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By Maggmon

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¡Adelanto!
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PRÓLOGO (editado)
Capítulo uno (editado)
Capítulo dos (editado)
Capítulo tres (editado)
Capítulo cuatro (editado)
Capítulo cinco (editado)
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 43
Epílogo
AVISO IMPORTANTE
¡LA VUELTA A WATTPAD!
¡VUELVEN HUNTER Y CHLOE!

Capítulo 42

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By Maggmon

Hunter

Un nuevo camino.

Un nuevo capítulo.

Tiempo de seguir en mi reencuentro conmigo mismo, de volver a lo que era, de seguir regando mis sueños. Y eso significa, anotarme en la universidad.

Este edificio siempre fue mi favorito, desde el primer momento en que supe que la medicina era mis pasos a seguir. Claro que sigue siendo uno de mis lugares favoritos.

Aquí se conserva todo el esfuerzo que debo pasar para llegar a ser el profesional que soñé. Aunque sigo manteniendo que la carrera va a ser más una pasión que solo profesión.

Decido recorrer el lugar antes de ir al departamento de inscripción. Me gustaría recordar los momentos que viví en estos pasillos, y también tengo que conocer sus nuevas instalaciones.

Se nota que es época de exámenes. Los alumnos se encuentran reunidos en grupo, debatiendo sobre las preguntas y respuestas que se presentaron. Algunos debaten sobre lo que estuvieron estudiando, y discuten de buena manera sobre los términos.

Mientras que otros prefieren la soledad, sentarse lejos de todos y repasar en silencio sus apuntes. Voy con estos últimos, ya que cuando me tocaba rendir, prefería no reunirme ni antes ni mucho menos después del examen. Me ponía mucho más nervioso.

—No me voy a recibir nunca, no me voy a recibir nunca —una joven me quita de mis pensamientos. Está sentada junto a un chico que la mira divertido mientras ella niega con la cabeza y golpea levemente sus apuntes.

Todos pasamos por eso también, las malditas dudas y el enfrentamiento de emociones. Su compañero la abraza y le dice palabras al oído que de seguro la tranquilizan.

La universidad... Un mundo aterrador, quizás, pero al final del camino está el tan preciado premio. Todo esfuerzo tiene su recompensa.

Me dirijo al departamento de inscripción, y para mi sorpresa me encuentro con Lola, una señora muy amable que trabaja aquí desde hace tiempo. De hecho, fue ella quien nos inscribió a Paul y a mí por primera vez.

—Buenos días, ¿en qué te puedo ayudar? —evidentemente, no me recuerda. No recuerda las tantas veces que nos quedamos hablando cuando la cruzaba por los pasillos o la encontraba en la esquina en donde para el autobús.

—Vengo a inscribirme a las materias de Medicina. Estuve ausente un tiempo por problemas médicos —le entrego todos los papeles de mi inscripción y también la libreta con materias aprobadas—. Quiero saber si todo está en orden o...

—¿Hunter? —me mira—. ¿Eres quien me escuchaba hablar sobre mis nietos?

—Creí que me había olvidado.

—Oh, Hunter —se pone de pie y me abraza—. Paul me dijo por lo que has pasado, pero... no entiendo, disculpa mi ignorancia.

—No te preocupes, tenemos tiempo para que le cuente todo.

Me sonríe.

—Estoy muy contenta de que hayas vuelto a los estudios.

Salgo de la universidad sonriendo, mientras que a mi alrededor todos llevan cara de sufrimiento. Bueno, supongo que en unas semanas estaré igual que ellos.

Pero en estos momentos estoy muy contento de volver al camino de mi sueño. No doy más de felicidad, creo que estoy a punto de estallar.

Quiero hasta cantar una canción que describa mi estado de ánimo, y que los alumnos a mi alrededor se sumen al musical, al buen estilo de Glee.

Sí, Hunter, eso no va a pasar. Mejor vete a casa, tienes mucho que contarle a los tuyos.



Por la tarde, me encuentro en el departamento con Paul. Le hago compañía mientras termina un trabajo para una materia, y creo que yo estoy más metido en el tema que él.

—¡Suficiente por hoy! —arroja el libro a la mesa—. Tengo tiempo para terminarlo, pero te juro que mis ojos no dan más.

Me río.

—Está bien, te mereces un descanso.

Se estira en su lugar, y creo que nunca vi tanta relajación en alguien. Coge todo el material de la mesa y lo coloca en un rincón de la misma.

