Enfermos Mentales: Edificio d...

By OneHistoryMore12

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Ellos creyeron que ya había acabado, pero Elizabeth se había ganado enemigos. Estuvo 4 meses rodeada de demen... More

Prólogo+ Book Tráiler.
Personajes.
☆Capítulo 1: De vuelta a la acción.
☆Capítulo 2: ¿De qué me he perdido?
☆Capítulo 3: Todo se fue a la mierda...otra vez. Part. 1
☆Capítulo 4: Todo se fue a la mierda... otra vez. Part. 2 (TW)
☆Capitulo 5: Nace un nuevo problema. (TW)
☆Capítulo 06: Déjà Vu.
☆Capitulo 07: Rewind
☆Capitulo 8: Equipo.
☆Capitulo 9: Equipo. (TW)
☆Capitulo 10: Renacer (TW)
☆Capitulo 11: No soy una asesina.
☆Capitulo 12: Happy Halloween.
☆Capítulo 13: La dama de rojo carmesí. (TW)
☆Capítulo 14: Cazando al monstruo. (TW)
☆Capítulo 15: Momento de la verdad. (TW)
☆Capítulo 16: Locuras por un CD. (TW)
☆Capítulo 17: Se busca un cadáver. (TW)
☆Capítulo 18: Jugar a ser Dios
☆Capítulo 19: Ángel de la muerte
☆Capítulo 20: Secuestro. (TW)
☆Capítulo 21: Culpable.
☆Capítulo 22: La chica de la foto.
☆Capítulo 23: Entre nosotros.
☆Capitulo 24: El secreto de Kiara.
☆Capítulo 25: Pasillos secretos.
☆Capítulo 26: El Gas. part 1. (TW)
☆Capítulo 28: Separados.
☆Capítulo 29: El regreso de aquella torpe chica. (TW)
☆Capítulo 30: Personalidades.
☆Capítulo 31: Dulce cena navideña.
☆Capítulo 32: Las cosas no son como uno las planea.
☆Capítulo 33: Fin del juego. Part 1.
☆Capítulo 34: Fin del juego. Part 2. (TW)
☆Capítulo 35: Fin del juego. Part 3.
☆Epílogo.
Enfermos Mentales: Un pueblo en llamas.

Capítulo 27: El Gas. Part 2. (TW)

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By OneHistoryMore12

Enfermos Mentales. Capítulo 27: El Gas. Part 2.

(Advertencia de contenido de sensible)

Una perdida y lúgubre Elizabeth se tambaleaba por los pasillos del internado como alma en pena. Luego de haber perdido de vista a sus amigos, comenzó a sentir como algo cambiaba dentro de ella. Se metió en la primer habitación que vio, tratando de mantenerse segura. Pero se quedó encerrada, encerrada en su prisión mental, la peor de todas. No supo cuánto tiempo estuvo ahí, quizás horas, pero ya no aguantaba más. Cuando pudo se levantó y trató de salir a buscar a sus amigos, pero ni siquiera sabía si los pasillos que veía eran reales o no. A veces veía un pasillo lleno de sangre y psicópatas caminando concentrados en los suyo, pero luego parpadeaba y cuando abría los ojos, se encontraba caminando descalza por un puente sobre lava, rodeada de demonios que amenazaban con tocarla.

Cerró los ojos, prefiriendo no ver nada. Se lanzó a un lado quedando recostada de la pared, deslizándose hasta el suelo para quedar nuevamente sentada; con su despeinado cabello castaño hasta la cintura arropando su torso y brazos, se quedó otro buen rato, escuchando gritos provenientes de todas direcciones. Eran como garras rasguñando su tímpano sin compasión. De pronto hubo una voz más predominante que las demás voces distorsionadas. Una voz que repetía una y otra vez lo mismo. “¡Elizabeth, Elizabeth!”

—¡Elizabeth! —llamó Bethany, con una voz que se sentía más real y vívida que todas las demás.

