HIELO [en tu mirar]

By Envious_Sky

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[#1 SAGA ELEMENTAL] Thara y Märco. BOOKTRAILER cortesía de @BRECOSANCHEZTEAM https://drive.google.com/file/d... More

Adelanto
1.
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7.
8.
9.
10.
11.
11 (2da parte)
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18 (I PARTE)
18 (II PARTE)
19 (I PARTE)
19. (II PARTE)
20 (I PARTE)
20. (II PARTE)
20. (III PARTE)
FINAL
EPILOGO

5.

882 81 21
By Envious_Sky

Thara

—"No sé si será pecado
desearte con pasión
pero no puedo evitarlo
eso es lo que sueño yo."(1)

—¿Cómo crees que sea él? —pregunté mirando el esmalte de las uñas de mis pies. La conversación con Melissa había tomado matices algo... subidos de tono.

—Como un fenómeno climático; fuego en la cama y hielo fuera de ella — ella hipeo y cerró el libro que me leía en voz alta. —Todo un dom, que te castiga cuando no le obedeces.

No pude evitar largar una sonora carcajada al oír a mi hermana. Ella no sabía cuanta verdad tenía la última parte de su enunciado.

En algún momento de la noche la pequeña bolsita de sangre había sido reemplazada por alcohol. Primero un par de cervezas y luego unos ardientes tragos de vodka.

—Yo espero no embarazarme tan pronto, así al menos lo puedo disfrutar un largo tiempo—dije intentando mover sugestivamente mis cejas. Cosa imposible debido al estado de ebriedad que tenía. —Luego se me estira la vagina con el parto y dicen que no es lo mismo.

—¡Thara! —chilló mi hermana. —Eres una jodida vampiresa, eso les sucede a las humanas.

—¿Tú crees? —arrugué la nariz. —Mamá dijo que no habíamos tenido más hermanos porque después de mi ya no era lo mismo.

Mi madre siempre había sido algo expresiva para referirse a su maternidad no deseada. Me corrijo, deseada a medias. Ella adjudicaba la formación de su familia a los deseos de mi padre por tener hijos y ella como compañera de vida, había cedido. Esa no era una combinación adecuada para cultivar el instinto materno.

—En fin, espero tener un matrimonio pacifico al menos.

Mi hermana sonrió, seguramente pensando en que bromeaba respecto a eso. Ella, al igual que toda mi familia y conocidos, creía que Märco se había fijado en mi la noche anterior, que luego de cruzar un par de "armoniosas" palabras él había sabido que yo era la mujer perfecta que deseaba como esposa.

Y nada más alejado de la realidad.

—Idiota presumido.

Gruñí, pero Melissa ya se encontraba knock out.

**

El halo de mi respiración agitada fue lo primero que pude identificar. Corría, corría tan desesperadamente que mis piernas no parecían obedecer al pedido histérico de mi cerebro por huir. Ellas estaban pesadas y se sentían como imanes contra el húmedo piso. Cada paso era un suplicio.

Dos orbes heladas como el hielo me perseguía. Corría y corría, pero no podía huir.

¿O no quería hacerlo?

Estiré mi mano para tocar las hebras de oro que se desprendían de la cabeza de mi persecutor y una odiosa sonrisa apareció para alertarme.

—¡Que te despiertes!

Con un sobresaltado corazón latiendo a mil en mi pecho respondí al grito de mi madre. Ella me apresuró a alistarme y me quedé de piedra al ver el par de valijas en el pasillo de mi habitación.

—Mamá, ¿Qué...? — demonios, quise decir. Pero ella siguió hostigándome para que estuviera reluciente en unos minutos. —El alemán... es decir Märco viene al medio día...

—Ya es medio día, ellos están esperándote afuera.

Oh no. Doble mierda, que no.

El imaginario reloj de arena que tenia en mi cerebro pareció detenerse y sombríamente me recordó que mi tiempo se había acabado.

***

Después de una sentida despedida con mi familia, Märco y yo subimos al auto que nos conduciría hasta un lugar donde un avión esperaba por nosotros. Su amigo Darius y un par de camionetas nos escoltaban.

¿Era el momento adecuado para preguntar a que parte de Alemania estaríamos viajando?

Märco y su amigo, el guapo Darius, conversaban entretenidamente sobre las actividades a realizar una vez que llegasen a su hogar. No quise ser pesimista y sentirme excluida, pero es que más que mirar la punta de mis zapatos, no tenía para hacer.

—Bueno... —dije después de un rato de silencio. Ellos giraron sus cabezas como si fuesen dos robots— ¿Dónde se supone que viajamos?

Märco entrecerró sus ojos.

—¿No lo sabes? —me encogí de hombros y dejé que ese gesto respondiera por mi. Él bufó —Hamburgo, en Alemania del norte.

Estiré mis labios en una incomoda sonrisa de conformidad.

—Es un viaje corto —me dijo Darius bajo la molesta mirada de mi prometido.

Prometido. Saboreé esa palabra en mi mente y me di cuenta de que tristemente me encantaba.

—Excelente.

Por mi mente, como un meteorito fugaz, apareció la imagen de Liam. ¿Qué estaría haciendo en estos momentos? La respuesta era fácil, seguro que custodiando la calle donde teníamos nuestra joyería.

Suspiré. No había tenido oportunidad de disculparme con él por mi estúpido asalto.

—¿Thara? —me tomó un tiempo reconocer mi nombre en los labios de Darius. Enfoqué mi vista en él y presté atención. —¿Quieres que pidamos algo en especial para ti durante el viaje?

A ti en zunga y bañado en chocolate, por favor.

—No, gracias —sonreí. Me giré a mirar a Märco, que iba sentado a mi derecha. —Tienes cara de no haberte alimentado hace mucho. ¿Trajiste a tu súbdito contigo?

Él se giró escalofriantemente lento a mirarme de arriba abajo. De un modo amenazador.

—No me tutees. Dirígete a mi como "Señor".

Boqueé por su respuesta.

—No —me corté antes de aceptar su orden. —Seré tu esposa, no puedo llamarte "mi señor". No lo haré. ¿Cuál es tu maldito problema? ¿Estas estreñido o desayunaste cactus esta mañana?

Darius carraspeo y supe que mi imaginación había hecho de las suyas nuevamente.

—Está bien...

**

El avión aterrizó después de un incomodo viaje de tres horas. De a poco pude entender el porqué de la aversión del señor Märco a nuestro pequeño pueblo. El tipo estaba acostumbrado a los lujos como parte esencial de la vida.

Yo era hija de un joyero, tenia una buena vida. Pero ellos estaban a otro nivel.

Desde que llegamos, un lujosísimo auto negro esperaba por nosotros. Recorrimos un largo camino boscoso que se alejaba de las luces de la ciudad y la civilización. Una gran mansión tipo chalet nos esperaba. La residencia de los Sneider en Alemania, era imponente y lujosa.

—¿Esta es nuestra casa? — pregunté casi babeando por lo hermoso que se veía todo.

Märco respiró profundo y asintió. No supe interpretar la expresión de su rostro.

—Esta es la segunda residencia de la familia —dijo Darius educadamente. Que tal parecía era nuestro guardaespaldas personal. Él se mantenía como una sombra junto a Märco, lo cual agradecí — La primera se encuentra en el centro de la Ciudad, es un edificio de treinta pisos.

—Wow...

¿Sería demasiado malo si preguntaba porque no vivíamos allí? En mi mente esa residencia seria la mejor para esconderme de mi maridito.

—Allí vivimos la mayoría de los miembros honorables del clan.

—Oh...

Esa fue suficiente explicación para saber que no era buena idea considerar vivir en el edificio. Seguro nos cruzaríamos a la pelirroja y seria todo un drama.

Un grupo de ocho personas nos esperaba en las afueras de la puerta principal.

—El ala sur es toda tuya —dijo Märco a la nada en especial. Supuse que me hablaba a mi, porque cuando lo miré interrogante él simplemente rodó sus ojos. Cansado. —La casa, tu tienes un ala exclusivamente para ti.

—¿Y tú? —pregunté con voz temblorosa y casi lloró de la emoción. Mi voz había regresado —¿Dónde estarás tú?

—¿Qué?

—¿Es como una especie de área restringida? —pregunté otra vez con una mueca. —Pensé que íbamos a casarnos, no que me traías a vivir en cuarentena.

—¿Qué? —dijo estupefacto por segunda vez.

—¿Märco? —una voz interrumpió la puñalada mental que mi prometido me estaba dando. Un par de hombres vestidos elegantemente se acercaron a nosotros.

—Padre —dijo a secas y no supe a cuál de los dos se refería.

Uno de ellos se adelanto y con una gran sonrisa abrazó a Märco. ¿Quizá ese seria su padre? El otro tipo, más serio, sonrió también y con un fuerte apretón de manos le habló;

—Bienvenido hijo.

—Papá —respondió el odioso alemán.

Me quedé muy quieta y fascinada con la escena. El primer hombre, un castaño simpático, reparó en mi presencia y con una cálida sonrisa se presentó.

—Un placer, Hans Sneider —ofreció su mano y como una idiota la tomé. —Debes ser...

—Thara —dijo Märco con un gruñido, — Estos son mis padres... Hans y Peter Sneider.

¿Sería muy desagradable de mi parte preguntar por cuál de ellos era el activo y cual el pasivo? 









(1)Poema "No sé si será pecado" https://www.poesiasdeamorysentimiento.com/no-se-si-sera-pecado/





MIREN NADA MÁS! CAPITULO CADA DOS DÍAS ;) 

GRACIAS POR LEERME, VEO QUE ESTA HISTORIA TIENE VISTAS Y VOTOS, PERO SOLO UNA PERSONA COMENTA. ¿CÓMO ES ESO?  

EN FIN, TENGO OTRO CAP LISTO QUE PUEDO SUBIRLO A CONTINUACIÓN. SOLO SI VEO QUE LES INTERESA, SINO TENDRÁN QUE ESPERAR A LA SEMANA PRÓX. 

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