Querido jefe Narciso

By SuperbScorpio

2.4M 138K 32K

*Historia ganadora de los WOWAwards 2017* -¿Has infringido alguna norma desde que trabajas aquí? - preguntó é... More

Prólogo
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y seis
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Capítulo treinta y nueve
Capítulo cuarenta
Capítulo cuarenta y uno
Capítulo cuarenta y dos
Capítulo cuarenta y tres
Capítulo cuarenta y cuatro
Capítulo cuarenta y cinco
Capítulo cuarenta y seis
Capítulo cuarenta y siete
Capítulo cuarenta y ocho
Capítulo cuarenta y nueve
Capítulo cincuenta
Capítulo cincuenta y uno
Capítulo cincuenta y dos
Capítulo cincuenta y tres
Capítulo cincuenta y cuatro
Capítulo cincuenta y cinco
Capítulo cincuenta y seis
Capítulo cincuenta y siete
Capítulo cincuenta y ocho
Capítulo cincuenta y nueve
Capítulo sesenta
Capítulo sesenta y uno
Capítulo sesenta y dos
Capítulo sesenta y tres
Capítulo sesenta y cuatro
Capítulo sesenta y cinco
Capítulo sesenta y seis
Capítulo sesenta y siete
Capítulo sesenta y ocho
Capítulo sesenta y nueve
Capítulo setenta
Capítulo setenta y uno
Capítulo setenta y dos
Capítulo setenta y tres
Capítulo setenta y cuatro
Capítulo setenta y cinco
Capítulo setenta y seis
Capítulo setenta y siete
Capítulo setenta y ocho
Capítulo setenta y nueve
Capítulo ochenta
Capítulo ochenta y uno
Capítulo ochenta y dos
Capítulo ochenta y tres
Capítulo ochenta y cuatro
Capítulo ochenta y cinco
Capítulo ochenta y seis
Capítulo ochenta y siete
Capítulo ochenta y ocho
Capítulo ochenta y nueve
Capítulo noventa
Capítulo noventa y uno
Capítulo noventa y dos
Capítulo noventa y tres
Capítulo noventa y cuatro
Capítulo noventa y cinco
Capítulo noventa y seis
Capítulo noventa y siete
Epílogo
Tu Querida Agathe y QJN+18

Capítulo ocho

31.8K 1.7K 128
By SuperbScorpio

—Agathe —me sorprendió alguien justo cuando doblé la esquina para volver a la parada del autobús, después de un duro y agotador día de trabajo.

Pegué un grito digno de haber sido oído hasta en lo alto de la Torre Eiffel, llevándome la mano al pecho para comprobar que mi corazón seguía latiendo después de aquel ataque a mi persona.

Estaba a punto de echar a correr cuando me di cuenta de quién era el violador de la esquina, la psicótica de Marinette, con un pañuelo envolviéndole la cabeza y unas gafas de sol estilo ojo de gato que le tapaban casi media cara.

Abrí mucho los ojos por la sorpresa, sin esperarme ver a aquella mujer de incógnito acechándome en las sombras bajo el cartel que indicaba el número de calle en la que nos encontrábamos.

—Oh Dios mío, que me da un infarto, por todos los gatos negros del planeta —murmuré, intentando acompasar el ritmo de mi corazón, algo imposible porque casi había muerto de un infarto.

—Soy Marinette —dijo ella con diversión, como si no me hubiera dado cuenta ya, bajándose las gafas a lo largo de su pequeña nariz, sonriéndome, cómplice—. Como no has respondido a mis mensajes he creído que debería venir a verte en persona. No puedes rechazar a la cara a una novia desesperada.

Giré la cabeza hacia la calle desde la que venía con la esperanza de que alguien me estuviera siguiendo, aunque, por desgracia, no era así. Aquello estaba más desierto que el sentido del humor de Gabrielle Bertin esa triste mañana de verano. Que, por cierto, era jueves. A nadie le sentaba bien aquel maldito día.

—No... No creo que sea una buena idea. Le diste el poder del vestido a mi jefa y creo que es ella la que debe de poder terminarlo. El patrón sigue en el taller y las telas que encargamos por órdenes tuyas a un vendedor al por menor del Gran Bazar de Estambul. Tuvimos que enviar a la hermana de Yolande a comprarlas, no puedo ir a por ellas, sin más —solté, segura de mis palabras.

