Advertencia: es hetero. Lan Xichen mujer, Jin Guangyao hombre.
La pareja está inspirada en mi fic de Vértice.
Preocupaciones
Jin Guangyao/ Lan Xichen
Caminar por el centro de la ciudad de Gusu en plena víspera de navidad es algo que Jin Guangyao evitaría a toda costa.
Pero su adorable y perfecta esposa, aunque amable, practica el arte de la terquedad cuando quiere hacer algo. No se le puede contradecir o realmente será un dolor de cabeza.
Esa terquedad se acentúa debido a su sexto mes de embarazo.
Y ahora, un martirizado Jin Guangyao sigue a su adorable e hinchada esposa caminar por los diferentes locales del Centro Comercial más importante de Gusu, mientras él yace tras ella con un gigantesco carro que contiene diversos paquetes: van desde los necesarios para la cena navideña, hasta los más absurdos, como un tapete de felpa para un niño aún no nacido.
—Es para Yi-Er —dice ella, observándolo de soslayo.
—Mi Señora, Yi-Er tiene cinco años y ahora lo único que piensa es en espadas y pistolas debido a esos deleznables vídeo juegos que le compras.
Sí, su esposa es adorable, perfecta, llena de una gracia natural, esa que le confiere ser un Lan. Pero, antes de su primer embarazo, fue maestra de Chuan-Fa. Y ahora Jingyi ha decido que quiere seguir los pasos de su madre, a eso añadiéndole una pistola en el proceso por algún motivo que no quiere dilucidar.
Ella camina lentamente. La palma de su mano derecha se posa sobre su abdomen hinchado, acariciándolo con cuidado. La tela que lo cubre es un delicado vestido azul que acentúa su larga y estilizada figura envuelta en una barriga prominente de seis meses. Rusong, el siguiente niño en la lista, parece ser más grande de lo que alguna vez fue Jingyi.
A esa vestimenta le sigue un chal de seda que tiene diseños en gamuza. Yace colocado grácilmente sobre sus hombros, cubriendo sus pechos prominentes, estos, de por sí más grandes debido al embarazo.
Camina un poco más rápido y se pone al día con Lan Xichen, ahora caminando a un costado de ella. Lan Xichen lo observa de soslayo, desciende sus párpados un poco para encontrarse con sus ambarinos y le sonríe con amor desmedido.
—A-Yao, deja de preocuparte, no me va a suceder nada.
Jin Guangyao frunce el ceño, sigue empujando el carro y niega con la cabeza. No tiene molestias en admitir que este embarazo lo ha hecho mucho más sobreprotector que el anterior debido a su delicado estado. A pesar de que Jin Guangyao tiene veintisiete años, su esposa ya pasa los treinta y cinco, lo cual acentúa la tasa de pérdida.
—Nunca dejaré de preocuparme por A-Huan.
La mano posada sobre el abdomen prominente se aleja, situándose sobre su mejilla helada por la época relente.
—A-Yao es un esposo tan dedicado, qué haría yo sin ti.
Jin Guangyao le regala una mirada llena de perversión.
—Nada —susurra con intención. Deja de mover el carro que tiene las cosas y se acerca a Lan Xichen, abrazándola por la cintura, pero sin apretarla innecesariamente—. Yo me encargo de lavar, planchar y cocinar porque A-Huan quema hasta el agua.
La sonrisa en el semblante de Lan Xichen se amplía, para nada afectada por su desastrosa forma de hacer quehaceres. Jin Guangyao entierra el rostro en los senos hinchados, agradeciendo a los dioses habidos y por haber que su estatura le permita quedar a la perfecta altura de esos suaves montículos. Lan Xichen ríe en voz baja, dándole palmaditas en la cabeza.
—A-Yao tiene razón, no podría vivir sin ti. Qué buen esposo. Ahora, Ahora, sigamos caminando que los nendo para Yi-Er no se comprarán solos.
Jin Guangyao se aparta, observándola con una ceja enarcada.
—Mujer, qué ha hecho Yi-Er contigo.