Vegas Lights

By femitana

936K 102K 478K

Es el vigésimo primer cumpleaños de Harry y sus amigos deciden llevarle a Las Vegas. Por supuesto que se casa... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Epílogo
Vegas Lights - 2º borrador
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8

Capítulo 18

36.9K 3.8K 11.9K
By femitana

Louis despertó aferrado a Harry. Con un brazo sobre su cintura desnuda y una pierna enredada entre las suyas y las sábanas. Su pecho completamente pegado contra su espalda, y la nariz hundida entre los rizos de su nuca.

La piel de Harry irradiaba calor, aunque el sudor impregnado en ella ya se había enfriado, manteniendo alguno de los mechones de su pelo vagamente adheridos a su frente, y Louis lo sabía porque se había levantado sobre su codo, echando un vistazo por encima de su hombro para alcanzar a verle dormir.

Cada pequeño detalle de su rostro lo iluminaba tenuemente la luz del sol que se filtraba a través de las cortinas grisáceas que cubrían la ventana. Sus labios entreabiertos más rojizos que de costumbre -Louis los había mordido mucho la noche anterior-, esas ojeras de cansancio marcadas bajo sus pestañas, y esa débil marca violácea entre su cuello y su hombro -fruto de un arrebato de egoísmo por parte de Louis-.

Pero a la primera mariposa que se atrevió a dar un aleteo en su estómago la mataron en un instante los recuerdos del día anterior.

Porque Louis despertaba desnudo y enredado a Harry en una esquinita de la cama y hacerse ilusiones era tan inevitable como construirse expectativas gigantes, pero si se tomaba la molestia de pensar en frío se daba cuenta de que no eran realistas.

Harry le quería en su vida, y Louis juraba que no había nada que quisiese más que estar en ella. Sabía que las ganas eran mutuas, y si se atrevía a ponerse optimista diría que los sentimientos también lo eran.

Pero dudaba que fuesen iguales.

Y lo dudaba porque la noche anterior Louis vio más de lo que debería haber visto.

Vio como el pulso de Harry tembló al devolverle ese anillo a Elliot, vio cuánto le costó negarle caricias, y la manera en la que sus ojos se cristalizaron cuando él le dijo te quiero. Vio sus manos bajando a su cintura y una lágrima corriendo por su rostro cuando Elliot lloraba sobre su mejilla.

Vio cuánto le dolía. Y vio cuánto le quería.

Louis no esperaba que no lo hiciese, pero tampoco podía evitar sentir respeto ante el hecho de que su relación siguiese siendo tan fuerte emocionalmente, a pesar de todas las discusiones y de todas las dudas de Harry.

Dudas que quizás había resuelto esta noche, o quizás no.

A Louis le asustaba que Harry despertase arrepentido, que rescatase su ropa del suelo y le dijese que la noche anterior había sido un error, para después correr a casa y no volver a llamarle.

Pero le asustaba mucho más que despertase queriendo quedarse.

Porque si Harry decidía quedarse y después se arrepentía, Louis iba a romperse como nunca antes se había roto por alguien.

Suspiró desde lo más hondo de su pecho, inclinándose con cuidado y acariciando suavemente hombro de Harry con la punta de su nariz, viajando por la curva de su cuello hasta presionar sus labios sobre la marca que había dejado en él. Su cabeza bullía a tal velocidad que apenas fue consciente del beso que apretó contra su piel.

Harry no se despertó, aunque Louis tampoco estaba intentando despertarle, y no solo porque le asustaba enfrentar la conversación que necesitaban tener, sino porque a pesar de estar dormido lucía jodidamente agotado, y Louis quería dejarle descansar.

Sabía que había pasado por mucho en apenas un día, sabía que había llorado demasiado, que había atravesado mil vaivenes emocionales y discusiones por todas partes.

El día de ayer no le había dado un solo respiro, y ahora Louis sentía la necesidad de estrujarle fuerte contra su cuerpo y aplastar besos en su mejilla durante el resto de su vida.

