Delirium

By sugarmeli

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El problema era que a Kouyou Takashima nadie le decía qué hacer, hasta que Yuu Shiroyama le dio una orden por... More

Así
EL REBELDE OBEDIENTE
DUEÑO
AÚN DESPUÉS
TARDE LIBRE
DECISIÓN
SIN VUELTA ATRÁS
POR FIN
PLÁTICA
SOSPECHA
REALIZACIÓN
RECUERDOS
AMO
PLANES
ESTRATEGIA DE GUERRA
SEGUNDO ADIÓS
LO QUE EN REALIDAD PASÓ
DOS MESES
CONSECUENCIAS
ENAMORAR
ESPÍA
PENSAR EN TI
CAMINOS QUE SE CRUZAN
VIENTOS DE CAMBIO
DECISIONES EXTREMAS
LLAMADA
PENDIENTES
REGRESO
DELIRIUM NOCTURNUM
Delirium Tremens/ Epílogo

OPORTUNIDAD

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By sugarmeli



Decidió no ir a clases ese día, la verdad era que su papá tenia razón, estaba harto de ir a la preparatoria, pero lo prefería, prefería mil veces ir que estudiar algo que no quería, le gustara a su papá o no. Por otro lado, la preparatoria tenía sus ventajas, todo un cuerpo estudiantil manipulable, temas realmente fáciles donde se podía enfocar en otras cosas, podía estudiar por su cuenta algunas materias que le interesaban. Y por supuesto estaba él, Kouyou Takashima.

Aquel niño con cabello oscuro que de repente aparecía en todos lados y que por alguna extraña razón no podía dejar de mirar. En realidad había muchas cosas que admirarle, es decir, Kouyou no solamente era hermoso, tenía una personalidad sumamente atrayente y relajada, continuamente estaba rodeado de personas, se le hacía fácil hablar con las personas. Le gustaba ser el centro de atención y sobre todas las cosas que lo respetaran, era el líder, el que tomaba las decisiones y no iba de acuerdo con los demás. Nada que ver con el Kouyou que Yuu conocía, tal vez era eso, lo que mas le intrigaba de aquel niño.

Yuu siempre había sido el rebelde, pero de distinta forma, no le gustaba llamar la atención, al contrario, mantenía el perfil bajo con las multitudes. Odiaba salir a las fiestas a socializar, en cambio solo lo hacía cuando tenia ganas de tener sexo y no le tomaba mucho. Se llevaba bien con una sola persona en el instituto y ni siquiera era su amigo, a los demás les hablaba por necesidad o conveniencia. Era popular por su actitud, por su personalidad que la mayoría consideraba "misteriosa" y la fama que tenía con las mujeres. De ahí a, ¿entablar lazos? Nadie era lo suficientemente interesante.

Excepto ese chico de sonrisa altanera e impactantes piernas. No se había visto en la semana, después de haber pasado aquel momento tan agradable en su habitación, Yuu no lo había encontrado el lunes siguiente y su asesoría no sería hasta después. Tal vez por eso, decidió quedarse en casa, estudiar por su cuenta y esperar a que fuera momento de volver a besar los labios de aquel chico.

Giró una vez mas en la cama, estaba aburrido, ya no quería seguir pensando en Kouyou, tenía que aprovechar su tiempo en algo más, pero no quería moverse. Se estaba convenciendo de bajar a comer cuando el teléfono comenzó a sonar, aquello le sorprendió pues casi nunca sonaba en su casa, siempre era su celular y si necesitaban hablar con sus padres lo hacían directo en el hospital. Con pereza se arrastró por la cama hasta alcanzar el aparato sobre su escritorio.

—Diga, residencia Shiroyama —contestó con voz cansina.

—Buenos días, ¿se encontrará Yuu Shiroyama? —dijo una voz femenina del otro lado.

Yuu alzó una ceja acomodándose mejor en la cama, sentándose sobre esta—. Soy yo —contestó con curiosidad.

—Ah, hola. Soy Maki Yamagata del departamento de admisión de la Universidad de Tokio —saludó alegremente, la mujer se escuchaba joven.

El pelinegro creyó haber escuchado mal, de todas las universidades que en algún momento lo habían contactado, la Universidad de Tokio no era una de ellas. Su universidad soñada. Apretó el teléfono con fuerza.

—Dígame —dijo después de reaccionar a su breve impacto.

—Bueno Yuu, verás. Algunos académicos escucharon acerca de ti, revisaron tu historial y después de algunas pláticas, estuvieron de acuerdo en ofrecerte una plaza en nuestra universidad. No sé si estés interesado —explicó.

