Alexander
Alexander caminó desesperado y con prisa por los pasillos del hotel para llegar a la habitación en la que deseaba estar. Aún puede estar dormida, pensó mientras se acerca al lugar.
Sin embargo, no tuvo que tocar la puerta, ya que esta abierta, así que entró en la habitación esperando por fin ver a Vanessa pero lo único que pudo ver fue la cama hecha, las maletas cerradas, una bandeja de comida sin tocar y una sirvienta mirándolo asustada. Se aclaró la garganta para hablar.
— ¿Esta la doctora aquí? Puede decirle que la estoy esperando — la observó esperando una respuesta pero la voz de la sirvienta es torpe, su inglés no es el mejor.
— Ella no está aquí — contestó titubeante.
Algo despertó la curiosidad de Alexander. Necesitaba saber porque cuando a medianoche se presentó en su habitación para dormir con ella, porque el hecho de que durmiera sola lo estaba matando, no le abrió la puerta, hace unas horas creía que quizá era un loco por estar tocando su puerta a medianoche, pero ya conoce a Vanessa y con ella todo puede pasar, si sucede algo muy loco, ella fue quien tuvo la idea. Entré los planes de su boda, los ataques psicóticos de su madre, el libertinaje de Vanessa que tiene que cubrir de las cámaras y gobernar un país se va a volver loco.
¿Ahora qué hizo?
— ¿Donde está la doctora? — le dijo exigiendo una respuesta rápida. No tiene tiempo para estar escuchando titubeos, tiene una importante reunión.
— Alteza, ayer por la noche la doctora me dijo que cenaria en su habitación — bajo la vista al suelo — Pero luego alguien toco su ventana y se fue, yo solo vine a recoger la cena intacta —
— ¡¿Dime, pudiste ver con quién se fue?! — se acercó cada vez más a la mujer. Quería tomarla de los hombros para que le diga la verdad.
— No — hizo una reverencia y salió rápidamente de la habitación.
Desesperado miró cada rincón de la habitación, pensó que podría estar molesta por la llegada de Alise. La ira lo inundó cuando vio llegar a su prometida arruinando sus planes. Su madrastra lo traicionó diciéndole dónde estaba y treyendola aquí para alejarlo de Vanessa.
Marcó a su celular en varias ocasiones solo para encontrarlo en la mesilla de noche. Su mente está a punto de explotar. Sin tener más que hacer salió de la habitación como alma que lleva el diablo. Por lo regular su trabajo como regente no es aburrido, le gusta la política y gobernar su país, pero durante el desayuno lo único que quiere es que todos los políticos africanos desaparezcan de su mesa y se lleven a su prometida lejos de él. Su rostro es serio y con cada hora que pasa su malestar crece, pero no fue eso lo que hizo que explotará de coraje, sino el rostro burlón de Alise.
— ¿Esa no es la doctora? — señaló con el dedo para que todos mirarán un lugar en específico del hotel. — Al parecer tuvo una noche muy divertida ¿No debería de estar aquí ayudando que para eso la mandó la reina y no a mi que soy tu prometida? —
No respondió nada, no puede, porque su mirada no se puede alejar de Vanessa al verla bajar de una camioneta y caminar por el jardín del hotel. Su cabello solo son delicados rizos naturales, y tiene una gran sonrisa con sus zapatos en la mano. Luce radiante y feliz, sin saber que piensa castigarla por hacerlo sufrir de celos. Lo pagará muy caro.
— Me gusta la confianza que tiene en sí misma, además tiene muy bonito cuerpo que puede gustarle a cualquiera — sonrio burlona al verlo casi estallar de la ira — Ese cortisimo vestido que lleva no deja nada a la imaginación, imaginó que debe atraer a muchos hombres —
— Quizá deberías de vestirte así, porque no me atraes en lo más mínimo — Alexander sonrio de lado al ver su rostro sorprendido — Creo que ahora ya sabes porque tu amiga visitaba tanto el palacio con cortos vestidos — le dijo con voz fría antes de ponerse en pie y salir del restaurante.
Ahora debe desatar su ira con la mujer que lo provoco de mil maneras.
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Vanessa
— ¡¿Donde demonios estabas?! —
Vanessa esta a punto de caer en brazos de morfeo, ya se había hecho un lugar en el pequeño sillón de la choza. Después de horas de viaje, se detuvieron en una tribu donde se supone que el principe y su prometida hablarían con ellos. Abrió los ojos adormecida y tomó asiento mientras se talla los ojos para ver mejor. Alexander está de pie con los brazos cruzados, el rostro frío y la mirada más cortante que jamás a tenido.
