Mi pequeña diva-Albalia

By AlbaYNat235

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Esta historia no es mia Adaptacion a la historia camren de @AngyePlata More

No eres bienvenida
¿Quien es Natalia Lacunza?
La mía es Natalia
Soy tu fan
Nueva York
Fiebre
Desayuno
Películas y comida China
Una cálida noche
Feliz cumpleaños, pequeña diva
Siempre, Albi
Noches Mágicas
Días Grises
No dejes que haya una segunda vez
Crudos, burdos y versátiles celos
¿Cobardes? Cobardes
Feliz Cumpleaños Nata Bebe
Friends shouldn't kiss me like you do
Am I Asleep?
Noche de Kabuki
Princesa Rosa
Ella es maravillosa
Ese es el plan
Hay demasiada vida en ella
Nota 2

Epílogo

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By AlbaYNat235

La arena se cuela entre mis dedos, la brisa despeina mi cabello, el amanecer golpea el horizonte y hay demasiadas cosas a las cuales podría prestarle atención, pero mis ojos nunca se apartan de ella.

Después de seis años nada ha cambiado, ella sigue corriendo por la orilla de la playa, el agua alcanza sus pies mientras ella corre y ríe. Mis ojos se llenan de calidez, esa que solo su figura de aquella manera despreocupada y llena de vida, puede conseguir. Ella sigue pareciéndome la persona con más vida que he conocido, y sigo amando quedarme solo observándola, llenándome de ella, llenándome de vida.

—Nat, ven aquí—grita ella. Sonrió y niego.

—Sí, Nat ven aquí—no puedo evitar reírme, el impulso me gana y ya estoy de pie. No puedo negarle algo.

—¿Nat? ¿Qué ha sido eso eh?—pregunto mientras me acerco a ella, a ellas. Alba sostiene su mano mientras ríen en lo que parece ser su broma privada.

El agua alcanza finalmente mis pies y los moja, mis dedos se empiezan a enterrar en la arena mojada. Es muy diferente correr a su lado a solo estarla mirando, la sensación de estar a su lado es diez veces mejor, diez veces más calidez, diez veces más todo.

—Hola, pequeña diva—digo al legar junto a ellas y besar su mejilla. —Y tú... mina Albi ¿Cómo me has llamado?—antes de que ella responda la tomo en mis brazos y escucho todos los sonidos maravillosos que han llegado a mi vida. El mar, las olas, la risa de Alba y la risa de la pequeña niña que ahora está en mis brazos, que esconde la cabeza en mi cuello mientras sigue riendo de su broma.

—Pensé que te gustaba solo observas, Nata—dijo Alba sujetando una de mi manos.

—Alguna vez te dije que me gustaba observar la vida en ti—dije. —Pero ya he observado suficiente, ahora quiero compartirla contigo—sus ojos seguían mirándome con aquel brillo maravilloso. Su sonrisa se desplegó. Y todo era lo mismo y nada era igual.

—Eres mi Nat—susurró la pequeña a mi oído. Alba la escuchó y empezó a reír mientras seguíamos caminando por el borde de la playa, era algo que hacíamos casi a diario, si no en la mañana entonces al atardecer, desde que habíamos decidido vivir juntas y vivir juntas se convirtió en una casa en la playa.

—¿Soy tu Nat?—pregunto haciendo cosquillas en su pequeña pancita. Se despegó de mi cuello y con su manita llamó a Alba para que fuese a su lado, rodeando su cuello con un brazo.

—Mami dice que eres su Nata, entonces eres mi Nat—yo quería reír, pero difícilmente podía cambiar mi expresión de pasmo, sorpresa y crédulo amor mientras las observaba a ambas reír. La nariz de ambas se arrugaba, sus ojos se cerraban y ambas reían como si ese momento fuese lo más importantes del mundo, y a decir verdad, momentos como ese, eran los más importantes del mundo.

