muerte de su padre. Por suerte, Rafa no se parecía en nada a su madre sino a mi tío y mis abuelos, era afable, de gran carácter e inteligencia, su pelo rubio y su tez aceituna distaba de su progenitora, y a demás tiene el porte de tío Akesh, elegante y seductor, tiene los ojos color miel, de mirada tierna pero firme y su boca es un pozo de sensualidad, de labios llenos y rojizos con unos dientes blancos de sonrisa “profiden”, ais...

La verdad, ahora que lo pienso tío Akesh y mi padre no se parecían casi en nada en el aspecto físico, casi ninguno de los hermanos se parecían, aunque yo no los conocía, tan sólo había visto algunas fotografías viejas y desteñidas en contadas ocasiones. Mi padre también era todo un señor, muy galán y seductor, un hombre hombre!, aunque a mí más bien me parecía erótico, no penséis mal, para mí mi padre lo era todo, digamos que era mi superman particular. Recuerdo que era muy alto, quizás por que yo por ese entonces era pequeña, y que olía como a tierra mojada, su voz era dulce y muy segura, siempre conseguía todo lo que se proponía, era obstinado, alegre e inquieto, pero eso sí, muy reservado, nunca hablaba más de lo necesario, no se, tenía una forma de relacionarse con la gente muy especial, era como si los hechizará, todos caían prendados. Sus labios eran finos pero bien moldeados, su sonrisa era más enigmática que la de mi tío, la había heredado de su padre, su pelo era rubio pero aunque lo llevara corto siempre se le creaban rizos en el cogote, eso le venía de su madre, y sus ojos eran de un color gris muy marcado con tonos violáceos. Pero eso sí, los dos tenían el cuerpo bien definido, los músculos marcados y las facciones de la cara bien masculinas, algo duras quizás, pero aún así sexys. Aunque tío Akesh parece un osito con su melena rizada y negra. Mi padre era más fino en cuanto a piel. 

De mi madre poco puedo decir, se marchó poco después de nacer yo, cuando cumplí un año, aunque la verdad no se si murió y me quisieron ocultar la verdad por algún motivo, todo lo que rodea a mi madre es un misterio. Al igual que la abuela Ramha, de piel tostada, pelo negro y muy rizado, como mi madre, que por lo poco que sé era una belleza desconcertante. Por cierto, no os he dicho como soy yo... mi pelo es rubio y largo, algo ondulado cuando se humedece, de piel bronceada y ojos verdes, muy verdes, lo recalco por que más de una vez me han dicho que tengo ojos de bruja, grandes, cubiertos por largas pestañas negras y marcados por un iris tan negro como mis pestañas que rodea al verde brillante y claro como los de un vampiro y afelinados, ojos de gata (y que por cierto, no son nada comunes, tanto por su color, como su brillo y por la estrella que se me forma alrededor de la pupila) Respecto al resto de mi cuerpo...no se, mis labios son carnosos, rosados y sensuales como es norma en la familia según me han dicho, mido un metro setenta y bueno, mis piernas están bien torneadas, de curvas exquisitas y marcadas, pechos firmes … en fin…según la gente soy una belleza, yo no lo creo.

En resumidas cuentas, nadie sabía de donde había salido yo, no me parecía a nadie de la familia, era demasiado femenina, de piel fina y sedosa y mis ojos eran el colmo del misterio. Quizás era por la mezcla de mi padre céltico i madre haitiana, no se. Una vez oí hablar al Abuelo, lo escribo en mayúsculas, por que era el padre de mi abuelo y en mi familia se muestra gran respeto por los mayores y más cuando en nuestra casa había tantas mezclas de sangre. Dijo que yo descendía de la mas pura de la sangres, directas de nuestros antepasados más remotos, y que ya habían habido en la familia mujeres con esos ojos y que o eran una bendición o una  gran maldición si no se las llevaba por el buen camino.

Nadie tomó en serio al Abuelo, o eso parecía, nadie creyó en sus palabras, pues cuando las pronunció estaba muy enfermo y creían que deliraba, a demás, no tenía muy buena fama entre algunas gentes, incluidos algunos familiares, le temían, por sus extrañas...”cualidades”. Pero lo que si recuerdo, pese a ser un renacuajo que apenas levantaba la nariz del suelo fueron sus palabras al morir. 

