Oficialmente habían partido de Arus, y se encontraban ahora navegando la galaxia. Aún no querían aterrizar en ningún otro planeta, tenían recursos suficientes en el Castillo para meses, y además, preferían evitar confrontaciones con los Galras de nuevo.
Ya habían tenido suficiente de pelear contra ellos por un buen rato.
Y además, los Paladines aún tenían mucho que aprender sobre los Leones. Los únicos que estaban realmente conectados con sus Leones eran Lance y Shiro, los demás no podían aún lograr del todo esa conexión. Tenían que trabajar en eso si esperaban ser un equipo y poder formar a Voltron.
Por otro lado, Allura había descubierto algo sobre la nave. Contaba con un holograma programado con todas las memorias de su padre, Alfor. Desde que lo descubrió, Allura pasaba tiempo ahí, hablando con su padre.
Y Lance debía admitir, que él también quería hablar con Alfor. Tenía muchas preguntas que hacerle: ¿por qué lo mandó lejos? ¿Qué sucedió con su padre? ¿Por qué había mandado a la tierra también el León azul? Miles de preguntas inundaban su mente, pero Lance no podía reunir el valor para hablar con Alfor por alguna razón.
Pero entonces, una noche mientras todos ya dormían plácidamente, Lance decidió afrontar sus problemas de frente por una vez, así que se levantó y marchó en dirección a la habitación donde se encontraba la inteligencia artificial de Alfor antes de que pudiera arrepentirse.
Dio un paso dentro de la habitación, y por un segundo todo fue oscuridad mientras las puertas se cerraban detrás suyo.
Entonces se activó un holograma a tamaño real de su tío en el centro de la habitación. Alfor no pareció reconocerlo al inicio, pero luego su rostro se transformó en una mueca de sorpresa.
—Lanceliah...
Y eso bastó para que el acto entero de Lance se viniera abajo. Y en un parpadeo, frente a Alfor estaba Lance.
No el Lance de la Tierra, que tenía amigos y una familia, sino el Lance de Altea, que perdió a su padre y luego al resto de su familia cuando sólo era un niño.
—Lanceliah, sabía que volverías un día...
—¿Por qué?... —fue lo primero que salió de boca de Lance mientras este alzaba la mirada con los ojos cristalizados, sus ahora visibles marcas empezando a brillar—¿Por qué mandaste sólo a la Tierra a un niño indefenso luego de que desapareciera su padre? ¿Por qué mandar al León de mi padre también? ¿¡Por qué no dejar que ese niño se quedara con la poca familia que le quedaba!?
El rostro de Alfor decayó de pronto.
—Lanceliah, mi intención era protegerte. Si no te mandaba lejos, no sé qué habrían hecho contigo. Mandé al León para evitar que Zarkon lo obtuviera, y porque sabía que un día lo encontrarías y regresarías a casa.
—No es cómo que haya una Altea a la que regresar ahora —murmuró Lance, sintiéndose algo más calmado luego de poder sacar eso de su pecho. Su tío tenía razón, de haberse quedado, él podría haber corrido con él mismo destino que su padre.
—Allura no ha mencionado que regresaste —comentó Alfor—. ¿Por qué?
Lance no pudo evitar una pequeña risa, a pesar de no ser de verdad su tío, seguía siendo igual de intuitivo.
—No lo sabe... No tiene idea de que soy yo.
—¿Y no les haz dicho por...?
—No puedo —Lance suspiró—. Al inicio, no estaba seguro de decirles... Y ahora quiero hacerlo, pero hay un problema.
Alfor se mantuvo en silencio, indicándole a Lance que continuara. Este soltó un suspiro.
—Tú sabías que Zarkon y... Honerva tuvieron un hijo, ¿verdad?
—Sí, el príncipe del Imperio Galra.
—Bueno, él está aquí. En el Castillo. Y decir la verdad sobre quién soy también implica que él se entere. Mi problema no es que Lotor sea mi hermano, mi problema es que Honerva lo envío a la Tierra a buscarme. Es la primera vez en toda mi vida que ella me busca, y ni siquiera puede hacerlo directamente. No sé qué trama, pero no pienso averiguarlo.
—Ya veo... —Alfor dio un suspiro.
Ambos se quedaron en silencio por un par de minutos, hasta que finalmente Alfor volvió a hablar.
—Hay algo que deberías saber. —Lance miró a su tío con curiosidad— Allanon dejó un mensaje para ti, luego de que desapareció.
Lance abrió los ojos como platos.
—¡¿Qué?! ¿Qué mensaje? —Alfor le indicó a Lance que lo dejara proseguir, cosa que hizo, dejando a Alfor hablar de nuevo.
