Mi vida y mi mundo al revés

By crisruizr1

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¿Alguna vez te has sentido como si tu vida estuviera del revés? En 'Mi Vida y Mi Mundo al Revés', acompaña a... More

Capítulo 2: Puro teatro
Capítulo 3: La Cita
Capítulo 4: ¿La carrera ideal?
Capítulo 5: Bailando bajo la lluvia
Capítulo 6: Largo camino a casa
Capítulo 7: Juntando los pedazos de mi vida
Conclusión

Capítulo 1: Un día ¿Normal?

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By crisruizr1

¡Puff! Son las cinco de la mañana y no puedo dormir. He estado reflexionando sobre todo lo que me ha acontecido últimamente. Parece que mi vida ha dado un giro de 180 grados. En fin, tendré que adaptarme. Me molesta que cuando más ganas tengo de dormir, es cuando menos puedo hacerlo...

El despertador sonaba y me desperté apresuradamente. Ni cuenta me había dado de a qué hora me dormí, pero aún me sentía desvelado. Me levanté de la cama y fui al baño para lavarme la cara.

En lo personal, a veces no me gusta cómo soy, pero en fin. Me llamo Marcos, tengo 17 años. Soy alto, moreno, de ojos verdes y pelo café lacio. Después de lavarme la cara y los dientes, me puse un pantalón de mezclilla y una camisa azul que me había comprado el sábado pasado. De pronto, alguien tocó la puerta. Al abrir la puerta, era Soledad, mi madre. Ella es un poco baja de estatura, de piel morena y pelo negro.

—¿Qué pasó, mamá?

—Hijo, ya me voy al trabajo.

—Ok, está bien.

—¿Y vas a ir a la escuela? —me preguntó mientras entraba a mi habitación con un vaso de jugo de naranja.

—Sí, solo que hoy entro tarde —mentí, en realidad ya iba muy tarde.

—Bueno, hijo, que te vaya bien. Adiós.

En cuanto mi mamá se fue, desayuné lo más rápido posible y después salí de mi casa. Tomé la primera combi que vi, a fin de cuentas, cualquiera pasa por mi escuela. Cinco minutos después, llegué a la preparatoria y para mi sorpresa, mi salón no había tenido clases toda la mañana porque los maestros siempre dicen que tienen junta sindical.

Mis maestros siempre dicen que tienen junta sindical y ni es cierto, bola de huevones... Bueno, entré al salón y estaba Samantha, mi mejor amiga. La miré, le sonreí y la saludé.

—¿Qué pasa, Sam?

—Nada, aquí flojeando. Hoy se te hizo tarde, ¿verdad? Aprende de mí que estoy aquí desde las siete de la mañana —dijo mientras jugaba con su cabello negro y chino.

—Ya sabes, lo de siempre, no pude dormir. Primero estaba haciendo tarea de química (odio la química) y después no pude dormir.

—Ay, Marcos, ¿por qué no te tomas un té?

—Jajaja, ya lo intenté y nada —comenté mientras tallaba mis ojos del sueño que tenía.

—Bueno, equis con eso. Oye, ¿no me acompañas a la librería para ver qué libros hay de cocina?

A Samantha le encanta cocinar, aunque a veces sus creaciones no le salen.

—El salón ya suspendió clases —insistió.

—Bueno, no tengo nada qué hacer, pues vamos. No quiero llegar a mi casa.

Samantha y yo llegamos a la librería. Me gusta leer, pienso que es muy importante la lectura. Bueno, equis con eso. Yo pienso que ahí es donde empieza la verdadera historia. Bueno, estaba con Samantha viendo los libros de cocina cuando, de repente, suena mi celular. Cuando me fijé quién rayos me marcaba, era Sandra, mi novia. Salí un momento a contestar la llamada, pero ella alcanzó a colgar.

Estaba en un pasillo llamado "Letras y dramas actuales". Había muchos libros que ya tenían su película, como "Harry Potter", "Narnia" y hasta los de "Crepúsculo" (bueno, si eso puede llamarse literatura). De pronto, vi en uno de los estantes un libro que me llamó mucho la atención.

Era un libro cuya portada mostraba dos manos unidas pero a la vez separadas con un corazón roto, como cuando se rompe un plato. Amm... "Deseos de amores imposibles", así se llamaba el libro. En fin, fui al estante para verlo, extendí mi mano y, en eso, suena otra vez mi celular, pero por contestar rápido, tiré todos los libros del estante.

Pensé "¡Mierda! ¡Qué oso!" Colgué el teléfono y empecé a levantar los libros, cuando de pronto volteé y vi que un chavo me estaba ayudando a recoger los libros.

El chavo era moreno, de ojos cafés claros, pelo negro y usaba anteojos. Lo miré y le dije:

—Muchas gracias por ayudarme.

—No te preocupes, me ha pasado.

—Lo que pasa es que sonó mi teléfono y pues ni tiempo me dio de poner las manos para sostenerlos jajaja —dije apenado.

—¿Y vas a comprar algún libro?