Marinette negó con la cabeza, en desacuerdo con mi respuesta.

—Mira, he tenido una mañana estupenda, no puedo dejar que esto arruine el resto de mi día—dijo con convicción, levantando ambas manos para colocarlas sobre mis hombros—. Tú vas a hacer mi vestido de boda y no vas a negarte.

—No —expuse, sin dejarle tiempo a terminar.

Sentí que sus manos empezaban a ejercer presión sobre mis hombros y la aparté, dando un paso atrás, dejando que un intenso color rojo se instalara en sus mejillas sombreadas por sus grandes gafas de pasta.

—¡Necesito que lo hagas! Es lo único bueno de esta maldita boda y no pienso renunciar a ello.

—He dicho que no —insistí, intentando esquivarla para poder seguir con mi travesía hacia la parada de autobús.

Marinette se cruzó de brazos, esperando a que cambiara de parecer y, a la vez, obstruyéndome el paso. No me resultó difícil escapar, por mucho empeño que le pusiera en intentar colocarse frente a mí.

Sentí su presencia en mi nuca cuando empecé a andar lejos de ella, haciendo como si nada de aquella conversación hubiera ocurrido.

—Señorita Lamartine, le pido en serio que se aleje de mí —dije, visualizando el autobús al principio de la calle, aproximándose a la parada a demasiada velocidad.

Aceleré el paso sin darle ningún tipo de explicación a aquella mujer que continuaba siguiéndome, segura de que estaba a tiempo a subirme al vehículo si no se me interponía ningún obstáculo. Como su mano. En mi muñeca.

—Yo te llevo a casa —soltó en un tono poco convincente. Parecía que quería secuestrarme.

—Marinette, suéltame. Tengo otra cosas en las que pensar y atender tus necesidades no es una de ellas. Vuelve a la tienda de Gabrielle y deja que siga siendo ella la que realice tu vestido —pedí, nerviosa porque el autobús ya se había detenido en mi parada.

Intenté zafarme de su agarre, pero ella me sujetaba con fuerza.

—Te pagaré los cuatrocientos euros que faltan para cumplir con la cuota del vestido en efectivo —soltó, sin más.

Iba a rechazarlo, pero me di cuenta al instante de lo estúpido que habría sido haber dicho que no. El dinero no me sobraba desde mi vuelta de Nueva York, ya que mi madre había dejado de enviarme la paga mensual para la residencia de estudiantes y que seguía cubriendo mis caprichos traducidos en telas y cuadernos de dibujo. Tampoco necesitaba su ayuda ahora que tenía un sueldo fijo, aunque las telas de importación turcas no caían del cielo.

—De acuerdo —dije, finalmente, mostrando mi debilidad.

Marinette sonrió, satisfecha, y me soltó del brazo justo en el momento en el que oí al autobús reanudar su marcha sin mí.

—No te preocupes por las telas; las recuperaré. Le diré a Gabrielle que ya tiene mis trescientos euros de cuota que sirven para cubrir los gastos de las telas y de las horas dedicadas a mi vestido y me lo llevaré todo. El lunes lo tendrás en la puerta de tu casa.

—No creo que Gabrielle vaya a...

—Entonces lo robaré.

Quise reírme, aunque no me lo permití. Como novia psicótica del año era capaz de hacer honor a su título sin ningún efecto moral más allá de mi terror interno, pero tampoco se lo dije.

—Acabo de perder el bus —expuse con redundancia, esperando a que volviera a ofrecerse para llevarme a casa y no tener que esperar veinticinco minutos bajo la marquesina de la parada de autobús.

Marinette asintió con la cabeza y sacó de su bolso de cuero revertido —más sintético que mis botines— unas llaves decoradas con un camafeo de la Virgen María.

No dije nada al respecto y me limité a seguirla calle abajo, preguntándome si realmente iba a secuestrarme. Debería de habérmelo pensado mejor antes de aceptar.

Llegamos a un pequeño Toyota rojo y evidentemente golpeado, tanto por la parte delantera como por la trasera, y una enorme A que la acreditaba como conductor novel.

