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By raquellu47

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Todas las personas nacen con un reloj en el interior de su muñeca derecha que marca cuánto tiempo falta hasta... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15

Capítulo 10

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By raquellu47

A/N: No me puedo creer que haya ganado la batalla contra mi cerebro. Estaba empeñado en despistarme con nuevas ideas para otros fics, pero al final he sido más fuerte.

*inserte el meme de good for her*

***

Pierde de vista a Chloe en cuanto llegan al anfiteatro, lo cual ya es difícil considerando que nadie tiene ese mismo tono cobrizo de pelo. Pero la luz es más bien escasa y en la noche el pelirrojo parece un castaño como cualquier otro, lo que le ofrece a Chloe el camuflaje perfecto.

La fiesta prometida resulta ser un tanto decepcionante.

- ¡Chicas, bienvenidas a la aca-iniciación! – exclama Aubrey cuando todavía no han terminado de descender por el pasillo que divide las gradas en dos bloques.

Tiene una sonrisa emocionada en la cara que, Beca considera, es exagerada para lo que les espera en ese anfiteatro.

- Preparaos para el desembarco – advierte la rubia antes de reanudar la marcha con pasos decididos. Parece más que esté a punto de entrar de cabeza en una batalla campal, y no en una fiesta universitaria bastante cutre.

La gente presente no llega a llenar ni la mitad del anfiteatro, en general reunida en la parte baja donde están posicionadas las mesas con bebidas. La música se mantiene a un volumen bajo, como si trataran de tener en cuenta que es medianoche, y la elección de canciones deja algo que desear.

Beca pensaba que por lo menos, si algo sería excelente en una fiesta de grupos de a cappella, sería el gusto musical. Espera que por lo menos el alcohol no consista en cerveza barata y licor de cereza, porque entonces la situación será insalvable.

- No sé qué hago aquí – admite en voz alta, observando la escena con una sonrisa un tanto incrédula.

No esperaba respuesta alguna, pero Amy la Gorda está justo a su lado y le da una de todos modos:

- Viviendo un sueño, pava – choca sus hombros de forma juguetona, riéndose –. Aún no me creo que me hayan dejado entrar con mi culazo sexy.

Beca tampoco. No se cree que haya acabado en un grupo de a cappella del que nunca quiso formar parte en primer lugar, y en el que se ve a primera vista que no encaja. Recuerda perfectamente el aspecto de las antiguas Bellas del vídeo que le enseñó Luke y no tiene nada que ver con ellas.

- ¡Becaaaaw! – el grito masculino rompe el aire como una flecha y Beca hace una mueca antes de girarse en busca de Jesse –. ¡Becaaaaw!

- Vaya... – le encuentra fácilmente, trepando por las gradas de forma un tanto inestable. Mueve sus largas piernas con la misma torpeza que un potro recién nacido.

- ¡Becaw! ¡Becaw! – sigue gritando Jesse, haciendo un cono con sus manos alrededor de su boca. Se planta frente a ella con una sonrisa algo bobalicona en los labios –. ¿Me engañan mis ojos o eres una Bella de Barden? – se burla.

- No – niega Beca, todo lo seria que puede considerando que su amigo está claramente borracho.

- ¿Estás segura de que no somos almas gemelas? – Jesse hace un barrido con su mano en la dirección general del cuerpo de la morena –. Eres una chica a capella y yo un chico a cappella... Podríamos tener aca-niños.

- En tus sueños, Swanson – Beca le da un suave empujón en el pecho y no puede evitar reírse cuando ve que Jesse se balancea en las suelas de sus pies solo para volver hacia delante, como si fuera una mecedora.

- Estoy de coña – aclara, aunque no es necesario, y mete las manos en los bolsillos de sus vaqueros –. ¿Puedo invitarte a algo?

- Buena idea.

- Te traeré una copa – señala hacia el aire con un índice –. Tienes que beber para alcanzarme – gira sobre sus talones, pero el movimiento es demasiado ágil para sus capacidades y se tambalea hacia delante peligrosamente.

Beca alarga las manos, aunque no llega a cogerle, y guiña los ojos a la espera de que, cuando los vuelva a abrir, Jesse haya bajado las gradas a rolos. Sin embargo, el joven se estabiliza agarrándose al respaldo de cemento y vuelve a estirarse rápidamente.

- ¡Estoy bien! – anuncia, agitando los puños por encima de la cabeza.

