26. Dumbledore está muerto

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Todo era un caos.

Hechizos volaban y se estrellaban contra las paredes. Annie había encerrado a los menores en sus salas comunes con los más fuertes hechizos de protección que conocía, pero no pudo evitar que los mayores de edad salieran a luchar. Todo el ED había estado dispuesto a pelear, pero Annie no habia permitido que Issa saliera.

La marca tenebrosa estaba sobre el castillo, dándole una visión de terror. Annie peleaba contra un mortífago, con Daphne a sus espaldas. La castaña tenia la suerte de ser buena en duelos, sino habría muerto mucho antes.

-¡Desmaio!

La voz de Blaise le supuso un enorme alivio, dándole tiempo para respirar.

-Gracias Blaise.

Se preguntaba si Harry y Dumbledore ya habrían llegado, en dónde estaría Draco y de quién era la Marca Tenebrosa. Escuchó pasos apresurados y se giró. Una horda de mortífagos iba corriendo y celebrando.

Snape tenia a Draco agarrado del cuello de la túnica y prácticamente lo arrastraba. Annie lanzaba hechizos a los mortífagos, sin detenerse a ver a los demás. Observó a Tonks un poco más allá batiéndose a duelo con dos mortífagos, pero no parecía estar teniendo problemas con estos. La Orden del Fénix había llegado justo a la hora para defender Hogwarts.

Escuchó otros pasos apresurados y levantando la varita lista para lanzar un hechizo, Harry apareció luciendo terriblemente agitado.

-¡HARRY!

El azabache corrió hasta ella y la tomó de la mano.

-Dumbledore murió. Snape lo mató -le informó y observó como su rostro tenia algunas lágrimas. Ambos corrieron al exterior y miraron manchas de sangre en el suelo.

El frío aire nocturno le asateó los pulmones, pero siguió tras ellos todo lo deprisa que pudo. A lo lejos vieron un destello de luz que dibujó brevemente la silueta de Snape; no supo de dónde provenía aquella luz pero continuó corriendo, pues todavía no estaba lo bastante cerca para lanzar una maldición. Otro destello, gritos, rayos luminosos que contraatacaban, y entonces lo comprendió: Hagrid había salido de su cabaña e intentaba detener a los mortífagos que huían. Pese a que cada vez que respiraba los pulmones parecían a punto de
estallarle y a que notaba una fuerte punzada en el pecho, Harry aceleró mientras una vocecilla interna le repetía: «A Hagrid no… A Hagrid no…»

Annie sintió cómo los seguían y dándose la vuelta, hechizó a los dos mortífagos.

Entonces vio la enorme silueta de Hagrid, iluminada por la luna creciente que de pronto asomó por detrás de una nube. El mortífago rubio le lanzaba una maldición tras otra al guardabosques, pero su inmensa fuerza y la curtida piel heredada de su madre giganta parecían protegerlo; sin embargo, Snape y Malfoy seguían alejándose: pronto traspondrían las verjas y podrían desaparecerse.

Harry pasó a toda velocidad por delante de Hagrid y su oponente, apuntó a la espalda de Snape y gritó:

-¡Desmaius!

Pero no acertó: el rayo de luz roja pasó rozando la cabeza de Snape, que gritó «¡Corre, Draco!» y se dio la vuelta. Harry y el profesor, separados por unos veinte metros, se miraron y levantaron las varitas a un tiempo.

-¡Cruc…!

Pero Snape rechazó la maldición y lanzó a Harry de espaldas antes de que éste hubiera pronunciado el conjuro.

Annie intentó lanzarle un hechizo a Snape, pero lo desvió fácilmente. Escuchó cómo un mortífago lanzaba un hechizo a la cabaña de Hagrid A continuación
se oyó una explosión y una trémula luz anaranjada lo iluminó todo. ¡La cabaña de Hagrid estaba en llamas!

Annie y el Misterio del PríncipeOnde histórias criam vida. Descubra agora