La Cabaña

By Laurita_L_E_A

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La Cabaña
Capitulo 1 - Primer día de vacaciones
Capitulo 2 - Caída sospechosa
Capitulo 3 - El grito en la cocina
Capitulo 5 - Perseguida por ellos
Capitulo 6 - Primera tragedia
Capitulo 7 - Perdidos en el bosque
Capitulo 8 - Otro lugar
Capitulo 9 - Confesión de Amor
Capitulo 10 - ¿Abandonados?
Capitulo 11 - La llamada
Capitulo 12 - El héroe menos pensado
Capitulo 13 - Corazón herido
Capitulo 14 - ¿No volverá a la normalidad?
Capitulo 15 - ¿Otra pareja?
Capitulo 16 - Mátame, mi amor.
Capitulo 17 - Volver desde la ultratumba.
Capítulo 18 - Las cosas se complican.
Capitulo 19 - Pequeño gran detalle
Capitulo 20 - Los Sueños De Alma
Capitulo 21 - El regalo de cumpleaños
Capitulo 22 - De vuelta a la cabaña
Capitulo 23 - Escapa, que te perseguiré
Capitulo 24 - Todo tiene sentido (Final + Epilogo)

Capitulo 4 - Metiéndose en la boca del lobo

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By Laurita_L_E_A

Capitulo 4 - Metiendose en la boca del lobo

A la mañana siguiente, Alma despertó y vio que Tomás ya no estaba. Se levantó, fue a darse una ducha caliente. Esa mañana si que hacía más frío que de costumbre en Bariloche. Se vistió rápidamente. Se dirigió al espejo para peinarse, tomó el peine y empezó a deslizarlo por su cabellera castaña clara, lo hacía lentamente. Miraba fijamente su reflejo mientras se peinaba. De repente vio algo raro en el espejo, el reflejo de un objeto extraño en la pared. Se acercó y achinó sus ojos para intentar ver con más claridad, se dio vuelta pensando que lo encontraría en la pared y podría verlo de más cerca. Pero en la pared no había nada. Al momento que de volvió para volver a ver el reflejo en el espejo vio un rostro espeluznante en la pared reflejada. Alma gritó y se dio vuelta pero en la pared no había ningún rostro espantoso. Alma repasaba mentalmente la imagen que había presenciado. Era un rostro lizo, pero como putrefacto, los ojos estaban abiertos exageradamente y la miraban fijo a sus ojos oscuros. Se le erizó la piel. Tomó su peine que se le había escapado de las manos al sobresaltarse del susto. El profesor tocó a su puerta.

-Alma… ¿estás bien? ¿Qué fue ese grito? –pregunto el profesor a través  de la puerta.

-Si… si profesor. Estoy bien, sólo que vi una cucaracha nada más –mintió Alma.

Ella pensaba que si les contaba lo que le había pasado hace instantes y anoche en la cocina no le creerían, o que pensarían que es el estrés pero ella estaba segura que no era nada de eso. Se terminó de arreglar y bajó a la cocina para desayunar. Allí estaba Tomás, tomando un vaso de leche chocolatada caliente. Alma lo miró y se dirigió a él.

-Te levantaste muy temprano ¿no? –se insinuó ella.

-¿Qué? –Tomás no entendía a que venía la pregunta de Alma.

-Que te fuiste sin despertarme… -sonrió ella.

-¿De donde?

Alma blanqueó los ojos y suspiró.

-Anoche te quedaste a dormir en mi habitación, me imagino que no lo recuerdas porque estabas totalmente ebrio –se burló Alma.

-Yo dormí en mi cuarto, nena…

-Que no, estabas en mi cama durmiendo plácidamente cuando yo entré… -dijo confiada Alma.

-Estás de la cabeza, nenita… Yo recuerdo que me traías a cuestas para que no perdiera el equilibrio.  Luego no sé que pasó que te detuviste pero yo no daba más y me fui a mi habitación a dormir. Jamás entré a la tuya. Estarás viendo visiones –rio divertido Tomás.

Alma se quedó petrificada, estaba segura que había visto a Tomás en su cama y ella se acurrucó a su lado. No entendía, entonces, ¿con quien había dormido? Alma se quedó mirando a un punto incierto no parpadeaba, estaba horrorizada al imaginar que había dormido con un extraño…

-Tú Ezequiel ¡fuiste tú! –señaló al joven.

