Fast & Beautiful [The Gazette...

By sugarmeli

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Kai vive locamente enamorado de Reita, el chico que jamas le hará caso. Aoi ama a su hermano, pero no de la m... More

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By sugarmeli


Aoi

Ajusté el retrovisor para calcular la distancia de los autos, cuando el alma se me cayó a los pies.

—Die...—pronunció Kouyou mirando por el espejo lateral.

El Corolla amarillo venía acercándose a toda velocidad a nosotros. En el fondo sabía que lo que pasaría solo me negaba a que fuera cierto, no podíamos tener tan mala suerte, realmente esperaba poder llegar a Haneda sin contratiempos, esperaba poder olvidarme de esta pesadilla de una vez.

Kouyou suspiró tres veces antes de poner su mano sobre la mía en la palanca de velocidades.

 —No tenemos más remedio —dijo en voz muy baja—. Estoy listo —cerró los ojos y suspiró una vez más.

Asentí, habíamos hablado de esta posibilidad, no estábamos seguros que funcionaría, no estábamos seguros de nada, sin embargo era necesario. Pisé el acelerador al mismo tiempo que cambiaba bruscamente de velocidad, si iba a cometer una locura al menos lo retrasaría. El Lancer entró en cuarta, en la línea recta de la carretera fue un movimiento sencillo, logramos perder el Corolla por unos minutos antes de que volviera a acercarse a pocos metros. Venía acompañado de otro auto, un Audi A3 sin mucho chiste que seguro albergarían a los matones, en caso de que Die los necesitara, no lo haría.

Volví mi mirada hacia Kouyou quien asintió—. Confío en ti, tienes que confiar en mí —me aseguró.

—Si algo sale mal, yo...

Mi hermano negó calmadamente—. No podemos darnos ese lujo, es por eso que nada saldrá mal, hazlo, hazlo de una vez —dijo con seriedad.

Asentí. 

—Te amo Kouyou.

—Te amo Yuu.

Aceleré, frené fuertemente y subí el freno de mano, el carro patinó formando una curva exacta que hizo que el carro se colocara justo frente al Corolla que tuvo que frenar bruscamente para no darse de frente contra el Lancer. Estábamos en medio de la nada en la carretera, si algo nos pasaba tardarían horas en averiguarlo, aún así tomé aire y me preparé para bajar del auto.

-x-

Kai

Era sábado por la mañana, me estaba acostumbrando demasiado al silencio que reinaba en la casa de Saga, todos nos habíamos quedado ahí desde el día del escape de Yokohama. El amigo de Uruha nos proporcionaba comida, ropa y nos aguantaba. Nuestros padres estaban en protección de la policía, así como la misma casa de Saga, ninguno podía salir, ni a la escuela. Un médico salió y entró varias veces en esos días para atender a Nao, quien debido al estrés podía ponerse mal de un momento a otro, afortunadamente no sucedió.

De todos no sabría quien estaba peor, Kyo había perdido el habla, se paseaba por todos lados con un cigarro en la boca y los ojos rojos de contener el llanto. Por su parte Reita había llorado mucho desde el día de la noticia, se había desmoronado ahí mismo, todos habíamos llorado en silencio a decir verdad. Y lo peor era estar atrapados para poder hacer algo.

—Cuando esta locura termine, prometo darles el funeral que se merecen —dijo Reita mirando firmemente el televisor la noche del jueves cuando la noticia se había propagado a todo el país.

Un terrible accidente automovilístico entre un Lancer y un Corolla que había terminado con la vida de todos los pasajeros involucrados, entre ellos dos supuestos mafiosos y dos hermanos de apellido Shiroyama. Lo que nadie se explicaba y continuaba bajo investigación era como el Corolla había perdido el control del automóvil de tal forma que se llevara el Lancer hacia un lado en un fuerte choque.

No importaba, ellos estaban muertos, eso era lo único que ocupaba nuestras mentes. Ya era sábado y el humor de nadie había mejorado, teníamos que estar concentrados pero, nadie lo lograba. Reita no podía manejar, aún así se había ofrecido a estar en uno de los carros.

El plan era simple, asistir a donde estaba la droga y robarla, llevar la mitad al contenedor de Mana y la otra mitad al de Gackt, cuando creyeran que el encargo estaba hecho, la policía caería sobre ellos. Todo me sonaba a una idea terrible, todo podía salir mal, todo estaba mal y no había ninguna solución.

