Enfermos Mentales: Edificio d...

By OneHistoryMore12

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Ellos creyeron que ya había acabado, pero Elizabeth se había ganado enemigos. Estuvo 4 meses rodeada de demen... More

Prólogo+ Book Tráiler.
Personajes.
☆Capítulo 1: De vuelta a la acción.
☆Capítulo 2: ¿De qué me he perdido?
☆Capítulo 3: Todo se fue a la mierda...otra vez. Part. 1
☆Capítulo 4: Todo se fue a la mierda... otra vez. Part. 2 (TW)
☆Capitulo 5: Nace un nuevo problema. (TW)
☆Capítulo 06: Déjà Vu.
☆Capitulo 07: Rewind
☆Capitulo 8: Equipo.
☆Capitulo 9: Equipo. (TW)
☆Capitulo 10: Renacer (TW)
☆Capitulo 11: No soy una asesina.
☆Capitulo 12: Happy Halloween.
☆Capítulo 13: La dama de rojo carmesí. (TW)
☆Capítulo 14: Cazando al monstruo. (TW)
☆Capítulo 15: Momento de la verdad. (TW)
☆Capítulo 16: Locuras por un CD. (TW)
☆Capítulo 17: Se busca un cadáver. (TW)
☆Capítulo 18: Jugar a ser Dios
☆Capítulo 19: Ángel de la muerte
☆Capítulo 20: Secuestro. (TW)
☆Capítulo 21: Culpable.
☆Capítulo 22: La chica de la foto.
☆Capítulo 23: Entre nosotros.
☆Capitulo 24: El secreto de Kiara.
☆Capítulo 25: Pasillos secretos.
☆Capítulo 26: El Gas. part 1. (TW)
Capítulo 27: El Gas. Part 2. (TW)
☆Capítulo 28: Separados.
☆Capítulo 29: El regreso de aquella torpe chica. (TW)
☆Capítulo 30: Personalidades.
☆Capítulo 32: Las cosas no son como uno las planea.
☆Capítulo 33: Fin del juego. Part 1.
☆Capítulo 34: Fin del juego. Part 2. (TW)
☆Capítulo 35: Fin del juego. Part 3.
☆Epílogo.
Enfermos Mentales: Un pueblo en llamas.

☆Capítulo 31: Dulce cena navideña.

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Enfermos Mentales. Capítulo 31: Dulce cena navideña.


Eli y su grupo trataban de hablar lo más bajo posible en la habitación escondida para evitar ser oídos en el pasillo lleno de guardias, atentos a cualquier mínimo movimiento. Los mismos serios guardias que se habían marchado aquella fatídica noche del gas y ahora se preocupaban por la seguridad de los internos. Si las personas que se supone deberían protegerlos los abandonaba así por un par de billetes, ¿Qué más se puede esperar del resto de trabajadores que posiblemente sean cómplices de lo que pasa en el internado?

Había llegado la noche que cada año la antigua Eli esperaba con ansías y emoción. Él único día del año en que era completamente feliz con su madre, su hermano y convivir con Richard no era tan desagradable. Ni hablar de como era muchos años atrás; junto a sus padres y sus 3 hermanos, y un par de familiares que acompañaban a veces. Nadie se resistía a la rica cena que preparaba Eliza y las locuras de los hermanos Evans, acompañados de las asombrosas historias de su padre. Todo esto en una noche. La mítica noche: noche buena.

Ahora esas bellas noches solo vivirán en su memoria. Era la primera noche buena, la noche antes de navidad, que pasaría alejada de su familia. Dos de ellos estaban muy ocupados haciendo su vida y los otros tres pues…. están muertos. Pero esto no significaba que se quedaría de brazos cruzados mientras todos disfrutan con sus familias y OX buscaba una forma de joderlos.

—¿Qué tal está Sara? —preguntó Shey a Jennifer.