Varias personas de los alrededores lo celebran con gritos, alzando ellos también los puños, a pesar de que Beca está bastante segura de que ni siquiera saben qué ha estado a punto de pasar. Están tan borrachos que se limitan a responder a los estímulos sonoros.

Jesse tarda un largo rato en volver, tanto que Beca empieza a preguntarse si se habría caído más abajo, donde ella ya no alcanza a ver, y nadie se había dado cuenta todavía porque asumían que simplemente se había echado a dormir la siesta.

Está a punto de bajar a investigar cuando se abre un hueco en la masa de estudiantes y reconoce su sonrisa bobalicona. Lleva dos vasos de plástico en las manos, pero parece que alguien le había parado antes de emprender el camino de vuelta a Beca y allí se había quedado.

Se da cuenta de que le está mirando y le saluda con demasiado ímpetu para llevar dos vasos llenos de líquido en las manos. La cerveza se le derrama por las manos y chorrea al suelo, y la reacción de Jesse es pasar de la incomprensión a la sorpresa a reírse a carcajadas.

Sigue riéndose cuando sube a la altura en la que está Beca y le da su vaso, ahora lleno hasta la mitad y pegajoso por donde se está empezando a secar la cerveza.

Cuando le da un sorbo, tuerce el rostro en una mueca de puro asco y piensa que ojalá Jesse hubiera volcado el vaso entero en el suelo.

- Puaj – se queja en cuanto el líquido ha bajado por su garganta –. ¿Qué demonios es esto, Jess?

Saca la lengua, como si eso fuera a hacer que se le vaya el sabor de las papilas gustativas. Observa el líquido oscuro y lo hace girar en el vaso, casi esperando ver que deja una película repelente en el interior blanco.

Ese brebaje no es digno de llamarse cerveza. Ya no es solo que sea mala y barata, es que aun encima está caliente, por lo que parece que esté bebiendo matarratas.

- Está asqueroso, ¿verdad? – le dice el joven, riéndose –. ¿Por qué te crees que está todo el mundo tan borracho? Se lo están bebiendo lo más rápido que pueden para que no les sepa a nada...

Beca inclina el plástico, torciendo el gesto solo de pensar en volver a dar un sorbo. Considera tirarlo en el suelo, pero ve algunos hierbajos colarse entre las grietas del cemento y se pregunta si los matará si les echa este veneno encima.

Busca otro sitio donde poder volcar la cerveza sin causar ningún daño y es entonces cuando encuentra a Chloe. Está en el otro bloque de gradas, unos cuantos escalones más abajo, y charlando de forma tan animada con un chico que Beca piensa inmediatamente que tiene que ser todo una farsa.

No hay ningún tema en el mundo que merezca tanta emoción.

Su expresión de asco se acentúa y deja de plantearse el tirar la cerveza, porque si ese es el panorama que le espera para toda la noche tiene la sensación de que va a necesitar este vaso y muchos más.

Jesse se da cuenta de que está distraída y sigue su mirada hasta encontrar la causa. Chasquea la lengua contra sus dientes en un gesto decepcionado y niega con la cabeza, dándole un suave codazo para que le mire a él y no a Chloe.

- No hagas caso – le aconseja –. ¿Sabes qué deberías hacer? Deberías beberte ese vaso de un trago – clava un dedo en el plástico azul, haciendo que se hunda con un chasquido –, bajar ahí – señala hacia la parte inferior del anfiteatro, donde está todo el mundo –, encontrar a alguien y fraternizar – guiña un ojo de forma descoordinada, con una sonrisa pícara.

Beca ríe, aunque solo por ese intento de ser sugerente.

- ¿Me estás diciendo que tu plan para hacer las paces con Chloe es que me líe con otra persona? – pregunta arqueando las cejas hasta que casi desaparecen de su frente.

- ¡Es infalible! – se defiende Jesse, volviendo a tirarse media cerveza encima.

- Amigo – Beca apoya una mano y el dorso de la otra, curvada alrededor de su vaso, en los hombros del joven –, creo que voy a prescindir de tus servicios e ir por mi cuenta – asiente con los ojos cerrados y le da dos palmaditas, convencida de que es la mejor decisión que ha tomado en toda su vida.

Se separa para salir de la grada al pasillo central y comenzar a bajar hacia el centro del anfiteatro.

- ¡Te arrepentirás de esto, Becaw! – grita Jesse a su espalda – ¡Ya verás!

Una chica de pelo largo y lacio, y con expresión de estar en otro planeta por lo dilatadas que tiene las pupilas, aparece a su lado de repente.