—Y tú eres mi mini Albi—dije besando su mejilla regordeta y sonrojada por la brisa cálida de la mañana.

Uno de mis pasatiempos favoritos era ponerle un nombre a la emoción que brillaba en los ojos de mi pequeña diva, juntamente ahora, mientras ella nos observaba con aquella sonrisa que roba el aliento y esos ojos avellana con tanta intensidad, supe que ahí, en ese brillo, solo había amor, uno que nunca esperé, uno que creció de la nada, uno que amo mantener día a día.

...

Flash Back

—Vamos Elena, puedes ir con cualquiera—digo repiqueteando la pierna contra el suelo.

—No se puede Nati, he dado tu nombre y lo van a revisar con la credencial. No van a dejar pasar a otra persona que no sea tú, no pienso ir sola ni perder lo que me he ganado—bufé. No tenía muchas alternativas. Decirle que no y tenerla reclamándome por lo que queda de vida, esa no  era un opción.

—¿Tienes idea lo mucho que odio tener que acompañarte?—le pregunté mientras subíamos a mi auto. La vi reír con ganas y bufe aún más molesta, por supuesto que ella lo sabía. —¿A quién es que vamos a ver?—pregunté.

—¡No vuelvas a hacerme esa pregunta!—grito, parecía ofendida así que fue mi turno de reír. —Es Alba... Albita—repitió. —Reche... has entrado a mi habitación ¿No es así? ¡Sabes quién es!—seguía parloteando como loca.

—Cálmate Elena, no es para tanto ¿Qué llevas en esa bolsa de regalo?—en cuanto pregunté ella la jalo fuera de mi alcance haciéndome fruncir el ceño. —¿Qué llevas Elen?—intenté suavizar mi tono para que ella cediera. No lo logré.

—No te importa Alba, entonces no te importa lo que voy a darle a Alba—sentenció y así terminamos nuestro viaje al sitio donde se iba a llevar a cabo aquel panel de fans.

Hacer la cola fue un fastidio, así que lo pase enviando mensajes a Marta para saber cómo iba todo para el funcionamiento del club esta noche. Tuvimos que esperar prácticamente una hora en esa absurda cola. Elena hablaba con otras chicas histéricas como ella. Me parecía un bullicio de lo más insoportable e innecesario, me tendría que recompensar en grande por estar aquí y en eso me distraje, pensando en las cosas que podía pedirle por hacerme soportar esto, tanto que simplemente me deje llevar por la masa cuando empezamos a pasar.

Primero en un gran salón, entro alguien como una especia de presentador y empezó a hablar sobre cosas a las cuales no les encontraba sentido, no sabía nada sobre la chica... la actriz, y tampoco me interesaba. Algunas chicas me miraban mal por mi abstracción en el celular pero realmente me importaba poco. El ruido ensordecedor del montón de chicas histéricas y unos cuantos chicos a mí alrededor, me hicieron levantar la cabeza, esperé paciente lo que supuse que era la entrada de la actriz, Elen apretó mi brazo emocionada haciéndome reír mientras negaba.

Mantuve mis ojos al frente mientras esperaba, tenía que ver con mis propios ojos cual era la causa de tanta algarabía.

No puedo explicar exactamente como fueron las cosas en el momento que ella apareció en el escenario caminando a través de una puerta que apenas se sabía era puerta. Llevaba un vestido, zapatos de tacón, el cabello liso y bien peinado hacía atrás. Habría que ver aquella sonrisa, porque a pesar de que en ese momento sentí que no era demasiado para semejante algarabía, aquella sonrisa era preciosa. Toda la chica lo era. Puede que yo no estuviese de acuerdo con cómo la gente se volvía loca por alguien a quien ni siquiera conocen, pero eso no restaba en que aquella chica era hermosa.

Ella empezó a hablar, a decir tonterías que hacían a todos reír, si... debo confesar que reí un par de veces, pero eso fue todo. Estaba aburrida, quería irme al club.

