Capítulo Tres

298K 30.2K 35.6K
                                    


Capítulo tres.


— ¿Te arrepientes? —No dejo de ver a Arthur jugar con su nueva pelota.

—No —respondo a Eva—. No puedo arrepentirme de haber traído al mundo a alguien tan perfecto. Además, ¿No crees que soy una mamá genial?

—Nos has sorprendido.

—Me he sorprendido—admito.

Volteo y le doy una sonrisa antes de dirigirme hacia Arthur y sorprenderlo cuando lo alzo en mis brazos. Ahora, con tres años, él es pesado, pero todavía puedo sostenerlo y a él le encanta.

— ¡Vueltas, mami!

Comienzo a girar y él ríe aferrándose a mí con sus pequeñas manos. Eva grita que va a marearse y Elanese me alienta a girar más rápido.

— ¡Más, mami! —pide Arthur en medio de gritos entusiastas.

Cuando estoy mareada me detengo y me siento de manera tambaleante en el frío césped. Las manos de mi bebé van a mis mejillas y las aprieta mientras arruga su nariz en una mueca adorable. A veces me pregunto si acaso William se durmió cuando hicimos a éste bebé, porque todo de él es parecido a mí, desde su cabellera oscura y abundante, a sus brillantes ojos.

—Mami, canta.

Aclaro mi garganta y él me mira a la expectativa de qué inventaré está vez. Ama que invente canciones especialmente para él, es algo nuestro.

—Es un niño bueno, de buen corazón, sonrisa sincera y ojos brillosos. No es quisquilloso y tampoco fastidioso —Él ríe y aplaude mientras canto—. Es educado, amable y juguetón, tiene el cabello negro y dedos que no son feos.

— ¡Sí, sí! —Canta.

—Sus dientes son pequeños, su alegría ilumina, es un buen bailarín y lleva el nombre de un rey. ¿Quién será?

—Mami soy yo, soy yo, mami ¡Arthur!

— ¡Es Arthur! —Dejo de cantar y comienzo a besarle todo el rostro haciéndolo reír—. Y voy a comerme a Arthur con muchos besos.

— ¡Ay, mami!

Es lo más bonito que me ha pasado. A veces me canso y siento que no puedo, pero solo me basta verlo para avanzar. Hay altibajos, pero me alegra tener a Arthur a mi lado.



14 de enero, 2016.

Las pérdidas no se superan, pero avanzamos.

El hecho de que sonría y ría no quiere decir que no me duela no tener a mi hijo conmigo; tampoco fue una pérdida que acepté de inmediato. Fueron meses, tiempo, terapeutas de duelo y mucho apoyo, lo que me ayudó llegar al punto en dónde estoy hoy.

Siempre habrá un vacío en mí recordándome que mi hermoso niño partió a una edad muy joven. Mi mente está plegada de recuerdos, muchos de ellos felices y otros dolorosos. Tuvimos una dura batalla contra el cáncer y aun cuando el panorama era malo, nunca me preparé para perderlo, no quería pensar que tenía que dejarlo ir.

No hay manera de explicar cómo se sintió dejarlo partir, sonreír y decir qué "estaría bien", qué durmiera, ocultar el hecho de que la idea de dejarlo ir me destrozaba a carne viva.

En ocasiones hay días malos en los cuales lloro por muchas horas y pregunto "¿Por qué?" "¿Por qué tuvo que ser mi hijo?"; sin embargo, le prometí que estaría bien y tras hablarlo con mi terapeuta, el paso del tiempo y apoyo familiar, me di cuenta que mientras respire debo mantenerme a flote, de que incluso en su último respiro, él quería que fuera en busca de mi felicidad.

La inspiración de Andrew  (BG.5 libro #5)Where stories live. Discover now