AL FINAL DEL CAMINO「SS」|PAUSA...

By Messel

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Recuerdo el día en que me otorgaron una beca, mi padre era la alegría en persona y mi madre el entusiasmo, el... More

Un trágico suceso
¿Destino o simple casualidad?
Una vida no tan perfecta
Incógnitas
Sólo basta una mirada...
El primer paso
Resignación
¿Qué sucede conmigo?
¿Te gusta?
¿Sacrificio?
Impecable tormento
Alejados del mundo
Confusión
Pequeña inquietud
Una parte de mí
Emociones sentidas
Tu presencia
Evanescente
Mamá...
Revelación
My blood

Nuestro momento

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By Messel

20

Nuestro momento.

Una travesía tranquila se logró con el pasar de los días, la estadía en la universidad se tornaba exasperante, las miradas hacia Sakura no cedían en absoluto, pero a diferencia de antes había cierto pelinegro que se empeñaba en poner a varias personas en su lugar.

Los días pasaron sin inconvenientes, Sakura le dio su tiempo al Uchiha sabiendo que en algún momento estaría listo para hablar con su madre, el pelinegro sentía un miedo inminente, cada vez que pensaba que debía acercarse a ella sentía una punzada en el corazón, la había odiado toda su vida, verla a los ojos era algo que jamás creería que pasaría.

Pero ahí estaba, paseándose en su habitación de un lado a otro, intentando buscar la manera de que Sakura olvide el acuerdo que pactaron, pero no, no podía evadirlo, eso constaría en fracturar su palabra y era algo que no pretendía.

Estaba demasiado cansado, quería que todo termine de una jodida vez. Se sentía tan estúpido, el Sasuke de meses atrás se reiría de ver en lo que se ha convertido, era tan escéptico y arrogante, ni siquiera le importaba del todo la vida, pero ahora su corazón se agitaba cada vez que veía a Sakura, era insólito las cosas que estaba haciendo a causa de ella, esa mujer que lo hacía sentir tan extraño.

Su mente se instaló en ella, se había convertido en un pequeño pasatiempo, cada vez que pensaba en esa mujer... tenía miedo. ¿Por qué? Sentía que Sakura se convirtió en una debilidad, cuando estaba cerca de ella se sentía diferente, la amargura que lo caracteriza se apaciguaba de inmediato, con los demás podía comportarse como un idiota, pero con ella incluso entablaba una conversación decente, algo que no lograba cualquiera tras su actitud altanera.

Se acercó al escritorio bastante dudoso, abrió lentamente el cajón e instaló sus ónix en un lápiz que estaba trizado en la mitad, entonces recordó lo que sucedió aquel día, una sonrisa repentina apareció en sus labios.

Cerró el cajón con sutileza y tomó rápidamente una decisión. Se dirigió al vestidor abriendo la puerta con apuro y prosiguió a buscar algo con la mirada, sus oscuros orbes se posaron en una bolsa que descansaba en uno de los estantes del armario.

Tomó un par de bolsas asegurándose de revisar que todo esté completo y salió por las mismas, se trataba del conjunto de ropa que Sakura le prestó la semana pasada. Intentó devolvérsela al día siguiente, se encargó de mandarlo a la tintorería dejándolo bastante reluciente, pero Sakura se negó diciéndole que podría entregárselo en otro momento, ya que no sería apropiado que todos miren que Sasuke le entregaba una bolsa. Él por su parte sintió leve molestia, no le importaba en absoluto la opinión de terceros, pero después meditó más tranquilo y Sakura tenía razón, su objetivo principal era que ella no tenga problemas.

Tomó las llaves del auto abandonando su habitación, observó el reloj que cargaba en su muñeca percatándose que faltaba un par de horas para que sea medio día, soltó un leve suspiro y se encaminó por el largo pasillo.

Apenas llegó al living sus ónix chocaron con los ojos negros de su hermano, lo menos que quería era encontrarse con alguien, odiaba que le hicieran preguntas.

—¿Saldrás un sábado tan temprano? —Los ojos de Itachi se posaron en las bolsas que su hermano sujetaba. Soltó una pequeña sonrisa casi imperceptible, empezaba a deducir—. No es común en ti.

Sasuke bufó, por un momento pensó en ignorarlo y proseguir con su camino, pero por otra parte sentía que debía cambiar de actitud con su hermano, después de todo él ha hecho tanto por él.

—Entregaré esto. —Alzó la bolsa con desdén—. Naruto me pidió que le entregue algo que me prestó. —Mintió.

Itachi se dedicó a soltar una pequeña risa, sabía que su hermano mentía, lo conocía de toda la vida, además, era demasiado obvio. ¿Él haciendo encargos a Naruto? Primero surge el fin del mundo y ya después lo consideraría. Tosió levemente atrayendo la atención de Sasuke, carraspeó intentando disipar el malestar que sentía y tomó un poco de café refrescando su garganta.

Sasuke clavó sus ónix en Itachi, enarcó una ceja al inspeccionarlo, se veía bastante cansado y afligido, sus ojeras eran más notables y su color de piel no era la habitual.

—¿Estás enfermo? —preguntó mirándolo fijamente, los ojos negros de su hermano se posaron en los suyos—. Te ves pálido.

Itachi sintió un pequeño escalofrío, sonrió burlón intentando mostrar lo contrario.

—No estoy enfermo, solo me siento un poco cansado —aseguró dedicándole una sonrisa cálida—. Deberías entenderme, estoy ocupándome del trabajo de papá e intento estudiar a la vez, no es tan sencillo.

El Uchiha menor meditó sus palabras, su hermano tenía razón, después de todo había olvidado lo que aquel cargo requería, conociendo a Itachi se imaginaba que se esforzaba más de lo debido.

—No te excedas, de nada sirve tu esfuerzo si terminas en una cama de hospital. —Itachi lo escuchó y sintió una presión en su corazón, justamente era lo que él pensaba, Sasuke atinó a su punto débil sin darse cuenta, aquél que tanto le destruía la vida.

Los orbes del azabache observaron cómo su pequeño hermano se alejaba, sonrió con tristeza y se armó de valor para intentar apoyarlo.

—Saluda a Sakura de mi parte.