Pero Harry no había llorado por Louis, así que probablemente tampoco podría ser Louis quien le borrase todas las lágrimas. Aunque lo había intentado de todas formas, con besos en cada milímetro de piel que había alcanzado y caricias en su espalda hasta que se quedó dormido.

Estaba jodidamente enamorado de ese hombre, por Dios.

Había pasado los dos últimos meses tratando de negárselo a sí mismo, pero terminó por asumir que no existía excusa que pudiese explicar esas veces en las que había llorado sólo por echarle de menos. No había excusa que explicase cada una de las noches que había soñado con él, ni el espacio tan grande que estuvo ocupando en su día a día a pesar de no tenerle alrededor.

Así que sí, se había enamorado de Harry como un puto imbécil, y por mucho que lo había intentado no existía manera de deshacerlo.

Suponía que por eso estaba aquí. Y que por eso tenía tanto miedo.

Decidió levantarse de aquella cama después de quien sabe cuánto tiempo dejando inocentes caricias en su pelo de las que Harry nunca se iba a enterar, sacando ropa de su maleta y olvidándose de la que anoche voló hasta el suelo.

Llamó al servicio de habitaciones para pedir el desayuno incluido en la reserva y comió ese plato de huevos revueltos a la pequeña terraza con vistas a una avenida transitada. No eran las mejores vistas, porque tampoco era la mejor habitación, pero Louis no necesitaba mucho más de todas formas.

Probablemente abandonaría aquel hotel antes de lo previsto, así que daba igual.

Se encargó de dividir el plato en dos porque quizás Harry despertaba con hambre, y dejó que su parte se enfriarse en la pequeña mesa a la esquina de la terraza mientras él se encendía un cigarro en el balcón y esperaba a que él despertase.

Fue a partir de las últimas caladas cuando escuchó pasos suaves a sus espaldas, y al mirar sobre su hombro encontró a Harry apoyado contra el marco de esa puerta corredera; ojeras un poco menos pronunciadas y el mismo atuendo de la noche anterior, rizos despeinados y la camisa sin abotonar.

Louis suspiró el humo de sus pulmones, lamiendo sus labios. Su corazón se aceleró un poquito cuando el sol de la mañana tardía aclaró esos ojos verdes que le estaban mirando.

—Buenos días —le dijo, viendo como Harry respondía parpadeando lentamente mientras ladeaba su cabeza hasta apoyarla sobre el dorso de su mano agarrada a la puerta.

—Hola —él habló con esa voz mañanera que Louis ya conocía, antes de poner su atención en el desayuno a medias sobre la mesa—. ¿Me lo has guardado?

Louis sacudió su cabeza, siguiéndole con la mirada hasta que le vio sentarse frente a ese plato a la mitad. Entonces volvió a mirar hacia la calle, tomando una calada profunda de su cigarro y soltándola en un nuevo suspiro.

Después hubo silencio, de vez en cuando escuchaba el sonido del cubierto rozar el plato y el ruido del tráfico en la avenida. El cigarro terminó por consumirse entre sus dedos antes de conseguir encontrar el valor para dar media vuelta y hablar con Harry, porque por más que pensaba, no tenía ni idea de qué quería o qué debía decir.

Frotó su cara. El filtro del cigarro completamente consumido comenzando a quemarse y la sensación de los ojos de Harry clavándose en su espalda le decían que quizás era el momento de hablar, que no podía simplemente darle la espalda durante toda la mañana.

Miró lentamente por encima de su hombro, y se encontró con el ceño de Harry fruncido sobre una mirada preocupada y confusa, sus labios estaban entreabiertos, como si le hubiera pillado a punto de decir algo, o tal vez luchando por hacerlo.

Antes de que Louis pudiese siquiera hacer el intento de iniciar con la conversación, Harry ya había tomado la palabra.

—¿Te arrepientes?

Louis se sintió mal al instante en el que le escuchó preguntando aquello en ese tono inseguro y esa mirada consternada, aunque por otro lado le parecía increíble que siquiera se atreviese a pensar que Louis podría arrepentirse de haber decidido dejarse llevar.