- No le rompas el corazón así, tía – le dice sacudiendo la cabeza con decepción.

Y vale, ¿recibir consejos de porretas? Ese es el límite para Beca. Esa es la señal que lleva toda la noche esperando. Quizá Jesse tenga una idea errónea y retorcida sobre cómo conquistar a alguien, pero hay algo en lo que no se equivoca: tiene que no hacer caso.

¿Y qué mejor forma de no hacer caso que marchándose de esa terrible fiesta?

Baja hasta la parte inferior del anfiteatro y en seguida reconoce la coleta de Amy la Gorda. La australiana está sentada sobre el respaldo de la última grada, pero el ángulo en el que está situada impide que Beca pueda ver si está sola o no.

Esperando que no le moleste la interrupción, se acerca a ella.

- Oye Amy, ¿sabes hasta cuándo tenemos que quedarnos en esta mier...? – se corta a sí misma, porque cuando la rubia se gira hacia ella, descubre que está sentada con Aubrey –. Eerrr... ¿Maravilla de fiesta? – corrige de forma muy obvia y cantosa, guiñando los ojos en una mueca.

La capitana de las Bellas se limita a poner los ojos en blanco.

- Eres libre de marcharte cuando quieras, Beca – le informa.

Sin embargo, la morena sabe que debe haber alguna trampa, y que Aubrey siga hablando le deja claro que aquí viene el "pero".

- Personalmente, yo considero que esta es una oportunidad única para conocer a tus compañeras – estira una mano para señalar a la otra Bella –. Por ejemplo, Amy me estaba contando justo ahora los diferentes nombres que se ha inventado para sus coletas, ¿verdad, Amy?

- Sí – asiente la australiana –. Este peinado se llama cola de caballo desbocado – se peina la coleta con los dedos.

Beca no sabe si lo dice en serio o si le está tomando el pelo. Por si acaso, esconde su sonrisa tras su vaso de plástico, dando un largo trago y dejando que baje sin pausa alguna hasta su estómago.

- Es discreto por delante, pero alocado por detrás.

- ¡Ya lo veo! – exclama Aubrey, enredando un dedo en uno de los mechones que Amy se ha dejado sueltos en el flequillo –. Es por estos mechones.

- ¿Sabes? Somos diez chicas – dice Amy la Gorda, ganándose un asentimiento por parte de Aubrey. Beca tiene la sensación de que los cambios de tema tan abruptos es algo habitual con ella –. O sea que una de nosotras es probablemente lesbiana.

- ¿Tú crees? – inquiere la rubia con una cantidad de interés que solo puede derivar de varios vasos de cerveza barata –. ¿Y cuál crees que lo es?

Amy mira hacia los lados antes de inclinarse hacia ellas y bajar el tono de su voz a un susurro alto.

- Yo apuesto por la perla negra – les lanza una mirada significativa antes de empezar a señalar con sus ojos hacia la derecha.

Beca y Aubrey siguen sus indicaciones, aunque solo sea para evitar que le dé un tirón en el músculo ocular por hacer esos movimientos tan exagerados. Cynthia Rose está sirviéndose cerveza en un vaso de plástico mientras Stacie le murmura algo al oído, sensualmente inclinada hacia delante de manera que le regala una amplia vista de su escote a la otra Bella.

- Ajá – asiente Aubrey con una risita.

- Pero Amy... – Beca ladea la cabeza y entorna los ojos, pensativa – ¿Cómo funciona exactamente esa teoría? ¿Es solo para términos absolutos?

La australiana asiente un par de veces, pero su expresión es de estar completamente perdida y no haber entendido ni una sola palabra de lo que ha dicho Beca. Esta bufa una risa y se rasca la nariz, es su culpa por tratar de hablar con personas borrachas.

- Es decir – empieza a explicarse bajo el intenso escrutinio de Amy y Aubrey –, ¿tu teoría solo tiene en cuenta a las lesbianas o también si eres bisexual? Porque entonces ya se te descuadran los cálculos – se señala a sí misma y arquea las cejas.

Les lleva un rato, pero las dos Bellas dejan escapar sendas exclamaciones de comprensión que son bastante exageradas, aunque no por eso menos sinceras. Amy deja caer una mano pesada sobre su hombro y le da unas palmaditas, como si le estuviera mostrando su apoyo o agradecimiento por su confesión.

- Dos de diez sigue siendo una buena proporción – opina con un encogimiento de hombros.