—¿Puedo entrar? —escuché la voz de Reita a mis espaldas. Me encontraba en el cuarto de Saga que ahora mismo parecía un campamento, estaba de espaldas a la puerta mirando fijamente a la pared como si esta pudiera darme una solución. Alcé los hombros, no me correspondía negarle las cosas, no era mi casa, ni mi habitación—. ¿Cómo estás? —me preguntó rascándose la nuca. Me giré ligeramente hacia él, no me sostenía la mirada, estaba fija al piso, igual de vacía que la mía.

—No sé, se supone que hoy termina todo, ¿no? Después de esto podemos seguir con nuestras aburridas vidas de estudiante, terminar la preparatoria, ir a la universidad, olvidarnos que esto sucedió. Ni siquiera tendremos un registro criminal, deberíamos sentirnos afortunados —dije sin mirarlo—. Entonces, ¿por qué me siento así de mal? Como si no hubiera una salida, como si fuera incapaz de seguir porque, porque...

—Ellos no están —completó—. Cuando Aoi y yo comenzamos a correr lo hacíamos por chiste, por sentirnos importantes, parte de algo. Lo hablé infinidad de veces con él —se sentó a mi lado—. Cómo correr nos hacía sentir vivos e importantes, ninguno de los dos era importante para su familia, pero éramos importantes para las carreras, uno para el otro. Llegué a pensar que Aoi era lo único que tenía —vi las lágrimas correr calladamente por sus mejillas—. Después llegaron ustedes, Shou, Nao e increíblemente Nightmare en grey, aún así Aoi y yo seguíamos juntos, era mi hermano —la voz se le cortó.

Puse mi mano sobre su rodilla, no sabía qué decirle, yo también había perdido a Aoi, sin embargo, en ese momento me di cuenta que no de la misma forma en que Reita lo había hecho. Y era seguro que ni siquiera los Shiroyama sentían el dolor que el rubio sentía en ese momento. 

—¿Por qué me siento tan mal? —me preguntó con sinceridad—. Tengo que ser fuerte y no me siento así —puso su mano sobre la mía causándome un escalofrío en todo el cuerpo.

—Es obvio —le dije con un atisbo de sonrisa—. Perdimos a un amigo —me miró fijamente dispuesto a contradecirme, no lo dejé—. Tu perdiste a tu alma gemela —lo abracé y dejé que llorara en mi hombro. Cerré los ojos sintiendo mis propias resbalar y comprendí que un alma gemela no tiene que ser amorosa, es aquella que te complementa, te da tu lugar en el mundo con solo mirarte una vez, es un afecto que va mas allá de la comprensión, Aoi y Reita eran los hermanos que ninguno de los dos jamás tuvo. Y ahora Reita se sentía igual de solo que antes o tal vez peor.

—No me dejes Kai, no te vayas tu también —dijo en mi cuello.

—Nunca.

-x-

Sakito

—Tienes esas dos opciones —dije mirándome las uñas. Moría de miedo, solo que era un excelente actor, si esto no resultaba podían matarme en ese mismo instante sin importar que Shou y tres policías estaban afuera esperando.

—Debo admitir que tienes agallas, Sakito. Nos drogaste a mi y a mi amante, nos robaste a un rehén, que no me podía importar menos, pero hizo enfurecer a uno de mis sirvientes que ahora está muerto y todavía tienes el descaro de venir y decirme que dejemos que hagan el trabajo —dijo Gackt sonriendo mientras le daba una bocanada a su cigarro—. Porque saben que no hay quien lo haga —soltó una carcajada—. O tienes agallas o eres muy estúpido.

Sentí un vacío en el estómago, por un momento pensé que toda la cantaleta que les había dicho no había resultado, sin embargo no dejé que se notara en mi rostro. 

—Vamos, nunca rechazamos hacer el trabajo, sólo Die se metió con la persona equivocada y el niño Shiroyama no venía en el trato. Si no se le hubiera ocurrido cagarla yo me hubiera acostado con ustedes y el trabajo se haría de todas formas —dije de lo más tranquilo.

