Mala influencia®

By teensspirit

45.5M 3.1M 3.5M

YA EN FÍSICO. La irresistible tentación está ahí: para los dos. En medio de todo el desastre, tuvimos que enc... More

Prólogo
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capitulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Epílogo
Fin
YA EN FÍSICO

Capítulo 54.

535K 45.5K 59.5K
By teensspirit

REESE

La pistola está apuntando hacia mí.

Y cuando Peyton acaba la frase, ya sé lo que va a suceder.

Voy a morir.

No esperaba morir así, la verdad. Nunca me había parado a pensar en cual sería el momento de mi muerte, pero desde luego no había imaginado que sería cuando aún me quedaba tanto por vivir.

Cuando por fin mi padre se había enterado de mi relación con Eros y cuando por fin ambos teníamos un ápice de esperanza de salir juntos adelante. Cuando por fin sabía lo que era la felicidad, querer a alguien hasta tal punto de cometer cualquier locura por él, y saber lo que es sentirse querida y protegida, tanto por Eros como por mi padre, al cual por fin comprendo a la perfección y del cual me siento orgullosa de tener. Morir justo cuando sabía quién era el anónimo.

Trago saliva. Mis ojos desesperados buscan una salida, pero a penas me da tiempo a reaccionar.

Así que simplemente cierro los ojos con fuerza, esperando milésimas de segundo que se convierten en toda una eternidad a que la bala atraviese mi piel.

El sonido de el gatillo siendo apretado resuena como un golpe en seco en mis oídos, pero no siento ningún impacto.

Y cuando vuelvo a abrir los ojos, desearía no haberlo hecho.

Mi padre está en el suelo, tirado. Y el mundo se detiene.

Una mancha roja que comienza a expanderse por su camisa blanca surge del centro de su estómago. Y poco después hay sangre en mis manos, por mi pelo, en el suelo...

-Papá, ¿qué has hecho? -le pregunto cogiendo su cabeza entre mis manos. Después miro la herida que se encuentra justo en medio de su estómago e intento presionarla de nuevo, pero sale demasiada sangre.

No sé donde está Eros, ni por qué Peyton aún no me ha disparado a mi también, solo me dispongo a intentar que él no muera. Que no muera por mi culpa, por intentar protegerme.

Se oye otro disparo.

Levanto la vista y rezo para que no sea Eros quien esta en el suelo tirado.

Y suelto el aire retenido al ver que es Peyton la que grita de dolor sujetando su pierna, mientras Eros camina hacia nosotros con la pistola en la mano, para después agacharse y comenzar a presionar la herida abierta.

-Eros, no quiero que se muera. -murmuro entrecortada por mis sollozos.

-No le pasará nada, la policía llegará enseguida, acabo de llamar a la ambulancia también. Peyton tenía mi móvil en su bolsillo, debe de habérmelo quitado al abrazarme.

-Eros, yo... lo siento. -murmura mi padre con un hilo de voz.- Lo siento... mucho.

-No te disculpes, Bruce. -murmura Eros mirándole a los ojos.- Has sido como un padre para mi, el mejor que podría tener, así que no ha pasado nada. Todo está bien, Bruce, todo saldrá bien. -le tranquiliza sin dejar de presionar.

Yo no dejo de llorar, la mirada de mi padre se posa sobre la mía. Y solo puedo pensar en que esta no puede ser la última vez que nos miremos a los ojos. No puede.

-Reese, tú madre... -tose y sale sangre. No es una buena señal.- Estaría orgullosa... de ti. Igual... igual que yo.

Tengo el corazón encogido.

-Papá, no te vayas por favor. -ruego.- Siento mucho todo esto, tú solo intentabas protegerme.

Escucho varios pasos subiendo la escalera y intuyo que es la policía.

-¡Estamos aquí! -grita Eros. Ambos nos giramos, Peyton aún sigue en el suelo pero está intentando levantarse.- ¡Deprisa! -exclama, desgarrando su voz.

-Eros, Reese... -vuelve a toser.- Ahora ya podéis estar juntos. Tenéis que estar juntos... pase... lo que pase...

Sus ojos se cierran. 