No se lo dije a nadie, ocurrió en la noche de su desaparición como lo llamó yo, ya que él creía que su alma viviría más allá de su cuerpo en un mundo etéreo. Me desperté a media noche, la casa era como un hervidero, había dolor en el aire, y olía a cerezas y hierbas. Vi al Abuelo frente a mí, me sonrió y agachándose me dijo: “no temas, nosotros, tus antepasados, te protegeremos, no temas la oscuridad ni la luz pues no lo son todo, hay un equilibrio que debe mantenerse, ama tanto el bien como el mal”. Luego se alzó acariciando mi cabello y dijo con total claridad: “El ayer me ha creado; hoy es el día de hoy, y yo soy creador del mañana”

Tras esas palabras hizo un gesto con la mano y se desvaneció. Alguien lloraba, no se quién era, pero se que era una mujer, todos estaban trastornados, cuando entre en la habitación del Abuelo la escena era deprimente, él aún yacía en la cama, cálido, y su expresión era completamente serena, había paz en ella tras mucho tiempo de dolor. Sus ojos estaban medio entornados, me acerqué a su cuerpo y trepe hasta la cama, alguien grito y los lloros aumentaron, se que alguien dijo que no me dejaran acercarme, que no era el sitio donde debía estar una niña, pero a mi padre no le dio tiempo de cogerme, le cerré los ojos y le besé en la frente. 

Aún no entienden como una niña tan pequeña hizo aquello, menos mi abuelo he pasado mucho tiempo conversando con él, y se que él intuyo lo que me había sucedido y era como si supiera que me había hablado y que sólo yo, podía comprender esas palabras. Y si he de confesar algo, no es la única vez en que he visto a un familiar fallecido. 

Tan buen punto el avión tomó tierra en el aeropuerto de El Cairo una violenta tormenta de arena sacudió la ciudad por completo, el suelo tembló y la mayoría de los cristales se resquebrajaron en miles de pedazos que salieron despedidos por todos lados, uno de los cuales casi me rebana el cuello y que esquivé no se como, el ruido era ensordecedor y parecía como si fuera a arrasarlo todo por completo con nosotros inclusive. Cuando todo paso las sirenas de los bomberos y ambulancias llenó el aire, había sangre por el mostrador y por todos lados, incluso podía sentir el sabor de mi propia sangre en la garganta y su olor acre. El estallido de cristales había herido a varias personas y ya os podéis imaginar el panorama, auxilié a las personas que pude y cuando la cosa se normalizo pedí las llaves del BMW X6 que había elegido para la ocasión y me dirigí hacia el apartado hotel, hubiera podido ir a la casa donde estaban tío Akesh y los otros pero prefería alojarme sola en el hotel, además así me lo había expuesto Ablace. 

El móvil sonó causándome un susto de mil demonios, era Roberto.

Muy bonito, llegas a una Ciudad en perfecto estado y ya la desbarajustas- bromeó.

A mi no me hace ninguna gracia, casi la palmo ahí. Tan sólo poner un pie en el asfalto y pasa esto, suerte que al menos pudimos llegar al mostrador.

Urd- su voz sonó grave de repente, estaba serio y tenso- Si las cosas se ponen peor, regresa.

¿Qué ha de pasar hombre?, no te preocupes- aún no había acabado de decir la frase que la comunicación se corto, no le di importancia y cuando alcé la vista a la carretera di un volantazo que casi me cuesta el despeñamiento por el barranco, y gracias a Dios que no había ningún otro vehículo en la carretera, una roca roja enorme se dirigía rápidamente hacía el frontal del coche, metí marcha atrás, giré el coche ciento ochenta grados y pise a fondo el acelerador dirigiéndome hacia el refugio que ofrecía el espeso bosque de árboles y palmeras. Pare el motor, cada vez se oían más zumbidos, llovían rocas candentes, no era un granizo normal y corriente, eran piedras enormes que cuando se estrellaban contra la ciudad provocaban explosiones e incendios por doquier, parecía el fin del mundo, el Apocalipsis, la iría de Dios desatada como en Sodoma y Gomorra, esto duro pocos minutos pero pareció una eternidad. Las sirenas volvían a sonar, y me pareció oír mi nombre en el viento, me estremecí. La ciudad estaba seriamente dañada y seguro habría muchas víctimas, intenté llamar a tío Akesh para ver si estaban bien, pero no había línea. Puse en marcha el coche y enfile por la estrecha y empinada carretera que llevaba al hotel, la verdad es que si no fuera por lo sucedido y por el humo que subía de la ciudad, habría una vista preciosa de toda la ciudad, de sus callejuelas estrechas, de sus contrastes tan marcados, de desiertos y bosques tupidos de palmeras y otra vegetación, del pequeño puerto de aguas oscuras iluminado tibiamente por las inconstantes luces anaranjadas de las farolas que parecían temblar aún del susto. Estaba anocheciendo y el resplandor de los pocos incendios que quedaban ensombrecían los millones estrellas que brillaban en el cielo, puse la radio para ver si decían alguna noticia, pero no se oía absolutamente nada. La pare, los barrios de casitas se diluían cada vez más, a medida que ascendía todo era más pequeño y apenas se veían ya los contrastes de lo moderno y lo antiguo hasta que desapareció por completo al tomar una curva.