Gackt sonrió de lado—. La gente de las calles es muy extraña, la encuentro incapaz de relacionarse con alguien y no tienen ningún interés más que en ellos mismos, lo sé porque Mana es igual, esa manera cínica de decir las cosas —apagó el cigarro en el cenicero—. Está bien, Sakito. No esperaba menos de un montón de vándalos como ustedes, no quiero jueguitos o si no sabrán lo que de verdad puedo hacer —su mirada cambió por una bastante sombría—. Ya hay dos chiquillos muertos, no quiero más —sonó a advertencia.

Tragué saliva—. Te aseguro que a nadie le interesa eso más que a mi. ¿Tenemos un trato? —pregunté acercándome a la mesa—. Nosotros cumplimos el trabajo y no volvemos a saber de ti ni de Mana.

El mafioso de los ojos azules me miró fijamente, como si estuviera debatiéndose mi destino en ese preciso momento, esperando una señal de debilidad de mi parte que no iba a obtener. 

—De acuerdo, hagan bien su trabajo y no volverán a saber de nosotros. Un solo truco y les daré caza a cada uno de ustedes y a sus familias por las molestias causadas —dijo satisfecho.

Parpadeé varias veces, le extendí la mano sonriendo ampliamente. 

—Tenemos un trato.

Salí del dichoso bar y sólo en la calle me permití respirar profundamente, sentí como me temblaban las piernas, no sabía si estaban así desde que estaba adentro o fue que el efecto de la adrenalina había pasado. Fuera lo que fuera no me permitió avanzar por unos segundos, caminé fuera del callejón y avancé unas tres calles hasta que vi el Mustang rojo de Shou estacionado en una esquina. Entré en el auto aun temblando.

—¿Estás bien? —fue lo primero que preguntó en tono preocupado.

Asentí—. Todo salió como debía —informé tratando de recuperarme—. Sólo yo me meto en este tipo de situaciones —solté en tono sarcástico.

—Gracias —dijo uno de los oficiales que se encontraban en el auto—. Ahora podemos llevar a cabo todo el plan.

—Y que Dios nos agarre confesados —terminé cruzando los brazos a medida que Shou aceleraba y nos conducía de vuelta a casa de Saga.

-x-

Kyo

Miraba el Viper de Reita junto a mi Corvette, no imaginaba verlos juntos en un lugar que no fuera una carrera. Los dos brillaban, lucían como nuevos, rogaban por ser encendidos, conducidos, acelerarlos a los 300 km/h que podían alcanzar. Pasé la mano sobre el cofre que cubría el motor, un auto como aquel debía su estabilidad a su motor frontal, al súper cargador que sustituían los 10 cilindros del Viper Venom twin turbo de Reita, mi Corvette con 8 cilindros era el automóvil más bello que hubiera visto jamás, casi imposible de manejar durante trayectos largos, pues lo había diseñado para un arrancón, aun así, mi Corvette y el Viper eran los dos autos más rápidos.

—Un hombre puede perderse en la inmensidad de su auto —dije cerrando los ojos y acariciando el cofre del Corvette.

Takanori alzó una ceja—. Creo que nunca comprenderé tal cosa —dijo cruzándose de brazos.

—Es difícil de explicar —contestó Nao. Aunque permanecía en silla de ruedas, era capaz de moverse con facilidad por el patio de Saga—. Subirse a un auto y sentir el motor rugir a tus pies, saber que tu tienes el control de la velocidad a la que corres. Maniobrar lo preciso para esquivar cualquier obstáculo y escuchar el cambio sutil de las velocidades en el motor, sabiendo que con un sutil movimiento el auto reaccionará, es un pensamiento indescriptible —sonrió de lado.

—En pocas palabras, el control que tienen sobre el auto, es el control que no tienen sobre sus vidas.

Miré a mi hermano sin poder creer lo que acababa de decir, abrí y cerré la boca sin encontrar una respuesta.

—En un auto no hay problemas —fue la voz de la iguana quien contestó, iba saliendo de la casa sus ojos estaban hinchados—. Conduces tan rápido que parece que puedes huir de ellos porque no te alcanzan —se sentó en el pasto a un lado de mi hermano y de Nao.

Dos minutos después vimos el Mustang de Shou estacionarse frente a la casa, era espectacular ver todos los autos ahí reunidos. El Peugeot 206 de Tora, el Civic de Ruka, el Lotus Spirit renovado de Nao, el Audi TT de Hitsugi e incluso el Acura NSX-T de Ni~ya, el Skyline que había dejado Uruha, el Volvo de Reita y el Camaro de Sakito que habíamos conseguido el viernes. Una camioneta Escalade de Cadillac y un Jeep Sahara que pertenecía a Hiroto.