Abrió los ojos rápidamente, observando a Bethany inclinada frente a ella con una expresión preocupada en su rostro. Se veía del asco. Estaba pálida, su largo cabello, seco y alborotado, las grandes ojeras bajo sus ojos y la bata blanca al parecer también eran parte de su look. Considerando que Bethany es ella, ¿Realmente se veía así de mal? Miró a su alrededor. Estaba en los pasillos del edificio nuevamente, y no los veía borrosas o doble, se veía todo normal.

—¿Qué haces aquí? —Eli pudo formular bien una pregunta por primera vez en un largo rato.

—¡Rápido, debes apurarte! ¡Vas a morir aquí si te ve algún interno! —la apuró a levantarse. Frunció el ceño. No se escuchaba nada aparte de sus voces. Como si todo el mundo se hubiera sumergido en un gran silencio. Como si solo existieran ella dos. Como si estuvieran dentro de su mente.

—¿Y desde cuando eso te preocupa? —preguntó seria.

—Si tu mueres, yo muero. Aún no quiero morir.

“Yo no me quiero morir” recordó las últimas palabras de Kiara. Efectivamente, estaba dentro de su cabeza.

—¿Ahora te preocupas por mí? ¿Después de haber hecho que me trajeran aquí? —la retó mientras se ponía de pie.

—Escucha, solo hago lo necesario para sobrevivir. Sí, me equivoqué, ella no era OX. ¿Pero y si lo hubiera sido? Debíamos salir de dudas.

—¡Ella murió por mi culpa!

—No es la primera —soltó para hacer enojar a Eli—. Sara desapareció por tu culpa, el ex de Jenn murió por tu culpa, al igual que la Sra. Cooper, la mataste tú. ¿Qué importa una muerte más agregada a la lista?

—¡Cállate! —gritó enojada. Respiró pesadamente al recordar todas las personas que Beth había mencionado y sus muertes. Estaba cansada de ser la culpable de todo.

Bajó la mirada hasta la cintura de Beth, viendo como del bolsillo de la bata sobresalía el mango de una pistola. Abrió los ojos grandemente.

—Bethany… ¿Qué es eso? —preguntó observando el arma.

Antes de que Beth pudiera siquiera responder, Eli se apresuró a tomar el arma y colocarla entre sus manos. Apuntó directamente a Bethany después de cargarla.

—Es culpa tuya todo eso. Tu me forzaste a hacer esas cosas, te apoderaste de mi.

—Cariño, yo soy tú —dijo siendo irónica, completamente despreocupada.

—¡No! Estás dentro de mi, pero no somos la misma persona. No tengo nada que ver contigo ni tus acciones.

—Se siente bien echarle la culpa a otros, ¿No? Vale, sí. Fue mi culpa —dijo levantando las manos a los lados de su cabeza—. Dispárame por eso.

—¿Qué?

—Hazlo, tienes el arma, dispárame y termina con esto. Luego yo estaré muerta dentro de ti y no tendrás a quien echarle la culpa —Elizabeth solo la miraba en silencio—. ¡Vamos! Hazlo por Sara.

—No.

—Hazlo por la vez que herí a tu madre. Por la vez que amarré a tu hermano a un para rayos.

—No.

—Hazlo por mí… porque me odias. Porque te hice herir a muchas personas. Porque saqué el peor lado de ti. Por convertirte en una asesina. ¡Hazlo!

—¡No! —gritó a la vez que apretaba los ojos y jalaba el gatillo.

El sonido ensordecedor de la bala saliendo de la boquilla de la pistola envolvió sus oídos. No escuchaba nada a parte de un pequeño pitido que penetraba sus tímpanos. Al abrir los ojos, jadeó boquiabierta, viendo como la sangre salía del hombro de Bethany, quien apretaba la herida con sus manos.

—¡No!

—… Bien hecho —susurró adolorida con una sonrisa mientras caía desplomada en el suelo.

Elizabeth no pudo emitir ni un jadeo, no salía nada de su boca. Antes de que se diera cuenta, alguien se acercaba corriendo rápidamente desde el pasillo frente a ella.

—¡Es tu culpa! —gritó acercándose.