Mi mente no cesaba de intentar buscar una explicación a lo sucedido, seguramente nadie entendía nada, pero lo que estaba claro era que nada más aterrizar en aquel país, habían empezado a suceder cosas extrañas, puse otra vez la radio ahora ya emitía y decían que las aguas del Nilo había bajado rojas de sangre y que las fuentes dejaron de manar agua durante cinco minutos, era como una psicosis colectiva.

Al llegar al hotel me quedé completamente aturdida, era una construcción impresionante, impecable, recubierto de cal blanca, mármol terroso y rosado, rodeado por un inmaculado bosque y presidido por una entrada de columnas y una fuente cristalina por donde el agua, brotaba llenado el aire con su relajante sonido, estaba rodeada de plantas y flores que desprendían un olor dulce, había jazmín, campanillas, africanas... era una mezcla deliciosa junto al olor especiado y a sudor de El Cairo. 

Entré y pedí la llave de mi habitación cuando apareció el recepcionista claro, que me miró con recelo, no se sí por que era una mujer o por mi aspecto, pero amable no era, parecía asustado, mejor dicho intimidado.

Para ir a las habitaciones había que subir por unas escaleras laterales exteriores, había dos, que se enlazaban sinuosas la una a la otra como dos serpientes bailando la danza del cortejo. El mármol pulido parecía arenoso, empecé a subir, el aire era fresco y parecía que reinaba una calma absoluta pese a lo ocurrido, las enredaderas y la hiedra trepaban selváticas entre las escaleras por las cuales por el centro caía una cascada de agua fría que se perdía en un lago rodeado de flores de todas las clases. La extensión de árboles era infinita, pronto alcancé el rellano, había dos habitaciones, una frente a la otra presididas por una entrada de arco indio, dejé las maletas dentro sin mirar la habitación y fui hasta el bar que poseía una terraza de madera y tejadillo de paja, era imposible describir la belleza de aquel lugar, las columnas tenían forma de árboles y las vigas eran las ramas de denso follaje. Me senté en uno de los bancos de madera y miré alrededor, a lo lejos, en uno de los jardines se apercibía una construcción, parecía una góndola llena de flores, con bancos pero sus columnas de piedra gris eran de estilo maya o inca. Pedí un vaso de ron y me acerque hasta la terraza apoyándome en la barandilla, a lo  lejos se divisaban las diminutas siluetas de las pirámides, majestuosos vestigios del pasado, magníficos colosos que presiden el paso del tiempo con total serenidad, cuantos secretos escondía esa tierra...

Las luces parpadeaban inquietas como estrellas titilantes envolviendo un amasijo de casas de arcilla tratada, me sorprendió el contraste que ofrecía la parte nueva de la ciudad, con esos edificios tan altos de cemento y cristal, rompían el encanto pesé a estar perfectamente armonizados entre las construcciones antiguas que se veían más resistentes que esas frágiles y suntuosas construcciones realizadas por ricos magnates mientras los demás morían de hambre o robaban para sobrevivir. Pero la verdad era que estaban exquisitamente realizadas, y llenas de jardines bien cuidados, pero lo que dominaba el paisaje era la dorada y fina arena del desierto que enterraba miles de eras bajo sus capas.

Continue Reading