- Tres de diez – corrige Aubrey.

- ¿Tres?

- Chloe – la rubia señala con un gesto de cabeza hacia su mejor amiga, que sigue enfrascada en su conversación con el mismo chico de antes.

- Vale, tres de diez – Amy entrecierra los ojos y se vuelve pensativa, como si estuviera resolviendo una complicada ecuación matemática en su cabeza –. Tampoco está mal.

- Yo hasta me arriesgaría a decir cuatro de diez – interviene Beca.

- ¿Por quién? – inquiere la capitana de las Bellas.

- Stacie – Beca dirige su mirada hacia la chica en cuestión y se encoge de hombros –. No sé, me da la sensación de que le da a lo mejor de ambos mundos.

- Hmm... – murmura Aubrey. Alza la mano con la que sujeta el vaso a su barbilla y se queda observando a la Bella, pensativa, analizando la forma en que se relaciona con la gente que la rodea. Finalmente asiente y le da la razón a Beca –. Sí, ya veo por qué lo dices.

- ¿¡Cuatro de diez?! – exclama Amy, escandalizada –. ¡Eso es casi la mitad! ¿¡Qué somos, las Bellas de Lesbos?!

Beca no lo hace aposta, pero se atraganta con la cerveza que está bebiendo en ese momento y sale de su boca en un chorro desperdigado que empapa a tres personas y causa una pequeña conmoción.

Las toses involuntarias que dan sus pulmones para escupir los restos de líquido se intercalan con carcajadas faltas de aire y sus intentos de pedir perdón y dejar claro que no se está riendo por haberles escupido encima, sino por lo que ha dicho Amy.

A través de sus ojos llenos de lágrimas ve que Chloe se ha girado para ver qué ocurre. Su mirada preocupada se cruza con la borrosa de Beca, y la morena descubre ligera curiosidad en el azul bebé de la Bella, como si se estuviera preguntando qué es tan gracioso para merecer esa reacción o qué hacen Beca y Aubrey juntas si parecían no poder soportarse.

Tras un rato consigue calmarse un poco y Aubrey deja de darle palmaditas en la espalda. Entonces alguien por fin, por fin, se hace con el control de la música y dejan de sonar los instrumentales sin copyright que usan los YouTubers de fondo en sus vídeos para poner canciones de verdad.

Keep Your Head Up, de Andy Grammer, empieza a sonar a un volumen alto y toda la fiesta parece cobrar vida de repente. Se alza un coro de gritos y miles de manos se agitan por encima de las cabezas, y Beca piensa que quizá merezca la pena quedarse un poco más.

***

Las horas pasan, sorprendentemente, en un cálido y desenfocado borrón del que Beca es apenas consciente hasta que su móvil empieza a vibrar en el bolsillo trasero de sus vaqueros.

Apaga la alarma que tiene configurada para saber cuándo es el momento de salir hacia la estación de radio. El anfiteatro está a cinco minutos de la estación, pero Beca va a aprovechar el tiempo restante para comer algo que absorba la cerveza barata de su estómago.

Esta vez no se molesta en preguntar si puede irse, tiene una excusa legítima y si Aubrey tiene algún problema con ello, puede hablar con Luke. Tampoco se despide de las Bellas, aprovecha su baja estatura, el volumen de la música y la masa de cuerpos en movimiento para escurrirse hacia la salida.

Esquiva los pequeños grupos que están desperdigados por las gradas y deja escapar un suspiro de alivio cuando llega al pasillo central sin que nadie haya detectado su ausencia. Pero quizá haya cantado victoria demasiado pronto.

Una mano se enrosca en su muñeca izquierda y tira de ella hacia atrás al mismo tiempo que Beca gira sobre sus talones, un insulto en la punta de la lengua preparado para salir disparado en cuanto dé la orden.

Nunca llega a decir nada. Se le traba la lengua y se olvida por completo al darse cuenta de que es Chloe quien le ha agarrado.

- Hola – jadea Chloe con una sonrisa descuidada y torpe por la influencia del alcohol.

Beca siente otra mano enroscarse en su otra muñeca, cálidas sobre su piel fría, y tiran de ella hasta que se ve obligada a inclinarse hacia delante. Espera que la pelirroja se aparte, pero no, se mantiene en su posición de forma que quedan casi tocando nariz con nariz.

Queda claro que Chloe sigue sin captar el concepto de espacio personal.

- Oh, wow – la exclamación sorprendida escapa de boca de la morena sin que ella pueda evitarlo.