Sasuke se detuvo un momento, pero no tardó en seguir con su camino, sus orejas empezaron a arder, después de todo lo habían descubierto.

Ajena a la situación, Sakura estaba dándose una ducha, toda la mañana se dedicó a realizar algunas tareas referentes a Bioquímica y Biología Molecular, estaba bastante agotada debido a que hizo todo lo que tenía pendiente, no quería arriesgar su media beca.

Una vez en su habitación prosiguió a secarse, se dirigió hacia el armario buscando algo cómodo que ponerse, sujetó una remera de manga larga color beige y un short de mezclilla. No le apetecía ponerse algo abrigado debido al calor que hacía, le gustaba la ropa holgada así que era su mejor opción. Tomó su ropa interior y no tardó en vestirse.

Al culminar con la vestimenta prosiguió a cepillar su cabello, apenas se daba cuenta que había crecido demasiado, faltaba poco para que su largo cabello rosa llegue a su cintura.

¿Debería cortarlo?

No lo sé, después de todo mi madre siempre me decía que le gustaba que lo deje crecer.

En otra ocasión será.

Suspiró con nostalgia, terminó con su cabello y prosiguió a acomodar algunos apuntes que tenía regados en el escritorio.

Sus ojos verdes se posaron en el estuche que cierto Uchiha le obsequió, lo tomó suavemente entre sus manos como si de una pieza de cristal se tratase, abrió el estuche con delicadeza y tomó la pluma entre sus dedos. Con su pulgar acarició las letras talladas del mismo, poco a poco se perdía en sus recuerdos hasta que alguien tocó la puerta.

Despertó de su estupor guardando con sutileza el estuche en el cajón de su escritorio, se acercó hacia la entrada bastante dudosa, era poco frecuente que alguien llamara a la puerta.

Giró la perilla y abrió con suavidad alzando la mirada en el acto, sus orbes se posaron en unos ojos negros que la observaban con profundidad. Su mirada delató el asombro que sentía, no imaginó que Sasuke se presentaría ante su puerta.

—¿S-Sasuke?

—Sakura.

La Haruno negó suavemente intentado disipar la sorpresa, abrió la puerta por completo ante la oscura mirada del pelinegro.

—Pasa, por favor —dijo con una pequeña sonrisa, el Uchiha dejó de observarla y prosiguió a entrar en completo silencio, intentaba mostrarse indiferente pero los latidos eufóricos de su corazón no le dejaban tranquilo.

Sakura divisó la espalda del Uchiha, su atención se desvió a la pequeña bolsa que traía en su mano izquierda, notó como el pelinegro se giró presentándose un inminente contacto visual.

Sasuke levantó la mano situando frente a ella un par de bolsas con la intención de que las tomara.

—He venido a devolverte la ropa —mencionó sacando a flote su excusa para verla—. Los zapatos están en la segunda bolsa.

Las delicadas manos de la Haruno sujetaron las bolsas con una ligera sonrisa.

—No te hubieses molestado en esto, me pudiste haber avisado y yo lo recogía. —Hizo una pequeña pausa notando cómo el ceño del Uchiha se fruncía, la pelirosa sonrió ante su expresión—. Gracias por traerlo.

El pelinegro observó como Sakura se alejaba hacia el lado opuesto de la entrada, imaginaba que dejaría las bolsas dentro de la habitación en la que un día fue de sus padres. Empezó a sentirse nervioso, buscaba la manera de quedarse un poco más, después de todo su excusa para verla se reflejaba en aquellas bolsas, pero ahora que las entregó ya no había nada más que le retuviera en el lugar.

Sakura salió de la habitación y observó al Uchiha el cual no había movido un solo músculo, aquel hombre parecía una estatua, una pequeña risa se hizo presente tras ese pensamiento.

—Sasuke. —La Haruno notó como volteaba a verla, se sorprendió al observar sus ojos negros, su expresión lucía bastante afligida—. ¿Estás bien?

El Uchiha tensó la mandíbula, no, no estaba nada bien. Toda la mañana divagó en sus pensamientos intentando tomar el valor suficiente para enfrentar su pasado, la imagen de Mikoto no desaparecía de su cabeza, quería que todo terminara, sentía que en algún momento no podría soportarlo.

—Hablaré con ella.

Sakura se sorprendió ante sus palabras, en algún punto llegó a pensar que el pelinegro se arrepentiría, pero finalmente tomó una decisión. Sentía demasiada alegría al saber que le daría una oportunidad, había llegado el momento de que se unan esos dos.

—Es una excelente noticia —aseguró soltando una dulce sonrisa—. Gracias por intentarlo.

Unos ojos negros desviaron la mirada, se sentía avergonzado y estúpido, cada vez era más recurrente que duela su corazón al darse cuenta que el Sasuke del pasado desapareció, nunca se había sentido tan temeroso e inseguro, se sentía como un niño.

Ella lo observó expectante, el semblante del pelinegro reflejaba tantas emociones que era difícil asimilar tratándose de él.

—¿Qué sucede? —Le preguntó posando sus ojos verdes en aquellos ónix indescifrables.

—Ven conmigo —soltó enseguida, no quería sonar suplicante, pero no podía negar que la inseguridad le consumía, es algo que jamás pretendió afrontar, ni siquiera a su hermano le concedió el privilegio de aceptar ver a su madre.

Sakura no se esperaba esa respuesta, se percató de la mirada profunda del Uchiha, bajó la mirada huyendo de su oscura mirada, no podía hacer algo así.

—No puedo. —Fijó sus ojos en los suyos—. Sería bastante inapropiado, después de todo es algo que les concierne solo a ustedes dos.

El pelinegro desvió la mirada a otro punto del lugar, de verdad era muy difícil para él dar ese gran paso, el rencor que cobijaba era tan grande que sentía que en cualquier momento se arrepentiría. Pero ahí estaba la jodida pregunta que no lo dejaba tranquilo, ¿y si Sakura tenía razón? ¿Vivió en un engaño toda su vida? ¿Su odio no estaba justificado? Había tantas cosas que no entendía, se sentía tan perdido.

La pelirosa notó el semblante raro del Uchiha, no podía dejar de sorprenderse ante su actitud, meditó la situación poniéndose en su lugar.