¿Dónde me había metido?

Recé por mi vida cuando me subí en el asiento del copiloto y no fue para menos, pues, cuando arrancó el coche, casi se comió al coche que había aparcado justo delante del suyo.

Cerré los ojos tras darle mi dirección, arrepintiéndome al segundo, pues le acababa de dar la herramienta más valiosa para acosarme y ella era capaz de todo.

No tardamos demasiado en llegar a las puertas de mi edificio y, por suerte, no quiso retenerme en contra de mi voluntad en el interior del coche.

—Vendré mañana con las telas antes de que regreses del trabajo —dijo en un tono solemne y yo la creí.

Bajé del vehículo y corrí hacia la acera para que no tuviera oportunidad de atropellarme.

Me di la vuelta para visualizar el portal de mi edificio y tal fue la sorpresa que creo que se me cayeron las llaves al suelo sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo.

Mi vecino, sentado en el segundo escalón que subía al vestíbulo, me levantó una mano para saludarme, sonriendo tan ampliamente como tan solo él podía hacerlo.

Visualicé en su mano libre aquella pequeña figura rojiza que descansaba absolutamente tranquila en su regazo, moviendo ligeramente su cola por encima de Bastien, como si le agradara estar sobre él.

Boquiabierta, me dirigí a donde se encontraban ambos y él me la tendió, todavía sonriente.

—Gracias por la ardilla, ha sido mi mejor amuleto en años —rio, aunque a mí no me hizo ni pizca de gracia. La había utilizado para una cita, así que podía imaginarme qué clase de amuleto había necesitado.

—Ya. De nada —dije, recuperando a mi mejor amiga, quien se quejó momentáneamente por haber sido arrancada de las manos de su protector.

No la culpé, porque yo habría hecho lo mismo.

—¿No me invitas a subir? —soltó él con picardía, torciendo su sonrisa.

Recé a la Virgen de las hormonas que me las mantuviera a raya para poder seguir hablando con claridad y no como si fuera tartamuda.

—Creo que hoy no —respondí, lo más firme que pude mostrarme, aunque mis rodillas habían empezado a temblar.

Bastien rio antes de agacharse con atrevimiento para besar mi mejilla rosada a modo de agradecimiento.

—Lo intentaré de nuevo en otro momento —susurró, todavía cerca de mi piel, antes de apartarse rápidamente para volverse sobre sus talones y doblar la esquina que separaba nuestros edificios, tan seguro de sí mismo como yo lo estaba de mi repentino ataque de corazón.

* * *

Annyeonghaseyo!

Bueno, bueno bueno... la psicótica sabe dónde vive Agathe y el vecino indiscreto se toma en serio su papel de fuckboy xd

Aw acabo de acordarme de cuando empecé a escribir sobre Bastien, estaba súper in love de mi propio personaje como la crazy goat que soy, pero en plan ridículo JAJAJA me doy vergüenza ajena.

Mensaje a mi yo de 16 años: dedicaste medio capítulo ocho a describir los abdominales y los pectorales de Bastien, personaje de ficción, y debo decir que estoy orgullosa de ti como señora pervertida que eras JAJAJAJA Ahora en serio, contrólate, pedazo de puberta hormonada.

Annyeong!

Continue Reading

You'll Also Like

4.3K 562 34
Samantha no tenía idea de lo que se enfrentaría al pisar la casa Schmidt y tomar las riendas de su imperio. ⚠️ Lenguaje Vulgar. Sexo. Violencia Físi...
9.1K 1K 24
Martin, nuevo director de marketing de la agencia de su padre, y Juanjo, diseñador creativo de esta, no se soportan... ¿Podrá la ciudad eterna hacerl...
228K 9.3K 23
Zoe Johnson es una chica tierna de veintitrés años, que va en la universidad en la carrera de negocios internacionales. Su vida es tan normal como la...
MAFIA OSCURA By Y

Teen Fiction

4.9K 234 7
[TERMINADA Y EDITANDO] Para Hasley Williams, vida fácil no definirá la de ella, destacada por los mejores bailes en clubes, stripper, pero jamás pros...