Eli gritó asustada, disparando por accidente en dirección a la persona. Se acercó corriendo rápidamente para observar su rostro en el piso; era la Sra. Cooper, la primera persona que asesinó hace varios meses cuando robó el collar. Le había disparado en el estómago.

—¡Lo siento, lo siento! —se lamentó arrepentida. Trató de huir de la escena del crimen hasta el otro pasillo, pero nuevamente alguien se acercó corriendo hacia ella. Esta vez puedo reconocer su rostro; era Peter, el ex de Jenn.

—¡Me mataste!

Eli levantó el arma y le disparó rápidamente en la cabeza, haciéndolo caer al suelo.

—¡Diablos! ¡Lo siento! —gritó llorando.

Luego, se acercó corriendo Sara. Estaba pálida y sucia, con sangre en todo su cuerpo y la bata rota. Como si hubiera sido torturada. Elizabeth casi había olvidado ya su rostro.

—Dejaste que me secuestraran —susurró avanzando a paso lento hacia ella, como un alma en pena que se arrastraba. De solo verla podía sentir su dolor. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, le disparó en la pierna haciéndola caer. Gritó al apretar el gatillo, ya no quería seguir haciendo esto.

—Lo siento.

Luego de dar unos pasos, vio acercarse a un chico adolescente corriendo hacia ella. Tenia un pedazo de vidrio clavado en el abdomen y salía sangre de varios lados de su cuerpo. Elizabeth sintió que el mundo se le vino abajo al verlo correr enojado hacia ella. Era Joey, su hermano. La muerte que inició esta serie de eventos catastróficos.

—¡Morí por tu culpa! —gritó lleno de ira. Eli apretó el gatillo y disparó en su corazón, comenzando a sentirse la peor mierda del mundo—. Y moriré otra vez.

—Lo siento —dijo pasando a su lado y caminando por el pasillo—. Lo siento —se disculpó disparando a William, quien había intentado violarla hace meses—. Lo siento —le disparó a uno de los niños que había muerto en el accidente de autobús cuando era niña, por su culpa—. Lo siento —dijo a otra niña—. Lo siento.

Las palabras ya salían de forma automática de su boca segundos después de que apretaba el gatillo. Su expresión se volvió fúnebre y caminaba lentamente cabizbaja, sin ánimos de seguir con todo esto. Mientras detrás de ella dejaba un río de cadáveres de internos por el pasillo.

Un largo rato después, por los pasillos que Eli había recorrido se acercó Alex. Al ver la cantidad de cadáveres de internos en el piso, supuso que había sido algún psicópata. Pero nunca imaginó que la culpable había sido Elizabeth, quien disparaba creyendo que asesinaba a los demonios en su cabeza.

Mientras tanto en los baños del segundo piso, James, sentado junto al retrate apegándose lo más posible a la pared para evitar que Shey se acerque a él, estaba asustado y eso lo hacía sentirse peor. Sentía  que algo lo apretaba del cuello e impedía que el aire pasara por su cuerpo. Respiraba por la boca las veces necesarias para intentar no morir. En la otra punta del baño al lado de la puerta, se encontraba Sheyla tratando de resistirse a saltar nuevamente sobre Lola, Lili y Lilah... o sobre James. Aunque entre esas opciones, prefería cualquiera de las primeras tres.

—Shey, ¿Cómo estás? —se esforzó James para preguntar.

—Tengo hambre —le tembló la voz, al igual que temblaba todo su cuerpo.

—Resiste —susurró en un jadeo, levantó el brazo para ver la hora en su reloj—. Ya son la-las… 2:42... esto ya casi termina.

—¿Cómo lo sabes? —escupió entre dientes.

James se quedó en silencio.

Sheyla comenzó a lamer la sangre alrededor de su boca y a comer los restos de carne humana entre sus dientes. No podía resistir, necesitaba más.

Al escuchar ruidos extraños, James asomó su cabeza por el cubículo del baño, aún sentando en el piso. Suspiró horrorizado al ver a Sheyla morder la muñeca de Loli, esforzándose para arrancar un pequeño pedazo de su piel.

