Annie y el Misterio del Prínc...

By -luxtomlinson

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La guerra ha comenzado y eso Annie lo tiene muy claro. Tiempos oscuros aproximándose, dejar la niñez atrás, p... More

C A S T
1. ¡¿Qué quien le dio un qué a Annie?!
2. Misión de rescate
3. Hola, razón de mi existencia
4. Te extrañé mucho, lobita.
5. You're the best brother in the world
6. Callejón Diagon
7. La mano de Dumbledore
8. No hace falta que me llame "señor", profesor.
9. Propiedad del Príncipe Mestizo
10. ¿Por qué Harry no puede ser feo?
11. El collar maldito
12. Eres un estúpido Ron
14. ¡No ocupen la sala de menesteres!
15. El mini infarto
16. El bezoar
17. Las clases de aparición
18. Ron fue envenenado
19. El desastroso partido
20. La deducción de Harry
21. Los fantasmas son transparentes
22. Felix sabe lo que hace
23. Sea valiente, profesor
24. Por las miles de veces que pienso en ti
25. Deberían besarse para romper la tensión
26. Dumbledore está muerto
27. R.A.B
28. El funeral y el final

13. Estúpidos filtros de amor

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By -luxtomlinson

-¿Seguros que podemos entrar en su sala común? -preguntó Daphne nerviosa mientras se dirigían a la Torre de Gryffindor.

-Claro, siempre entran alumnos de otras casas a celebrar -dijo Annie mientras abrazaba a la Hufflepuff.

-Pero somos Slytherin -dijo Theo tomado de la mano de Hermione.

-¿Y?

-Pues..

-Chicos, disfruten la fiesta, y si no se sienten cómodos, podremos ir a la Sala de Menesteres -sugirió Annie mientras Hermione susurró la contraseña y pasaban por el hueco.

La sala común estaba llena de gente y música. Había personas de todas las casas bailando y gritando, personas bebiendo cerveza de mantequilla y comiendo de las provisiones traídas de las cocinas. Annie hizo pasar a todos mientras se cerraba el retrato, nadie les ponía mucha atención, cada quien estaba en su burbuja.

-Diviértanse, ¿si? Iré a ver si Harry está arriba -Annie se separó de ellos mientras Annissa saludaba tímidamente a Denniss, quien se acercaba a ella.

Subiendo a los dormitorios todavia se escuchaba la música pero con menor intensidad. Annie tocó suavemente la puerta y giró el pomo. La habitación de los chicos estaba igual que siempre, mientras Harry se colocaba una camisa.

-¿Estás listo? -preguntó Annie entrando y cerrando la puerta. Se acercó y dejó caer en la cama del pelinegro.

-Si -respondió Harry dándose la vuelta. Se acercó a Annie y agachándose, la besó- ¿los chicos quisieron venir?

-Si, están abajo con Hermione, pero vine a buscarte -dijo mientras se levantaba y se acercaba al espejo. Se pasó las manos por el cabello, intentando desenredarlo un poco. Harry se acercó y la abrazó por detrás, recargando la barbilla en su hombro.

-Hey, te hiciste otro -dijo Harry señalando el pequeño y brillante arete extra de Annie en su oreja- me gusta.

Annie sonrió.

-Vamos abajo -dijo tomándolo de la mano para llevarlo a la sala común. Al bajar por las escaleras, la música volvía a ser fuerte. Los chicos se habian sentando en un rincón de la sala común hablando y al parecer todo iba bien.

-Hasta que por fin aparecen -dijo Blaise ofreciéndoles una cerveza de mantequilla. Annie tomó una y la abrió dando un sorbo, era refrescante- debo admitir que aquí se está muy bien. Si me disculpan, iré a llenarme de provisiones a esa mesa de allá.

Annie rió cuando Blaise se levantó apresuradamente a la mesa de comida.

-¿Y Ron? -preguntó Hermione buscándolo.

-No lo sé, no lo he visto desde que bajó hace rato -dijo Harry tomando de su cerveza. Annie se recargó en su costado, mientras escuchaba lo que Theo estaba contando.

Habían pasado alrededor de cinco minutos de cuando Blaise regresó y repartió la comida, cuando los Gryffindor comenzaron a gritar y silbar. Annie volteó para ver qué era lo que ocasionaba aquello, cuando se llevó la enorme sorpresa de ver a Ron besando a Lavender Brown. O no besando, más bien succionando el rostro del otro.