Habían acordado mandar a Sara al edifico principal mientras se recuperaba de lo sucedido. Se quedaría con Jenn en su habitación. En las revisiones de internos en las noches, debía esconderse en el armario o en el baño. No podría salir de esa habitación hasta que todo acabara. No podían arriesgarse a que la encuentre algún empleado que esté involucrado con lo que pasa en el internado. O que se encuentre al mismísimo Sr. Goldman o su secretaria.

—Está bien. James dice que poco a poco está volviendo a ser la misma. Pero yo la sigo viendo igual de chiflada que siempre —anunció despreocupada, aunque Eli pudo distinguir un atisbo de preocupación en su expresión. Tenía la sospecha de que Jennifer ya se había encariñado con aquel grupo de marginados.

—En tu idioma, eso es bueno —respondió Alex.

—Perfecto. Con Sara estando bien, solo hace falta esperar al día de mañana. Jenn, ¿Ya tienes los vestidos?

—Sí, pero no pude encontrar ropa de sus estilos. Ya sabes, de callejeras sin clase. Lo siento. James también ya consiguió los trajes.

—Genial. Mañana en el baile aprovecharemos para explorar todos los pasillos secretos que conocemos hasta ahora. Si las cosas salen bien, podremos descubrir lo que pasa en el internado, extorsionar al decano con eso y…

—Manejarlo a nuestro favor —propuso Jenn emocionada.

—¡No! Descubrir quien es OX y entregarlos a ambos a la policía.

—A veces me pregunto por qué sigo hablando con perdedores como ustedes.

—A veces me pregunto por qué no te hemos entregado como carnada —respondió Sheyla, fingiendo concentración al mirarla.

—Bueno… supongo que ya eso es todo hasta mañana —anunció Eli ignorandolas.

—Así que, ¿Qué piensan hacer para esta noche buena? —preguntó Erick.

—Uff, no lo sé, hay tantas actividades divertidisimas para hacer aquí que me cuesta decidir —respondió Alex con sarcasmo, ganándose un gruñido de su parte.

—En el edificio principal solíamos poder ir a esperar la navidad en casa y luego volver para el baile navideño. Pero en este edificio si hacen un menú aceptable sería demasiado para ellos —contó Shey, provocando pequeñas risas.

—Chicos, realmente odio que hayan tenido que venir aquí por mí —Eli sonrió con tristeza.

—En realidad no fue decisión propia —aclaró Sheyla volteando a mirar a Jennifer con recelo, quien apartó la mirada desinteresada—. Pero si nos hubieran contado el plan, habríamos hecho lo que fuera para estar contigo —dijo amigablemente mientras sonreía tomando a Eli de la mano.

—Pues yo aún estoy en el edificio principal —interrumpió Jenn el silencio mientras se incorporaba de pie—. Podría ir a casa con mis padres si no te los hubieras comido —dijo mirando a Shey—. Así que creo que esperaré la navidad tomando alcohol en alguna discoteca de la ciudad.

—¿Qué está mal contigo? —preguntó Eli al ver el nivel al que llegaba su crueldad. Jenn se limitó a sacar el dedo medio mientras seguía caminando hasta la puerta hacia las escaleras secretas.

Salieron uno a uno sigilosamente aprovechando los 30 segundos  que tardaban los guardias en cambiar de turno. Eli se dirigía a su habitación en busca de sus sabanas para irlas a lavar antes de ir a la cafetería para al menos no pasar la noche sola, pero un guardia la detuvo a mitad del pasillo del segundo piso, parándose frente a ella. Se paralizó al pensar que la habían detenido porque los habían descubierto. Pero al escuchar que solo la había llamado para decirle que tenía visita en la cafetería, se alivió, aunque igual le parecía un poco extraño.