Soy consciente que debe ser muy difícil para él.

¿Tal vez... tiene miedo?

Lo observó con tristeza, era muy ingenua al pensar que él solamente debía acercarse a su madre y hablar, apenas se daba cuenta que tan equivocada estaba, pese a que no lo decía Sasuke tenía miedo y no lo culpaba, vivió en una mentira toda su vida siendo la burla de su padre y aún no lo sabe. Sintió como se estrujaba su corazón al pensar en la reacción del pelinegro cuando se entere, no podía dejarlo así, pasó tanto tiempo solo y no era justo que siga viviendo en ese pozo de dolor.

—Te acompañaré. —Sasuke la observó con leve sorpresa—. Pero debes entender que no puedo meterme en su conversación, iré contigo hasta la puerta y te esperaré afuera.

El pelinegro procesó sus palabras, no era lo que esperaba, pero al menos estaría cerca de él.

—Gracias, Sakura. —Sus ónix observaron la dulce sonrisa que ella le dedicó, suspiró sintiéndose más tranquilo—. La verdad quisiera esperar un poco antes de ir, siendo sincero todavía no me siento listo para confrontarla, pero puedo asegurarte que no pasará de este día.

—Será cuando tú lo desees. —Sonrió—. Nunca estuviste solo en esto, estaré ahí para lo que necesites.

Sasuke asintió con bastante tranquilidad, su rostro se apaciguó mostrando un semblante sereno, posó sus ónix en el reloj de su muñeca y desvió la mirada a sus brillantes ojos verdes.

—¿Irás a trabajar?

Ella negó en un suave gesto y prosiguió a responder.

—No. —Fijó sus ojos en él—. Teuchi me concedió el fin de semana a pesar de que estos días suelen ser más ajetreados, me dijo que me tome estos días para ponerme al día con los trabajos de la facultad. —Soltó un pequeño suspiro—. La verdad agradezco mucho su ayuda, de lo contrario no podría mantener mi media beca.

El Uchiha simplemente se limitó a observarla, recordó enseguida lo que tenía en mente, ya podría encargarse de ese asunto después, de seguro es algo que Sakura no podrá asimilar ante la sorpresa. Posó su mirada en la pelirosa y separó ligeramente sus labios con la intención de hablar.

—¿Has comido algo? —Hizo una breve pausa al notar como su piel se tornaba más pálida de lo normal—. Es poco más del medio día.

Un silencio se instaló en el aire, poco a poco la vergüenza se apoderaba del cuerpo de la Haruno, su ceja tembló ante su pregunta, en realidad tenía pensado comprar algo pequeño y comer eso hasta pensar en que haría el resto del día, pero hasta el momento no había ingerido nada de comida. Pensó en mentirle, pero sabía que la terminaría descubriendo.

—Todavía no...

—Te sigues descuidando de esa manera. —La regañó fijando sus ojos negros en los suyos con acritud. Sakura se sintió tan pequeña ante su mirada. Sasuke pensó en una razón y terminó enarcando una ceja—. ¿Me permites pasar a tu cocina?

Sakura lo observó sin entender su pregunta, asintió dudosa y se limitó a responder.

—La cocina está por allá. —Señaló un punto del apartamento, el pelinegro dejó de observarla y empezó a caminar hacia el lugar. Ella lo observó sin entender que es lo que pretendía, empezó a caminar con la intención de seguirlo.

—Quédate ahí. —Escuchó su grave voz haciendo que se detenga, observó cómo se alejaba hasta que desapareció de su vista.

El Uchiha entró a la cocina y dirigió una vista rápida al lugar, había algunos estantes con polvo y el mesón de la cocina se veía bastante descuidado, se acercó hacia la despensa y notó que estaba vacía, su vista se posó en el refrigerador y fue hacia él con paso acelerado, lo abrió con suavidad y se dio cuenta que a duras penas tenía unos pequeños frascos que era imposible descifrar su contenido.

Sasuke bufó molesto.

¿Qué come esa mujer?

Parece una niña.

Salió de la cocina con una mirada indescifrable, se acercó a Sakura quien no se había percatado de su presencia y la tomó de la muñeca dirigiéndose hacia la puerta de entrada.

—¿Q-Qué estás haciendo? —Hizo un poco de fuerza haciendo que Sasuke se detenga, este último la observó a los ojos sin soltarla.

—Iremos a comprar algunas cosas para tu despensa.

Aquellos ojos verdes se ensancharon de la sorpresa, hizo un pequeño forcejeo intentando soltarse, no iba a permitir que haga algo así, eso ya era otro nivel de amabilidad.

—Me niego rotundamente. —Clavó sus verdosos ojos en él bastante molesta—. Siempre haces este tipo de cosas y no es nada correcto. —El Uchiha frunció el ceño—. No deberías desperdiciar así tu dinero.

—¿Si tanto te molesta por qué no compras nada de comida? —Hizo una breve pausa enarcando una ceja—. ¿No sabes cocinar?

Sakura se sintió ofendida ante su pregunta, sus razones eran distintas, no negaba que con la comodidad de tener un trabajo y con las propinas que adquiere le alcanzaba para hacer una pequeña despensa, pero no era nada sencillo para ella.

—Sé cocinar —aseguró mientras su labio tembló levemente ante lo que estaba por decir—, pero no he usado la cocina desde la muerte de mis padres, me resulta difícil entrar a ese lugar en el cual mi madre solía pasar. —Hizo una pequeña pausa intentando disipar el nudo en su garganta. Sasuke la observó soltando un pequeño suspiro de resignación—. Suelo comprar algo sencillo para comer, no es la gran cosa pero al menos me calma un poco el hambre.

Él se limitó a observarla, en una parte de su corazón sentía tristeza por ella, no era justo todo lo que estaba viviendo, Sakura tenía una familia unida a diferencia de la suya, ella cargaba con necesidades económicas cuando él no tiene que preocuparse por eso. Definitivamente sus vidas eran tan distintas, comprendía su dolor y forma de actuar; si los casos fuesen opuestos a Sasuke no le hubiese dolido la muerte de sus padres, después de todo nunca estuvieron cerca de él, pero si hubiese tenido la unión que la familia de Sakura poseía, posiblemente no hubiese querido vivir más.