-¿Yo que?…

-Tú te quedaste a dormir anoche en mi cama… -afirmó Alma nerviosa.

-Estás loca, nena… después de cómo me trataste ayer ni pienses en que dormiría contigo… -Ezequiel la miró lascivamente-. Aunque un rato sí –le sonrió sensualmente a Alma.

-¡Estúpido!

-Chicos, desayunes rápido que iremos a ver a Alice dentro de una hora.

Alma se sirvió leche y la tomó rápidamente. Necesitaba ver urgentemente a su amiga, necesitaba contarle lo que le había pasado. Alice era su única esperanza, la única que podía creerle.

Una vez en el hospital Alma pidió entrar primero y la autorizaron.

-¿Aly? Aly despierta… -la zarandeaba cuidadosamente.

-¿Qué quieres? –preguntó cortante.

-Vine a visitarte, necesito contarte lo que me pasó en la cabaña… -dijo desesperada Alma.

-¿Otra broma?

-No Aly, esto es verdad. Eres la única que me puede creer…

-Mientes siempre Alma… y yo siempre te creí…

-Por favor Aly… ¿todavía sigues pensando que yo te empujé?

-Si… no había nadie más en ese momento que tú…

-Pe… pero si me escuchas a lo mejor tengas la explicación. Sabes que yo jamás te empujaría, yo bromeo pero nunca de esa manera. Por favor Aly, escúchame, solo escúchame –suplicó Alma.

-Está bien… -pero a la mínima estupidez te largas ¿ok? –Alma asintió con nerviosismo.

-Anoche… anoche pasó algo muy extraño. Yo volvía de cenar afuera con Tomás. Ya todos estaban durmiendo y por tanto la cabaña estaba oscura. Tomás me hizo reír y en ese momento escuché un ruido… como un golpe en la cocina. Miré a lo lejos pero no parecía ver nada. Luego subimos por las escaleras para ir a nuestras habitaciones y volví a escuchar el mismo ruido. Dejé a Tomás que siguiera su camino hacía su habitación y yo bajé a ver quien era. Cuando estaba llegando a la cocina sentí un viento muy frío en mi cara y una voz, un grito muy feo que luego se desvaneció por detrás de mí. Me asuste y… -Alice la interrumpió.

-¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué hay fantasmas en la cabaña y ellos me empujaron por las escaleras? Te dije que a la primera estupidez que dijeras te ibas, así que lárgate de mi vista –Alice le apartó la mirada.

-Pero Aly… es en serio, tienes que creerme. No me dejaste terminar –los ojos de Alma se cristalizaban.

-¿Pero que quieres que siga escuchando las estupideces que decís? Prefiero dormir…

-Aly…

-Vete… -dijo fríamente.

-Aly, te juro que…

-¡Que te vayas! –se incorporó bruscamente.

Alma no quería que vuelva a sufrir otro ataque de nervios así que cabizbaja se marchó. Si su mejor amiga no le creía, ¿Qué podía esperar de los demás? Se sentía sola. Completamente sola en esto.

-“Tendré que irme de aquí, no pienso aguantar una vez más todo esto…”-se dijo a si misma.

Llegó donde esperaban impacientes el profesor y sus compañeros.

-¿Y? ¿Cómo se encuentra? –pregunto ansioso el profesor.

-Al parecer esta muchísimo mejor –Carlos notó la mirada angustiada de Alma.

-¿Tuviste otra pelea con Alice?

-No quiero hablar de eso. Profe, ¿puedo volverme a mi casa? No la estoy pasando muy bien que digamos…

-¡Pero como! No puedes irte, sino todos tendremos que volvernos también –todos los estudiantes se quejaron.

-Es que no aguanto más esta situación… por favor –suplicó vanamente Alma.

-Lo siento Alma. Tienes que aprender a superar estos momentos que te hacen aprender. Te quedarás, lo siento –fueron las últimas palabras del profesor.