Al llegar a la cafetería, sintió como el corazón le subía a la boca al ver lo que creyó imposible; Jackson y Elena, sus hermanos, estaban sentados en una de las mesas de la gigantesca cafetería. Pudo distinguir los hilos dorados del cabello de su hermano y las mechas de fuego cayendo sobre el saco color beige de Elena. Ambos miraban el celular distraídos, pero al Elena percatarse de la presencia de Eli caminando hacia ellos confundida, formó una pequeña sonrisa en sus rojos labios, los cuales musitaron:

—Feliz nochebuena, hermanita.

●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●

—¿Qué hacen aquí? —preguntó Eli sentada al lado de Jackson, con Elena frente a ambos.

—Creí que estarías más feliz de verme —susurró Jackson, bromeando en un tono de voz desanimado y triste.

—Claro que lo estoy —respondió envolviéndolo en sus brazos fuertemente, obligándolo a arrinconar su cabeza en sus hombros—. ¿Cómo estás? ¿Cómo lo estás llevando?

—Es difícil —musitó en su hombro. Eli solo pudo apretarlo más entre sus brazos. Jack levantó la cabeza tratando de limpiar las pequeñas gotas que caían de sus ojos—. El tío Barin y la tía Celia han sido de ayuda, me aceptaron en su casa nuevamente durante unos meses. Siempre me mantienen entretenido para evitar que piense en ello —contó tratando de sonreír, pero era imposible—. Sin embargo su ausencia es notable en todos lados. Menos en mi cabeza, en la cual vive y baila todas las noches, evitando que pueda conciliar el sueño.

—Ay, Jack —susurró Eli acariciando el cabello del chico.

Elizabeth ni siquiera se había parado a pensar en como se sentiría su hermano. Siempre pensaba en qué haría ella ahora los fines de semana cuando volviera al edificio principal, o qué haría cuando volviera a casa definitivamente. Mejor dicho, ¿A qué casa volvería? Ahora su antigua casa pertenecía a Richard Lautner, su padrastro legalmente. No quería volver a esa casa. Pero nunca se detuvo a pensar ni un minuto en Jackson. ¡Dios! ¡Él ya había vuelto a vivir con ella! Día a día juntos y de un momento a otro… ya no la vería nunca más. Se levanta todas mas mañanas acostumbrado a tener el dulce desayuno de su madre sobre la mesa; solo para darse cuenta que lo único con lo que se encontraría en la mañana era el vacío que había dejado su madre en su corazón. Él estaba sufriendo más que todos y nadie se preocupaba. Eli se sentía culpable, ¡¿Cómo pudo haber sido tan egoísta?!

—Me gustaría decirte que con el tiempo pasará, pero no es así. Solo te acostumbras a eso y se vuelve más llevadero —intentó calmarlo.

Elena se limitaba a mirar mientras metía pedazos de tocino a su boca. Eli la observó molesta.

—¿Podrías ir a pedir una botella de agua, por favor? —le pidió a su hermano.

El chico asintió como respuesta, levantándose del asiento. Cuando estuvo lo suficientemente lejos, Eli miró a su hermana con reproche, esperando alguna explicación.

—Estás espantosa —dijo simplemente, observando las bolsas bajo sus ojos y su castaño cabello despeinado y enredado sobre sus hombros—. Esa bata no te favorece.

—Diría que no viniste a criticarme, pero es que ni siquiera sé a que viniste. ¿Qué es todo esto?

—¿Qué? ¿No puedo venir al estado y querer visitar a mi hermanita? —preguntó burlona. Al ver que a Eli no le había hecho gracia, bufó—. Le ofrecí al Sr. Goldman la idea de que, como todos estos psicópatas no podían ir a casa a cenar con su familias, podían organizar una cena en las cafeterías para que al menos pudieran ver a sus seres queridos unas horas en noche buena. Nadie merece pasar estas fechas solo, por más loco que esté.

—Wow, Elena. No esperaba algo tan lindo viniendo de ti —confesó—. Pero no por eso tenías que traer a Jack a este lugar. ¡Lo trajiste al matadero! No es un lugar seguro para él.