Sakito y Shou salieron del auto y se reunieron con nosotros en el jardín, nos explicaron cómo habían salido las cosas con Gackt, nuestra última esperanza depositada una vez más en Sakito, no entendía como siempre terminábamos en lo mismo. Sakito había ido a intentar ganarse la confianza de Gackt una vez más, para dejarnos cumplir el trabajo de transportar la droga, lo cual haría todo más fácil.

—Todo está resultando bien —dijo Sakito sentado en el jardín con las manos recargadas en el pasto.

—Define resultar bien —Reita soltó con voz amarga—. Digamos que ya no puede resultar peor, a menos que nos maten a todos.

—Rei...—comenzó a decir Takanori pero, nadie más se atrevió a decir otra cosa.

Alcé la vista y encontré a Kai recargado sobre la puerta de entrada mirándonos seriamente. 

—Así que hoy se termina, ¿no? —salió al jardín seguido de Hitsugi, Ruka y Ni~ya—. Nightmare en grey y Gazette9 unidos en un solo equipo. Vamos a hacer esto lo mejor que podamos, tan rápido como nosotros sabemos hacerlo y lo vamos a hacer por Aoi y por Uruha, vamos a meter a esos bastardos directito a la cárcel y sobretodo cada uno de nosotros regresará vivo a esta casa en punto de las 7 de la mañana del domingo —su voz no flaqueaba ni un momento, sonaba fuerte y claro, como un verdadero líder, me pregunté si de verdad íbamos a la guerra o algo parecido. Sin embargo ver a Kai parado ahí tan fuerte y seguro me transmitía una seguridad que hacía mucho no sentía, sus palabras me llegaron a lo profundo del alma, el sentimiento que últimamente me hacía poner en pie durante las mañanas. Acabar con esto de una vez.

Reita lo miraba con admiración, parecía a punto de llorar otra vez y por un momento creí que lo haría. Su mirada cambió en ese momento, como si hubiera tomado una decisión, asintió—. Por Aoi y por Uruha —repitió con el puño cerrado.

Los demás asentimos. Era extraño ese compromiso que sentíamos hacia los Shiroyama, cuando yo conocí lo odiaba, simplemente no soportaba verlo, un chico que irradiaba seguridad y confianza, cada palabra que salía de la boca de ese imbécil era un reto hacia los demás, un halago hacia si mismo. Incluso la forma de caminar y de manejar, eso era lo peor, era un chico lleno de seguridad porque sabía perfectamente que era el mejor en lo que hacía. Al contrario de su hermano menor, un saco de inseguridad, con una sonrisa capaz de reconfortar al más frío de los corazones, era mucho más inteligente que cualquiera de nosotros juntos. Aoi era mi rival y Kouyou era como mi hermanito. No sé en qué momento comencé a apreciar al mayor de los Shiroyama, tal vez porque en el fondo nunca fue una mala persona y sólo nos divertía llevarnos mal.

Tal vez fue el resultado de semejante locura en la que los había metido y ahí estábamos, el resto de mi familia, mi verdadera familia y nunca más dejaría que nada, ni nadie les hiciera daño, incluso si me costaba la vida a mi.

Alcé la vista y mis ojos chocaron con los de Hiroto quien me sonrió delicadamente, no me atreví a devolver aquel gesto, me limité a parpadear varias veces sin entender muy bien que sucedía.

-x-

Kai

Miré el monitor y di las indicaciones, todos los autos se encontraban en posición, el truco estaba en que todos los paquetes de droga se encontraban en diferentes locaciones de la ciudad, por eso necesitaban de nuestra ayuda, porque tenían que transportar todo en un tiempo récord de una noche sin ser vistos por la policía, y transportarlos todos a la estación de trenes que llevara el cargamento al muelle y por consiguiente saliera de Japón hacia China.

Yo estaba de un lado y Ruka del otro, los dos permanecimos en la casa de Saga éramos los que estarían rastreando todos los movimientos desde el GPS, realmente parecía una sala de controles más que la sala de la casa de un pintor. Habíamos adaptado monitores y rastreadores por todo el lugar, los dos usábamos audífonos con micrófono para poder comunicarnos con los demás, además cada uno portaba su tablet con la que controlábamos los monitores sin necesidad de un teclado o un mouse. Lo último en tecnología.