Lamió sus labios, girando sobre su cuerpo y estirando el brazo para tirar su cigarro en el cenicero vacío sobre la mesa junto al plato del desayuno aún sin terminar. Harry seguía cada uno de sus movimientos desde su lugar en la silla.

—No —le dijo, acto seguido suspirando, porque que no se arrepintiese no significaba que se sintiese bien con la situación—. Pero... no tendría que haber pasado de esta manera.

Harry no respondió nada, pero le miraba como si compartiesen la misma opinión al respecto. Y no sabía cuánto duró el silencio entre ambos, pero en algún momento Louis aparto la mirada para pasar una mano por su cara y resoplar con frustración.

—... No tendría que haber venido —masculló, dejando caer su espalda baja contra la barandilla del balcón. Su mirada estuvo centrada en el suelo hasta que Harry volvió a tomar la palabra.

—¿Quieres que me vaya?

—No —negó de nuevo, y una vez más puso un "pero"—. Pero creo que deberías. Han pasado demasiadas cosas y... han pasado en muy poco tiempo —de entre los labios de Harry se escapó un suspiro lento, pero se mantuvo escuchando—. Creo que... necesitas pararte a pensar en frío, y creo que cuando lo hagas... vas a ver las cosas de otra manera.

—Crees que soy yo quien se va a arrepentir —asumió al instante, sus cejas se alzaron pero mantenían esa expresión consternada de todas formas—. ¿Verdad?

Verdad.

Y quería pensar que podría estar equivocándose, que Harry no iba a arrepentirse porque sabía perfectamente lo que estaba haciendo y era muy consciente tanto de sus sentimientos como del peso que tenían sus elecciones.

Pero dentro de toda esta historia, Louis estaba en una tesitura demasiado jodida como para poder darse a sí mismo la libertad de confiar. Así que prefería hacer lo contrario, y que le tomase por sorpresa si se estaba equivocando, sin tener que desilusionarse el doble si resultaba estar en lo cierto.

Suspiró pesadamente, sus labios entreabriéndose vacilantes mientras intentaba encontrar la manera de explicárselo.

—Harry... Es que has roto tu compromiso en mitad de un impulso, y... has roto tu relación en mitad de una discusión. Ni siquiera ha pasado un día y nos hemos acostado —le dijo—. Y Elliot no va a dejarte ir tan fácilmente, porque la conversación de anoche no fue justa. Va a querer hablar, y yo no sé si tú vas a-

—No, no, Louis —probablemente le interrumpió demasiado rápido, porque después se quedó atascado en su intento de seguir hablando. Soltó un suspiro frustrado, pasando sus dedos entre los enredos de su pelo sin quitarle la mirada—. Sé que he hecho las cosas mal, ¿vale? He hecho las cosas muy mal y claro que me queda mucho que hablar con Elliot. Pero eso no significa que vaya a retractarme en las decisiones que he tomado —el ceño de Louis se fruncía mientras le escuchaba. Sus palabras sonaban sinceras y aun así no le convencían; Harry lo notó, porque su cabeza se ladeó y sus cejas volvieron a mostrar una expresión consternada— ¿En serio me ves capaz de quedarme con él después de todo?

—... No lo sé.

Harry suspiró frustrado una vez más, levantándose de la silla y arrastrándola hacia atrás en el proceso. Se colocó frente a él.

—Louis, dejar a Elliot era algo que sabía que iba a hacer tarde o temprano. Aunque no nos hubiéramos acostado esta noche, incluso aunque no hubieras venido. Lo iba a hacer igualmente —le aseguró—. Y no tenía pensado que pasase nada entre nosotros precisamente ahora, ¿de acuerdo? Pero puedo asegurarte que si ha pasado no ha sido por despecho.