Chloe sonríe ampliamente y sus ojos casi desaparecen detrás de sus párpados. Se balancea en el sitio, y Beca siente cada cambio en los centímetros que las separan igual que si fueran agujas sobre su piel.

- Estoy super contenta de haberte conocido – murmura. Azul bebé resbala sin frenos por el rostro de Beca hasta quedarse fijo en sus labios.

Su respiración se queda atascada en su garganta cuando ve que Chloe se inclina hacia ella todavía más, hasta que reposa su frente en la suya. Beca puede sentir sus neuronas correr en círculos llenos de pánico mientras se preguntan a gritos: oh dios mío, ¿me va a besar?

- Y creo que vamos a ser muy buenas amigas...

Su voz suena ligeramente ronca y va llena de promesa y si tan solo Chloe dejara de mirar fijamente a sus labios mientras está diciendo este tipo de cosas Beca sería capaz de concentrarse y responder algo coherente.

- Ya, bueno... – una risa nerviosa escapa de su garganta. Abre la boca para decir algo más y saborea las palabras que tiene en la punta de la lengua: Eres mi alma gemela, así que...

Y casi las dice.

Pero algo en la forma en que el aliento de Chloe huele a alcohol, y la forma en que puede ver cómo la mirada de Chloe se enfoca y desenfoca por segundos, detiene las palabras en el último momento y las sustituye por otras más apropiadas.

- Me has visto desnuda, así que... – responde al final, con guiño y una sonrisa un tanto incómodas.

- Ah, sí – azul bebé se nubla por un instante y Chloe se humedece los labios con la lengua –. Cómo olvidarlo – comenta en un suspiro.

La morena casi se ahoga con su propia saliva. Contiene una tos, hace que explote y muera en su garganta a pesar de hacerse daño, y trata de ignorar la ola de lava que trepa por su cuerpo en un desafío a la gravedad.

- Oye, Chloe... – escucha su voz y se sorprende, porque entre tanto pánico no recuerda haber dado la orden de hablar –. Estás muy pedo.

- Yo no estoy pedo, tú estás borrosa – replica ella en una forma que pretende ser indignada, pero solo resulta cómica.

- Ya... – Beca guiña los ojos y enseña los dientes en una mueca –. Me da que algo pedo sí que estás, porque si no, no me estarías diciendo estas cosas. Mañana cuando te acuerdes, si te acuerdas, me darás la razón.

Da un paso atrás para establecer un poco de distancia entre ellas. En seguida siente cómo su cabeza se aclara y sus pulmones funcionan con más facilidad, y no puede evitar fascinarse por el efecto que Chloe tiene en ella sin saberlo.

- ¿Te marchas? – pregunta la pelirroja. Su labio inferior sobresale en un puchero y... No, Beca, ¡no mires!

Después de que se haya pasado ignorando su presencia toda la noche, tanta atención sobresalta a Beca y la deja un poco descolocada. Es la verdad la que escapa de su boca y no una excusa cualquiera.

- Eh, sí. Voy a cenar algo antes de mi turno en la emisora de radio.

- Oh – el sonido que escapa de la boca de Chloe es sucio y algo que pertenece a los confines de una habitación. Echa la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos, y se muerde el labio –. Una hamburguesa suena celestial ahora mismo.

Beca titubea. No quiere que parezca que se está aprovechando de que las defensas de Chloe han desaparecido por la cerveza barata. No quiere que Chloe se quede con la sensación de haber sido presionada.

Pero tampoco puede ignorar esa obvia expresión de hambre cuando ella va a cenar también.

- Um... – se aclara la garganta y cambia el peso de un pie a otro con ligero nerviosismo –. Si quieres... – se rasca la oreja, encogiéndose de hombros para tratar de transmitir despreocupación –. Si quieres puedes venir conmigo.

- ¿En serio? – Chloe muestra tanta excitación por esa invitación que Beca no sabe muy bien si es porque se muere de hambre de verdad o si es por ella.

Solo sabe cuál es la opción que más le gusta.

Asiente con algo de torpeza y la pelirroja lo celebra volviendo a agarrarla por los brazos, aunque esta vez mantiene las distancias mínimas de seguridad y solo frota sus manos por encima de la tela de la cazadora de Beca.

- ¡Bien! ¡Este cuerpo necesita gasolina! – alza los brazos por encima de su cabeza y menea el culo de lado a lado de una forma a la que Beca definitivamente no presta atención alguna.

