Para el que viene
con llamas en la espalda
y una voz por arañar,
son verdes los senderos de tu andar.
Los que silbáis
bosquejos de almas,
apices de grises
y manantial de sensibilidad,
son vuestros los corazones
que venís a vociferar.
Aquellos que ríen borrachos
y llenan de tinta las barras del bar,
saca tu pluma del vaso
y haz versos al llorar.
Si llueve sobre laderas
de escarpadas y algodón,
sube la montaña eterna
hasta encontrar el color.
Para ese que viene,
por ahí, solitario,
lleno de corazones por bordar,
¡artista!
Limpia tu mirada al frente
cuando vayas a crear.