—¿Quieres beber algo? —me pregunta.

—Ya sabes lo que quiero.

Alza ambas cejas y pone cara de pervertido, para luego acariciarme la mano.

—Paul, ¿qué demonios?

Se ríe y se pone de pie. Se dirige a la cocina para luego volver con su café y mi jugo de naranja. Y, por supuesto, las infaltables galletas de avena.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Lo que sea.

Asiento y me espera mientras saboreo una galleta.

—Últimamente he pensado mucho en Chloe.

—¿Cuándo no lo has hecho?

—Pero pienso en ella como mi todo.

—Repito, ¿cuándo no lo has hecho?

Ruedo los ojos.

—De acuerdo, ya entendí tu punto —se ríe—. Pero a lo que voy, ¿crees que es muy apresurado si siento las imperiosas ganas de vivir con ella?

Veo la sorpresa plasmada en el rostro de Paul.

—Vaya..., eso no lo esperaba. Al menos no ahora.

—¿Eso está mal?

Se detiene en sus pensamientos, en lo próximo a decir.

—Es evidente que la amas, y demasiado. Como nunca has amado antes, ¿me equivoco?

—Para nada.

—Bien, y la ves como tu todo, sientes que lo es, es la chica ideal —asiento—. No creo que sea apresurado que quieras vivir con ella cuando la ves de tal manera. Además, cuando el deseo viene desde el corazón, nada es apresurado.

Las palabras de Paul quedan resonando en mi interior, haciendo un eco agradable.

A decir verdad, desde un principio, no siento que algo haya sido apresurado. Porque como bien dice Paul, todo salió desde mi corazón, y todo lo que viene de ese lugar, es sincero.

No me arrepiento de ninguna decisión en lo que respecta a Chloe, de ninguna. Y sé que va a seguir pasando, sé que no me voy a arrepentir de ningún paso a seguir junto a ella.

Porque cuando caminas con seguridad, sin miedo y sin dudas, todo lo que sigue en cada pisada es bueno.

—Gracias, amigo, creo que necesitaba escuchar algo así —me sonríe, y desvía la atención hacia su celular. Responde a un mensaje sonriendo, y luego vuelve a mí.

Al ver mi rostro interrogante suspira, y me río.

—No vas a dejarme tranquilo hasta que te diga con quién hablo, ¿verdad? —asiento—. Hablo con Nathalie.

—¿No has perdido contacto con ella?

—No, y de hecho estuvimos saliendo bastante.

—¿Ah, sí?

—No, no me mires de esa manera, porque nada de lo que estás pensando pasa. Nathalie es genial, Hunter. Me entiende como nadie, incluso hasta me sigue en las locuras. Obviamente no se merece a un idiota como yo, ella es increíble y no quiero arruinarla. Por eso prefiero verla como una buena amiga. En verdad, siento que se convertirá en mi mejor amiga.

—Es la primera vez que te escucho hablar así de alguien.

—¿Y qué hay de Marie?

—No me has hablado así de ella, solo estabas molesto por no poder tenerla. Creo que era más un capricho que algo más —ladea con la cabeza—. ¿Y qué tal todo con ella?

—Nada. Siento que la superé, en serio. Me parece que mis salidas con Nathalie han ayudado.

—¿Y eso no te hace ruido?

Suspira.

—No, lo único que me hace ruido es que ahora empieces a molestarme con ella —me río—. Es mi amiga, y ya. No hay nada más.

—Si tú lo dices.

—Vas a seguir con el tema —no lo pregunta, lo confirma, y a sus palabras le sonrío—. ¡Oh, por favor!

Largo una fuerte carcajada, pero él no se ríe. A diferencia de ello, coge nuevamente su celular y responde entusiasmado a un mensaje.

Cuando levanta la cabeza, y nota que lo estoy observando, me eleva el dedo del medio para luego dirigirse a su habitación.

Que diga lo que diga, pero me gusta verlo así de entusiasmado. Lo veo bien, y no hay nada mejor que ver a tu mejor amigo de tal manera.

El celular que mi madre me prestó temporalmente, vibra con la llegada de un mensaje. Se trata de Chloe, quien hace tres días está con malestares.

«Hoy tampoco fui a trabajar, lo intenté, pero me mandaron a casa en cuanto me vieron».

No le respondo al mensaje, directamente la llamo.

—Hola —me atiende con pocos ánimos.

—Que mal te escuchas...

—Es solo un malestar estomacal, ya va a pasar.