Presionó un poco la muñeca de la pelirosa y la jaló atrayéndola hacia él, sintió como su rostro se apegaba a su pecho, posó su otra mano en su largo cabello y la cobijó en un fuerte abrazo. Sakura apenas asimilaba la situación, su corazón latía con frenesí, Sasuke siempre actuaba de manera tan inesperada.

—Déjame ayudarte.

Escuchó su grave voz pronunciando tales palabras, tragó saliva y con su mano temblorosa agarró suavemente un costado de su camisa.

—No debes hacer este tipo de cosas... —Hubo unos segundos de silencio—. No quiero ser una molestia. —Sasuke sintió lo tensa que estaba—. Ya has hecho mucho por mí.

—Tu terquedad sigue siendo impresionante.

Sakura soltó una pequeña risa al recordar aquellas palabras, el pelinegro curvó sus labios al escucharla reír, si estuviese en sus manos hiciera hasta lo imposible para que permanezca de esa manera.

Se alejó suavemente buscando esos ojos verdes que tanto le gustaban.

—¿Qué debo hacer para que me dejes ayudarte? —Un sentimiento de impotencia lo acobijaba, deseaba poder hacer más, pero que Sakura se resista en recibir ayuda lo hacía más complicado, su intención jamás ha sido mala, lo único que quería es su bienestar.

—No tienes que hacer nada. —Sonrió con amabilidad—. Debes recordar que no es una obligación, como te lo dije minutos atrás... Has hecho mucho por mí.

Sasuke arrugó la nariz, debía pensar en algo.

—¿Qué tal otro acuerdo? —soltó enseguida atrayendo la atención de la pelirosa.

—¿Un acuerdo? —repitió la pregunta enarcando una ceja. No entendía a qué quería llegar.

El Uchiha meditó unos segundos lo que estaba por decir, esperaba de corazón que no se negara.

—¿Te parece si ambos pagamos a medias? —La observó examinando su expresión, al parecer seguía sin agradarle la idea, estaba a punto de responder cuando el Uchiha la interrumpió—. Te aseguro que no serán tantas cosas.

Sakura pensó en sus palabras, si de verdad él aseguraba que no será tantas cosas quizá podría acceder, aunque por supuesto con una condición.

—Aceptaré tu acuerdo, pero con una condición —aseguró haciendo contacto visual—, te devolveré el dinero en cuanto tenga.

Sasuke no tuvo más opción que ceder, después de todo era muy testaruda, en ese aspecto eran muy parecidos, una ligera sonrisa apareció ante la comparación, ahora se daba una vaga idea de todo lo que tuvo que soportar su hermano.

No pasó mucho tiempo cuando se dispusieron a ir al supermercado más cercano, afortunadamente el tráfico era pasable y su viaje se tornó fugaz, una vez llegaron al lugar no tardaron en salir, el pelinegro cerró la puerta y prosiguió a activar la alarma del auto con el control que tenía en su llavero.

—¿Estás enojada? —La observó con una sutil sonrisa ladina—. No creo que haya hecho algo para que tengas esa expresión en tu rostro.

Sakura bufó cruzando los brazos en su pecho y desviando la mirada a un costado.

—Te dije que era mejor ir al mercado, no a un SUPER-mercado. —El Uchiha empezó a alejarse hacia la entrada del establecimiento, intentaba esconder su sonrisa pero era inevitable.

—No te quedes atrás. —Detuvo su paso y volteó a verla—. Este lugar es mejor, debes saberlo.

Sus ojos verdes lo observaron con reproche, hizo un mohín y se acercó a él, sabía que ya no había vuelta atrás.

Una vez dentro Sasuke tomó un carrito de compras ante la mirada atenta de varias personas, Sakura notó la atención que recibía el Uchiha, en mala hora los supermercados suelen estar más llenos de mujeres que de hombres.

Se adentraron por los pasillos buscando algunas cosas que pudieran comprar, mientras recorrían el lugar la pelirosa tomaba una que otra cosa, Sakura se limitaba a tomar lo básico, cosas como arroz, fideos udon, miso, dashi, salsa de soja, tofu, wasabi, semillas de sésamo, jengibre y otras especias.

Sakura solamente ponía lo necesario, no quería que salga demasiado dinero, además de que no veía nada económico un supermercado, le hubiese gustado ir a un mercado común donde todo le hubiese salido más barato. Pero había un pequeño inconveniente, Sakura apenas se percataba que el Uchiha añadía más cosas al carrito como si nada.

Volteó a verlo tomándolo desprevenido, en su mano izquierda tenía varias fundas de katsuobushi a punto de ponerlos en el carrito.

¿Katsuobushi? —preguntó enarcando una ceja—. No lo veo tan necesario, además llevar tanto sería muy costoso. —Sus ojos verdes se posaron en el carrito de compras, poco a poco empezaron a explayarse de sorpresa, apenas se daba cuenta que estaba repleto, no recordaba haber puesto tantas cosas—. Dios santo, esto es demasiado, no recuerdo haber puesto estas cosas. —Sakura tomó entre sus manos un paquete entero de tomates.

Sasuke no tardó en arrebatarle el paquete y lo puso dentro del carrito. Ella lo observó atónita, no se esperaba tal reacción del pelinegro, observó su rostro, estaba más serio que de costumbre.

—Aprovechando la oportunidad estoy comprando algunas cosas que hacen falta en mi casa.

La pelirosa lo observó dudosa, era difícil creerle algo así, más no dijo nada y esperaba que esté diciendo la verdad. Posó la mirada una última vez al carrito de compras, había tantas cosas que no veía necesario, la mayoría de cosas que estaban ahí eran del Uchiha, lo de ella apenas y se lo llevaba en una bolsa.

—Me aseguraste que no serían tantas cosas, ¿esto es poco para ti? —preguntó sorprendida, sentía que con todas esas cosas sobreviviría incluso más de dos meses.

Sasuke la observó sin entender, hizo una mueca extraña y la observó a los ojos.