Alma huyó corriendo del hospital. Mientras oía los gritos de todos sus compañeros que la llamaban para que volviese. Alma los ignoró y siguió corriendo. Corría y corría sin saber donde ir. Se detuvo en una confitería. Entró y pidió una infusión. Luego se dirigió al baño. Se lavó la cara, veía su rostro demacrado, horrible. Eso la desanimó aún más. Se sentía acorralada, su amiga no le creía, y suponía que los demás ni hablar. Tendría que soportar eso ella sola y no tenía fuerzas. No hallaba las fuerzas para seguir en ese lugar. Cuando se marchaba no se percató de que su reflejo se quedó allí hasta unos instantes. Tomó asiento y su infusión ya estaba en su mesa. Mientras la tomaba pensaba en cómo haría para que esas cosas extrañas ya no la perturbasen. Entre pensamientos y pensamientos, la interrumpió Tomás que la saludó efusivamente situándose al frente de ella tan repentinamente que Alma salto de su asiento del susto. Tomás se rio.

-¿Qué haces aquí? –preguntó Alma molesta.

-Vine a hacerte compañía –dijo sonriente Tomás.

-¿Cómo me encontraste?

-Pues mediante esta vidriera gigante… -acariciaba el vidrio del restaurante de daba hacía afuera- y si te sientas a la vista de todos, ¿Cómo no vería a una belleza como tú? –sonrió de lado.

-Ay, eres un tarado –no pudo evitar la sonrisa, le había cambiado el humor con sus cursilerías.

-¿Me vas a invitar un café?

-Págatelo tú…

-Está bien pero para la próxima invitas tú…

-Si yo pagué mi té… Así que no te debo nada

-Ahora te pediré otro y si me deberás…

Alma blanqueó los ojos y sonrió sarcásticamente. Se quedaron un buen tiempo en la confitería charlando y bromeando.

-Vamos a la cabaña… no hay nadie –se le insinuó de una manera muy pervertida.

-No seas ridículo…

-¿Ridículo? ¿Por qué? Si bien que te gusto…

-Salgamos de aquí… -dijo ignorando el comentario de Tomás.

-Sabía que no te ibas a resistir, es que soy irresistible –se señalo con ambas manos de manera soberbia.

-Ay por Dios… -Blanqueó sus ojos.

Mientras salían de la confitería, Alma se animó a preguntarle nuevamente.

-¿En serio que no dormiste en mi habitación?

-¿Tanto deseas que sea así? –le guiño un ojo.

-Te estoy hablando en serio Tomás.

-De verdad que no, yo no dormí contigo. Aunque si quieres hoy puedo… -se le insinuó nuevamente.

-Pero entonces, ¿con quién dormí anoche? –ignoró la insinuación de Tomás.

-Con un muerto vivo –Tomás emitió una voz ronca y elevó sus brazos poniendo sus manos como garras con la intención de asustar a Alma pero ésta no le llevó el apunte-.

-Aquí esta pasando cosas muy extrañas… -dijo misteriosamente Alma.

-¿Por qué dices eso?

-Nada, olvídalo… -sacó importancia al tema pero Tomás insistió.

-Vamos, dime… te juro que no me reiré… -levantó su mano en señal de promesa cerrando sus ojos exageradamente.

-Si te vas a reír y lo peor, no me vas a creer así que no te contaré…

-Que no me reiré y si te creeré –dijo con una postura certera.

-Lo prometiste… -lo miró condicionada-. Bueno… esa noche que fuimos a cenar –Tomás asintió- tú subiste a tu habitación y yo bajé porque escuchaba ruidos raros en la cocina. Cuando estaba en el pasillo sentí un viento muy helado en mi rostro y una voz como un grito que pasó al mismo tiempo que el viento. Luego se desvaneció. Fue algo muy extraño… me quedé paralizada y luego subí rápidamente a mi habitación y allí te vi en mi cama durmiendo. Yo me tranquilice al sentirme acompañada y me acosté a tu lado y me dormí…

-Pero debe haber sido otro porque yo dormí en mi cama… estaba borracho pero esta mañana recordé todo y ahora que lo mencionas escuché un fuerte portazo que venía de enfrente de mi habitación y ahí está la tuya… debe ser cuando entraste asustada a tu cuarto… -dijo dubitativo Tomás.

-Esto me está dando mucho miedo…

-Ya sé… busquemos en internet….