—¡Sheyla! —gritó James con dificultad mientras caminaba hacía ella, atrayendo su atención.

Todo el valor que había adquirido se disolvió en un segundo al ver la mirada de Sheyla sobre él. Era como un león miraba a su presa, con ojos hambrientos y lujuriosos. Se levantó del piso lentamente y, con su boca llena de sangre, se acercó a él haciéndolo retroceder. El dolor en el pecho de James aumentó, dejándolo casi sin aliento. No fue hasta que Alex empujó la puerta del baño desde afuera y atrajo la mirada de Shey que James pudo respirar un poco más tranquilo.

—¿Qué diablos hacen aquí? ¿Y dónde están Ben, Eli y Jenn? —se apresuró a preguntar Alex. Bajó la mirada, viendo los cuerpos desmayados y sangrientos en el piso—. ¡Oh, santa mierda! ¿Qué pasó aquí?

—Sheyla —jadeó James—… intentó comerlas y Jennifer nos dejó encerrados aquí. Elizabeth no sé dónde está —apretó los ojos por el esfuerzo que tuvo que hacer para decir una oración tan larga.

—¿Sheyla es caníbal?

—Soy un monstruo —susurró ella.

—Oye, no…

—¡Aléjate, Alex! Por favor —pidió sollozando. Alex le dirigió una mirada de pena. Quería abrazarla, pero tenía miedo a perder el brazo en el intento.

—James, ¿Cómo estás?

—Puedo sopórtalo.

—Bien. Sheyla, coge un buen rollo de papel y límpiate, debemos salir a buscar a Jennifer, Benjamín y Elizabeth —ordenó Alex apurado, desesperado por llevar a sus amigos a un lugar seguro. Quería sacarlos por donde habían entrado James y los demás. Tenía la idea de que si los sacaba del E.D.T.I nivel 2, volverían a la normalidad.

—¿Dónde está Erick? —preguntó Sheyla limpiando su rostro.

—Larga historia, ¡Vamos!

●●●●●●●●●●●●●●●●●●●

Elizabeth caminaba sin rumbo fijo por los pasillos del edificio, disparando a todo interno que en su mente tomaba forma de alguien a quien le había echo daño, especialmente muertos. Lo siguiente que vio la dejó pensando unos segundos. Jennifer se acercaba a ella caminando tranquilamente mientras sostenía un bate sobre su hombro. Ponía un pie frente a otro, avanzando con lentitud, pero viéndose bastante sensual. Tarareaba una rara canción de cuna manteniendo los ojos en el techo. Era extraño porque todos los anteriores que Eli había visto estaban desarmados. Como sea, Jenn ya se había tardado en aparecer también.

Lo que Eli no sabía es que esta vez Jennifer no estaba solo dentro de su cabeza. Caminaba en su dirección decida a golpearla con el bate hasta separarle la cabeza de su cuerpo. Cuando estaba lo suficientemente cerca, Eli se preparó para dispararle y luego disculparse.

—Lo sient…

No pudo terminar la oración que ya se había vuelto costumbre, pues recibió un fuerte golpe con el bate de béisbol en la mano, haciéndola soltar el arma y un fuerte grito de dolor a la vez. Agarró su mano con dificultad, cayendo de lado en una pared y deslizándose hasta el piso. Levantó la cabeza, mirando a una Jennifer sonriente.

—¿Pero…?

—¿Cómo puedo tocarte si estoy dentro de tu cabeza? Sorpresa, cariño, este es el mundo real.

—No, no puede ser —dijo Eli mirando a su alrededor.

Estaban todos los pasillos vacíos, a excepción de Jennifer frente a ella. Los cuerpos a los que había disparado habían desaparecido según avanzaba. No, debía seguir en su cabeza.

—Por lo que veo has herido a mucha gente. Te has vuelto jodidamente loca, no creo que salgas de aquí por un buen tiempo —se mofó Jenn divertida.

—No —musitó Eli tirando desde las raíces de su cabello mientras apretaba los ojos fuertemente, comenzando a sentir que su cabeza daba vueltas nuevamente.