—En realidad esto es muy poco para mí —soltó un tanto apenado, la verdad no tenía mucha experiencia en ese tipo de cosas, pero él tomaba lo que consideraba indispensable, observó como Sakura se quedó sin palabras, pero poco a poco una sonrisa se dibujaba en su rostro—, ¿te estás burlando de mí?

—No, no, nada que ver. —Negó con sus manos, definitivamente se acababa de dar cuenta que el pelinegro era nuevo haciendo ese tipo de cosas, era de esperarse, después de todo se le hacía raro que él haga las compras de su cocina, era evidente que alguien se encargaba de eso.

Sakura empezó a caminar dejando atrás al Uchiha, este solo se limitó a observarla, no pasó mucho cuando empezó a empujar el carrito en su dirección. Después de recoger algunos productos pasaron a la estación de carnes. Sakura quiso pasar de eso, pero el Uchiha le mencionó que él necesitaba comprar algunas cosas en ese lugar.

—Te esperaré por allá —dijo la pelirosa señalando la división de lácteos. El Uchiha asintió y observó cómo se alejaba.

Sus ojos negros se posaron en el frigorífico donde posaban infinidad de proteínas. Tomó gran variedad de paquetes de filetes de cerdo, pescado y pollo. No sabía el gusto de Sakura, pero aquellas proteínas eran las más comunes.

Se alejó del lugar buscando a Sakura con la mirada, aquellos ónix se posaron en una larga melena rosa, sonrió al verla, definitivamente no era nada difícil encontrarla, su cabello era único.

—¿Qué estás buscando? —susurró a sus espaldas muy cerca de su oído, sintió como la ojijade se sobresaltó ante su cercanía.

—M-Me asustaste. —El Uchiha sonrió burlón al escucharla—. Vine por una pequeña cubeta de huevos, además de que estaba considerando la idea de llevar queso o leche, no estoy segura, no quiero sobrepasar mi presupuesto.

—No te preocupes por eso, solamente ponlo en el carrito.

Sakura observó dudosa el tarro de leche que tenía en su mano, después desvió la vista hacia el queso, estaba decidiendo cuál de los dos debería llevar. Se cansó de pensar en eso y simplemente puso el tarro de leche en el carrito de compras.

—Creo que he tomado todo lo necesario.

—¿Estás segura? —preguntó el pelinegro observando la expresión pensativa de Sakura.

—Sí, siento que es todo lo que necesito para sobrevivir —aseguró con una sonrisa, posó la vista en el carrito y volvió a sorprenderse ante lo lleno que estaba, observó las compras que puso el Uchiha, era el triple de lo que ella tenía.

La joven Haruno dio media vuelta y empezó a alejarse, el pelinegro aprovechó la oportunidad y tomó el queso que Sakura dejó en el estante depositándolo en el carrito. Culminaron con las compras y se dirigieron a la caja, el Uchiha estaba a punto de sacar su tarjeta de crédito cuando Sakura lo detuvo con su mano, él la observó bastante confundido.

—Quedamos en pagar la mitad. —Ella lo observó fijamente, el pelinegro prosiguió a sacar su tarjeta de crédito.

—Lo sé, déjame pagar con la tarjeta, lo que te corresponde me lo darás en efectivo.

Sakura asintió ante su respuesta sintiéndose más tranquila.

La joven que atendía en la caja pasaba los productos con bastante torpeza, al parecer le ponía nerviosa la presencia imponente del Uchiha. La pelirosa bufó un tanto molesta, los ojos marrones de esa mujer no perdían la oportunidad de lanzar miradas sugestivas al pelinegro.

Sasuke observó a la pelirosa de reojo, le resultaba bastante gracioso verla de esa manera, quizá no lo demostraba, pero cuando Sakura optaba por ese comportamiento le daba a entender que si se interesaba en él.

—No me interesa otra mujer. —Sakura al igual que la joven voltearon a verlo, sus destellos verdes se toparon con su intimidante mirada—. Mis ojos están puestos en ti.

La pelirosa sintió como su cara empezaba a arder, desvió la vista al frente topándose con aquellos ojos marrones que la miraban con envidia, observó el suelo intentando calmarse.

¿Qué es lo que pasa con él? ¿Por qué dice eso de repente?

Últimamente dice cosas tan inesperadas.

Pensó en sus adentros, siempre le impresionaba las pequeñas confesiones del Uchiha, a primera vista nadie creería que es capaz de decir algo así, la mayor parte del tiempo suele mostrarse tan frío e indiferente, pero de un momento a otro puede decirte algo que derretirá tu corazón.

Los siguientes minutos lo pasaron en absoluto silencio, el pelinegro separó las cosas que había tomado por su cuenta, eso lo pagaría aparte. Las compras que Sakura hizo salieron con un precio bastante cómodo, el Uchiha procedió a entregar su tarjeta de crédito y la pelirosa no tardó en darle la mitad en efectivo. Sasuke tomó el dinero difícilmente, en realidad no pretendía cobrarle, pero sabía que era imposible después de haber quedado en un acuerdo.

Sakura ayudó a poner los productos en las bolsas mientras el Uchiha pagaba el resto, estaba poniendo la salsa de soja en la bolsa cuando escuchó el precio final de todos sus productos, no podía creerlo, por poco y le triplicaba el precio de sus compras.

La joven le entregó la tarjeta de crédito deseándole un excelente día, el pelinegro asintió y observó a Sakura enseguida, notó que tenía la intención de sujetar las bolsas así que se adelantó y tomó las compras empezando a alejarse. Sakura hizo un puchero de inconformidad, aquel hombre no le dejaba hacer nada.

Una vez llegaron a casa no tardaron en poner las compras muy cerca de la cocina, Sakura sintió leve nostalgia, la razón por la que no entraba a ese lugar era claro, recordaba cuando su madre solía preparar su platillo favorito o cuando Mebuki le enseñó a cocinar diciéndole que algún día le serviría. El pelinegro le dio unos minutos al darse cuenta lo pensativa que estaba, sabía que no debía ser nada fácil, pero tenía que empezar a cuidarse, estaba seguro que sus padres desearían lo mismo.

Después de limpiar un poco empezaron a desempacar, Sakura acomodó lo que compró en la despensa que estaba encima del mesón de la cocina. Estaba situando los objetos cuando observó que el Uchiha empezó a desempacar las compras que se suponía eran de él.