-¿Qué buscaremos en internet? –preguntó intrigada Alma.

-Si hubo algún suceso extraño aquí…

-¿Tú te refieres a que busquemos si hubo hechos paranormales? –preguntó con la voz entrecortada.

-Si… es la única manera que tenemos de sacarnos de la duda si son solo ruidos o es algo más…

-Estoy segura que es algo más… no te conté lo que me pasó hoy…

-¿Hay más? –preguntó temeroso, Tomás era muy miedoso con ese tipo de temas aunque no quería admitirlo.

-Si… hoy mientras me miraba al espejo vi algo raro en el reflejo de la pared… como una cara… pero era horrible, muy horrible…

-Tenemos que buscar en internet…

Alma y Tomás se fueron al cyber que estaba cerca de la confitería. Tomaron asiento y empezaron a googlear “hechos paranormales en las cabañas de Bariloche”.

-No salieron tantos resultados como esperábamos… -dijo un poco desilusionada Alma.

-Tranquila… a ver veamos en la primera página… -Tomás clickeó la primera página web que salió como resultado que decía “¿Fantasmas en Bariloche?

-“Según una vecina que vive hace 34 años en las cercanías de las cabañas de alojamiento para turistas, ella conoce una leyenda espeluznante. La leyenda cuenta que en una de esas cabañas hubo una tragedia hace 18 años. En esa época las cabañas no existían, pero se estaban proyectando. Pero en ese terreno había una pequeña casa hecha de adobe (ladrillo de lodo) donde vivía una familia numerosa. El matrimonio y 6 hijos, tenían escasos recursos, vivían como podían. Un día despidieron al padre de los niños de una obra en construcción, no podía encontrar trabajo y empezó a emborracharse. Con el tiempo fue perdiendo el control de sí mismo y empezó a golpear severamente a su mujer mientras sus hijos veían todo. Su esposa empezó a cogerle mucho odio y acudió a una bruja de magia negra y le pidió que castigue a su marido, que lo castigue de la peor manera, deseó su muerte. La bruja obedeció al pedido de la mujer, le pidió unos elementos para que pudiera realizar la maldición. La mujer los consiguió al día siguiente y la hechicera empezó con su trabajo. Días después su esposo apareció muerto en el sótano de su casa, tenía las manos mutiladas y el pectoral abierto de par en par, se le podía ver sus órganos en su interior. Alrededor del cadáver había millones de ratas que lo estaban comiendo, el cuerpo llevaba allí más de una semana y el hedor era insoportable. La mujer atestiguo que no sabía de su muerte, un día desapareció y no logró encontrarlo…”

-Ya no sigas por favor… -suplicó Alma-. Eso es espantoso.

-Espera, aquí encontré algo “… la mujer se marchó de ese pueblo con todos sus hijos antes que la policía pudiera arrestarla como sospechosa del crimen de su marido. Después de un mes encontraron los 7 cuerpos en un basural, las pericias concluyeron que murieron por desnutrición, pero la mujer mayor se suicidó. 5 años después de la tragedia, comenzaron a construir las cabañas como centro de alojamiento para turistas ya que Bariloche fue aumentando su nivel turístico. 1 año y medio después se inauguraron las 17 cabañas. Y una se construyó sobre la casa de la tragedia, los primeros en habitarla fueron una pareja de ingleses. Luego de dos días se marcharon y según los encargados de la cobranza del hospedaje en las cabañas, los turistas dijeron que  había espíritus en esa cabaña, pagaron los dos días de alojamiento y se marcharon. Cuatro años después en las noticias internacionales se enteraron que la pareja de turistas se suicidaron, al tirarse de un edificio de 34 pisos en Londres. El dueño de las cabañas les pidió explícitamente a sus empleados que no mencionaran jamás lo sucedido con esos turistas ni lo que les habían contado. Los empleados cumplieron por eso es que pocos saben de esta historia…”

-Ay Dios, parece que esos turistas fueron perseguidos por esos espíritus…

-Esto es una estupidez… -dijo Tomás sacándole importancia al tema.

-Callate, ¿Cómo vas a decir eso? Eso pasó de verdad, por algo quisieron reservarlo.

-Pero yo no creo en esto…

-Yo tampoco creía hasta que me pasaron las cosas que te conté…

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