—Ya —Louis decidió ahorrarse un suspiro, pero chasqueó su lengua al mirar hacia otra parte—... No me has llamado en dos meses, ¿sabes? —dijo entonces, volviendo dirigir su vista al frente y encontrando de nuevo la mirada de Harry—. Y de repente lo haces y me pides que venga, y llegas a la puerta de mi hotel jodidamente llorando para contarme que no quieres casarte porque tienes "dudas" —soltó una risita apenas audible y para nada divertida, encogiéndose de hombros—. ¿Qué pretendes que piense, Harry?

—¿Crees que te llamé porque estaba mal con Elliot? —cuestionó Harry sobre la pregunta de Louis, inclinándose y señalándose a sí mismo para después apuntar su dedo hacia él—. Estaba mal con Elliot porque te llamé, Louis. Y pude haberlo evitado, pude haberme olvidado de ti y te aseguro que mi boda aún seguiría en pie. Pero si no lo he hecho es porque no quiero casarme y porque no puedo olvidarme de ti.

Louis se quedó en silencio, pero su corazón estaba comenzando a hacer más ruido del necesario en su pecho. Y quería creerle, realmente quería, pero no podía poner la mano en el fuego por Harry sin saber si todo lo que estaba diciéndole ahora se iría de su mente en el momento en el que tuviese a Elliot llorándole en su cuello de nuevo.

Sin saber, sobretodo, que habría pasado si la noche anterior él no hubiera estado delante, si su presencia no hubiera sido un impedimento para que Harry tuviese que negarle ese beso a Elliot.

Así que continuó en silencio, y todo el aire que Harry estaba reteniendo desde su última palabra salió en forma de suspiro. Dio un paso hacia delante y se inclinó levemente a la hora de soltarle un pequeño reproche.

—Y los teléfonos funcionan en los dos sentidos, por si no lo sabías.

Los labios de Louis se entreabrieron al escucharle. Negó con la cabeza, soltando una risita tan incrédula como triste.

—¿Realmente pensabas que iba a seguir manteniendo el contacto contigo como si nada? —cuestionó en un tono irónico, dejando que sus cejas se frunciesen en una expresión abatida—. Ibas a casarte, Harry.

—¡Ya no voy a hacerlo! —la voz de Harry se alzó un poco, tan frustado como la conversación lo ameritaba.

—¡Pero es que ahora tampoco puedo seguir como si nada! —Louis dio un paso adelante en un intento incosciente de enfatizar sus palabras—. ¡Como si yo no fuese a volver a Las Vegas mientras Elliot sigue aquí y tú...!

—¿Qué importa que te vayas a Las Vegas, Louis? —le interrumpió bruscamente—. ¿No tenerte cerca significa que voy a dejar de querer que lo estés? Porque yo no he estado dos meses echándote de menos para que tú ahora creas que voy a arrepentirme de haberte llamado.

—Y yo tampoco he estado dos meses intentando sacarte de mi cabeza para que tú ahora creas que voy a confiar en que sabes lo que realmente quieres cuando lo único que hemos hecho ha sido echar un polvo.

El semblante de Harry cambió al instante. Su ceño se rejaló y sus labios se entreabrieron, clavando una mirada dolida justamente en el centro de su pecho. Los hombros de Louis cayeron arrepentidos.

—¿Un polvo, Louis? —cuestionó Harry en un tono sombrío y punzante—. ¿Eso es lo que ha sido?

—No, joder —negó abatido, regalándole una mirada ligeramente culpable y suavizando el tono de su voz—... ¿Crees que yo vuelo a otro maldito estado por una persona si lo único que quiero de ella es un polvo?

—¿Y crees que yo deshago mi vida entera si no estuviera seguro de que quiero más que un polvo? —las cejas de Harry se alzaron, dio un paso hacia delante a medida que hablaba, y Louis retrocedió por inercia, su espalda volviendo a chocar contra la barandilla del balcón.

—... No lo sé.

Harry suspiró frustrado. Se dejó caer sutilmente hacia delante para posar sus manos en la barandilla a cada lado del cuerpo de Louis, recargando su peso en ella y reduciendo el espacio de seguridad que Louis había intentado crear entre ambos.

—El único de los dos que no está seguro de nada eres tú.