—Bueno, era esto o dejarlo en casa del tío Barin cenando la no muy apetecible comida de la tía Celia. Llorando al recordar las felices vísperas de navidad que vivíamos con mamá.

—Hubiera estado seguro que es lo importante. Además, con o sin nosotras, sabes que no es lo mismo.

—Mamá está muerta. Nada nunca será lo mismo y debe acostumbrarse a eso —respondió Elena tomando su bolso de cuero y colocándola sobra la mesa.

Antes de que pudieran darse cuenta, Jack estaba parado a su lado con las botellas de agua en la mano. Había escuchado lo que dijo Elena. Con el semblante serio, colocó las dos botellas sobre la mesa y salió caminando a paso rápido por detrás de Eli, apretando los puños con impotencia.

—Mierda —susurró—. ¡Jack! ¡Ven aquí, no es seguro! —llamó a la vez que salía corriendo detrás de él. Mientras, Elena observaba desde su asiento con una pequeña sonrisa de labios cerrados, desviando la mirada a una mesa en específico cerca de la puerta.

La mesa era la de Alex, sentado frente a su padre a pocos centímetros de la puerta. El Sr. Steffman expresó tristeza al ver como su hijo lo observaba sin expresión alguna en su rostro.

—¿Qué haces aquí? —preguntó serio.

—Pensaba que te haría bien pasar esta noche acompañado.

—No debiste venir.

—Hijo, estaba preocupado por ti. No te veo en meses —confesó entristecido.

—No quieras venir a realizar el papel de padre después de 20 años. No te preocupaste por mí en todos los años en los que pegabas y violabas a mamá —respondió llenándose de furia.

—Estaba borracho —susurró avergonzado, apartando la mirada.

—Claro, y eso te absuelve de todos los errores. ¿Por qué lo hacías, papá? ¿Por qué bebías hasta perder la conciencia? Hasta que te volvías un monstruo...

—Lo hacía por ti —interrumpió.

—Ya, ahora la culpa la tengo yo —se mofó.

—No es eso.

—Porque por mí bebías hasta el amanecer. Por mí perdiste el empleo. Por mí golpeaste a mamá. Por mí golpeaste a la abuela y a mi madre hasta que quedaron desmayadas.

—Dios, ¡Eso lo hiciste tú! —El Sr. Steffman no se había dado cuenta del error que había cometido hasta que lo dijo.

—¿Qué?

—Sé que recuerdas que yo lo hice, pero las cosas no pasaron así. Alexander, tienes síndrome de Edipo. Quien posee esta enfermedad siente una extraña atracción amorosa hacia su progenitor del sexo opuesto, y unos fuertes celos hacia el progenitor del mismo sexo. Cuando te preocupabas por tu madre, es porque te gustaba. Odiabas que le pegara por la misma razón. Al saber lo que tenías, comencé a beber. Bebía para olvidar tu enfermedad y las dos veces que trataste de matarme por celos, tres contando la vez que me apuntaste con esa pistola luego de encontrar a tu madre y abuela sangrando en el piso, creyendo que yo lo había hecho, cuando realmente lo habías hecho tu la noche al anterior en una escena de celos. El estrés en ese momento fue tan fuerte que quedaste inconsciente y tuvimos que llevarte al médico. Según este, tu mente alteró la historia ante tan fuerte trauma —lo soltó todo lo más rápido posible.

Lo que no imaginaba era que después de contar toda la verdad se iba a sentir tan... liberado.

—Eso no tiene sentido.

La verdad, sí lo tenía. Eso explicaba el por qué sentía tanta furia del solo ver a su padre. No estaba resentido, estaba celoso.

—Tu madre y yo no te dijimos nada para no preocuparte y por miedo a que hagas algo peor. Pero hiciste todo más fácil cuando viniste aquí. Tuvimos que llamar al decano y decirle que solo debían seguirte el juego.

