De lo crudo

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Los mismos lienzos cohabitan
tras la fanfarria del reloj,
ellos miran mis zapatos
y yo su sombrero.

Hay que aceptar,
hay que aceptar.

Esta mano que erige
lo que dicta mi cabeza.

Los tiempos permanecen inamovibles,
pero no dejan de cambiar
porque la respuesta está en el aire.

El frío congela y arde,
son las dos,
están sucio el nombre de las calles
y las hojas se quedaron sin voz.

Calan verdes en lo obsoleto,
pisadas pintadas tras años,
y si decido hablar de recuerdo
abrazo el aire de antaño.

Rebotado y tumbado
porque mis gafas empañadas
no me dejan vislumbrar
el corazón de épocas pasadas.

Vísceras y letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora