La inspiración de Andrew (BG...

By darlis_steff

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La inspiración de Andrew. ¿Quién no conoce a Andrew Wood? Es integrante de la aclamada banda inglesa BG.5. Lo... More

La inspiración de Andrew
Andrew Wood
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce
Capítulo Quince
Capítulo Dieciséis
Capítulo Diecisiete
Capítulo Dieciocho
Capítulo Diecinueve
Capítulo Veinte
Capítulo Veintiuno
Capítulo Veintidós
Capítulo Veintitrés
Capítulo Veinticuatro
Capítulo Veinticinco
Capítulo Veintiséis
Capítulo Veintisiete
Capítulo Veintiocho
Capítulo Veintinueve
Capítulo Treinta
Capítulo Treinta y Uno
Capítulo Treinta y Dos
Capítulo Treinta y Tres
Capítulo Treinta y Cuatro
Capítulo Treinta y Cinco
Capítulo Treinta y Seis
Capítulo Treinta y Siete
Capítulo Treinta y Ocho
Capítulo Treinta y Nueve
Capítulo Cuarenta
Capítulo Cuarenta y Uno
Capítulo Cuarenta y Dos
Cuando Andrew conoció a Arthur
Capítulo Cuarenta y tres
Capítulo Cuarenta y Cuatro
Capítulo Cuarenta y Cinco
Capítulo Cuarenta y seis
Capítulo Cuarenta y Siete
Capítulo Cuarenta y Ocho
Capítulo Cuarenta y Nueve
Capítulo Cincuenta
Capítulo Cincuenta y Uno
Capítulo Cincuenta y Dos
Capítulo Cincuenta y Tres
Capítulo Cincuenta y Cuatro
Capítulo Cincuenta y Cinco
Extra: Unos minutos con BG.5
Capítulo Cincuenta y Seis
Extra: cuando son tres

Prólogo

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By darlis_steff


Prólogo.

31 de diciembre, 2015.

Las personas suelen el último día del año evaluar sus aciertos y errores. Admitir en qué se equivocaron, cómo pueden mejorar y dónde estuvieron los triunfos. Hago eso, sin duda lo hago mucho.

También lloro.

Lloro mucho recordando esa época en la que tuve un bebé, mi bebé. Esa época en la que incluso si estábamos en una fría habitación de hospital, mi hijo y yo hacíamos de ello una noche especial. Lloro admitiéndome que era una buena mamá ¡Demonios! Fui una madre increíble y no me hace arrogante admitirlo, porque di todo lo que pude, hice feliz en cada segundo a mi hijo, lo hice hasta su último aliento y no me arrepiento de ello.

A los quince años cuando descubrí que iba a ser mamá, fui un desastre. No podía visualizarme haciéndome responsable de otra vida, yo solo pensé que me divertía con mi novio y que era muy genial por tener y disfrutar del sexo. Fui un absoluto desastre cuando supe de mi embarazo y peor aún, cuando él nació y no sabía qué rayos hacer para que no llorara, cómo lidiar con pañales sucios que parecían bombas nucleares ni cómo no derretirme cuando sus pequeños dedos capturaban el mío.

Pero poco a poco lo descubrí, fue ensayo y error. Aprendí cómo ser mamá, cómo ser cada vez mejor. Me equivoqué muchas veces y eso está bien, porque entonces aprendí a mejorar. Poco a poco en mi corazón fui viendo que hacía un gran trabajo, que amaba y disfrutaba cada segundo de ello.

Fue genial descubrir que amaba ser madre.

Y fue terrible cuando me di cuenta que ese don que descubrí se tambaleaba cuando un horrible monstruo se instaló en mi hijo. Muchos lo llaman cáncer, para mí fue un terrible monstruo.

Poco a poco vi cómo atacaba a mi bebé, pero él nunca borraba su sonrisa, nunca dejaba de decir que era la mejor mamá. El monstruo solo me hizo ser una mamá más fuerte, una que sonreía en medio de lágrimas y que con uñas y dientes cuidaba a su pequeño tesoro.

Pero no era tan súper mamá y lamentablemente en algún punto el monstruo me doblegó con mucho dolor. Quería aferrarme, quería ser la mamá que cubría a su bebé y lo mantenía a salvo, pero en su lugar, hice lo correcto.

Decidí ser la mamá que dejaba a su hijo partir a un lugar mejor, uno donde no sentiría dolor, donde pasaría la mano por su oscuro cabello, suaves pecas cubrirían sus pómulos y correría sin ningún dolor en sus huesos u órganos. Decidí ser la mamá que contenía el dolor y con voz dulce mientras lo abrazaba, dejaba descansar a su bebé.

Pero cuando él extendió sus alas y voló hacia un lugar sin dolor, algo dentro de mí se quebró. Ya no era una mamá, ese fue mi pensamiento en un principio.

No es fácil perder a un hijo, no es una herida que un día se cierra por completo. Es una cicatriz de costra que escuece con fuerza, algunos días más que otros, pero siempre duele, porque tú no olvidas. No dejas de imaginar cómo estaría tu hijo en este momento, no dejas de cuestionarte cómo hubiese crecido y a veces, incluso si hiciste un buen trabajo, no dejas de preguntarte si pudiste hacerlo mejor.

Arthur fue el mejor regalo con el que la vida me premió. Me enseñó a crecer, creer y madurar. Él me enseñó la felicidad, la alegría, la fe, la esperanza y aunque me enseñó de dolor, eso también lo agradezco. Él me hizo encontrar las mejores partes de mí. No fui una adolescente fácil, estaba enojada por la ausencia de mi mamá, antes de que muriera, el cielo sabe que le di muchos dolores de cabeza a mi pobre padre, pero cuando tuve a mi hijo, comprendí y poco a poco apacigüe toda esa protesta infantil que lastimaba.

Han pasado dos años con nueve meses y algunos días, los he contado aunque eso no es sano, desde que dejé volar a mi hijo, desde que una parte de mí vive en paz porque él descansa y no sufre, pero otra llora su ausencia.

Y han pasado seis meses desde que tomé la decisión de tener otro bebé.

Ahora, muchos pensarían y dirían que intento reemplazar a Arthur, pero no es así. Sé que ningún hijo reemplaza a otro, cada uno posee su propia identidad y lugar en los corazones de una madre. Cada parte de mí recuerda con amor a mi pequeño, mi primer amor, no quiero otro Arthur porque él fue único y no sería justo tener otro bebé solo para reemplazar a mi pequeño que partió tan pronto en cuerpo. No.

Yo quiero tener otro bebé porque me siento lista y de verdad lo deseo. Pienso que para ser madre, si no cuentas con una pareja estable o una en absoluto, eso no tendría por qué detenerte. ¿Quién dice que las madres no podemos ser independientes?

Llevó mucho tiempo hablarlo con mi terapeuta, decir de corazón por qué quería dar este gran salto, ella estuvo asustada de mis intenciones, pero tras cuatro meses de evaluarlo juntas, finalmente lo entendió: no se trata de una herida abierta, no es egoísmo o una manera de enfrentar el duelo.

Me costó mi tiempo decir en voz alta que mi hijo falleció, pero pude llegar ahí, me costó otro poco visitarlo en el cementerio, pude hacerlo. Pero desde el momento en el que Arthur murió le escribí cartas que luego leería y posterior a ello, quemaría. Le escribí sobre perderlo, sobre extrañarlo, sobre que se divirtiera dónde estuviese porque mami estaría feliz, sobre agradecerle por el tiempo que estuvo conmigo y por en medio del dolor ayudarme a sanar cuando pensaba en nuestros buenos momentos. Ya lo dije, la herida late y escuece, pero tal como le prometí a mi hijo, sigo viviendo y quiero ser feliz.

Así que mi terapeuta, una profesional, al ver que era un deseo sano nacido de una buena intención y un deseo de corazón, me ayudó a evaluar mis opciones. Primero sugirió citas y reí. Lo hice fuertemente y eso no le gustó, sobre todo teniendo en cuenta que me ha estado impulsando a ir a citas.

Pero me reí porque ¿Cómo consigues un novio y al mes le dices que quieres ser madre y se olvide del condón? Hay que admitirlo, yo estoy preparada para ser madre, eso no quiere decir que todos los hombres del mundo estén listos para correr e introducir sus miembros en mí para dejar sus bebés. Además, ¿Por qué quería yo formar de manera apresurada una familia con alguien al que apenas conocería? Quiero un bebé, no un marido.

Mi terapeuta entendió mi punto y cuando dije "una aventura de una noche" para ver su reacción, de nuevo me reí. Ella me dio todos los puntos que yo ya conocía: estaba mal usar a un hombre cómo a una máquina de esperma haciéndolo crear un hijo del que no sabría, era peligroso por cualquier tipo de ETS que podría adquirir además de que no sabría si luego mi bebé saldría con alguna herencia de enfermedades. Todos esos puntos los conocía y le hice saber que solo me encontraba bromeando.

Así que llegamos al punto serio que tenía meses evaluando: inseminación artificial. Legal, seguro y con buenos resultados. Soy una mujer fértil, si no lo fuese, entonces, no me hubiese embarazado la única vez que mi novio de adolescencia me convenció de "prometo sacarlo al final", y sí, lo sacó, pero por lo visto se olvidó de sacar al bebé que dejó de alguna manera en mi vientre. No es que le guarde rencor a William, me dio un grandioso bebé con su "lo sacaré al final."

Pero volviendo al punto, sé que tengo muchas probabilidades de quedar embarazada en un proceso clínico como ese. Así que asentí y sonreí. Ella me dio varias sugerencias de doctores confiables y con mis ahorros del año que estuve trabajando en Japón, hice las consultas pertinentes. Es el medio correcto.

Es por eso que este treinta y uno de diciembre además de evaluar mis errores y aciertos, sonrío porque viene un buen año. Uno lleno de fe, esperanza y amor.

Tomé una decisión importante, este es un paso importante y cuento con el apoyo de mi familia. Todos se asustaron, entendí los temores, los mismos que mi terapeuta tenía, pero tal como lo hice con ella, me aseguré de hacerles saber que estaba sana mentalmente, que era una decisión pura sin intenciones ocultas. Tengo una familia asombrosa que lo entendió y que extendió su mano para apoyarme y ser parte de esto.

William, quien fue el papá de Arthur y con quien a veces me he reunido un par de veces para conversar, piensa que es una locura, en realidad lo llamó "puta locura", al principio pensó que bromeaba, luego quiso sacudirme y cuando pareció asimilarlo, se ofreció a ser el padre. ¿Sabes que hice? Sí, de nuevo me reí.

Eso si no hubiese sido nada sano, sería una decisión terrible y tan toxico. No sería correcto y para mí nunca sería una opción. Sería aceptable si tuviésemos sentimientos el uno por el otro, una relación, algo. Pero la verdad es que por mucho tiempo no supe de William, cuando pudo asimilar que era un padre, Arthur ya estaba en una clínica y aun así acepté que se involucrara en la vida de nuestro hijo porque Arthur merecía recibir todo el amor. Establecimos una amistad o algo así, somos respetuosos el uno con el otro y somos capaces de hablar como amigos, pero ¿Un bebé juntos? Sí, él no volverá a hacer la cosa de "lo sacaré al final" y en primer lugar, tampoco lo dejaré meter nada.

Así que luego de reírme, traté de no herir sus sentimientos cuando le dije que no era correcto. Porque a diferencia de mí, pude ver en su mirada que él solo quería recuperar todo esos primeros años de la vida de Arthur que se perdió, cosa por la que no le guardo rencor, al menos volvió y dio todo de sí para que mi hijo fuese feliz y lo amara. Arthur nunca supo que era su papá, él quería decírselo, pero creo que le asustaba que nuestro bebé lo rechazara, cosa que no hubiese sucedido, y al final del día, Arthur partió sin saberlo, amando y riendo siempre con su amigo William al que nunca tuvo oportunidad de llamar papá y sé que eso le pesa a William, es algo que le duele.

Lo abrecé y le hice saber lo que creo de corazón: fue un buen padre. Y nuestro Arthur no se puede reemplazar con otro bebé, no somos maquinas creadores de réplicas y tras un poco de llanto, aunque sigue llamándome loca, él está respetando mi decisión.

Tuve varias citas médicas, tengo exámenes qué hacerme y quiero conversar con quienes han tenido la experiencia, el tiempo estimado en el que me veo iniciando este proceso es mediados de febrero. Sé que es un proceso doloroso debido a la inyecciones de hormonas en el proceso de estimulación ovárica, pero estoy dispuesta a ello, solo quiero saber más sobre esta importante decisión, conocer cada detalle. Estaré haciéndolo de verdad. No estoy nerviosa o asustada, estoy esperanzada y tan feliz. En mi corazón se siente bien, correcto, increíble y todos lo notan, pueden ver que soy más feliz.

Eva, mi hermana mayor, con una sonrisa camina hacia mí y enlaza su brazo con el mío mientras la cuenta regresiva en treinta comienza. Papá abraza a Rosalie, su novia, ella lo hace tan feliz. Solo hace falta Elanese, pero ella está en un buen lugar en Londres celebrando con la familia de su novio Dexter Jefferson, toda una sorpresa. Y eso casi me lleva a pensar en Andrew.

El ángel, su ángel. Mi ángel.

Pero rápido lo saco de mi cabeza, porque cuando pienso en Andrew, se siente todo muy serio, intenso y arrollador. Cuando pienso en Andrew mi corazón se pone algo enfermo y mis ideas bastante raras. Así que no lo hago, no pienso en él o eso trato.

El conteo llega a diez y sonrío. Eva también lo hace, tiene razones, esquivó un matrimonio horrible que casi sucede.

Y el año nuevo comienza. Nos abrazamos, reímos y saltamos. Somos felices y luego miro al cielo con una sonrisa.

—Un año para un nuevo amor.

Y nunca pensé que tal declaración sería tan real.




Aslihan Guner como Leslie Anderson (Así la visualicé desde hace mucho, igual eres libre de usar tu imaginación o a quien gustes, pero ella es la mía).

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