Lo siguiente en el evento era la oportunidad que tenía cada pequeño grupo de compartir con su "idola" en privado. Y ahí estaba yo, al lado de Elena, intentando contenerla porque parecí que en cualquier momento iba a colapsar. Apretaba aquel paquete con fuerza, otras veces mi brazo, otras veces parecía que iba a gritar. Veía chicas salir riendo, otras llorando, todo me parecía muy poco real pero hasta cierto punto gracioso.

Finalmente era nuestro turno, y realmente quería que Elena entrara y yo quedarme fuera, pero esta no me lo permitió, me jalo del brazo al interior de aquel amplio salón, iluminado, un par de mesas, algunas personas,,, dos chicas al fondo que hablaban entre ellas, parecía que esto era rutina pues ellas no se interesaron por nosotras.

—Oh por Dios Natalia, es ella—Elena intento susurrar pero su voz parecía más bien un chillido escandaloso, me reí y finalmente logré que me soltara empujándola hacia delante, donde estaba su súper estrella.

—Hola—escuché su voz por primera vez sin el uso de micrófonos, parecía suave y dulce.

—¡Eres Alba Reche!—grito mi hermana. Negué colocando mis manos sobre mi rostro.

—Si—la chica reía. —¿Cómo es tu nombre?—preguntó aquella chica, me hice a un lado, ellas eran la que debían interactuar, no yo.

Elena lloraba y reía mientras hablaban, no tenía demasiado tiempo y podía verlo en la desesperación de mi hermana. Se tomaron fotos y justo cuando pensé que había acabado y podía irme aquella chica... la actriz, me miró.

—Hola—se acercó hasta donde yo estaba, manteniendo una sonrisa tonta en su rostro, como si supiera que no soy exactamente su fan y viniera a fastidiarme.

—Hey—dije, mirando por encima de su hombro ¿Cómo es que Elena no esta aquí?

—Están dándole las fotos a tu hermana ¿Tu no quieres fotos?—preguntó de manera curiosa, ella mi miraba de manera curiosa.

—No gracias, lo siento... pero vine aquí solo a acompañar a mi hermana—dije. Si ella era una super estrellas debería sentirse ofendida, en lugar de eso su sonrisa se hizo más grande.

—Tienes lindos ojos—dijo y mi ceño fruncido se profundizo.

—Seguro...—intenté alejarme pero ella sonreía con la punta de la lengua entre sus dientes, y quise reírme porque parecía una niña en medio de una broma, era linda, pero aun así... yo no estaba interesada.

—¿Segura no quieres una foto?—preguntó de nuevo, ella no dejaba de mirarme y era algo un poco... incomodo.

—No, segura—coloqué mis manos sobre sus hombros para echarla hacia atrás.

—¡Natalia!—el grito fue de Elena, a pesar que estábamos en el mismo salón venia corriendo y saltando con las fotos en su mano, la hizo alejarse definitivamente de mi.

—¿Estas lista?—ella se situó al lado de la actriz, parecía que su cuerpo vibraba en emoción y yo no podía hacer más que burlarme. Mi hermana asintió y miró a la actriz, iba a llorar... estaba segura.

—Esto es para ti, Alba—Elena me miró, miró a Alba y sonrió.

Pensé que se iban a despedir justo ahí.. frente a mí, pero la actriz tiró de ella hacía el otro lado del salón e intercambiaron comentarios, mi hermana le dio el regalo, ambas me miraron, ambas se sonrieron, aquello era extraño.

El guardia de seguridad me hizo señas de que nuestro turno se había acabado, así que me acerqué para sacar a Elena de ahí a la fuerza si era necesario. Pero ellas ya se estaban diciendo adiós cuando yo llegué.

—Un placer, Natalia—dijo ella y yo fruncí e entrecejo porque nunca dije mi nombre, entonces miré a Elena,  por supuesto, ella se lo habría dicho y quien sabe que cosas más. Negué.