—Sí, bueno eso creo. Es que me llamó mucho la atención.

—¿Y cuál es?

—Este, se llama "Deseos de amores imposibles" —dije mientras le mostraba el libro.

—¡Es genial, cómpralo! —exclamó emocionado—me encanta la forma en la que el autor relata su historia y hace que te metas en ella.

—Entonces lo compraré y gracias por tu ayuda, si quieres recojo los demás, ya puedo solo.

—Ok, de nada.

El chavo se levantó, puso sus audífonos y siguió caminando, mientras yo terminé de poner los últimos libros. Cuando escucho un sonido como "Blump", bajo la mirada y veo una libreta tirada casi al final del pasillo. La recogí y le pregunté a las personas por ahí si era de ellos el cuaderno, pero nadie me respondió. Era una libreta de esas que tienen divisiones para muchas materias. En eso, siento que alguien me toca la espalda y era Samantha.

—¡Qué mala onda que me dejaste sola!

—Perdón, es que me aburrí. ¿Y sí vas a comprar algo?

—Sí, este libro para gelatinas jijiji —dijo riéndose como el personaje de "Betty la fea".

—Yo también, mira este libro me llamó y pues lo voy a comprar, pero fíjate que me encontré esta libreta

—¿Dónde la encontraste?

—Es que... Bueno, te lo diré. Tiré los libros de un estante sin querer y seguro se le cayó a alguien que estaba por ahí.

—Pues aquí dice que le pertenece a Ricardo García —mencionó mientras hojeaba la libreta.

—¡Hey! Chismosa. Eso no es de nosotros... ¿De qué materia es? —pregunté, casi mordiéndome la lengua.

—No sé, mira aquí tiene apuntes de mmm... Creo que de geografía y de ¿Teoría del teatro?

—A ver... Oye, sí es de teatro, pero no dice la escuela o el salón. Algo para localizar al tipo.

—Mira, Marcos, aquí hay una dirección de correo electrónico.

Después de pagar los libros, Sam (así le digo de cariño a Samantha) y yo nos fuimos a comer pizza. Cuando llegué, pedí una pizza para dos y nos sentamos. Sam empezó a jugar con una salsa que había en la mesa y yo solo revisaba mis mensajes del celular cuando, en eso, alguien me tapó los ojos y me preguntó el clásico "¿Quién soy?". La voz era de mujer y ya sabía quién era. Sandra, mi novia. Ella es de mediana estatura, piel morena y ojos negros. Se me olvidaba, su cabello es café.

—Hola, mi amor —dijo mientras me abrazaba.

—Hola, cariño, disculpa por no haber contestado el teléfono, es que estaba un poco ocupado. (Sí, como no, por andar contestando el maldito celular tiré los libros).

—Ay, no te preocupes. ¿Y estás solo?

—No, estoy con Sam.

Sandra la observó, la barrió de pies a cabeza, le sonrió y la saludó desde lejos.

—Bueno, cariño, luego te veo cuando tengas tiempo para mí.

—Ah, ok, luego te busco ¿está bien?

Después de eso, ella se fue enojada (la verdad es que sí me gusta estar con ella; o sea, es mi novia, pero a veces me estresa). Ya eran como las cuatro de la tarde cuando regresé a mi casa.

Como siempre, mis padres no estaban porque trabajan casi todo el día. Llegué, me bañé y fui al entrenamiento de fútbol. A las ocho volví y me acosté en mi cama. Encendí la computadora y, a los pocos minutos, inicié sesión. Mmm, saqué la libreta que me había encontrado y agregué el contacto: .

Minutos después, el contacto inició sesión. Mientras escuchaba algo de Depeche Mode, se había conectado, así que decidí iniciarle un chat.

Marcos dice: "Hola =)"

El Alma Pura dice: "Ah, hola. Disculpa, ¿quién eres?"

Marcos dice: "Bueno, lo que pasa es que hoy me encontré una libreta y creo que es tuya."

El Alma Pura dice: "¿En verdad? Me urge, que bueno que te la encontraste."

Marcos dice: "¿Eres Ricardo García?"

El Alma Pura: "Así es, en esa libreta tengo todo lo de mi escuela."

Marcos dice: "Pues te la regresaré, pero tú dime, ¿dónde nos vemos o qué?"

El Alma Pura dice: "Mañana en la plaza del centro que está por Catedral, la de Armas ='). A las cinco de la tarde. Estaré vestido de café."

Después de eso, el tipo se desconectó y apagué la computadora. Me bañé de nuevo, como a las diez, y me acosté en la cama. Como no tenía sueño, saqué de mi mochila el libro que compré y empecé a leer.

El libro era muy bueno, aunque tenía una historia algo "fuerte" jajaja. Seguí leyendo hasta las once de la noche. Pero de pronto, se empezó a escuchar música de esos años setenta y el borracho de mi vecino cantando: "Esa pared, que no me deja verte, debe caer por obra del amor". Así siguió hasta como la una de la mañana, y finalmente pude dormir.

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