—No estoy seguro porque yo sí sé bien lo que quiero —la mirada de Louis bajó brevemente a sus labios—. Porque llevo queriéndolo tres malditos meses, Harry. Pero no así, joder. No tan rápido. No cuando las cosas están jodidamente confusas.

Harry bajó la mirada al suelo, soltando un suspiro frustado antes de volver a subirla. Lamió sus labios.

—¿Entonces qué quieres que hagamos? ¿Eh? —le preguntó—. ¿Qué quieres hacer, Louis? ¿Volver a casa, borrar mi número y olvidarnos de todo este asunto?

—Quiero que pienses, Harry. Que lo pienses un poco —su respuesta sonó casi como una súplica—... Porque si esto me va a hacer daño prefiero que sea ahora, no cuando duela más.

El semblante de Harry cambió una vez más y ahora su mirada se veía triste de nuevo, casi decepcionada. Se inclinó un poco más sobre la barandilla, pero a Louis ya no le quedaban más pasos que retroceder, así que se quedó encerrado entre sus brazos y continuó mirándole, esperando una respuesta.

—Te prometo que no eres tú o Elliot. Que pase lo que pase, hagas lo que hagas, decidas lo que decidas, yo a él no le quiero de vuelta —le dijo—. Y si aun así quieres irte, está bien, pero-

—No quiero irme, Harry —le interrumpió, dejando que su mirada bajase a su pecho y su mano subiese sin permiso a la camisa desabrochada de Harry, agarrándose suavemente la hilera de botones en uno de los bordes—. Tengo que irme. Porque jamás vas a poder ver las cosas desde la perspectiva en la que yo las veo si me quedo aquí comiéndote la boca.

Louis tenía muchas más cosas que decir, pero se le olvidaron al instante en el que volvió a subir la mirada hacia Harry y descubrió que él estaba mirando sus labios. De ellos salió un suspiro que chocó vagamente contra los suyos, e intentó concentrarse en rellenar el silencio que se había quedado en el aire.

La verdad es que estaban cerca, lo suficiente como para que el viento cálido estuviese atrayendo constantemente el aroma de su perfume aún impregnado en su camisa, lo suficiente como para que Louis no pudiese evitar valorar cada cierto tiempo la idea de callarse la boca, dejar de pensar, y simplemente lanzarse a sus labios.

Pero no.

No podía simplemente lanzarse a él y quitarle el valor a todas las palabras que acababa de decirle, a todos los motivos que le había expuesto para hacerle entender que las cosas no estaban bien de esta manera.

No podía contradecirse a sí mismo de esa manera, no podía ser tan jodidamente débil ante Harry.

O sí.

Porque su mano comenzó a arrastrarse por el borde de su camisa abierta hasta bajar a la altura de su cintura.

Y en ningún momento le dio a su cerebro la orden de soltar aquella tela para colar su mano por dentro, pero sus impulsos sí que lo hicieron, apretando la piel de su cintura y sintiendo como Harry se inclinaba un poco más, soltando un suspiro frustado.

Cuando subió su mirada para intentar descubrir si Harry estaba pasando por el mismo dilema, sus narices se rozaron sin querer y siendo sinceros, después de eso no hubo vuelta atrás.

La mano de Harry estaba en su mejilla y Louis estaba entreabriendo sus labios para encajarlos con los suyos. Un chasquido húmedo después sus lenguas ya se encontraban acariciándose tan jodidamente lento que Louis no pudo evitar atraer el cuerpo de Harry al suyo con cierta desesperación.

Sabía a la naranja ácida del desayuno impregnada en su lengua, a la lascivia de ayer y a la frustración de ahora. Louis seguía sus movimientos, dejando que se pasease por su boca a su antojo, abriéndola en besos profundos y cerrándola en más chasquidos húmedos.

El corazón de Louis latió más rápido cuando sintió como los dedos de Harry se colaban entre los mechones de su nuca y tiraban de ellos tan brusco como suave. La otra mano de Louis se aferró al otro lado de su cintura y clavó sus uñas en ella, la parte interior de la camisa de Harry rozaba sus nudillos, y estuvo a muy poco de tirar de los bordes y simplemente deshacerse de ella.