—Igualmente—dije intentando jalar a Elena.

—Igual contigo Elena—siguió la actriz.

—No olvidas lo que me has dicho, Alba—dijo Elena. No entendía, pero bueno.

—No, te veo luego Natalia—y aquello sí que se me hizo extraño, pero no iba a protestar porque ya nos estaban empujando para salir.

Se me hacía raro que Elena no estuviese llorando, pero todo el camino de vuelta a casa se la paso gritando histéricamente y contando cada segundo una y otra vez, una y otra y otra vez, y decía que la chica era increíble y la chica era hermosa. Hablaba de ella como si la conociera de toda la vida, como si fuese su amiga, como si la fuese a ver de nuevo.

No la contradije, me gustaba burlarme de mi hermana pero tampoco tenía un corazón despiadado, y supongo que todos tienen derecho de ilusionarse de esa manera con su ídolo.

—Nunca me dijiste que le diste—dije cuando por fin estábamos llegando y ella parecía estar calmándose.

—Oh, si ella cumple sus promesas, lo sabrás pronto—que respuesta tan enigmática, pero en ese momento no lo pensé ni le di importancia. Me encogí de hombros y entre a casa, tenía que cambiarme para ir al club. Hoy era mí noche, mi noche de sábado.

Fin del Flash Back

—Así que... así fue todo aquella vez—decía María, quien parecía estar buscando en sus propios recuerdos. Reí y moví mi cabeza de forma afirmativa. ¡Por supuesto que así había sido todo!

—Nunca pensé verte así, Nati—ahora quien habló fue Marta. Estábamos en el jardín de la casa de mis padres, recostadas en la grama. En cualquier momento llegarían mis dos Albas, y ellas estaban aprovechando para interrogarme de cualquier cosa, mi vida amorosa entreteniéndoles la vida desde siempre.

Pensé en una respuesta al comentario de Marta, pero me era difícil. Puede que yo tampoco pensé en su momento verme así, nada sobre Alba fue algo que me haya imaginado, ni siquiera el hecho de tener una familia, la casa, la vida, todos esos elementos.

—Es verdad, cada día siento que me sorprendo más—corroboró María.

—Yo, sinceramente no pensé que fuesen a terminar así... me refiero a la pequeña Alba—asiento pensando en ello. Entiendo un poco a lo que se refieren. —Pensé que no iban a durar tanto como lo han hecho—ahí si fruncí el ceño hacía Marta.

—¿Por qué pensaste eso?—pregunté, mi tono sonando un poco más molesto de lo que pretendía.

—Porque... no sé, no te veía teniendo algo tan serio aún, no te veía enamorándote de esa manera, eres mi mejor amiga, siempre lo has sido. Y aunque te veía muy perdida por los ojos de aquella actriz que en un principio tanto te molestaba, pensé que sería una especie de aventura, vivir el momento, disfrutarlo y luego se iría—yo no dejaba de tener una expresión molesta. ¿Cómo podía pensar eso? Nunca jamás me cuestione algo así, con Alba las cosas no se planearon jamás, se dieron y se dieron de forma maravillosa.

—Marta... deberías saber que nunca fue eso para mí, ni siquiera cuando no quería aceptar que quería a Albi de esa manera—dije.

—¿No?—preguntaron al unísono.

—No—aclaré y esta vez sonreí. —Yo no tengo mucho en que comparar, porque lo que sentí y siento por Alba no es algo que haya sentido antes, pero con ella todo es distinto, me refiero desde el principio, todo se sintió distinto, como si fuese algo... fuera de lo común, demasiado especial, con ella siempre es demasiado—suspiré, mis pensamientos perdidos en todos los momentos con la pequeña diva.

—Estas tan condenadamente enamorada—María hizo una mueca, pero luego sonreía, sabía que ella tenía esta extraña fijación por mi relación con Alba. —Parece que nunca se agota—siguió.