—En el León Azul, Blaytz lo encontró. Había dos mensajes, uno dirigido a mi y otro a ti. Allanon... Creo que él siempre supo lo que iba a pasar, pero dejó que sucediera de todos modos. Sin embargo, mi hermano no habría hecho algo así sin razón, eso lo sé. Él fue quien pidió que te mandara lejos para protegerte. También dijo que debía de ocultar el mensaje donde sólo tú pudieras encontrarlo, pero que aún no era tiempo de que lo vieras. Creo que por fin llegó el momento de que escuches ese mensaje.
A Lance se le aceleró el corazón de pronto, su padre había dejado un último mensaje para él.
—¡¿Dónde está?! —Alfor le dio una leve sonrisa divertida.
—¿Porqué no revisas tu escondite secreto?
Lance no necesitó escuchar más. Se despidió rápidamente de su tío y ocultó sus rasgos Alteanos, corriendo fuera de la sala en dirección al pasillo donde estaba su vieja habitación.
Lance entró apresurado, casi cayéndose en el proceso. Todo estaba igual a como lo había dejado, no parecía que alguien hubiera estado en esa habitación en mucho tiempo... Excepto por un pequeño detalle. Lance se acercó a una de las paredes, presionando un pequeño botón oculto a simple vista. La pared empezó a abrirse, y pronto había unas escaleras frente a Lance.
Lance bajó rápidamente, encontrándose con una caja en el pie de las escaleras.
Lance la tomó con prisa, encontrándose con un sobre y un pequeño aparato circular en el que seguramente se encontraba el mensaje de su padre.
Lance tomó la caja, regresando lentamente al cuarto y sentándose sobre la polvorienta cama, dando un hondo suspiro antes de tomar el aparato. Este se encendió luego de unos segundos, luego de reconocer que era Lance quien lo había tomado. Un pequeño holograma de su padre se proyectó frente a él.
—Lanceliah —y por segunda vez, Lance terminó por derrumbar su fachada por completo. Ahí, frente a él, estaba su padre. Traía puesta su armadura de batalla, la misma que por alguna razón Lance lo vio usar el mismo día que desapareció.
—Papá...
—Si estás viendo esto, es porque ya no estoy contigo. No estoy seguro de lo que pasará, pero tienes que seguir adelante, convertirte en un príncipe del que Altea sea digno. Y algo me dice que ya lo eres. Mi hermano probablemente va a escucharme, va a mandarte lejos, pero quiero que entiendas que es por tu propia protección. No me lo perdonaría jamás si dejara que algo te pasara.
Un sollozo amenazó con salir de la garganta de Lance. No se había dado cuenta de cuándo había empezado a llorar.
—Pero sé que regresarás a casa, y sé que harás grandes cosas. Tu destino es más brillante e importante de lo que crees, ya lo verás. Me gustaría estar ahí para ver el hombre en el que te convertirás pero... No estoy seguro qué pasará hoy, sólo estoy seguro de una cosa: no podré estar ahí. Aunque sé que te dejo en buenas manos. Cuida de tu prima, Lance. Y no dejes que ningún pretendiente se le acerque —Lance no pudo evitar soltar una risa ante eso—. Pero, especialmente, no te olvides de que eres lo más importante para mi, y si estoy haciendo esto es por tu propio bien.
Su padre hizo una pausa.
—Creo que deberías de revisar ese sobre, hay algo más ahí para ti. Se fuerte hijo, confío en que serás alguien extraordinario. Hay grandeza oculta dentro de ti.
Y con eso, el mensaje terminó. El holograma desapareció, y Lance estiró una temblorosa mano dentro de la caja, sacando el sobre y vaciando su contenido en la palma de su mano. Otro sollozo amenazó con salir de labios de Lance al confirmar de qué se trataba: Era el anillo de la familia real de Altea.
El anillo que una vez perteneció a su padre.
Lance creyó que lo había perdido en batalla, pero ahí estaba, en la palma de su mano. Ese anillo le había pertenecido a los herederos del trono de Altea por generaciones, y técnicamente, ahora le pertenecía a Allura, considerando que su padre había renunciado al trono.
Pero... Lance quería quedárselo. Había sido un regalo directo de su padre, y no podía más que aceptarlo, además, ya no existía Altea. Qué más daba si el llevaba el anillo.
Lance decidió quedarse ahí por esa noche. Varias de sus preguntas habían sido contestadas, y había podido escuchar las últimas palabras que su padre le dirigió a él.
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Actualización temprana bc es nochebuena (aunque yo celebro Yule 💀) y porque ya quería subir este capítulo (además es compensación por no actualizar como 3 semanas seguidas...)