Cap. 5

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__Buenos días princesa – me sonrió Abraham mientras descargaba las mochilas

__Seguiremos a pie desde aquí. Iremos por aquella calzada – me indico Azrrael abriéndome la puerta para que pudiese bajar.

__Vaya… - silbé estábamos rodeados por kilómetros de arena - ¿Aún quedan calzadas?

__Alguna, todas conectaban con la Gran Ciudad del Cetro – respondió Abraham

__Sí, lo sé.

__Vamos.

Caminamos durante un par de horas cuando Abraham extendió el brazo para que Horus pudiera posarse encima, su grito cruzo el cielo, era un Halcón precioso y si no estaba loca parecía comunicarse con el hombre a través de la mirada y la voz. Abraham lo acerco a mí para que pudiese verlo bien, me perdí en aquellos ojos tan negros, tenían una inteligencia especial, alargué los dedos y los extendí frente al animal y espere a que este con un gesto aceptase o no mi caricia, fue algo increíble, ambos hombres intentaron detenerme como si fuera a picarme, pero Horus ladeo la cabeza como en una reverencia y se dejó acariciar abandonando el brazo de Abraham por el mío, sus garras se me clavaron, el dolor era punzante y al ser sus uñas tan afiladas la sangre me resbalo por la herida. Abraham lo cogió sorprendido pero a la vez satisfecho y tras poner su frente contra la del Halcón lo lanzó de nuevo al vuelo, nos seguiría en nuestra expedición.

__Le has gustado, Lady Halcón – indicó Abraham que emprendió de nuevo la marcha riendo.

__¿Y a quien no? – murmuró Azrrael – Eso le a dolido sabes – me miro Azrrael – Nadie, jamás, excepto él, había conseguido que Horus se dejase acaramelar – siguió con sus ojos fijos en mi hasta que acabo de vendarme el brazo.

__No era mi intención molestarte Abraham – me adelante hasta situarme a su lado.

__No lo has hecho, me alegra que le caigas bien – me dijo haciendo una especie de saludo-reverencia del desierto. -¿Cómo te has hecho ese corte? – pregunto señalando mi mano.

Me la mire y me encogí de hombros – No lo sé – me lleve la palma a la boca y limpie los restos de sangre.

Seguimos avanzando hasta llegar a un valle en mitad de una hondonada, parecía que no había fin en esas tierras, nos adentramos por una abertura que había en el monte central, tras varías grutas salimos a otro valle verde , una cascada nos empapo refrescándonos, continuamos en dirección al sol hasta hallar los restos de unos antiguos templos y una pequeña pirámide que no se acabo de construir con una esfinge, parecía  una replica de la parte más conocida de Egipto pero era muy distinto y de nuevo Anubis presidía una de las entradas de la pirámide que tenía un camino central con una pequeña recepción techada con dos columnas con representación de Hator en el capitel, el otro lado de la entrada la custodiaba Set ¿Cómo podía ser eso? Alce la vista al techado, y en lo alto como si se dispusiera a saltar sobre nosotros y atacarnos esta esculpida Apofis, por un momento realmente creí que se abalanzaba con las fauces abiertas sobre mí y caí de culo sobre la arena calida con una mano por delante de mi cara, como si eso hubiese servido de mucho… palpe algo duro en la arena, me levante quedando de rodillas y rebusque en la arena con cuidado lo que había notado, lo estire, estaba atrapado por el peso de la arena pero tire un poco más y caí de espaldas cuando lo que fuese se libero, me tape la boca para no gritar, tenía en las manos parte de un esqueleto humano. Lo solté y me levante como un resorte limpiándome la mano en la parte trasera del pantalón.

__¡Joder! Muy bien Urd, un hallazgo que haces y es un muerto – me replique en voz alta.

__Bueno… no es una momia pero algo es algo – dijo Azrrael mientras ayudaba a Abraham con los restos de ese pobre hombre, creo que llevaron a cabo una pequeña ceremonia y le dieron sepultura.

De vuelta a la Tierra - IntroducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora