Raising Ye Rim | Park Jinyoung

By AmmyPariascaR

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- ¿Mamá? - ¿Sí, Ye Rim-ah? - ¿Te gusta el profesor Park? Prohibida su copia parcial o total. #1 en parkjin... More

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FIN.

02.

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By AmmyPariascaR

- Tía Seon Mi, ¿estás segura de esto? - preguntó Ye Rim, mientras caminábamos por los pasillos de la primaria Yongsan de la mano. - Nunca has ido a una reunión de la escuela.

- No fue porque no quisiera. - expliqué, sintiendo cierto reproche en su tono de voz. - Sabes que antes tenía dos empleos y era muy difícil asistir.


Ye Rim no contestó con palabras, solo asintió y continuó jalando mi mano para que la siguiera rumbo a su salón de clases.

Otros niños también llevaban a sus padres de la mano por los pasillos de Yongsan. Les miré atentamente, analizando sus gestos, su actitud y, sobretodo, aquella sonrisita y brillo especial que parecía iluminar a los niños en cuanto venían a sus padres. En secreto, anhelé el momento en el que Ye Rim me viese así.


- Es aquí. - dijo la niña, señalando con su mano libre la puerta del salón 1-2. - El profesor ya está dentro, tí...

- ¡Mamá! - se escuchó a un niño gritar.


Ye Rim no lo dijo en voz alta, pero pude notar en la forma que sus ojos se apagaron, que aquella palabra todavía le retorcía el corazón.


- Anda, Ye Rim-ah, pasemos. - le dije, tomando la iniciativa para intentar traer su mente de nuevo a la realidad.

- Sí, tía Seon Mi. - accedió cabizbaja.


El sitio asignado a Seon Mi estaba en la segunda fila, al centro del salón. Su nombre había sido pegado en la esquina superior derecha de la mesa y ella lo había decorado con flores de colores.

Pasé mi dedo por su nombre con una sonrisa en el rostro, antes de voltear hacia ella. Como reflejo, Ye Rim parpadeó un par de veces, un tanto avergonzada de que yo viese aquello.


- Flores de colores. - dije, pasando mi mano por su cabeza. - Como...

- Como las que solías dibujar para mí. - replicó para luego apretar los labios. - Pidieron que lo decoraramos con algo que nos hiciera verdaderamente felices. Yo lo pensé mucho y me di cuenta que tus visitas a la casa de Hye Joo, cuando todavía vivía con ella, eran y siempre han sido lo que me hacía más feliz.

- Ye Rim-ah. - murmuré, luchando contra las ganas enormes que tenía de abrazarla fuertemente y darle un beso en la mejilla.


No quería avergonzarla más de lo que ya parecía, así que decidí limitarme a asentir un par de veces. Pero eso no significó que no guardara esas palabras en mi corazón y me permitiese disfrutarlas como lo que eran: mi recompensa por los últimos años trabajando con tanto esmero.


- Buenos días a todos. - saludó una voz masculina al entrar al salón.


Levanté la mirada al mismo tiempo que todos los padres y la dirigí hacia el hombre de cabellera negra, vestido con pantalones oscuros y camisa blanca. Ese era el profesor de Ye Rim y, si bien me pareció que se veía muy serio para ser maestro de primaria, me impactó lo joven que se veía. No debía pasar de los 30 años.


- Quiero darles la bienvenida a la clase a todos los padres que nos acompañan hoy. - saludó, paseando su mirada por los presentes. - Yo soy el profesor Park y seré el profesor encargado de sus hijos este año.


Su voz era grave, pero no tanto como para sonar escalofriante. Su voz era profunda, cautivante, y me dije que era el tipo de voz que sonaría perfecta cantando una balada.


- Tía Seon Mi. - llamó Ye Rim y me obligué a alejar la mirada del profesor. - El profesor va a acercarse a hablar con cada uno.

- Está bien, Ye Rim-ah, no es la primera vez que hablo con un maestro. - la pequeña rió, entendiendo que era una broma.

- Es que eso no me preocupa. - me susurró, mientras el profesor caminaba entre los asientos para intercambiar unas palabras con los padres. - Me preocupa que pregunte si... ya sabes.

- ¿Que pregunte qué?


Ye Rim lo pensó unos segundos, manteniendo la mirada en el suelo.


- Si eres mi madre. - replicó bajito, tan bajito que me fue dificil escucharla entre la bulla del lugar.


Mi corazón se quebró ligeramente ante esa pregunta, pero no lo quise mostrar por fuera para no alarmar a Ye Rim. Yo me hacía cargo de ella, la cuidaba cuando estaba enferma, le cocinaba cada día y pagaba por todo lo que ella necesitaba, pero no era su madre. No importaba qué tanto me esforzara, yo no la había llevado en mi interior, yo no había dado a luz a Ye Rim.


- ¿Qué quieres que le diga?