—Esto es una estupidez —escuché decir a Shou por el auricular —. Por qué no, simplemente me paro en frente de un asaltante y dejo que me dispare, es más fácil. No puedo creer que tengamos de nuestro lado a la policía y aun así debemos de huir de ella.

—Solo tenemos a un departamento de nuestro lado, además si no nos persiguieran se vería sospechoso —contestó Reita, todos estábamos en el mismo canal de comunicación excepto cuando los autos se pusieran a correr, y Ruka o yo tuviéramos que dar indicaciones, entonces se cerrarían los canales.

—Pues sí, pero me sentiría más tranquilo, ¿sabes? Kai los veo, carajo es un paquete enorme —Shou silbó en el micrófono.

Tecleé e inmediatamente la pantalla me desplegó un mapa—. Son muy puntuales, tienes exactamente 10 minutos para llevarlo Ginza y de ahí avanzar hacia Daimon —le expliqué trazando la ruta.

—Seguro, no quieren milagros —escuché como prendió el motor del auto, la zona en la que estaba Shou requería más curvas de lo normal por lo cual hacer el drifting en la calle le resultaba a él, particularmente, fácil—. Lo tengo —aceleró.

—Kai, vienen hacía nosotros —Reita estaba con Takanori en el Volvo, no podía conducir pero si dar las mejores indicaciones para que el enano pudiera maniobrar. Ni Nao ni yo estábamos muy contentos por aquello, aunque sabíamos que era necesario, éramos muy pocos e íbamos a estar toda la noche.

Tecleé su ubicación y tracé otra ruta, apagué la comunicación con los demás y les dicté la mejor forma de llegar a su destino. La ruta de Reita era la más complicada abarcaba desde Ikebukuro hasta los límites de Saitama, sin embargo, de todos nosotros Kyo y Reita eran los más experimentados.

Escuché a Ruka haciendo lo mismo que yo, no estaba muy seguro con quien estaba hablando, pues el chico no hablaba muy alto y era muy poco expresivo. Sentía una ligera ansiedad al no tener el control de lo que estaba pasando con todos y tampoco podía hacer mucho.

-x-

Kyo

Odiaba Shinjuku, es cierto, es uno de los barrios más famosos de Japón pero está lleno de delincuentes, callejones extraños y lugares en los que no te quieres ver. Además de todo eso, el lugar es estúpidamente grande con calles pequeñas. La idea inicial era que el tipo con el paquete se acercara al auto, colocara el paquete y yo saliera conduciendo hasta Yoyogi y sin saber cómo, había terminado en una fiesta sin control en un bar más pequeño que mi sala.

Tenía a una tipa cuyo nombre no recordaba encima, a otra a un lado proponiéndome cosas que harían a muchos sonrojar y yo tenía que encontrar al tipo del paquete sin tener una sola idea de como lucía. Usualmente esas situaciones eran algo que llegaba a disfrutar, ahora no sólo mi vida y la de los demás estaban en riesgo, el verdadero bendito problema era que yo no dejaba de pensar en esa sonrisa torcida que Hiroto me había dedicado hacía tan sólo unas horas.

Escuchaba la música de fondo, veía a las mujeres bailar y saltar por todos lados, de fondo escuchaba las voces de las dos mujeres que me acompañaban, platicaban algo acerca de lo que harían más tarde, yo no podía poner ni una pizca de atención. Hasta que un hombre extraño de mediana edad vestido con un enorme abrigo de zorro se me acercó, se sentó frente a mi sonriéndome con dientes de oro, luché por no salir corriendo.

—Esto es tuyo —dijo colocando una caja de mediano tamaño sobre la mesa, no tardé ni un segundo en tomarla y levantarme, el hombre lo hizo conmigo —. Lamento las inconveniencias solo que, en este mundo debes saber a quien le estás entregando tus objetos valiosos —sonrió ampliamente.

Salí de bar y la voz de Ni~ya me estalló en la cabeza a través del auricular —. Carajo Kyo, ¿dónde te metes? —lo escuché decir, miré mi reloj con dificultad, pasaban de las dos de la mañana—. ¿Puedes comunicarte con Ruka? Mi canal de comunicación está cerrado —dijo apresuradamente, se escuchaba nervioso e intranquilo.

