Camila sentía su cuerpo entero agotado en cuanto bajó del ascensor con todas esas bolsas en la mano en plena diez y media de la noche. Lauren había insistido para comprar poco a poco, pero Camila estaba maravillada con el hecho de poder comprar varias ropas para Lauren debido al precio bajo, después de todo Lauren insistía en devolver todo el dinero.
Ella dejó las bolsas en el piso sólo para meter la llave en la puerta y abrirla, volviendo a agarrar las bolsas. Entró en su apartamento y soltó las bolsas en el suelo otra vez, dando espacio para que Lauren entrara. De repente se dio cuenta de que se había mudado hace unos días y se ruborizó.
- Perdón por las cajas amontonadas en la habitación en la que te vas a quedar. - Pidio mientras cerraba la puerta. - Es que me mudé en estos días y aún no he puesto las cosas en su lugar y no quería molestar a Rosa con eso.
- ¿Rosa? - Lauren preguntó.
- La señora que contrato para limpiar aquí. Ella viene todos los días por la mañana. -Explicó y Lauren asintió. -De todos modos lo siento por las cajas.
- Cariño, no te disculpes. Esta es tu casa y en caso de que no lo recuerdes, estaba presa. Pasé los últimos tres años en un cubículo ligeramente más grande que el elevador de este lugar. - Lauren dijo riendo y Camila se acercó a ella, entrelazando los brazos alrededor de su cuerpo.
- De todos modos no deberías disculparme. - Camila dijo riendo. - Acabo de recordar que te ofrecí mi cama para que te acostaras conmigo y no quisiste hacerlo, perra. - Ella dijo dejando un pico para adornar su cara. - Te mereces las cajas. -Lauren se rió graciosamente, entrelazando los brazos alrededor del cuello de Camila.
-No quiero acostumbrarme aquí y dormir contigo me dejará subconscientemente perezosa y adaptada a su casa y necesito conseguir un trabajo urgente ahora. -Habló.
- No tiene nada que ver. Yo dormía contigo en aquella celda y jamás me acostumbraría a ella. - Camila habló y Lauren se rió, dejando un beso en la cara de su novia.
-No discutas sobre mi decisión.
-No lo haré. -Camila advirtió. -Porque estoy exhausta. Me hiciste caminar por todo el centro comercial. Nunca he comprado ropa en los centros comerciales, incluso son baratas. -Lauren rió alto al escuchar eso.
-Amor, el precio en los centros comerciales es absurdo. - Lauren habló. - Es que eres testaruda, así que hicimos un trato de comprarlo allí mismo, pero voy a sufrir para devolvértelo todo. -Habló y Camila levento la ceja.
- ¿Cuánto valdría una camisa para que la consideraras barata? - Ella preguntó. - Sólo necesito reajustar mis parámetros. - Lauren le dio un pequeño golpe en el brazo a Camila antes de volver a abrazarla.
- Bueno... mucho menos de lo que crees, seguro. - Bromeo y Camila frunció el ceño.
- ¡Ah! -exclamó. -Olvidé mencionar, mañana temprano necesitaré ir a trabajar y por la tarde resolver algo sobre la, uh, internación de mi madre. - Lauren asintió ya completamente consciente de la situación, Camila le había explicado todo mientras comían. - Te dejaré una copia de la llave por si quieres salir.
- ¿Estás segura de que quedarme aqui, Camz está bien? - Lauren volvió a preguntar. -Siento que te estoy molestando y realmente no me gusta molestar.
- Dime cómo me molestaría el hecho de tener a mi novia linda sobre el mismo techo que yo, para poder besar y abrazar cuando yo quiera, hm? - Camila pregunto mientras depositaba suaves besos sobre la piel del cuello de Lauren, haciendo a la mayor suspirar.
- Viéndolo por ese lado... - Lauren murmuro, mordiéndose el labio inferior. - ¿Donde queda el cuarto de huéspedes? Voy a llevar las ropas para allá.
- Ven que yo te lo muestro- Camila hablo, soltándose de Lauren y comenzando a caminar por el apartamento impecablemente organizado. Hasta mismo las cajas que estaban en el cuarto donde Lauren quedaria estaban organizadas. - Siéntete como en tu casa. - Camila habló tan pronto como llegaron a la habitación al principio del pasillo.
-Eres bien organizada. - Lauren habló al echar un vistazo alrededor, donde todo estaba bien limpio, con buen olor y organizado.