—¿Qué haces? —preguntó Sakura deteniendo lo que hacía. Se acercó al pelinegro con un deje de molestia, poco a poco se daba cuenta que había sido engañada—. Dijiste que esas compras serían para ti.

—Solo acéptalo.

—No puedo hacer eso, quedamos en algo Sasuke. —Lo observó con preocupación, no le gustaba cuando él actuaba por su cuenta. ¿Por qué no pensaba en ella? Tal vez lo hacía pero no de la manera correcta, debería saber que ese tipo de acciones la hacía sentir mal, como si se tratara de simple lástima. Desvió la mirada, nada de eso era correcto, no estaba bien.

Sasuke dedujo lo que pensaba con tan solo ver su expresión, después de todo Sakura no podía ocultar sus emociones.

—No es lo que estás pensando. —Sus ojos verdes se posaron en sus ónix—. Debes asegurarte de comer bien, no hago esto por lástima ni para consentirte. —Hizo una breve pausa—. Tienes un objetivo que cumplir y enfermándote no lograrás nada, si tanto te molesta que gaste mi dinero entonces en otro momento me lo devolverás.

Sakura agachó la cabeza, por supuesto que se lo devolvería... Su conciencia no podría estar tranquila de otra manera, nada era gratis en la vida y eso era más que evidente.

—No debería ser así... —musitó posando sus ojos verdes en él—. Te lo devolveré.

Sasuke asintió ante su respuesta, sabía que era egoísta de su parte, pero se sentía más tranquilo al saber que estaría alimentándose mejor, aunque realmente lo dudaba, esa mujer era tan descuidada con ella misma.

—Si sigues descuidándote de esa manera me aseguraré de venir todos los días a comer contigo.

La pelirosa lo observó enseguida, sus ojos demostraban un asombro inminente. Desvió la mirada emocionalmente descolocada.

—N-No es necesario —tartamudeó disipando todo nerviosismo para después clavar los ojos en él—. No soy una niña.

—Pues pareces una.

EL Uchiha notó como desviaba sus ojos verdes a otro lado que no eran él, Sakura permaneció en silencio ocultando la vergüenza que sentía y empezó a desempacar las demás bolsas.

Prosiguieron de esa manera hasta que terminaron de acomodar toda la despensa, el pelinegro soltó una leve sonrisa de satisfacción, todo lucía muy lleno y a su mente llegaba la idea de que no tendría excusa para no alimentarse. Sakura sonrió con nostalgia.

Esto parece irreal. Hubiese sido lindo que la despensa luciera así cuando mis padres seguían con vida, de seguro mi madre lloraría de la emoción.

Regresó a ver al Uchiha y le agradeció mentalmente, algún día tendría la oportunidad de regresarle el doble. Soltó una amplia sonrisa atrayendo la atención de esos ojos negros.

—¿Qué te gustaría comer? ¿Algo que te guste en particular? —preguntó mientras sonreía, el Uchiha la observaba embelesado, verla sonreír era otro nivel para él. Se dio un golpe mental intentando reaccionar, ni siquiera tuvo que pensarlo, su respuesta era automática.

—Onigiris con katsuobushi.

Sakura sonrió al escucharlo, apenas se daba cuenta la razón del porqué el pelinegro tomó tantas bolsas de aquel atún listado.

—¡De acuerdo! —dijo con total alegría, se acercó a la despensa con la intención de sacar el arroz y algunos ingredientes.

—Ponle tomates.

El pelinegro se acercó a la nevera y sacó varios tomates entre sus manos. Sakura volteó a verlo con expresión dudosa.

—¿Tomates? —cuestionó posando sus ojos verdes en los frutos que sujetaba en ambas manos.

—Toda buena comida tiene tomates. —Se defendió el pelinegro con bastante seguridad.

Sakura no pudo evitar sonreír, jamás había escuchado algo parecido, la seguridad de sus palabras y esa expresión impasible era suficiente para saber que lo decía en serio.

—Ahora entiendo a que venía tantas bolsas de tomate —aventuró observándolo con diversión.

El Uchiha sintió que le ardían las orejas, desvió la mirada por instinto, no estaba acostumbrado a sentir ese tipo de emoción, si, ese mismo, vergüenza.

Dejó los tomates en el mesón de la cocina, notó que Sakura sacaba un pequeño tazón poniendo el katsuobushi dentro para después verter salsa de soja. Una vez culminó prosiguió a encender la estufa y puso una olla con agua.

—¿Puedo ayudarte en algo? —preguntó el pelinegro observando lo que la pelirosa hacía.

—¿Sabes cocinar? —respondió con otra pregunta, sus orbes jades se posaron en él mirándolo con curiosidad.

—Sé algunas cosas básicas —soltó con su grave voz. Se digirió hacia el mesón y tomó una lámina grande de alga seca nori para proseguir a cortarla con un afilado cuchillo—. Cuando era pequeño solía ver a mi ma... —Se quedó en silencio—. A Mikoto en la cocina.

Sakura lo observó de reojo percatándose de aquel pequeño detalle, el pelinegro se había quedado en silencio más no dejó de cortar las algas. Sakura quería cambiar de tema puesto que el ambiente se había tornado bastante incómodo, pensó en algo y rompió el silencio.

—Mi comida favorita son las bolas de masa hervida. —El pelinegro volteó a verla—. No era muy recurrente el comerlas, pero cuando se daba la oportunidad créeme que lo disfrutaba —aseguró con una sonrisa.

Sasuke dibujó una curva en sus labios, le gustaba lo sencilla que era, cada vez salían pequeñas cualidades que la hacían diferente a las demás, seguía siendo curioso la manera en que se han dado las cosas, recordaba perfectamente el día en que la vio por primera vez, Sakura en el suelo y él observándola con actitud altanera. Definitivamente ha cambiado.

El tiempo pasó rápidamente, terminaron de cocinar y ambos prosiguieron a hacer las bolas de arroz, una que otra sonrisa salía a flote debido a pequeños comentarios por parte de ambos. Una vez terminaron se acercaron a la mesa dejando la comida encima de esta, no tardó mucho cuando ambos se sentaron a disfrutar de sus alimentos.