***

Chloe es una de esas personas que no deberían tener permitido comer en público.

Esto es algo que Beca descubre a las malas, teniendo que soportar los sonidos de placer que escapan de la garganta de la pelirroja prácticamente con cada mordisco hasta que la mitad de su hamburguesa ha desaparecido y Chloe parece calmarse.

Para entonces, Beca solo ha ido picoteando de sus patatas fritas porque temía atragantarse si comía algo más sólido mientras escuchaba esos gemidos. Da un sorbo a su Coca-Cola llena de condensación y arquea una ceja.

- ¿Mejor? – pregunta no sin cierta burla.

Chloe se está limpiando las manos de grasa con una servilleta y alza la mirada para clavarla en Beca. Pone los ojos en blanco y le tira la bolita de papel blanco a la morena, quien la desvía de su trayectoria con un manotazo afortunado.

- Mucho mejor, sí – admite, escondiendo inmediatamente su sonrisa tras su vaso de agua.

Parece que la media hamburguesa y el agua han absorbido la mayoría de la cerveza barata que corría por el sistema de Chloe. Su sonrisa no es tan descuidada y está recuperando esa mirada penetrante que pone a Beca tan nerviosa.

- Me alegro – murmura la morena con sinceridad.

Cuando esos ojos azul bebé caen sobre ella con toda su intensidad, gana tiempo cogiendo su hamburguesa intacta y dando un gran mordisco que vaya a mantenerla ocupada masticando un buen rato.

Si Chloe se da cuenta de su táctica de despiste, no dice nada.

Se hace el silencio entre ellas mientras las dos comen sus respectivas cenas perdidas en sus propios pensamientos. La voz dulce y energética de Katy Perry cantando una de sus viejas canciones contrasta con el ambiente ligeramente incómodo que forma una burbuja alrededor de su mesa.

Finalmente, cuando la cena de Chloe casi está terminada y solo le quedan unas pocas patas fritas por comer, deja escapar un suspiro y fija su mirada inquisitiva en Beca.

- ¿No piensas decir nada en todo este rato?

La morena traga el último mordisco de hamburguesa y se limpia los labios con la servilleta para quitarse cualquier posible resto de salsa.

- No quiero que parezca que te he invitado solo por eso – explica encogiéndose de hombros –. Has estado ignorándome toda la noche y... – estira las manos frente a ella en un gesto de paz al ver el ceño fruncido de Chloe –. Estoy tratando de respetarlo.

- No te he estado ignorando – se defiende Chloe. Aunque probablemente no fuera su intención, su tono suena un poco hostil.

- No era un reproche – aclara Beca. Agacha la mirada a su vaso de Coca-Cola, el cual empieza a hacer girar entre sus manos –. No voy a decir que no es un poco molesto, porque estaría mintiendo, pero – tuerce el rostro en una mueca y le lanza una mirada fugaz a la pelirroja –, entiendo por qué lo haces.

Chloe suspira y empieza a usar una patata frita para remover el kétchup que le ha sobrado. Parece el final de la conversación, de modo que Beca coge su vaso y da un largo trago a la Coca-Cola.

- No quiero tener que ignorarte – confiesa Chloe en voz baja. No alza la mirada del remolino de kétchup en su plato y es una sensación extraña para Beca ver a Chloe mostrar vergüenza –. Es solo que... – suspira y tira la patata en el charco de condimento –. Da igual. Vas a pensar que es una tontería.

Beca parpadea, cogida totalmente por sorpresa por esas murallas que se alzan de repente como centinelas y se colocan en círculo alrededor de Chloe, escudos en alto y espadas asomando entre los huecos.

Es una postura defensiva con la que la morena está muy familiarizada, pero siempre desde dentro.

- Prometo no reírme – se inclina hacia delante, en parte porque no puede evitar sentir curiosidad por lo que sea que ha hecho que Chloe se ponga así, y en parte para que pueda ver la sinceridad en sus ojos.

La pelirroja suspira y su mirada revolotea por la cafetería vacía a excepción de ellas y el personal que trabaja allí.

- No sé cómo decirlo sin que suene ridículo – avisa –. Pero es como si el universo entero conspirara para que no deje de tropezarme contigo allá donde vaya. Incluso cuando intento ignorarte para que eso no ocurra, mira lo acaba pasando – hace un gesto circular con sus manos que las engloba a ellas y sus alrededores.

Beca asiente con lentitud. Sabe exactamente a qué se refiere Chloe, porque ella también lo ha pensado más de una vez.