-No te equivoques. Esos créditos van todos a Rosa. -Ella dijo riendo bajito. - Mira, yo voy a tomar un baño, ¿de acuerdo? Me siento sucia y necesito quitarme este tacón. -Ella dijo haciendo una mueca. -Puedes mirar alrededor o hacer lo que quieras. -Habló acercando de la chica. - ¿Estás segura de que no dormirás en mi cama? - Preguntó mañosa y Lauren asintió.
- Si. - Ella dijo suspirando. - Mañana antes de ir a trabajar te presento la casa, pero si tienes insomnio y quieres echar un vistazo alrededor... Siéntete como en casa.
-Está bien. -Lauren dijo, dándole un beso suave a Camila en los labios.
- Hay un baño aquí también. - Camila habló apuntando a la otra puerta de la habitación con paredes color crema. Esa habitación era el lugar más grande donde Lauren había estado. - Entonces si quieres tomar un baño también ya sabes, ¿no? Puse una toalla ahí y las cosas de aseo personal también están ahí. Hay un cepillo de dientes nuevo en el primer cajón.
- Gracias. - Lauren dijo y de repente una sonrisa maliciosa se abrió en la cara de Camila.
- Pero si te bañas y quieres compañía... Mi habitación está justo al final del pasillo. -Lauren se rió en voz alta y negó con la cabeza.
- Yo también te extrañe, pero estoy cansada, Camz. ¿Podemos posponerlo un poco? - Preguntó y Camila rió, asintiendo.
- Puedo esperar, señorita. Fue sólo una sugerencia. - Ella dijo, dándole un último beso a Lauren. - Buenas noches, amor. - susurró antes de alejarse de ella.
- ¿Camila? - Lauren llamó, haciendo que la chica se volteara para mirarla. -Olvidé mencionarlo, pero tú de traje te ves maravillosa. - Completó sonriendo dulcemente.
Un pequeño rubor apareció en la cara de la menor al oír eso e inevitablemente recordó que al principio del día había tenido miedo de que Lauren no le gustara su ropa.
- Gracias. - Ella dijo, dando un beso en el aire antes de salir de allí a suspiros. Esa era una de las razones por las que estaba enamorada de Lauren: la chica prestaba atención a los pequeños detalles.
Lauren hizo lo que Camila sugirió y realmente aprovechó para tomar un baño, sin dejar de notar cómo la porcelana del suelo era capaz de hacerla verse a sí misma si miraba al suelo. Era casi un espejo, que contrastaba con el blanco y negro de las baldosas de la pared. Eso debía ser realmente caro.
Ella llevaba una camisa blanca que Camila le había comprado para dormir bien y sólo una braga debajo. Su corazón aceleró cuando salió del baño largos minutos después y la figura de su novia estaba sentada sobre su cama con los ojos rojos por el sueño y el pelo mojado tirado por sus hombros. Sólo llevaba un baby doll violeta .
- ¡Qué susto! - Lauren dijo llevando la mano al pecho. - ¿Qué haces aquí? ¿No dormirías? -Preguntó, casi suspirando al ver lo hermosa que era la imagen de su novia somnolienta.
- Dijiste que no dormirías en mi cama. - Camila dijo con la voz ronca por el sueño. -No dijiste nada sobre la tuya. - Lauren frunció el ceño y Camila suspiró.
- ¿Por favor? - Ella pidió, levantándose y acostando la cabeza en el hombro de Lauren. - ¿Sólo hoy? Te extraño, amor.
- ¿Cómo decirle que no a todo ese cariño? - Lauren murmuró, inhalando el olor fresco de la piel de Camila. - ¿Ni siquiera te secarás el pelo?
- Estoy cansada. - Camila dijo, alejándose de Lauren para rascarse un ojo. La mayor se sentó y tiró a Camila a la cama, haciéndola acostarse sobre su pecho. Ese era, de lejos, el colchón más cómodo donde jamás se había acostado en toda su vida.
- Tuviste un día agitado. - Lauren dijo que empezaba una caricia en la espalda de su novia.
- No quiero dormir. - Camila se quejó, se acurrucó más en los brazos de Lauren.
- Tu necesitas descansar, vida. Tu estás cayendo de sueño. - Lauren dijo riendo suavemente. - No voy a huir a mitad de la noche, así que duerme y mañana estaré aquí contigo.
-Está bien... -Dijo sentirse completamente ebria de sueño gracias a su cansancio asociado a las caricias que tanto amaba de Lauren. -Gracias. -Camila susurró. - Buenas noches, Laur. - Dijo no tardando ni dos minutos en dormirse.
Lauren tampoco tardó en dormir, especialmente teniendo el calor del cuerpo de Camila sobre el suyo otra vez después de una larga semana de noches mal dormidas sin la calidez de su novia.