Unos destellos verdes observaron sonriente el tazón de tomates cortados que se encontraba a un costado del plato del Uchiha. Este último separó los palillos con bastante agilidad y lo primero que hizo fue meterse algunos tomates en la boca.

Ella simplemente sonrió ante ese gesto, acababa de descubrir que a Sasuke le encantaban los tomates, sin duda sería algo que tomaría en cuenta en un futuro.

Itadakimasu. —Sakura tomó una de las bolas de arroz y empezó a comer. El Uchiha la observaba con satisfacción, después de todo ese día valió la pena, no pensaba que todo esto pasaría, pero estaba contento con los resultados.

Terminaron de comer sintiéndose bastante satisfechos, el pelinegro se aseguró que Sakura termine de comer todas las bolas de arroz que le correspondía, pese a sentirse llena no tuvo más opción que obedecer.

Dejaron los trastos en el fregadero y Sakura no tardó en lavarlos, el Uchiha la ayudó a secarlos y en algunos minutos se habían desocupado. Sasuke estaba nervioso, poco a poco se acercaba la hora de la verdad, se arrepentía de sus palabras al haberle dicho a la pelirosa que la conversación que tendría con Mikoto no pasaría de ese día.

—¿Pudiste realizar la tarea de Bioquímica y Biología Molecular? —preguntó Sakura sacándolo de su ensimismamiento.

El Uchiha alzó las cejas sorprendido.

—¿Tú ya la hiciste? —cuestionó con sorpresa, trataba de una tarea de investigación que a cualquiera le parecería bastante compleja. Por unos segundos pensó en Naruto, ya se imaginaba el sufrimiento que debería estar pasando.

—Sígueme —dijo Sakura empezando a alejarse en dirección a su habitación, el Uchiha obedeció y la acompañó hasta su destino.

Entraron a la habitación sin problema alguno, la joven Haruno se acercó al escritorio ante la atenta mirada del pelinegro, tomó una carpeta con bastantes hojas dentro del mismo, se acercó hacia él y se lo entregó en las manos.

Sasuke no podía ocultar su sorpresa, la verdad él ni siquiera había comenzado con aquella investigación, pero Sakura ya lo había terminado como si nada, definitivamente era bastante lista. El Uchiha le entregó la carpeta y ella prosiguió a dejarlo encima del escritorio. Sus ojos verdes observaron la ventana, el ocaso empezaba a hacer acto de presencia tiñendo las espesas nubes en tonos naranja. El atardecer lucía precioso y aquel inmenso sol empezaba a esconderse.

—Sasuke. —pronunció su nombre atrayendo su atención—. ¿Estás listo? —Sus ojos se posaron en aquellos pozos negros.

Él sabía a lo que se refería, sintió una sensación extraña en el pecho, quería decirle que no, que nunca estaría listo para eso, pero sabía que no podía, agachó la mirada frunciendo las cejas demostrando preocupación. Cerró los ojos con pesar, ¿de verdad tenía que hacerlo? Su corazón dolía... ¿por qué nadie era capaz de entenderlo? Su madre le hizo tanto daño y encararla en este punto de su vida, después de haber crecido con su ausencia, de haber llorado infinidad de noches aclamando su nombre, extrañando a su madre. Él la necesitaba, pero ella lo dejó crecer con un demonio en casa, con un padre despiadado y altanero.

Sakura se alarmó al verlo de esa manera, se sintió mal por haberle hecho esa pregunta, la expresión que demandaba rompía su corazón, se acercó a él y lo abrazó por inercia, sus brazos lo envolvieron sin temor alguno. El pelinegro no se esperaba aquel acercamiento de su parte, con sutileza le devolvió el abrazo y apoyó su mentón en el hombro de Sakura.

—Jamás pensé que dolería tanto. —confesó en un hilo de voz. Ella sintió que se le estrujó el corazón al escucharlo.

Lo abrazó con más fuerza, había algo que sabía con seguridad.

—Estaré aquí Sasuke-kun. —El pelinegro se alejó al escuchar aquel prefijo, posó su oscura mirada en sus destellos verdes—. No volverás a estar solo —Los ojos del Uchiha brillaron al escucharla—, nunca más.

Sasuke posó su mano en la mejilla de la pelirosa, con su pulgar la acarició suavemente sin despegar la mirada de sus preciosos ojos verdes, aquellos que denotaban tanta intensidad, tan verdes, tan brillantes.

Sus ónix recorrieron hasta establecerse en sus labios, aquel tono rosado que los caracterizaba, tan dulces y apetecibles. Se acercó suavemente a su boca, todo pensamiento se había esfumado, solo estaba el palpitar frenético de su corazón y la mujer que lo volvía loco. Sakura cerró los ojos ante su cercanía sintiendo el aliento del Uchiha, sus labios rozaron creando un escalofrío por todo su cuerpo.

Sasuke sintió su respiración chocar en su rostro, sus impulsos le ganaron y cortó la distancia depositando un beso en sus labios, tan suaves, tan inexpertos. Su otra mano recorrió su espalda soltando una leve caricia, Sakura envolvió sus brazos en el cuello del Uchiha sin intención de detenerse, la sensación era dulce y excitante.

El Uchiha posó ambas manos en sus mejillas y la besó con más intensidad que nunca, sus labios se movían en un compás armonioso, la necesitaba y sus labios aclamando los suyos era una prueba evidente de ello. Las emociones expuestas eran indescriptibles, cada vez que se unían de esta manera el alrededor desaparecía, sus labios se aprisionaban haciendo que sea difícil desprenderse, sus sentimientos eran recíprocos, aquellos que relucían cuando se encontraban y se apagaban cuando se alejaban.

Se separaron lentamente y sus miradas se encontraron al instante, Sakura se percató que aquellos ojos negros brillaban de forma distinta, no podía dejar de pensar en lo mucho que le gustaba que la bese.

Sin poder resistirse sus labios se unieron una vez más, la sensación se tornaba adictiva, pequeñas caricias se hicieron presentes, ninguno pensaba más allá de lo necesario, solamente se dejaban llevar por lo que sentían, expuestos el uno a otro, delatándose la atracción mutua que apenas descubrían.