No puede ser que, en un campus tan grande como es Barden, sus caminos no dejen de cruzarse. Siempre se ha preguntado si es pura casualidad, o si es así como funcionan las cosas cuando te niegas a aceptar a tu alma gemela.

Es tu alma gemela, no hay nada más inevitable que eso.

- Pensé que... – Chloe suspira y aparta la mirada, avergonzada –. En parte sí que lo hacía para "castigarte" – dibuja las comillas en el aire con los dedos –, pero pensé que quizá si te ignoraba, dejarías de estar en todas partes.

- Te entiendo, yo intenté lo mismo al principio – admite Beca, agachando la cabeza –. No funciona – bufa una risa sarcástica.

- Y que lo digas...

El silencio esta vez es menos incómodo y más cargado de incertidumbre y todo lo que no se han dicho todavía. Las palabras pesan y espesan el aire de su burbuja, tratando de llamar su atención para que dejen de ignorarlas.

- Um... – es Beca la que rompe el silencio. Se rasca la nuca, nerviosa, y rehúye la mirada de la pelirroja –. Quería pedirte perdón por... – encoge un hombro y hace una mueca –. Por todo, supongo.

Puede sentir todo el interés de Chloe centrado en ella y se siente como una presa a la que tienen en el punto de mira.

- No he sido muy justa contigo, no he manejado... – bufa para sí misma –, nada bien la situación y... Lo siento. No sé lo que estoy haciendo...

- Acepto tus disculpas – le interrumpe Chloe con un fuego domado en su azul bebé –, pero no me vale que cada vez que la cagues le eches la culpa a eso, Beca – advierte –. ¿Te crees que yo sé lo que estoy haciendo? El reloj solo se pone en cero una vez en tu vida.

La morena no puede evitar esbozar una sonrisa torcida y sus ojos relucen con diversión apenas contenida. Arquea una ceja, a la espera de que Chloe acabe de echarle la bronca.

- Si me hubieras dejado terminar... – reprocha, pero sin maldad alguna –. Ya sé que no es una excusa válida y no pretendo que lo sea.

- Oh – los labios de Chloe forman un círculo perfecto alrededor de la exclamación y parece ligeramente avergonzada por haberse precipitado a la hora de juzgar a Beca.

- Mira – suspira, fijando la mirada en un punto cualquiera de la mesa –. Como ya sospechas, tengo una historia complicada con el reloj. Tengo motivos para desconfiar y para rechazarlo, pero no para tratarte como te he tratado. Y lo siento.

Se estira para mirar a Chloe a la cara, pero, por debajo de la mesa, sus dedos siguen entrelazándose y desentrelazándose nerviosamente en su regazo. No es capaz de respirar bien hasta que ve el ligero asentimiento de la pelirroja.

- Gracias – murmura esta, su voz ronca como si tuviera la garganta seca –. Yo también te debo una disculpa – tuerce la boca hacia un lado –. No debí de presionarte con el tema de tu padre, ese fue un golpe bajo.

Antes de que Beca pueda abrir la boca para contestar, alguien irrumpe en su pequeña burbuja y la estalla sin contemplación alguna. El sonido de la cafetería sube de volumen y ambas se giran a mirar a la camarera que espera de pie al lado de la mesa.

Les sonríe con algo de agotamiento y se inclina para recoger sus platos vacíos y limpiar los restos que han caído sobre el tablero con una bayeta húmeda.

- ¿Vais a querer algo de postre?

Beca sacude la cabeza en una negativa, pero mira a Chloe antes de decir nada definitivo.

- No, gracias – responde la pelirroja a la camarera, su tono dulce y amable lleno de agradecimiento.

- ¿Puedes traernos la cuenta, por favor? – pide Beca.

La mujer asiente y se marcha con sus platos en delicado equilibrio sobre su brazo. No ha pasado ni un minuto antes de que vuelva a la mesa con un pequeño plato de plástico en el que va enganchado el recibo.

Lo deja en el centro, sin querer asumir nada, pero es Beca quien alarga la mano antes para arrastrar el plato hasta su lado y mirar la cantidad que aparece en la mitad inferior. Saca su cartera y deja la tarjeta de crédito encima.

No se da cuenta de que Chloe la está observando fijamente hasta que se cruza con su mirada al tenderle la tarjeta a la camarera.

- ¿Qué? – pregunta, nerviosa.