— No me hables así, me duele horrible la cabeza — se paso las manos por la cabeza. No durmió en toda la noche. Ver el amanecer le esta saliendo muy caro — Solo quiero dormir. Ya después podemos hablar —
— ¿Tomaste? — la tomó fuertemente del rostro para examinarla — ¿Estas drogada?
Vanessa alejó su rostro y se recargó en el sillón. ¿Esta loco? Si quiere tener un bebé, tiene que cuidarse.
Lo miro de soslayo. Esta tan enojado que su tono de voz es frío y autoritario. No sé arrepiente de lo que hizo, porque en realidad no hizo nada malo. Ishaq tocó su ventana, es su novio, no pudo decirle que no cuando la llevó a escondidas a una pequeña aldea y entre los aldeanos, hizo una pequeña fiesta para que lo perdonará por no asistir a la entrega de su premio. No hubo nada de sexo o pasión desenfrenada, solo fue una cita romántica hasta ver el amanecer. Con Ishaq el amor significa compañía y un buen momento.
— No me pasa nada, solo tengo demasiado sueño para tener esta conversación contigo — respondió de forma gentil hasta con una pequeña sonrisa.
— ¡¿Crees que puedes escaparte con un desconocido?! Estabas conmigo, esté viaje era para ti y para mi. —
— No me fui con ningún desconocido, Ishq me invitó a una pequeña fiesta. El es mi novio — contesto rápido.
— ¿Yo que soy para ti? ¿nada? No puedes estar con dos hombres al mismo tiempo. No voy a permitir que sigas con esta actitud —
— Te quiero demasiado Alexander pero tengo novio, tu lo sabías — respiró hondo.— No tuve sexo con el si es lo que piensas, ni siquiera lo besé. Pero mi actitud no tiene nada de malo —
— Tienes una actitud inmadura. Lo único que te pedí fue que estuvieras aquí y te fuiste, voy a ser el rey, no pienso estar con alguien que algún día puede traicionarme —
— ¿Traicionarte? ¡Estás loco! Jamás lo haría pero esto no comenzó con nosotros solteros. Tú no puedes reclamarme nada, Alise esta aquí, tu prometida. ¿Que es lo que quieres? ¿Que te vea besarla? ¿Que vea como te abraza y duermen en la misma habitación? Ella no para de hablar sobre tu boda, tú eres quien va a casarse con otra mujer ¡ Yo solo fui a una maldita fiesta! —
Tambaleante trato de ponerse en pie para tomarlo del brazo y hacerlo entender que la especie de relación que tienen no es fácil. Ella tiene una vida y él esta a punto de casarse. Nadie dijo que sería como antes. Hace tres años no existía otro hombre para ella, estaba incondicionalmente enamorada de Alexander. Lo a perdonado, pero no olvida todo lo que le hizo. Con unos cuantos besos y noches de hacer el amor no se recupera un corazón roto.
Alexander se alejo sin dejar que lo tocara. Solos de pensar que paso tiempo con otro hombre lo enferma y la hace odiarla al instante.
— ¡Alexander por dios, no vamos a pelearnos por algo tan tonto! — replico molesta, al notar su mirada sobre ella.
— ¡Esto no es tonto! ¿Es que no lo entiendes? Estuve a punto de decirte que cancelaría mi boda por ti ¿Para que? — sonrio de lado — Creo que Alise a tenido razón todo el tiempo. Siempre serás una mujer que pase sus noches en cama de un hombre diferente —
Abrió la boca molesta. De forma muy refinada le dijo que era una maldita zorra. Quiso llorar por esas frías palabras, pero no mostró debilidad. ¿Como puede decirle eso? Después de que Vanessa le dio una segunda oportunidad. Su engaño con la hija del duque provocó que perdiera a su bebé, pero eso le hizo darse cuenta que jamás debe aferrarse a un hombre. Posiblemente ahora tenga una nueva semilla de vida en su interior, ya no lo necesita para nada más.
¿Entonces quién utilizó a quien?
— Si, soy una zorra como Alise y tu piensan. ¿Entonces que haces aquí conmigo? un príncipe no debería de visitar la casa de una zorra — contestó fríamente.
