Capítulo 17

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Harry había llegado frente al hotel de Louis hecho un completo desastre.

Tenía los ojos irritados, le dolía la cabeza y su nariz sorbía cada medio minuto. Las ganas de llorar todavía presionaban su pecho, encerrando su corazón en un puño sin importar lo fuerte que estuviese latiendo.

No tenía ni idea de cómo gestionar ese montón de emociones enredadas en su cabeza, no sabía si sería capaz de sincerarse con Louis, y no sabía qué iba a hacer cuando tuviese que volver y dar la cara frente a Elliot.

No sabía absolutamente nada. Simplemente había huido sin pensar y ahí estaba ahora, mordiéndose el pulgar ansiosamente mientras mantenía su mirada en la puerta de aquel hotel y divagando cada vez que intentaba ordenar sus pensamientos.

Fue entonces cuando le vio salir, con una mano en el bolsillo de su pantalón y la otra en su flequillo; sus ojos azules recorrieron la calle hasta posarse sobre los suyos, acelerando el pulso de Harry y consiguiendo que la primera sonrisa del día se curvase entre sus labios.

Se acercó a él, y en un intento de verse presentable pasó sus dedos temblorosos entre los mechones de su pelo, acomodando nerviosamente ese rizo que había caído sobre su frente sin permiso.

Ni consiguió arreglar su rizo, ni consiguió evitar que sus ojos delatasen el hecho de que había estado llorando, porque era demasiado evidente como para esconderlo detrás de una sonrisa débil.

Supo que Louis se dio cuenta al instante, porque aunque devolvió la sonrisa, su cabeza se ladeó sutilmente y sus cejas se arrugaron con cierta preocupación.

—Hola —el tono de su voz fue suave al saludarle, como si tuviese miedo de sonar demasiado brusco—. ¿Estás bien?

Harry asintió, jugueteando torpemente con su cabello recién nacido en el borde de su sien y apretando sus labios con simpleza para intentar restarle importancia.

Porque ni estaba preparado para hablar, ni le apetecía hacerlo.

En ese momento lo único que sentía era la necesidad de explicarle cuánto le había echado de menos, y como tampoco se veía capaz de expresar con palabras hasta qué punto lo había hecho, decidió eliminar el espacio entre ellos y dejárselo claro con un abrazo.

Louis le atrapó al instante, deslizando uno de sus brazos alrededor de su cuello, enroscando el otro en su cintura y apretándole con fuerza contra su cuerpo.

El simple hecho de encontrarse entre sus brazos después de tanto tiempo sin saber nada sobre él tampoco le hacía más sencillo tragarse las ganas de echarse a llorar de nuevo, pero aun así decidió tentar un poco más la estabilidad de sus emociones y esconder su nariz en el hueco de su cuello.

Sintió como Louis suspiraba levemente contra su oído, apretando el agarre de su cintura a medida que la punta de sus dedos comenzaba a rozar sutilmente los rizos de su nuca.

La piel de Harry se erizó al instante, y su mano se aferró inconscientemente a la tela de su camiseta en la parte baja de su espalda, casi con egoísmo, como si quisiese esas caricias para el resto de su vida.

Louis ladeó su rostro buscando cruzar miradas, pero su dedo enredándose cuidadosamente entre uno de sus rizos y su respiración tranquila haciendo cosquillas en su mejilla dejó a Harry completamente incapaz de levantar la cabeza.

—¿Qué quieres hacer? —la pregunta fue lanzada en un susurro, y su aliento cálido chocó contra su pómulo al hablar.

Pero Harry continuó enterrado en su cuello, porque sinceramente, no quería hacer nada más que quedarse así todo el día.

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