- Nada – responde Chloe, pero sus cejas arqueadas y la curiosidad que destella en su azul bebé dice lo contrario –. Solo que no sabía que esto era una cita.

Beca abre mucho los ojos y su corazón se salta un par de latidos. Su cuerpo se llena de sudor frío.

- No... No quería... Yo no... – intenta disculparse, pero las palabras no dejan de quedarse atascadas en su lengua.

No pretendía darle a Chloe esa sensación, ni parecer que estaba dando por hecho cosas en las que ni siquiera había pensado. La camarera vuelve en ese momento con la máquina de las tarjetas para que le ponga el código PIN.

- ¿Quieres copia? – arranca la tira de papel blanco que sale de la máquina y se la guarda en el delantal.

Beca se la queda mirando durante un largo instante, con el mismo shock que si le hubiera hablado en alien. Se limpia el cerebro con un parpadeo y, algo sonrojada, sacude la mano en el aire.

- Eh, um... No, no, no hace falta – dice atropelladamente.

La mujer le devuelve la tarjeta con una sonrisa amable.

- Ya estaría entonces.

Se despiden de ella y le dan las gracias. Cuando Beca sale a la calle, con Chloe pisándole los talones, agradece el aire frío que golpea su piel. Llena sus pulmones y cierra los ojos hasta que su cuerpo ha vuelto a una temperatura normal.

Presiente a la pelirroja a su espalda, pero solo abre los ojos y se gira hacia ella cuando se siente en control de sí misma. Chloe lo respeta, se queda esperando pacientemente con los brazos cruzados sobre su pecho para protegerse del frío.

- No es una cita.

Chloe arquea las cejas y sus labios se fruncen, como si estuviera conteniendo una risa.

- ¿No quieres tener una cita conmigo? – pregunta.

- No... ¡O sea, sí! Pero no esto. A no ser que tú quieras que sea una cita... – frunce el ceño – ¿Quieres que sea una cita? – inquiere al final, casi desesperada por no dejar de meter la pata con cada cosa que dice.

Chloe se ríe y sacude la cabeza. Acorta la distancia entre ellas y posa una mano tranquilizadora en el brazo de Beca.

- Tranquila, solo te estaba tomando el pelo – le guiña un ojo con picardía.

La morena bufa y le manda una mirada venenosa que carece de fuerza. Como siempre, Chloe parece esperar a que Beca ya se haya tranquilizado para volver a lanzarle de cabeza a una espiral de pánico y torpeza.

- Pero sí quiero – dice en voz baja y con una sonrisa tan suave en los labios que Beca se queda cegada momentáneamente –. Podríamos empezar de cero.

Siente su cerebro cortocircuitar y le extraña que nadie más escuche el sonido de chispas.

Poder empezar de cero con Chloe es mucho más de lo que Beca pensaba que jamás iba a ser capaz de aspirar. Es una oportunidad para enmendar todos sus errores y hacer las cosas bien, como debería haberlas hecho desde un principio.

Asiente con un poco de torpeza, a trompicones, como si se le hubieran atrofiado las cervicales. Se siente algo patética, pero la sonrisa que Chloe le regala hace que se le olvide todo.

- Borrón y cuenta nueva – promete, extendiendo su mano entre ellas para hacerlo oficial.

Chloe mira su mano ofrecida y, por un instante, algo en su rostro hace que Beca piense que se la va a apartar de un manotazo para sellar la promesa de otra forma. Sin embargo, tras unos segundos de tensión, la morena siente el calor de la mano de Chloe cubrir su palma fría.

El agarre es suave de una forma que concuerda absolutamente con la personalidad de la pelirroja.

- Borrón y cuenta nueva – murmura Chloe, su mirada fija en Beca.

***

Número desconocido (00.03)

Ya estoy en casa, sana y salva :)

Soy Chloe por cierto

Jesse me dio tu número

Cuando quieras que tengamos esa cita, me avisas ;)

***

Beca (00.15)

JESSE

PUEDES

POR FAVOR

DEJAR DE

DARLE

MIS DATOS

A CUALQUIERA

QUE

TE

PREGUNTE

SIN

AVISARME

PRIMERO

!!!!!

Jesse (09.22)

Ooops???

Me has despertado por cierto

Nunca te han dicho que es de mala educación gritarle a un resacoso??

***

A/N: Nos estamos acercando al final...

Y hablando de finales. Fanses de How would you feel (if I told you I loved you?), estad atentos porque tengo algo para vosotros que (no) os va a gustar ;)

Arrivederci!

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