Yuu se levantó de inmediato de la cama, casi cayendo al pisar sus zapatos—. Claro que estoy interesado —dijo a duras penas.

La mujer rió levemente ante el entusiasmo—. Dime, ¿qué carrera estarías interesado en estudiar? —preguntó.

Aquello lo descolocó por completo, generalmente las universidades que escuchaban acerca de él, era por su padre quien insistía en promoverlo como aspirante a la carrera de medicina y las que no, hablaban con sus padres primero, quienes decían que Yuu solo estudiaría en la universidad si era aquella carrera. El corazón le latía fuertemente de emoción al escuchar que podría ser su decisión, incluso pensó que podría ser una broma.

—Espera, es decir que, ¿me están ofreciendo la carrera que yo quiera? —preguntó tratando de que la emoción no se reflejara en su voz.

—Sí así es. Aunque me comentaban que estabas interesado en... —escuchó como revolvían papeles. Las esperanzas de Yuu cayeron al piso y su estado de ánimo pasó de emoción a decepción en menos de un segundo—. ¿Finanzas o negocios? —dijo al fin.

La esperanza volvió como un segundo aire, entendió que la recomendación había venido de su plática en la mansión Takashima, no podía creer su suerte.

—Sí, estoy interesado en estudiar eso —fue lo único que logró contestar.

—Que bien. Mira, te explico, la universidad no le ofrece plazas a cualquier persona. Sin embargo tu caso es distinto, por lo cual, te ofrecemos un beca completa, la cual además de incluirte colegiaturas, te incluye estadía y dinero para vivir, en caso de que no vivas en Tokio —Yuu sinceramente pensó que estaba soñando, no había manera en que aquello estuviera pasando—. Por lo que puedo ver, por tu numero telefónico, no vives en la capital. Por eso es que te explico esto. Claro que no la ofrecemos así como así, debes presentar un examen y llenar los formularios necesarios en caso de aprobarlo —terminó.

—O sea, necesito el permiso de mis padres —de nuevo se topaba con otra decepción. Nunca firmarían los papeles para estudiar algo que no fuera medicina.

La señorita se quedó callada unos segundos, como si estuviera revisando algo para contestarle al pelinegro. Podía escuchar los papeles removerse—. Tienes mas de dieciocho, ¿no? —Esperó la confirmación—. Aunque aquí, la mayoría de edad es a los veinte, a partir de los dieciocho puedes tomar tus propias decisiones sin la necesidad de tus padres. Ya sabes por aquello que muchos entran a la universidad a esa edad. Me parece que solo estarías adelantado un semestre, si te admitimos y claro, te quieres quedar con nosotros.

Yuu no podía creerlo. Realmente estaban esperando que entrara desde el nuevo semestre, el cual daría comienzo en un mes, después de las vacaciones de invierno.

—¿Cuándo tengo que hacer el examen? —preguntó con entusiasmo. Por fin, aquella oportunidad de oro, por fin podría irse de ahí, estudiar lo que quisiera y ni siquiera se tendría que preocupar por el dinero.

—El día que tu me digas —contestó la señorita.

—Mañana —dijo apresuradamente causando otra risita por parte de la señorita.

Tokio estaba a solo dos horas de distancia, si faltaba de nuevo a clases, podría ir, presentar el examen y regresar justo a la hora de la cena. No que importara mucho su hora de regreso.

-x-

No creyó que le darían los resultados el mismo día, pero al parecer todos los en la universidad tenían curiosidad de su historial, y por ende sus resultados. Yuu no se sentía ni remotamente inseguro de sus capacidades, el examen le pareció difícil pero no muy complicado. Lo terminó una hora antes de lo previsto y cuando por fin lo entregó, lo hicieron esperar mientras varios revisaban los resultados.

No tardaron en rogarle, literalmente, que se quedara a estudiar con ellos. Le ofrecieron entrar a un propedéutico que empezaba la siguiente semana, la universidad pagaría los gastos. Sin embargo tuvo que negarse, tenía que organizar todo para poder mudarse el próximo semestre, quería tener una conversación civilizada con sus padres al respecto y dejar todo listo para su nueva vida.

Dos días después se dio de baja de la preparatoria sin permiso de sus padres. El director pareció comprenderlo y no puso objeción; aunque el tema de las asesorías quedaba pendiente. Yuu le había pedido al director que le dejara a él explicarle las cosas a Kouyou. ¿Por qué tenia esa necesidad de avisarle? No sabía, ni siquiera quería entenderlo, solo bastaba en dejar que el director le avisara al niño y ya. Sin embargo, e sentía comprometido con él en tantos niveles que su brillante cerebro parecía no poder entenderlo.