El anterior silencio en el que casi se podía escuchar una tranquila melodía de piano, fue remplazado poco a poco por un pequeño bullicio que comenzó a hacerse más sonoro cada vez que Elizabeth pensaba en todos los demonios en su cabeza a los que había disparado.

Abrió a los ojos y vio su entorno nuevamente. Las antiguas limpias paredes ahora estaban manchadas de sangre y humo, siendo iluminadas por unos cuantos focos de luz que venían del final de cada corredor, ya que la mayoría estaban rotos. Por los pasillos corrían internos perseguidos por otros internos. Al final del pasillo salía un gran fuego que amenazaba con quemar todo el internado, y se hacía más grande cada vez que un hombre de mediana edad aventaba internos adolescentes, quemándolos vivos en el interior de la cafetería. En el caos a su alrededor, una camino de cuerpos con heridas justo en donde ella había disparado a los demonios en su cabeza llamó su atención. Todo este tiempo había estado disparando a personas reales. Había herido a personas reales.

—Vas a pudrirte aquí, con o sin ayuda OX —escupió con rencor—. ¿Y si mejor te mato ahora y te ahorro años de sufrimiento?

—Sabía que no debía confiar en ti —jadeó observándola enojada.

—Pero lo hiciste… gran error —dijo levantando el bate y tomando impulso, preparada para golpear la cabeza de Eli—. Fue un gusto conocerte.

—¡Por favor, no!

La escena fue interrumpida por el sonido de dos disparos impactando contra el techo. Jenn y Eli se sobresaltaron mientras cubrían sus orejas con las manos. Miraron en la dirección en la que provenían los disparos. Alex sostenía el arma de Eli que había caído al suelo, disparando para llamar su atención. Con Sheyla a un lado y James del otro, respirando entrecortadamente. Jennifer soltó el bate asustada, había sido descubierta.

—¿Algo que quieras contar, Jenn? —preguntó Alex completamente serio.

Jennifer solo tuvo tiempo a tartamudear, pues el disparo de Alex había llamado la atención a más de un interno. Los chicos giraron sus cabezas a la vez, observando como por ambas direcciones se acercaban corriendo psicópatas, asesinos y violadores, todos con sed de sangre en sus ojos, separados de los chicos solo por puertas de metal desbloqueadas. El grupo se miró y luego miraron el pasillo a su lado, el cual llevaba a las escaleras hasta el cuarto piso. Se miraron nuevamente y solo pensaron una cosa.

Correr.

Eli se levantó lo más rápido posible y, sin pensarlo, tomó a Alex de la mano, quien se quedó a esperarla, arriesgando su vida solo para correr junto a ella. Al llegar a las escaleras, cerraron la puerta que dividía estas y el pasillo, al menos para retrasar a la sangrienta multitud. Al llegar al 4to piso, se apresuraron a correr hasta la habitación por donde habían venido Ben, James y Jenn. “A todo esto, ¿Dónde está Benjamín?” Se preguntó Eli mientras corrían. Pero mientras corría, escuchó una voz que interrumpió sus pensamientos.

—¡Alex! —gritó Erick a sus espaldas, a varios metros de distancia.

El grupo se dio la vuelta, observando como Erick se acercaba corriendo enfurecido con un único objetivo: Alex. Del bolsillo de su pantalón sacó una daga que había hecho con con el caballete, con la cual también había roto la ventana de la puerta en la sala de calderas para salir, y la que ahora empuñaba listo para clavarlo en las costillas de Alexander.

—¡Erick no! —gritó Elizabeth entre el bullicio del internado y el de su mente, donde las voces le daban mil ideas diferentes de qué hacer ante la situación. “Huye sola" “Déjalos" “Mátalos a todos".