Pero en algún momento su cerebro conectó las dos neuronas que estaban demasiado distraídas en babear por Harry, y giró sutilmente su cabeza. Los labios confundidos de Harry chocaron contra la comisura de los suyos cuando el beso se quebró. Y suspiró en ella.

Porque si no lo paraban ahora iban a terminar de nuevo en la cama, y quizás era lo que querían, pero definitivamente no era lo que necesitaban.

—Vale —murmuró Harry, acariciando suavemente su mejilla con la punta de su nariz—, está bien, escúchame—el agarre en su nuca se deshizo y volvió a su mejilla para guiar su mirada hasta la suya una vez más. Se echó un poco hacia atrás para dejar espacio entre ambos, y las manos de Louis abandonaron su lugar en la cintura de Harry—. No tenemos... por qué hacerlo otra vez. No tenemos por qué... definir lo que pasó anoche, ni siquiera tenemos por qué volver a hablar de ello si no quieres —Harry dejó una caricia en su pómulo con su pulgar antes de que su mano volviese a bajar para agarrarse a la barandilla tras la espalda de Louis—. Pero no quiero perderte. No quiero que te vayas y no vuelvas a llamarme.

Los labios de Louis se arrugaron en una mueca triste. Bajó su mirada de nuevo hacia su pecho porque si seguía manteniéndola en los ojos de Harry, Dios sabía que podrían acabar convenciéndole de cualquier cosa.

Se distrajo abrochando algún botón al azar del centro de su camisa mientras buscaba una respuesta que darle.

—Me voy a ir —antes de que Harry pudiera quejarse, Louis encaró sus ojos y volvió a tomar la palabra con rapidez—. Te prometo que voy a llamarte, Harry. Pero vamos a darle tiempo, ¿vale? —ladeó su cabeza en un intento de convencerle, pero el ceño de Harry se había fruncido ligeramente disconforme—. Por favor.

Harry pareció pensarlo mucho, pero terminó por alejarse dando un paso hacia atrás. Lamió sus labios.

—Vale.

Louis suponía que había cedido porque no le quedaba otra. Porque aunque se negase rotundamente, Louis iba a volver a casa de todas formas.

Así que Harry abrochó el resto de sus botones mientras daba media vuelta y volvía a adentrarse en la habitación. Louis quiso preguntarle por qué esta vez no había un abrazo, después recordó lo difícil que resultaba deshacerlo y ni siquiera le culpó por querer marcharse sin uno.

Louis continuaba en su lugar seguro en el balcón cuando Harry abrió la puerta de la habitación. Pero en lugar de atravesarla y cerrarla tras él, volvió a dar media vuelta con la aparente intención de agregar algo más. Sus miradas se cruzaron cada extremo de la habitación, y Harry vaciló muchas veces antes de terminar suspirando abatido.

—Adiós —fue lo único que le dijo, y Louis apretó sus labios en una fina línea.

—Adiós.

Y dejó que se marchase junto a un portazo suave, la decepción de un abrazo que no se habían dado y la inquietud de no saber si realmente alguno de los dos iba a atreverse a volver a llamar.

Esa misma noche, Louis pidió un taxi al aeropuerto y compró el primer vuelo directo a Las Vegas.

...

🤷🏼‍♀️

Continue Reading

You'll Also Like

23.4K 1.5K 22
Ella llegó a la ciudad así de repente, nadie sabía quién era pero todos querían conocerla, era simplemente hermosa, el cabello rubio le caía sobre lo...
262K 41.5K 35
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!
2.7M 216K 51
Esta es una novela escrita cuando tenía 15 años. Escribir una romatización del embarazo adolescente fue un error. Por favor no leas esta historia com...
3.7K 517 7
Parejas: JiCheol (Principal) / Meanie, VerKwan, JiHan, JunHao, SoonSeok (secundarias) Capítulos: One Shot + Bonus de cada pareja + Especial Autora:...