Llegó a su casa pensando en cómo despedirse del chico de la mejor forma, realmente no tenía ninguna preocupación adicional, aunque aun no había hablado con sus padres, no era algo que se tuviera que hacer de inmediato, como su plática con Kouyou. Tal vez podría asesorarlo hasta mudarse a Tokio. Aunque no le debía nada al chico.

Estaba fumando en la entrada de la casa, tratando de hacer que aquello pensamientos se esfumaran, apagó el cigarro en el piso y trató de levantarse para entrar, cuando recibió un golpe en la mejilla derecha, tan fuerte que casi logra tumbarlo por la fuerza.

—¿Qué carajo? —dijo sobándose, la herida le pulsaba. Al alzar la vista vio a su padre con expresión seria y el puño cerrado.

—Hablé hoy al instituto y me informaron que te diste de baja, ¿me quieres explicar? —no gritó, solo lo dijo con voz ronca.

—Pues mira, cuando alguien ya no quiere estudiar en el instituto en el que estudia, da de baja su currícula, o sea la escuela ya no te toma en cuenta como su alumno, ni te cobran colegiaturas... —recibió otro fuerte golpe, esta vez en la mejilla izquierda.

—No juegues conmigo o te quito esa actitud a golpes —retó—. ¿Por qué carajo te diste de baja? No me digas que te vas a poner a trabajar, lo cual dudo. Es muy estúpido de tu parte salirte de la escuela si lo que mas deseas es ir a la universidad y dado que según tu, no quieres estudiar medicina, tienes que pagarte tu mismo la escuela. Dejando la preparatoria no vas a lograr nada, serás un maldito desperdicio, mas de lo que ya eres —lo miró con desprecio—. ¿Eso es lo que quieres? ¿Terminar como esos vagos que tenían un futuro brillante y por sobreestimarse terminaron en la calle? Solo quiero que entiendas que no vas a lograr nada, si no estudias y haces lo que decimos, lo hacemos por tu bien, porque sabemos de tu potencial. Si no estás dispuesto a terminar la preparatoria, ni a estudiar medicina, no te quiero en mi casa. Solo no vengas a llorar después cuando no tengas ni dónde caerte muerto, pedazo de escoria —terminó.

Yuu no lo pensó dos veces y le soltó un puñetazo en la mejilla como respuesta, su padre alcanzó a sostenerse con el brazo para no caer por completo, miró a su hijo con absoluto odio.

—Gracias —dijo el menor sin arrepentimiento—. Me acabas de hacer tan fáciles las cosas. Dile a mi mamá que me corriste de la casa y que yo estuve totalmente de acuerdo —entró a la casa dispuesto a empacar sus cosas y largarse de una buena vez.

Sabía que la universidad lo recibiría encantado.

-x-

Estaba estacionado frente a la casa de Kouyou Takashima.

Ciertamente no era la mejor forma de pasar su ultima noche antes de irse a Tokio, ya era tarde no podía llegar a la capital a esas horas; lo mejor era pasar la noche en algún hotel y partir temprano en la mañana. Entonces, ¿Qué hacía ahí? Sus pocas pertenencias en la parte de atrás de su carro, la única posesión que pudo conservar a pesar de todo. Se quedó sentado en el asiento del conductor mirando la mansión como si la puerta se fuera a abrir por arte de magia.

Suspiró abriendo la puerta del auto, por fin haría lo que se había estado debatiendo durante todo ese rato. Bajó y con paso lento se acercó a la reja, tocó el timbre y esperó. No tardaron ni dos minutos en abrirle y dejarlo pasar, los sirvientes no le hicieron ninguna pregunta, ningún comentario, como si supieran quién era. Lo hicieron sentarse en la sala a esperar.

Kouyou bajó poco tiempo después con una mirada sorprendida— ¿Qué haces aquí? —Preguntó mirándolo intensamente, vestía un pantalón deportivo y una playera blanca, parecía dispuesto a irse a la cama—. No te he visto en la escuela —comentó al ver que Yuu no contestaba.

El pelinegro suspiró nuevamente y encaró al menor—. No me has visto porque ya no estudio ahí —explicó levantándose y parándose frente a él. Quería tocarlo pero se detuvo, no se sentía capaz, seguía sin entender qué estaba haciendo.

Kouyou abrió mucho los ojos—. ¿Por qué? ¿Te expulsaron? —preguntó con ingenuidad.