—Solo estás mintiendo —se negó a aceptarlo.

—Tu madre me prohibía venir aquí. No sabía si te habías vuelto tan peligroso para mí como creía. Decía que tu enfermedad, sumado al tiempo que tienes aquí, haría que me asesinaras en el primer momento que me vieras.

—No, cállate.

—… Creyó que no comunicarte con ella durante unos años haría que dejaras el apego. Pero a pesar de todo... ambos aún te amamos, hijo.

—¡Ya deja de mentir! —gritó Alex golpeando la mesa con sus manos, haciendo caer los platos y vasos sobre la pequeña madera. Al ver como la mayoría en la cafetería lo observaban curiosos, en especial Elena, la hermana de Elizabeth, trató de regular su acelerada respiración—. Papá… dime que estás mintiendo. Dime que mientes y que estas ganas de pegarte un puñetazo en la cara son solo del rencor que te tengo por haberle pegado a mamá… y no por los celos de que cuando salgas de aquí estarás con ella… y yo estaré solo.

El Sr. Steffman se limitó a apretar los labios, arrepentido de haber contado la verdad. Alex al no recibir respuestas, asintió repetidamente. Todos los años que había pasado en el internado creyendo que era el único que estaba sano mentalmente, solo habían sido una mentira. Toda su vida había sido una mentira. Aún no sabía si lo que decía su padre era real, pero es que todo encajaba tan bien. Por eso siempre había sido más el “hijo de mami" que de papi, incluso antes de que su padre comenzara a beber.

No, era demasiado para procesar. Se levantó del asiento y simplemente salió de la cafetería, echando una corta mirada a una se las mesas cerca de las ventanas, en donde Sheyla discutía con los que parecían ser sus padres. Habían venido de Canadá solo por esta cena, y ahora Sheyla se limitaba a quedarse callada mientras tomaba un vaso de agua, con la presión de las miradas de sus padres sobre ella.

—¿No piensas comer? —preguntó su madre, Diane Rizzo, con poco interés en la respuesta.

—No tengo hambre, comí hace unas horas.

—¿Hace cuento?

—Esta mañana.

Su madre bufó como respuesta.

Sheyla, completamente avergonzada ante sus padres, tomó el tenedor sobre la mesa y picó el trozo de lasaña con desinterés. Pero al tomar un pedazo de lo que para otros sería una apetitosa comida, al verla, para ella solo le recordaba a aquella pequeña masa en forma de cubo color crema que Jennifer le había dado de comer hace años. Le había dado carne humana, y ahora no podía comer nada solido sin recordar el exquisito sabor de aquel platillo. Por eso había dejado de comer carne hace años, sin hablar de lo obesa que eso la hacía sentir. Había logrado olvidar el sabor, pero nuevamente por culpa del maldito internado, había vuelto caer.

—No puedo —dijo tirando el tenedor sobre el plato y empujándolo lejos de ella.

—Era de esperarse —dijo su padre mirando por la ventana.

—No sé como llegamos a tener la mínima esperanza de que en este tiempo hayas podido cambiar —dijo su madre decepcionada—. Pensábamos sacarte, pero no puedo poner a un saco de huesos como dueña de nuestras negocios.

—¿Hablas en serio? —preguntó Shey sintiéndose repentinamente molesta. Soltó una risa seca—. Literalmente tenía 2 años sin verles la cara y lo primero que hacen al venir aquí es criticarme? Osea… ni siquiera se preocupan de como terminé en este edificio si la última vez que me vieron estaba en el principal.

—Me hago una idea, te morías de hambre y te descubrieron, misterio resuelto —interrumpió su padre.

—¡Dios! ¡¿Podrían alguna vez preocuparse por algo más que no sea mi apariencia física?! —exclamó molesta.

—¿Tienes algo más interesante que contar? A ver, ¿Qué tan aburrida es tu vida desde que llegaste aquí? Desde que no tienes todo lo que tu padre y yo te dábamos —retó su madre.