Alexander la miro detenidamente unos segundos antes de salir de la choza para irse con su prometida. Dejando a Vanessa con ganas de llorar. La hirió profundamente.
¿Una zorra, enserio? Que se vaya al diablo tres mil veces.
Vanessa se arregló el maquillaje y salió de la choza segura de si misma, molesta hasta el demonio con el príncipe. Por eso al pasar junto a él, ni siquiera se dignó a mirarlo. Que se quede con su estúpida prometida y su estupida boda real.
Entró a otra pequeña choza donde estaba Alise y otras mujeres y tomó asiento junto a ellas en el piso. La mirada de Alise es burlona porque sabe que a causado que se moleste con Alexander y lo deje para ella sola. Sin embargo eso no fue lo que la distrajo, sino, ver a la misma mujer que le dijo que su hijo nunca nacería. Esa anciana de rostro acartonado y tatuajes más viejos que el desierto la miró con una leve sonrisa. Tuvo ganas de salir corriendo de ahí pero al ver que tomaba la mano de Alise para leer su suerte, no puedo ponerse en pie.
— Tus líneas del tiempo no dicen nada — dijo después de soltar la mano de Alise. El rostro de la anciana se giró hasta verla profundamente a los ojos — ¿Quieres que lea tu suerte? —
— No, gracias. Ya tuve suficiente con la última vez, saber mi suerte siempre tiene consecuencias malas — dijo con una pequeña sonrisa tratando no mostrar sus nervios. Las otras mujeres rieron, pero la mano de la anciana se inclinó aún más.
— La suerte siempre cambia. Dame tu mano querida —
Vanessa le ofreció su mano ante la insistencia de las demás chicas y ante los ojos celosos de Alise. Esa anciana sabía que perdería a su bebé y no le dijo nada, así que no confía mucho en ella. La observó pasar sus dedos sobre la palma de su mano.
— Tu suerte cambió. Tu destino ya no es oscuro como la vez anterior — trato de alejar su mano pero la anciana la sujetó por la muñeca. No quiere escuchar nada que salga por aquella boca — Es difícil descifrar, pero de una cosa estoy segura. Tú hija y tú hija, serán las reinas más longevas de Inglaterra —
Jalo su brazo para alejarse de la anciana y sonrió nerviosa ante todas las mujeres que la miran extrañadas.
— ¡Debe ser solo una broma! — dijo en medio de risas nerviosas para aminorar el tenso ambiente.
— Yo nunca digo mentiras — contestó al anciana logrando que Alise se pusiera en pie y saliera de la choza desprendiendo el coraje más puro.
¿Ella ser una reina? Lo cree muy poco, por lo menos no después de su problema con el principe, pero no puede dejar de pensar que mencionó a su hija. ¿Entonces si podría tener un bebé de nuevo?
Sonrió emocionada, incluso la noticia alegró su dia. Cuando regresé a Londres le contara todo a su madre. El sirviente que los había acompañado durante el viaje entró en la choza buscándola con la mirada, cuando la encontró se hincó a su lado para hablarle tan bajo que solo ella pudo escucharlo.
— Doctora — tartamudeo un poco — No creo que usted lo sepa pero, el príncipe y su prometida ya no están aquí. —
— El no puede abandonarme, solo sus autos pueden salir de aquí... — dejó la taza de té y se puso en pie, pero al salir de la choza ya no había nadie. El sol es abrasador y su rostro se vuelve rojo por el calor. No había rastro alguno de Alexander o de alguno de sus asesores.
Hace tres años la abandonó de la misma manera en Londres, pero ahora esta sola en medio del desierto junto a una pequeña choza.
¡La abandonó en medio de la nada!
Tuvo ganas de llorar. No hay absolutamente nada a su alrededor. Claro que tiene miedo, es común sentirlo, pero respira mientras se pasa las manos por el cabello.
Tomó su celular y le marcó a la única persona que de verdad la ama, sin importar su trabajo o su forma de ser. Se quieren incondicionalmente, como se supone que es el amor. Tiene que ser valiente aunque al mirar a su alrededor se muera de nervios, de peores cosas que salido y siempre saldrá bien.
Después de varios segundo sintió que su alma abandonaba su cuerpo al escuchar la voz de Ishaq. Se limpió algunas lágrimas antes de hablar.
— ¿Puedes venir por mi, por favor? — respiró hondo tratando de no soltar el llanto — No se donde estoy Ishaq—
¡Por favor!