Yuu sonrió ante su preocupación—. No, me voy a Tokio, me ofrecieron una plaza en la universidad —no tenía porque darle explicaciones. Sin embargo ahí estaba diciéndole, contándole, con esa necesidad de que lo escuchara. Explicarle porque ya no se iban a ver, no tenía sentido alguno, pero ahí estaba.

—Vaya —Kouyou se sentó en un sillón de golpe—, me alegro por ti —sonrió, acción que le produjo una extraña sensación de bienestar a Yuu—. ¿Cómo lo tomaron tus padres? Digo, si ya está decidido que vas, es porque no es medicina y...—Yuu se sorprendió, el niño ponía atención a lo que decía.

—No es medicina y bueno, digamos que me corrieron de la casa —se alzó de hombros.

Kouyou se levantó bruscamente—. ¡Yuu! ¿Cómo dices eso tan tranquilo? ¿Dónde vas a vivir? —Era preocupación real. Compartieron miradas por un minuto.

—En la universidad, solo dormiré esta noche en un hotel —contestó, restándole importancia—. Solo quería que lo supieras para que entendieras porque ya no voy a la escuela —¿De dónde había salido eso? El punto era irse y ya.

El mas bajo comenzó a negar con la cabeza—. Hoy te quedas aquí —le dijo con esa seguridad que lo representaba.

Yuu sonrió, le gustaba ese interés—. No, solo vine a avisarte —trató de encaminarse a la salida, Kouyou le impidió el paso aun negando con la cabeza.

—Soy tuyo —dijo en voz baja—. Se supone que tengo que hacer lo mejor para mi dueño —bajó la cabeza.

Aquellas palabras descolocaron a Yuu de sobremanera, nunca creyó escucharlas. Nunca creyó que alguien se preocupara así por él y mucho menos el chico parado frente a él, ¿no se suponía que tenía que odiarlo? En ningún momento había sido amable, lo había corrompido, le había robado mucho de su inocencia y aun así ahí estaba ofreciéndole ayuda. No tenía sentido.

—No me voy a quedar...

—No me vas a llevar contigo, mínimo quédate esta noche...

Palabras que no podía entender, ni esperar. Palabras que en ese momento lo hacían sentir tranquilo y tal vez, ¿feliz?

—¡Saki! —gritó Kouyou y una de las sirvientes apareció de la cocina—. Yuu se va a quedar con nosotros, por favor prepara la habitación de huéspedes —le ordenó con voz seria, la mujer asintió y salió de ahí.

—No hubieras hecho eso, ya te dije que no me voy a quedar —insistió el pelinegro, en ese momento el padre de Kouyou entró a la sala.

—Yuu, que gusto tenerte de nuevo por aquí —saludó.

Kouyou se giró hacia el adulto con una cara seria y llena de determinación.

—Padre, Yuu tuvo algunos problemas en su casa, se quedará esta noche —con eso el mas bajo aseguró su estadía.

El señor Takashima sonrió ampliamente—. Me parece perfecto, así podremos continuar nuestra plática de la ultima vez. Los espero para cenar entonces —hizo un gesto con la cabeza y salió de ahí.

Kouyou sonrió irónicamente—. Creo que le agradas mas de lo que le agrado yo —dijo resignado lazando los hombros pero sonriendo ligeramente—. Ahora, ya no tienes excusa, te quedarás...

-x-

La cena había sido bastante amena, parecía un día lleno de sorpresas. Conversó con el padre de Kouyou hasta altas horas de la noche y a pesar de que el chico parecía más que aburrido, en ningún momento se retiró de la mesa.

Ahora ahí estaba, acostado sobre la cama sin poder dormir, en el cuarto contiguo estaba Kouyou y no podía dejar de pensar en el chico. Recordó que le debía algo, la última vez que se vieron, se había quedado con las ganas.

Se mordió el labio, le gustaba la idea, pero tenía sus fallas. No podía entrar al cuarto del chico y cogérselo, a pesar de que ese pensamiento ya lo había invadido por completo. No debería pensar en eso, después de que su padre le había ofrecido techo y comida, al menos por esa noche. No después de que el niño había sido tan atento, que se había preocupado.

Sin embargo, su cuerpo demandaba hacerlo y rindiéndose por completo se levantó de la cama, se dirigió a la habitación del mas chico. No le sorprendió que la puerta no tuviera seguro, entró silenciosamente. Kouyou estaba dormido, lo observó varios minutos, de verdad el niño era hermoso, incluso ahí respirando profundamente con las cobijas hechas un desastre, envueltas en su cuerpo.