—No se agota, María. Ella sonríe un nuevo día y yo me enamoro de esa nueva sonrisa, cada gesto y acción de cada nuevo día es diferente y eso hace que no se agoté. Nada es una rutina, todo a su lado es nuevo—

—Aw, Nati ¿Por qué nunca vi este lado tuyo?—Marta estaba haciendo el idiota.

—Les puedo decir que tan distinto es todo con Alba, desde siempre, cuando la vi por primera vez, o bueno no esa vez—reí por lo que acaba de contarles. —Pero luego en el club, en cierta parte de mi mente, yo sabía cuán importante iba a ser ella en mi vida, y eso nunca se ha borrado, yo sigo sabiéndolo, lo puedo sentir. Pasaron los días y mis sonrisas a su lado han sido cada vez más grandes, cada momento a su lado ha sido perfecto, cuando camino a su lado siempre siento esta inmensa necesidad de tomar su mano y mantenerla asegurada dentro de la mía, no soltarla nunca, y cuando ella me abraza. ¡No existe mejor cosa en el mundo que sus brazos alrededor de mi cintura! Por supuesto, hay momentos malos, pero a su lado son como un borrón, como algo casi inexistente, a veces no paramos de hablar aunque vivimos en la misma casa y nos vemos a diario y sabemos todo sobre la otra ¿Estar separadas? No la veo desde hace tres horas y justo ahora la extraño—yo no estaba mirando a las chicas, tenía los ojos cerrados, estaba sonriendo dejando que las palabras brotaran, con todos mis pensamientos puestos en aquellos ojos avellanas. —Yo sé y sé que ella lo sabe qué de cierta manera, esas cursilerías de ser la una para la otra, son reales en nosotras—

—Y por eso te amo—escuché su voz, pero más que eso, sentí el roce de sus labios contra los míos. Lo disfruté en la brevedad de aquel beso y abrí mis ojos para ver los suyos. Brillantes.

—Albi—murmuro.

—Hola, Nat—me miraba desde arriba ayudándome a arrastrar hacia atrás hasta que mi cabeza estuvo sobre su regazo.

—Hola, pequeña diva—sonreí. Nunca dejaría de llamarla de aquella forma.

—Ustedes me generan mucho amor—dijo María, colocando una mano en su pecho y haciendo una cara bastante idiota.

—Eres una cursi de mierda, Nati—dijo Marta riendo, pero podía ver en sus ojos, en el fondo ella estaba feliz por mí.

Sin embargo solo quería mirar arriba, mirar a Alba.

—De verdad, de verdad, te amo—dijo ella acariciando mi mejilla.

—Lo sé—dije.

—¿Si? ¿Cómo lo sabes?—preguntó con una sonrisa socarrona.

—Fácil, tus ojos. No te creo por lo que me dices, aunque lo que me dices me encanta escucharlo. Te creo porque tus ojos brillan, lo sé porque tu sonrisa es grande mientras lo dices, lo sé porque toda tu me lo dices, no tu voz, todo lo demás—explique.

—Uh—ella estaba ahora sonriendo, echando la cabeza hacia delante hasta alcanzar mi mejilla y dejar un beso. Escuché risas y luego un peso instalarse sobre mi estómago, instintivamente mis manos sujetaron aquel pequeño cuerpo.

—Hola Nat—dijo riendo. Desde que había empezado con aquella broma, no paraba.

—Hola, mini Albi—dije riendo y tocando sus mejillas, para luego bajar mis manos y empezar a hacer cosquilla en su panza. Su risa llenaba el jardín, igual que la risa de las chicas, incluso la risa de Alba.

—Detente mami—gritó cayendo exhausta sobre mí.

Suspirando y riendo la ayudé a recostarse contra mi pecho.

Ella sobre mí, yo sobre Alba. Yo nunca podría cansarme de esto.

Fin

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