Sheyla, enojada, intercambio miradas entre su padre y su madre, preguntándose internamente si lo que iba a hacer estaba bien y las consecuencias que traería. A la mierda, ya todo está jodido, ¿Qué más podría pasar. Shey tomó aire antes de hablar.

—Mamá, papá, soy cómplice de asesinato —soltó viendo como su padre tensaba la mandíbula y su madre se paralizaba en su asiento—. Vi como mi amiga empujaba a un chico de un acantilado y ayudé a enterrar su cuerpo y su destruido cráneo en un bosque de nuestro propio pueblo. Luego un sociópata se enteró de lo que hicimos y nos acosa con eso, obligándonos a hacer lo que él quiera. Sospechamos que es el decano pero no tenemos pruebas solidas a parte de los sucios secretos que guarda el internado, el cual hace experimentos ilegales con nosotros. Ah y por cierto, el chico al que enterré es el ex de la chica que me dio de comer a sus padres triturados. Así que sí, a parte de anoréxica, soy caníbal. ¿Algo más que quieran saber? —preguntó satisfecha al ver como sus padres habían quedado sin palabras frente a su confesión—. Sí, me lo imaginé.

Se levantó del asiento y se dio la vuelta rápidamente para ocultar su sonrisa. Levantó la cabeza saliendo de la cafetería victoriosa. Probablemente había cometido un gran error y había puesto en riesgo la libertad de sus amigos, pero había valido la pena. Tal vez haya sido mala idea dejar a sus padres solos en una cafetería llena de dementes. Pero todos estaban con sus familiares, probablemente estarían bien…probablemente.

Camino a las escaleras hacia el tercer piso para subir a su habitación. Sheyla vio a Alex acercarse viniendo desde el pasillo contrario, a la vez que de las escaleras al primer piso Eli se acercaba subiendo, juntándose los tres a mitad del pasillo.

—Se supone que no nos hablamos —dijo Alex.

—A la mierda, ya mañana nada de esto importará. Además todos están con sus familias en la cafetería —dijo Eli.

Los 3 comenzaron a caminar juntos por el pasillo al lado de las escaleras.

—Cierto, ¿Cómo les fue con eso? —preguntó Alex.

—Acabo de venir de llevar a mi hermano hasta la entrada para que fuera a esperar a mi hermana al auto. Ella lo trajo para que no estuviera solo —contó Eli deslizando su dedo en la pared mientras caminaba.

—¿En qué estaba pensando?

—No lo sé y no quiero ni imaginarlo. Mi hermana siempre ha sido un caso. ¿A ti como te fue? —preguntó a Alex.

—Pues… vine aquí creyendo que no tenía ninguna enfermedad mental y resulta que realmente si tengo una, por irónico que suene —confesó Alex.

—No jodas, ¿Qué tienes? —preguntó Shey sorprendida.

—Según mi papá, síndrome de Edipo. Tengo atracción sexual por mi madre y celos de mi padre. Tanto que casi la mato, pero había bloqueado esos recuerdos —contó cabizbajo, dejando a ambas en silencio.

—… Mierda —dijo Eli en el incómodo silencio.

—Sí… mierda.

Si antes para Elizabeth era difícil estar con Alex por todo lo que estaba pasando, esto lo complicaba aún más. El tan solo pensarlo hacía que a Eli le dieran arcadas. Realmente habría preferido nunca saber eso. Osea, si alguna vez llegan a estar juntos, ¿Ella debería de sentir celos de su suegra? Dios, ¿Pero qué estaba pensando? Ellos ni siquiera tenían algo. Ya no eran nada. Eso ya no es su problema, por mucho que le moleste.

—¿No podías ser simplemente un asesino como el 80% de los que están aquí? —Sheyla rompió el silencio, causado pequeñas risas en ambos.