Se acercó y con delicadeza besó sus labios, besos cortos que rápidamente sacaron a Kouyou de su sueño.

—¿Qué pasa? —preguntó un poco alterado al no saber que ocurría.

—Shhh...te debo un favor —le dijo al oído en voz baja. Atrapó su lóbulo, dándole un pequeño mordisco y quitándole las cobijas de encima.

—¿Estás loco? ¿Viste la hora? Mi padre esta dormido, si nos escucha...—gimió al sentir las manos de Yuu acariciar sus piernas, subiendo por sus muslos.

—Deja que te pague la deuda y procura no gritar mucho —capturó los labios de Kouyou en un hambriento beso, más suave que cualquiera que le hubiera dado con anterioridad. Con la mayor delicadeza que su desesperación le permitía le quitó el boxer, agradeció que el chico solo durmiera con esta prenda, después de todo.

Su miembro ya estaba despierto y dejaba escapar pequeños gemidos en los labios de Yuu, amaba ese sonido. Sin pensarlo mucho tomó el miembro de Kouyou, masturbándolo ligeramente, no sabía si lo estaba haciendo bien, pero al ver la respuesta del otro mantuvo el ritmo.

—Yuu —dijo Kouyou con dificultad arqueando la espalda, se removía debajo de él incapaz de controlar sus propias acciones.

El pelinegro estaba por demás excitado, sin embargo esta vez se trataba de Kouyou, y jamás, haría algo como cogérselo y después irse al día siguiente. Sería un enorme trauma, lo dejaría confundido, no quería eso. No le haría eso. Pero le dejaría algo que pudiera recordar, algo para hacerlo disfrutar y que no se sentiría culpable. Ninguno de los dos.

Lo volvió a besar, sintió al chico al borde del orgasmo y se detuvo. Kouyou lo miró con reproche, a lo cual solo sonrió—. No quiero que termines cuando falta lo mejor —sin decir mas, le puso tres dedos en la boca. A pesar de que nunca había estado con un hombre, no era la primera vez que hacia eso, a más de una chica le había hecho lo mismo, sabía que era importante la lubricación para no lastimarlo.

Kouyou lamió los dedos con inseguridad, no sabía qué esperar. Yuu lo volvió besar para transmitirle confianza, mientras dirigió su mano a la entrada del menor, masajeó su entrada y sin mucho preámbulo metió la punta de su dedo.

El mas chico se quejó tensando el cuerpo, pero Yuu continuó besándolo—. Relájate —le dijo. Luchaba contra si mismo, la estreches del chico no era comparable con ninguna mujer, quería sentirlo de otra forma, pero no lo hizo.

Cuando lo creyó conveniente agregó el segundo dedo, el semblante del más chico cambió de dolor a placer. Metió y sacó sus dedos imaginando que era su miembro el que salía y entraba de Kouyou. De pronto chocó contra el punto que había estado tratando de encontrar, comenzó a masajearlo extasiado por los gemidos de Kouyou.

—Tócate —dijo Yuu besando su cuello, sin detener el movimiento de sus dedos. El mas chico no lo dudó y llevó su mano a su miembro.

—Yuu...voy a...

—Lo sé —introdujo los dedos lo mas que pudo, mientras el menor tenía su orgasmo.

Kouyou se arqueó involuntariamente, mordiendo su labio para no hacer ruido ante el placer que en ese momento sentía, a pesar de que habían tratado d permanecer en silencio, para Yuu los gemidos parecían estar potencialidades ante el placer que él mismo sentía al ver almendro de esa forma. Kouyou, cayó exhausto de nuevo al colchón, pequeñas descargas eléctricas recorriendo su cuerpo, respiraba agitadamente.

—Pensé que...—dijo Kouyou al recuperar un poco de aliento, miraba a Yuu con los ojos muy abiertos, aferrándose al cuello de su camisa.

—Tendremos tiempo —contestó. Sabía que no era cierto, pero no se le ocurrió decir nada mas.

—Te habría entregado todo de mi —dijo Kouyou y con esto cayó dormido.

-x-

Seis de la mañana. Se levantó tratando de no despertar a Kouyou, habían dormido juntos. Algo que Yuu jamás había hecho con alguien mas. Lo miró por un minuto mas, removiendo el cabello oscuro de su rostro, besó ligeramente sus labios y se dirigió al escritorio. Escribió una pequeña nota en una hoja de papel, buscó en su pantalón, sacó una plumilla de guitarra color morado y la dejó junto a la nota.

Salió de la habitación, salió de la casa, subió a su auto y se dirigió a Tokio, dispuesto a no volver.

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