-Vaya -murmuraron los chicos. Daphne se levantó abruptamente del sofá. Miraba la escena con la boca abierta y lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos. Dio un paso hacia atrás y rápidamente salió corriendo de la sala común.

Annie se levantó de un salto, preocupada.

-Iré yo -dijo a los demás para salir de la torre. Comenzó a caminar y se arrepintió de no haber pedido el mapa de Harry. Abrió la puerta de la primer aula que encontró y ahí estaba la rubia, sentada en la ventana mientras se abrazaba a sí misma. Daphne levantó la vista y Annie avanzó hacia ella, sentándose a su lado.

-Ron es un idiota -dijo Annie.

La rubia se encogio de hombros.

-Pensaba decirle hoy lo que siento por él -susurró mientras se quitaba las lágrimas del rostro- iba a esperar a que llegara con nosotros y no sé.. salir a los jardines y decírselo pero.. ya es demasiado tarde.

-No lo es -respondió la castaña abrazando a su amiga- Ron es demasiado idiota para darse cuenta de algo, creéme. Y muchas veces actúa sin pensar y..

Pero se vieron interrumpidas por la puerta que se abrió bruscamente. Lavender y Ron entraron de la mano, mientras la primera se reía.

-¡Uy! ¡Ocupado! -dijo entre risitas mientras jalaba a Ron de regreso y cerraba la puerta, dejando al pelirrojo confundido.

Daphne sollozó y dejó caer su cabeza en el hombro de Annie.

(...)

Annie estaba terminando su redacción para la clase de Pociones en la biblioteca junto a Hermione y Harry, pues Ron últimamente no tenía tiempo para nada más que para besarse con Lavender, y para los tres amigos era demasiado incómodo estar cerca de ahí.

Escuchó unas risitas y levantó la vista. Romilda Vane y su grupito de amigas estaban tras unas estanterías, mirando a Harry, como siempre. Annie bufó.

Ya no sabía cómo hacer que esas niñas dejaran en paz al pelinegro. Lo seguían a la gran mayoria de partes y le coqueteaban enfrente de ella, y Annie tenía ganas de echarles una maldición.

Harta de que siguieran con sus ruiditos impidiéndole concentrarse, llamó la atención de Harry, quien la miró y no tuvo tiempo de reaccionar cuando Annie lo besó.

Se separaron y Annie observó con satisfacción y alivio que le dirgían malas miradas y se iban retirando de la biblioteca.

-Gracias -dijo Hermione volviendo a su redacción.

Harry la miraba perdido.

-Ann, ¿porqué..?

-Porque tus admiradoras no me dejan concentrarme -respondió Annie.

-Por cierto, ve con cuidado, Harry -aconsejó Hermione.

-¿De qué están hablando?

-Antes de venir aquí pasé por el cuarto de baño de las chicas, y allí me encontré con casi una docena de alumnas (entre ellas Romilda Vane) intentando decidir cómo hacerte beber un filtro de amor. Todas pretenden que las lleves a la fiesta de Slughorn, y sospecho que han comprado filtros de amor en la tienda de Fred y George que, me temo, funcionan.

Annie dejó su redacción y se cruzó de brazos. Ya tenía una muy mala experiencia con los filtros esos.

-¿Y por qué no se los confiscaste?

-Porque no tenían las pociones en el lavabo -contestó ella, con desdén-. Sólo comentaban posibles tácticas. Como dudo que ni siquiera ese Príncipe Mestizo -le lanzó otra arisca mirada al libro- fuese capaz de encontrar un antídoto eficaz contra una docena de filtros de amor diferentes ingeridos a la vez, siguen esperando a que invites a alguna de ellas a la fiesta de Slughorn.

-Pero iré con Annie -dijo desconcertado.

-Tienen la esperanza de que te arrepientas e invites a alguna de ellas -dijo Annie con el ceño fruncido.

-Qué estupidez -resopló Harry- ¿que no Filch había prohibido los productos de Sortilegios Weasley?

-¿Y desde cuándo alguien hace caso de las prohibiciones de Filch? -replicó Hermione, concentrada en su redacción.

-¿No decían que también controlaban las lechuzas? ¿Cómo puede ser que esas chicas hayan entrado filtros de amor en el colegio?