—Y tú, Sheyla, ¿Cómo te fue con tus padres? —preguntó Alex.

—Pues después de 2 años solo vinieron a ver si podían usarme como el nuevo rostro joven para sus negocios y sus hoteles. Así que… exploté y les conté todo.

—¡¿Qué?!

—¡Sheyla!

—¡Lo siento! En mi defensa estaba muy enojada.

—¡¿Cómo se te ocurre?! —preguntó Eli.

—¿Qué? Como dijiste, a partir de mañana ya nada de esto importará. Estamos cerca de acabar con esto y si lo hacemos, el internado estará inundado de reporteros. Todos se enterarán de igual forma —se defendió.

—¡No por eso debías contarlo! Pueden ir a hablarlo con el decano.

—Créeme, los conozco. Saben lo que todo eso involucraría. Son idiotas pero inteligentes.

—¿Qué te lo asegura?

—No les conté todo.

—¿Algo que pueda hacer que nos lleven a la cárcel? —continuó Eli. Al no recibir respuestas, asumió la respuesta, bufando frustrada—. ¡Dios!

—¡No dije nombres!

—Eh… chicas —llamó Alex interrumpiendo su conversación.

Ambas lo miraron dejando de caminar sin entender su tono de preocupación. Siguieron su mirada hasta abajo, dándose cuenta de las manchas de sangre en el piso.

Las manchas iluminadas por la luz de la luna entrando por la ventana parecían pisadas y llevaban hasta el interior del baño de mujeres. Luego de intercambiar miradas asustadas, Elizabeth abrió la puerta con las manos sudorosas de los nervios, metiéndose en el baño. Las pisadas con forma de suela de tacón continuaban hasta el último cubículo del fondo, donde la puerta medio abierta permitía dejar ver unas blancas piernas con tacones dentro de los mismos. Con miedo, los tres de acercaron sin saber lo que esperar, quedando boquiabiertos frente al cubículo.

Tirada al lado del retrete se encontraba la Sra. Di-Leneed, la madre de Sara, desangrándose por el estómago. Elizabeth llevó las manos a su boca impactada, girandose y comenzando a dar vueltas en el mismo espacio sin saber qué diablos hacer.

—¡Sra. Di-Leneed! ¡¿Cómo pasó esto?! —preguntó Sheyla arrodillándose frente a ella.

—Yo solo... so-solo quería encontrar a mi hi-hija —habló entrecortadamente.

—No, no, no, esto no debería estar pasando, no otra vez —se repitió Eli con las manos en su cabeza.

—Yo… —trató de hablar, pero el aire ya no llegaba a sus pulmones. Supo que su hora ya había llegado y que no podía decir mucho. Así que solo se limitó a decirles lo importante—. N-no… no confíen en na…nadie —advirtió en sus ultimas palabras.

Luego... silencio. Su pesada respiración había cesado y parecía que todo a su alrededor estuviera en completo silencio. Por lo que al escuchar el sonido se notificación del celular de la Sra. Di-Leneed, se sobresaltaron. Tras un buen rato de sonar y sonar, Elizabeth, aún sin procesar lo que acababa de pasar, tomó el celular antiguo del bolsillo de su abrigo, colocado sombre su apretado vestido. Leyó el mensaje desde la barra de notificaciones.

——————————————————
Fecha: 24/12/18.
Número: Desconocido.

Podemos quitar otro nombre de la lista de invitados a la fiesta navideña. Que lastima. Pero bueno, ahora hay más diversión para nosotros.

¿Qué dicen? ¿Listos para navidad? 09:58

—OX.

——————————————————

¿Eso qué diablos significaba?

●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●

Solo vengo a aclarar que, como vemos en este capítulo, no todos los orígenes ni los recuerdos de los personajes son estrictamente como ellos los cuentan.

Y perdón por no publicar en 2 semanas, la escuela no me deja tener vida .-.

Eso, chao.

—OX.

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