Antes de que Eli considerara al menos una de estas opciones, alguien se le adelantó. Cuando Erick estaba lo suficientemente cerca, pasó corriendo al lado de una habitación, habitación de donde salió Jennifer y le pegó un batazo justo en la nunca, haciéndolo detenerse y caer al piso desplomado. Los chicos siguieron el recorrido del cuerpo hasta el suelo, elevando la mirada nuevamente para mirar a Jennifer, quien sostenía el bate con una expresión de “Yo ni fui"

—¿Qué? No le pegué tan fuerte. —Ellos solo continuaron mirándola en silencio, sorprendidos—. Vamos, ¡Les salvé la vida! Un “gracias” no estaría de más —bufó arrastrando el bate por el piso.

Al escuchar la multitud acercarse, James y Alex tomaron los brazos de Erick y lo arrastraron hasta la habitación. Al entrar, lo primero con lo que se encontraron fue con Benjamín frente a una pared llena de escritos y números escritos con tiza. Hablaba en voz baja, tal vez leyendo lo que había escrito. Al escuchar a los chicos en la puerta, dirigió su mirada a ellos.

—Chicos, hi-hice un análisis profundo de todo lo que ha p-pasado desde que comenzó el año. Según mi-mis conclusiones y evaluando los motivos, intereses, e-enfermedades de cada uno de los internos; creo q-que OX es… —Benjamín fue interrumpido por el sonido de el portazo que le dio Alex en la cara a los internos que casi los atrapaban.

Alex se colocó frente a la puerta, abriéndose de pies y brazos, evitando que los internos la empujaran.

—¡No es tiempo para eso Benjamín, ayunados a cerrar esto! —ordenó Jenn jalando el armario.

Mientras Alex, Benjamín y Jenn colocaban cosas de la habitación frente a la puerta para mantenerla cerrada, Elizabeth vio a sus amigos a su alrededor; James estaba en una esquina sosteniendo su cabeza con sus manos, tirando su cabello por la desesperación de la ansiedad. Sus ataques solían durar de 5 a 10 minutos, pero nunca 3 horas. En otra esquina, Sheyla estaba sentada en el suelo con la mitad de su cabeza entre sus rodillas, observando y resistiéndose a pegarle una mordida al cuerpo inerte de Erick frente a ella. En otra esquina, Jennifer observándola a ella y resistiéndose a matarla. Detrás de esas puertas, psicópatas ansiosos por asesinarlos de las formas más crueles posibles. Y en medio de todo el caos, se preguntó, ¿Cómo habían llegado a esto?

En ese momento, la teoría del efecto mariposa tuvo sentido. No habría estado allí si no hubiera perseguido a Kiara, y esto no hubiera pasado si no se hubiera entregado e internado en el E.D.T.I. Cosa que no hubiera sucedido si no hubiera caído en las trampas de OX, quien surgió por ella ser el desconocido. Y nada de eso hubiera sido posible si su madre nunca hubiera visto ese anuncio de un internado y no la hubiera metido en ese tétrico lugar.

¿Será que al fin y al cabo realmente todo era su culpa, o solo un serie de coincidencias manipuladas por el destino?

—Chicos, ¿Ustedes también oyen eso? —preguntó Jenn desde la esquina de la habitación. Ellos fruncieron el ceño—. Exacto, nada.

Jenn tenía razón. El anterior escándalo de la multitud había desaparecido, dejando un gran silencio. Luego de unos segundos de tratar de escuchar algo, Alex comenzó a quitar cosas de la puerta para poder abrirla. A la misma vez que colocaba su mano en el pomo para abrir, por debajo de esta comenzó a entrar un gas de color ciruela. Al abrir la puerta, vieron como todo el pasillo estaba lleno de este gas que había dejado a los internos desmayados en el piso. Eli miró como el gas, humo o lo que fuera se metió en la habitación, invadiendo sus fosas nasales y provocándole rápidamente un profundo sueño.

Lo último que escuchó fueron sirenas policiales sonar en todo el internado, a la vez que a la habitación entraban guardias con máscaras, armados y con trajes negros. Luego todo se comenzó a volver oscuro y cayó al suelo al igual que sus amigos, siendo envueltos por aquel gas esparcido en el piso.

●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●

Dios, realmente deseaba escribir estos caps :3

Voten⭐ Comenten💭

—OX.

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