-Fred y George los han enviado camuflados como perfumes o pociones para la tos -explicó Hermione-. Forma parte de su Servicio de Envío por Lechuza.

-Veo que estás muy enterada.

Annie sonrió divertida al ver la cara que Hermione había puesto.

-Vienen en las botellitas que Fred y George nos enseñaron en su tienda -explicó Annie y de repente frunció el ceño- ¿Qué pasaría si yo te diera alguna?

Hermione rió.

-Está demasiado enamorado de ti por lo que no creo que haya algún cambio -dijo Hermione divertida. Harry se sonrojó y fulminó a su mejor amiga.

Annie rió y negando, se acercó a Harry dándole un beso en la mejilla. No pudo decir nada cuando se escuchó un ruido.

Alguien había pasado cerca de ellos entre las oscuras estanterías. Esperaron y, segundos después, el rostro de buitre de la señora Pince apareció por una esquina; la lámpara que llevaba le iluminaba las hundidas mejillas, la apergaminada piel y la larga y ganchuda nariz, lo cual no la favorecía precisamente.

-Ya es hora de cerrar -anunció-. Devuelvan todo lo que hayan utilizado al estante correspon... Pero ¿qué le has hecho a ese libro, depravado?

-¡No es de la biblioteca! ¡Es mío! -se defendió Harry, y agarró su volumen de Elaboración de pociones avanzadas en el preciso instante en que la bibliotecaria lo aferraba con unas manos que parecían garras.

-¡Lo has estropeado! ¡Lo has profanado! ¡Lo has contaminado!

-¡Sólo es un libro con anotaciones! -replicó Harry, tirando del ejemplar hasta arrancárselo de las manos. A la señora Pince parecía que iba a darle un ataque; por lo que Annie y Hermione jalaron a Harry fuera de la biblioteca.

-Si no vas con cuidado te prohibirá la entrada a la biblioteca. ¿Por qué has tenido que traer ese estúpido libro?

-Yo no tengo la culpa de que esté loca de remate, Hermione. O tal vez se haya puesto así porque te oyó hablar mal de Filch. Siempre he pensado que hay algo entre
esos dos...

Annie rió.

Caminaron hasta la sala común entre risas y teorías acerca de Filch y Madame Pince.

-«Baratija.» -Harry pronunció la nueva y divertida contraseña ante la Señora Gorda.

-Como tú -le respondió la Señora Gorda con una picara sonrisa, y se apartó para dejarlos pasar.

-Hasta los cuadros -dijo Annie exasperada.

-¡Hola, Harry! -lo saludó Romilda Vane apenas el muchacho entró por el hueco en la sala común, ignorando a Annie olímpicamente-. ¿Te apetece una tacita de alelí?

-Disculpa, pero mi novio y yo tenemos bastantes cosas que hacer -dijo Annie sonriéndole y arrastrando a Harry a su dormitorio.

Annie iba maldiciendo, producto de los celos. No recordaba que alguna vez haya estado así de celosa. ¿Porqué se empeñan en meterse en la vida de los demás? Todos ahí saben que Annie y Harry llevan una relación de años, pero les importa un comino a quien lastimar para llegar al pelinegro.

En cuanto llegaron al dormitorio y con suerte que no había nadie, Annie dejó su mochila en el suelo y se sentó en la cama de Harry, hundiendo su rostro en sus manos. No quería ser mala con los demás, de verdad que no, pero los celos la consumían. Era un sentimiento de inseguridad horrible, que había vivido justo el año pasado.

Sintió como la cama se hundía a su lado y sintió la calidez de Harry cuando este la abrazó y atrajo a su pecho.

-Yo te amo, lo sabes ¿no? Te amo con mi vida y nadie cambiará eso. Te amo desde que éramos niños y lo sigo haciendo, Annette Black-Lupin. Y además, me encantó como la pusiste en su lugar.

Annie sonrió un poco, un peso descargándose al escuchar esas palabras. Sintió como Harry acariciaba su espalda con los dedos, relajándola, haciéndola sentir adormecida.

Se acomodó de lado recargando su rostro en el hombro de Harry, mientras él colocaba la manta en el regazo de ambos.

-Me despiertas a las seis, ¿si? Debo alistarme -murmuró adormilada. Harry hizo un ruidito de afirmación y abrió su libro de Pociones para leer un rato antes de tener que ir a la fiesta.


Maratón 3|?

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