Cambié el canal sin preocuparme demasiado, Ni~ya podía ser muy histérico a veces —. Ruka —dije mirando a todos lados antes de cruzar la calle sin estar en la esquina, no me hacía muy feliz haber dejado el Corvette estacionado en una de las calles cercanas al diminuto bar —. Por fin tengo el paquete, el imbécil me hizo esperar más de media hora —no escuché la respuesta, el canal parecía muerto —. ¿Ruka? —volví a llamar sintiendo una llamada de alerta en mi cabeza, abrí el canal de comunicación para todos —. No puedo hablar con Ruka —anuncié tratando de no entrar en pánico.

—Kai tampoco contesta —la voz entrecortada de Reita sonaba más preocupada que Ni~ya —. Ruki está tratando de comunicarse con Saga pero no contesta. ¿Quién de nosotros está más cerca? —preguntó ansioso.

—Yo —contestó Shou—. Estoy en Shimbasi, acabo de dejar uno de mis paquetes, voy conduciendo hacia la casa de Saga —explicó.

Fueron los cinco minutos más largos de mi vida, esperar a que Shou llegara a la casa de Saga, sentía que todos estábamos conteniendo la respiración pues nadie se había atrevido a hablar. Cerré los ojos cuando escuché el motor disminuir la velocidad.

—No... —la voz de Shou se desvaneció—. Entraron a la casa.

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Sakito

Escuché a Shou y se me retorció el estómago, había sido un estúpido en creer en las palabras de Gackt. Era obvio que no iba a ser tan fácil, ya habían matado a Aoi y a Uruha; no les había importado en lo más mínimo la muerte de Die. ¿Cómo esperaba que dejaran que unos chiquillos como nosotros se salieran con la suya? Le pegué al volante con todas mis fuerzas, me había quedado sin habla, estaba dentro del Camaro estacionado debajo de un puente peatonal cerca del templo Meiji en Shibuya.

Escuché a mi celular sonar a través del radio, me quedé viendo el tablero no conocía el número, me sentí inseguro de contestar, tenía miedo de lo que iba a escuchar. Presioné el botón, no dije nada.

—Terminen con el trabajo y tal vez no los mate. Te quiero aquí cuando entregues tu último paquete para terminar lo que debiste hace unos días y tal vez no los mate —la voz de Gackt sonaba satisfecha —. Y de una vez dile a la policía que si se sigue involucrando, los mataré a todos —colgó después de eso.

—¿Lo escucharon? —pregunté con el estomago hecho un nudo y sintiendo náuseas.

—Llamé a una ambulancia —anunció Shou—. El padre de Saga está vivo, pero está muy malherido, no hay rastro de los demás, ni de la Escalade —parecía estar luchando por no echarse a llorar.

Hubo mucho ajetreo de fondo y finalmente la voz de Ruki perforó mis oídos. 

—¿Reita, qué haces? —dijo —. No puedes manejar con el brazo roto.

-x-

Reita

No supe cómo logré pasar a Takanori al asiento del copiloto, tampoco supe cómo pude conducir con el enorme yeso en mi brazo, sólo sé que lo hice. Tenía en mente que necesitaba mi Viper, si quería llegar a Yokohama rápido necesitaba mi hermoso Viper y no el Volvo. Desde Ikebukuro hasta allá serían más de dos horas a menos que pudiera ir a 300 km/h y para eso tenía que llegar a mi casa cerca de Ginza, no era un trabajo para Ruki, tenía que conducir yo.

Pisé el acelerador sin entender bien cómo logré maniobrar el auto, sabía que todos los demás se dirigían a casa de Saga, no importaba si no terminábamos el trabajo, lo único que importaba es que tenían a Kai y yo no iba a permitir que le pasara algo. Mi Volvo sólo alcanzaba los 200 km/h quería ir más rápido pero no podía, además no era un corredor tan experimentado en circuitos como Aoi, apreté el volante al recordarlo.

Miré de reojo a Ruki quien lucía más pálido que de costumbre, también tenían a Nao. Esto no sólo se había salido de control, me di cuenta que no necesitaba a nadie para terminarlo mas que a mi mismo y estaba dispuesto a terminarlo de una vez por todas e incluso arriesgar la vida si era lo necesario para sacar a Kai de ahí.


No podía permitir que algo le pasara sin haberle dicho que lo amaba.

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