—Hace tres días que me vienes diciendo lo mismo.

—Estaré bien.

—Pasaré a verte, ahora, y no es pregunta.

—Oh, no, no quiero que me veas así, estoy hecha un asco.

—¿Y crees que eso me importa en absoluto? Ya salgo para allá.

No espero por su respuesta, porque bien sé que me va a decir que me quede en casa y no me tome la molestia de ir hasta su casa. Ninguna molestia, quiero ir, debo ir.

Paul me hace el favor de llevarme hasta su casa, ya que no cuento con la licencia para conducir, y tampoco estoy apresurado para tenerla. Subirme al auto en donde yo maneje, es un trabajo que aún no he procesado.

El padre me recibe, como siempre, de manera amable. Solo que esta vez, por supuesto, se encuentra preocupado y espera a que su hija me escuche a mí para hacerse ver por un médico.

Le pido a Paul que me espere mientras intento convencer a Chloe, y apaga el motor del auto.

Subo hasta su habitación, y la encuentro en la cama, con el malestar plantado en su rostro. Suspiro y me acerco a ella, medio me sonríe y suspira también.

—No era necesario que vinieras.

—Es verdad, era más que necesario que viniera, ¿has comido algo?

—Todo lo que como termina en el retrete.

—Tenemos que ver a un médico.

—No, no es para tanto.

—Que eso lo diga un profesional entonces. Por favor, Chloe, vayamos al médico. Solo así estaré tranquilo, y no solo yo, tu padre también.

A duras penas me hace caso y se levanta de la cama. Antes de partir hacia el hospital decide tomarse una ducha tibia.

Le digo a su padre que lo llamaré ante cualquier cosa, y salimos. Paul se dirige al hospital, mientras Chloe se queja por los movimientos del auto, dice que le marean y quiere vomitar.

Cada tanto Paul detiene su trayecto para que lo haga, pero no lo hace. Y por suerte llegamos bastante rápido a nuestro destino.

Nos dirigimos a la guardia, y esperamos por nuestro turno. La espera se hace un tanto larga, así que Chloe apoya su cabeza en mi hombro y la rodeo con mis brazos. Creo que hasta se duerme por unos minutos.

Hasta que el doctor sale, y entramos a su consultorio. Espero a un lado mientras la examina y le hace preguntas respecto a su malestar.

—¿Tu período está bien?

—¿Qué? —Chloe me mira, y yo miro al doctor. Ambos sorprendidos.

—Pregunto si has tenido el período este mes. Puede que tu malestar se deba a un posible embarazo.

Chloe se ríe de mala manera, pero ni el doctor ni yo nos reímos.

—Eso es una locura.

—Podemos hacerte un análisis de sangre, solo para salir de las dudas.

—No tengo dudas, no estoy embarazada. Mi período está bien.

—De acuerdo, pero si tienes dudas, puedes hacerte un test. Porque nada me indica otra cosa, y mi única respuesta es esa.

—Es solo un malestar estomacal, algo que me cayó mal. No hay embarazo, se lo aseguro.

Y dicho esto, se despide amablemente y sale. El doctor me mira, y ambos pensamos lo mismo, en la gran posibilidad de un embarazo. Él lo piensa porque no notó nada raro en su malestar, y yo lo pienso por lo que pasó en uno de nuestros encuentros.

—Hablaré con ella al respecto, gracias.

Asiente y tras un apretón de manos salgo. Chloe me está esperando con los brazos cruzados, no parece molesta por el análisis del doctor, sino más bien preocupada.

Salimos del hospital en silencio y nos dirigimos hacia el estacionamiento, hacia donde está Paul.

—¿Has pensado en esa posibilidad? —rompo el silencio y niega con la cabeza—. Sabes que tuvimos un accidente.

—Lo sé. Pero tranquilo, mi período no llega hasta dentro de una semana.

—Me gustaría que te hicieras un test, solo por si acaso.

Llegamos hasta donde está Paul, y antes de subir, me acaricia la mejilla.

—¿Te dejará más tranquilo que me lo haga? —asiento—. Está bien, mañana compraré uno. Ahora no, por favor.

—No pido que sea ya, Chloe. Solo quiero salir de las dudas.

Suspira y asiente. Me abraza y le devuelvo el abrazo. Me susurra que todo estará bien, que no es un posible embarazo.

Pero mientras ella me dice esto, yo pienso en lo feliz que sería si el resultado diera positivo.

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