Sakura depositó un suave beso en los labios húmedos del Uchiha, este último sintió una sensación extraña en su cuerpo, debía contenerse, sentía que en algún momento no podría detenerse y no quería perder el control. Aquella mujer despertaba muchas sensaciones nuevas en él, cerró los ojos con pesar apoyando su frente con la de ella, meditó la situación mientras regulaba su respiración. Debía pensar con cabeza fría, algo que se le dificultaba en ese momento.

—Sakura —susurró sin despegarse de ella—. Quiero hacer las cosas bien.

Ella no entendía a que se refería, pero no quiso interrumpirlo, solo se limitó a escuchar.

—¿Te gustaría intentar algo conmigo?

Los ojos de la pelirosa se abrieron con sorpresa, Sasuke se alejó y la observó directamente a los ojos buscando una respuesta. Notó el asombro en su mirada, sus hinchados labios estaban ligeramente abiertos intentando asimilar lo que acababa de decirle.

El mutismo se hizo presente, Sakura no sabía qué decir ni qué pensar, miles de cosas aparecían por su mente, la universidad, las personas, Fugaku... Itachi.

Sasuke notó su silencio y prosiguió a hablar.

—Está bien si no quieres. —Posó su verdosa mirada en él—. Esto es algo nuevo para mí —dijo desviando su oscura mirada, estaba apenado y es algo con lo que no estaba acostumbrado—, pero he llegado a tal punto de hacerte esa pregunta. —Posó sus ónix en ella una vez más—. Sakura... —Hizo una breve pausa sacando a flote la sinceridad que sentía—. Me siento bien contigo.

Ahora Sakura desviaba la mirada a otro punto del lugar, asimilaba cada una de sus palabras, ella sentía lo mismo, no podía seguir mintiéndose al respecto, también era algo nuevo para ella, pero esa respuesta que él buscaba implicaba tantas cosas.

—Tú familia, las personas...

—Esta es nuestra decisión. —La interrumpió—. La opinión de terceras personas no tiene cabida aquí.

—Sabes que no es así de sencillo.

—No permitiré que nada te suceda —afirmó con seguridad, sus ojos verdes lo observaron preocupada—. Si ese es tu temor me encargaré que en el momento en que sienta que es un riesgo para ti me alejaré.

El corazón de Sakura decía que sí pero su mente se negaba por completo, lo quería, ni siquiera sabía el momento en que se había enamorado de él, quizá también sintió algo por Itachi en su momento, pero ahora su corazón latía desenfrenado por la persona que estaba ante sus ojos, aquel hombre arrogante e indiferente. Quizá parecía masoquista, pero no, ella sabía a la perfección que el Uchiha podía ser cálido si se lo proponía, solamente no ha tenido una vida fácil, su corazón se llenó de odio y dolor, solamente necesitaba una oportunidad para aliviar su alma.

—Creo que podemos intentarlo —susurró con timidez, sus ojos negros se posaron en esos brillantes jades con asombro. Sintió un sinfín de emociones recorrerle el pecho, su rostro ardía y tuvo que tragar saliva varias veces para disipar toda la adrenalina que sentía.

El Uchiha se llenó de determinación y tomó la mano de Sakura llevándola hacia la entrada del apartamento.

—¿Q-Qué estás haciendo? —preguntó observando la espalda del pelinegro. Él se detuvo y fijó sus pozos negros en ella.

—Hablaré con Mikoto.

Sakura se sorprendió ante su respuesta. ¿De verdad se sentía listo? ¿Por qué de repente quiere hablar con ella después de su reciente confesión? No podía negarse, si el pelinegro estaba seguro de que estaba listo no había razón para impedírselo. No quería estropear la oportunidad que el mismo se estaba dando.

Salieron del apartamento y no tardaron en subir al auto. Sasuke pudo notar como el nerviosismo se hacía presente, no podía retroceder, después de la respuesta de Sakura lo único que quería era tener algo sincero con ella, deseaba sentirse tranquilo y poder dedicarse completamente a las necesidades de su corazón, ahora más que nunca debía resolver los asuntos que tenía pendiente y uno de ellos era su madre.

Las manos de Sasuke temblaban en el volante, no podía creer que estaba a punto de enfrentar algo con lo que había huido la mayor parte de su vida, se estacionó frente a la casa que Sakura le indicó, dirigió su mano temblorosa al freno de mano sintiendo como algo cálido se posaba encima de sus dedos.

La pelirosa tomó la mano del Uchiha y le dio un suave apretón, él regresó a verla intentando buscar un poco de motivación en sus ojos verdes, era un momento tan difícil para él.

—Puedes hacerlo.

Sasuke asintió devolviéndole el apretón en su mano, salieron del auto sin titubear y se acercaron hacia el inmueble que estaba frente a ellos. El pelinegro se puso de pie ante la puerta de entrada, tragó saliva intentando calmarse, alzó su mano temblorosa y dio dos suaves toques en la puerta.

Su corazón latía con furor, sintió que el mundo se le venía encima cuando la puerta se abrió ligeramente, su respiración se pausó y sintió que el tiempo se detuvo.

Sus ónix se levantaron por instinto observando como unos brillantes ojos negros se posaron en él con total sorpresa, se paralizó al instante, sintió un dolor inmenso en el pecho y un pesado nudo en su garganta.

Los orbes de esa mujer empezaron a cristalizarse, no podía salir de su estupor, abría y cerraba la boca sin poder pronunciar palabra alguna, hilos de agua empezaban a recorrer sus mejillas.

—¿S-Sasuke? —pronunció su nombre con dificultad, el pelinegro sintió un escalofrío al escuchar su voz—. Hijo mío.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Un capítulo bastante largo.

¿Qué tal los pequeños momentos Sasusaku?

Espero que hayan disfrutado la lectura sin fatigarse con tantas palabras.

Esta linda pareja pronto seguirá floreciendo, ¿o quizá no?

Muchas gracias por tomarte el tiempo de leerme, si  fue de tu agrado por favor no te olvides de votar, te lo agradeceré con todo mi corazón.

Hasta el próximo capítulo, los quiero.

Messel. 


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