Mi pregunta tomó por sorpresa a Ye Rim, quien se limitó a encogerse de hombros y comenzar a juguetear con sus dedos.


- Todos han traído a sus madres. - murmuró. - Creo que sería raro que...

- Usted debe ser la señora Kim. - le interrumpió el profesor Park.


Una vez más, levanté la mirada hacia él, en cuanto escuché su voz. Él tenía su mirada fija en mí, expectante, esperando mi respuesta. Pero me había tomado por sorpresa y con la guardia baja.

Normalmente, cuando alguien me preguntaba por mi relación con Ye Rim, tenía una respuesta programada que cambiaría la situación a mi favor, de modo que no tuviese que explicar todo. Pero en ese momento, luego de ver lo incomoda que se encontraba Ye Rim, mi cerebro no pareció funcionar.


- Es un placer conocerla. - añadió el hombre, mientras yo me ponía de pie, esperando que de esa forma, mi cerebro se activara mágicamente. - Soy el profesor Park.


Tragué saliva al tenerle frente a frente. Él era varios centímetros más alto que yo y aquello me pareció intimidante. Creo que fue por eso que mis ojos demoraron tanto en subir lentamente por su barbilla definida, sus labios rosados y su nariz perfilada, hasta llegar a sus ojos oscuros.

Sus ojos.

Todo su cuerpo mostraba a alguien que tenía absoluto control de sí mismo y de su entorno, pero sus ojos eran lo que marcaba la diferencia. Sus ojos parecían los de un niño, sin maldad alguna, cargados de ilusión y alegría. Eso me hizo entender por qué parecía llevarse tan bien con sus alumnos.


- Profesor Park. - saludé de vuelta, haciendo una reverencia. - El placer es mío.


Y en cuanto dije eso, él me mostró una sonrisa y continuó con los padres del niño que se sentaba junto a Ye Rim.


x


- Acabamos de cerrar la venta de una de las casas más grandes de todo el portafolio que manejamos, pero tú no pareces feliz. - notó Mark, mientras regresábamos en su auto a la empresa.

- Lo siento. - murmuré, apoyada contra la ventana de mi lado del auto. - Mi mente está en otro lado.

- ¿Pasó algo en la reunión en la primaria Yongsan?


Me removí en mi asiento, ante su pregunta. La respuesta era obvia, nada había salido mal en la reunión. El problema había sido la reacción de Ye Rim al tener que llevar a su tía, que ni siquiera era de sangre, a una reunión de padres.

La incomodidad evidente en todo su cuerpo y la luz inexistente en sus ojos se había grabado en mi memoria como un tatuaje y no me dejaba tranquila.


- ¿Te puedo hacer una pregunta?

- Adelante. - replicó Mark, con la mirada fija en la calle para poder girar en la esquina.

- Si nunca te hubiese contado la historia de Ye Rim, ¿pensarías que yo soy su madre?


Mark ladeó la cabeza ligeramente, sin comprender el por qué de mi pregunta, sin comprender por qué, repentinamente, sacaba ese tema, cuando lo evitaba la mayoría del tiempo.


- Sí... - replicó, alargando la vocal más de lo normal. - Cualquier persona que las viera juntas, pensaría que son madre e hija. Tienen mucho parecido físico como para ser dos extrañas.

- Entonces, ¿por qué siento que, no importa cuanto me esfuerce, nunca podré ser su madre?


El silencio nos envolvió, de pronto. Sabía que no había preguntado nada fácil, pero esperaba que al menos tuviese una respuesta rápida que me calmara un poco, como siempre solía hacer.


- ¿Desde hace cuánto te sientes así?

- No estoy segura. - admití, volviendo mi mirada a la calle. - Ya han pasado dos años, desde que vive conmigo, pero la conozco desde que estaba en el vientre de su mamá. Siempre he estado allí para ella, siempre la he cuidado, y he sido mejor persona que su propia madre. ¿Por qué ella no me puede ver de otra forma? ¿Por qué sigue llamándome tía?


Mark estiró su mano hacia la mía para apretarla por unos segundos e intentar animarme un poco. Su tacto cálido se me hizo reconfortante, como si pudiese calmar el intenso frío que me rodeaba.


- Seon Mi, los que te conocemos, sabemos cuánto te esfuerzas por darle una mejor vida a Ye Rim. - dijo. - Yo sé cuánto haces por ella, lo he visto con mis propios ojos. No eres su tía, tú suples el rol de madre.

- A veces siento que todo mi esfuerzo es inútil. - murmuré, sintiéndome avergonzada por tener ese pensamiento.

- Claro que no. - me refutó. - Ye Rim te quiere mucho, Seon Mi. Es solo que todos los cambios por los que ha pasado, los sigue asimilando. Es una niña, tienes que recordar eso. Ella no va a procesar las cosas de la misma forma.

- ¿Me estás diciendo que tenga paciencia? - Mark asintió.

- Todo valdrá la pena. - añadió. - Cuando Ye Rim crezca, ¿a quién crees que agradecerá por la mujer en la que se convirtió?

- ¿A mí?

- ¡A ti! - exclamó alegre. - Porque eres mucho más madre de lo que esa tal Hye Joo podrá ser jamás.

- ¿De verdad?

- Nunca te mentiría. - me aseguró, apretando mi mano una vez más, antes de devolverla al timón. - ¿Por qué no sales antes del trabajo hoy? Ve a recoger a Ye Rim y llevala por un helado.

- ¿Un helado? - Mark volteó a verme por un segundo, antes de asentir con una sonrisita. - ¿Quieres ir con nosotras?

- No puedo decirle que no a un helado.


x


Bajé del auto de Mark rápidamente para correr hacia la puerta de la primaria Yongsan, donde los niños comenzaban a salir y reunirse con sus padres. Busqué con la mirada a Ye Rim, mucho más tranquila que en la mañana, luego de la reunión de padres, y en cuanto la vi, le saludé con la mano.

Una sonrisa se abrió paso en su rostro, antes de acelerar su paso para llegar pronto a mí, y aunque no hubo un abrazo, la emoción que mostró me fue suficiente.


- Sorpresa. - le dije, poniéndome de cuclillas para estar a su altura. - Hoy salí temprano del trabajo.

- ¿Por qué? - preguntó, ladeando su cabeza ligeramente.

- Mark pensó que sería una buena idea. - repliqué, encogiéndome de hombros. - ¿Quieres que vayamos por un helado?


La pequeña se lo pensó unos segundos, pero terminó asintiendo. Ella nunca se negaba a un helado.


- ¿Mark vendrá con nosotras? - añadió, viendo por encima de mi hombro el auto del nombrado.

- Sí. - repliqué, asintiendo. - ¿Está bien?

- Esta bien. - afirmó, aferrándose a su mochila verde pastel. - Mark me cae bien.

- ¿Enserio? - Ye Rim asintió.

- Él te trata bien, ¿no es así?

- Claro. - contesté, intentando entender por qué preguntaba algo como aquello repentinamente.

- No quiero que te hagan daño.


Mi corazón pareció dar un vuelco en mi pecho al escucharla decir aquello y ver sus ojos brillar ligeramente. Mark tenía razón, Ye Rim me quería, a su manera, pero me quería.


- No lo harán. - le aseguré, aunque no era prudente hacerlo.

- ¿Puedo hacerte otra pregunta? - asentí. - ¿Te gusta Mark?


Parpadeé un par de veces, dejando que sus palabras resonaran en mi cabeza y que mi cerebro pensara en una respuesta. Pero me costó mucho encontrarla, dado que nunca me había puesto a pensar si mi relación con él podría seguir escalando.

Estaba muy ocupada intentando ayudar a Ye Rim.


- Es mi amigo. - le dije, al cabo de unos segundos.


La respuesta no pareció satisfacerla, pero no dijo nada más y yo aproveché la oportunidad para ponernos en marcha.


- Hola, Mark. - saludó la pequeña, mientras le colocaba el cinturón de seguridad.

- Hola, Ye Rim-ah. - replicó mi amigo y, luego de dejar su teléfono celular de lado, le dedicó una sonrisa por el espejo retrovisor. - ¿Te fue bien en la escuela?

- Muy bien. - dijo, jugando con el borde de su saco. - Mañana tengo una actividad de integración.

- ¿Tan pronto? - preguntó Mark. - ¿Qué van a hacer?

- Quieren que llevemos algo para compartir con todos.

- ¿Algo como comida? - Ye Rim emitió un sonido parecido a un sí. - Bueno, supongo que podemos comprar algunas cosas en el supermercado y preparar algo temprano, antes de llevarte a la escuela.

- ¿Me ayudarás a llevarlo?

- Claro que sí, Ye Rim-ah. - repliqué. - ¿Tu profesor pidió que los padres se queden?

- Dijo que pueden quedarse, si así lo quieren. Pero sé que tienes que trabajar, tía Seon Mi.


Mi mirada viajó hacia Mark en ese segundo, como diciéndole: ¿ves a lo que me refiero? Y él apretó los labios, pensando en qué hacer.


- ¿Las madres de tus compañeros se quedarán, Ye Rim-ah? - le preguntó mi amigo y al dirigirle la mirada por el retrovisor, ambos vimos como ella asentía cabizbaja. - ¿Quieres que Seon Mi se quede contigo, también?


Por favor, di que sí, le pedí, di que sí quieres que me quede contigo.

Ye Rim se quedó en silencio por los segundos más largos de mi vida y luego, levantó la mirada hacia mí para asentir.


- ¿Puedes, tía Seon Mi?

- Claro que sí, Ye Rim-ah. - contesté, sin duda alguna.

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