-¡Papá! -grito.- ¡Despierta!

Pero no lo hace. Sus ojos están cerrados.

No dejo de gritar. Mientras que los policías lo levantan, mientras veo como se lo llevan, y mientras Eros me levanta del suelo para abrazarme. Desgarro mi garganta mientras lloro como si eso fuera a servir para algo.

No me imagino el infierno que tuvo que vivir Eros cuando era pequeño. Tuvo que ver a sus propios padres muertos, y también a su hermana pequeña, a la cual no me imagino cuanto querría, mientras él yacía allí, indefenso. Tuvo que soportar que miles policías se lo llevaran a la fuerza de su propia casa, sin saber qué pasaba, sin saber si alguna vez volvería a ver a sus padres otra vez, culpándole a él de un asesinato que no solo le destrozaría la vida, sino que él no había cometido.

Yo siempre pensé que mi madre había muerto por culpa de su enfermedad, así que no tuve que vivir aquello. Yo tenia a mi padre conmigo. Él no tenía a nadie.

Y ahora que siento como es estar en su lugar, el pecho me duele y se me encoge el corazón solo de pensarlo.

Es insoportable.

Limpio mis lagrimas para poder ver con claridad como la policía detiene a Peyton y colocan las esposas al rededor de sus muñecas. Es increíble que todo este tiempo haya sido ella, que haya estado ahí cada segundo, cada minuto, y que no nos hayamos podido dar cuenta. Jamás confié en ella, pero tampoco llegué a pensar que pudiera ser el anónimo. O mejor dicho, la anónima. Debe de haber heredado los problemas mentales de su madre para poder haber echo tales cosas como las que nos ha echo pasar. Incluso matar a su propio hermano.

No quiero verla, nunca más. Solo quiero que se la lleven.

Esta pasa por nuestro lado, con el rímel de los ojos corrido y el pelo revuelto, arrastrada por el agente de policía.

-Algún día serás mío, Eros Douglas. -murmura.

-Preferiría morir igual que mi padre antes que estar contigo. -le espeta Eros sujetándome más fuerte entre sus brazos.

Yo aún no he procesado todo lo que está pasando. No puedo dejar de llorar, y tampoco moverme. Solo quiero que mi padre esté bien.

Un policía se acerca.

-Hemos encontrado un cuarto lleno de objetos personales que coinciden con los utilizados por el anónimo, junto a muchos más que están pendientes a revisar como diarios, cartas, grabaciones y todo tipo de pruebas. -carraspea.- Pero podéis estar tranquilos, ya ha acabado todo. Llevaremos a Bruce Russell al hospital y todo saldrá bien.

-Gracias. -murmura Eros.

Respiro hondo, sintiendo como el aire entra en mis pulmones. No puedo dejar de pensar en mi padre. En la herida de su estómago, su rostro y sus últimas palabras.

Me giro y observo el piso de Peyton. La puerta que siempre estaba cerrada con llave ahora está abierta, así que me acerco y me asomo. Es un cuarto pequeño, dentro hay una máquina de escribir, revistas y cajas llenas de cosas. Las paredes están decoradas con fotos de Eros y mías, pero en vez de estar mi cara, es Peyton la que está con Eros. Da miedo.

El resto del piso parece estar vacío, como si nadie viviera aquí. No sé lo que estaría planeando Peyton, y quizás nunca lo sepa, pero si de algo estoy segura es que voy a encargarme de que pase hasta su último día de vida en la cárcel. El corazón aun me late a mil por hora y mis manos no dejan de temblar.

-Tu padre se pondrá bien, Russell. Todo saldrá bien. -dice Eros apartando el pelo de mi cara.

Ambos estamos llenos de sangre, y no me importa mancharme, solo me importa mi padre y nosotros. No hay nada más.

Desearía abrir los ojos y estar en mi cama, que todo hubiera sido una pesadilla y haber conocido a Eros en otras circunstancias, pero por mucho que pestañee todo sigue igual, y esta es la realidad que debo afrontar.

Por suerte tengo a Eros a mi lado, y ya no se si habrá sido por suerte, o cosa del destino, pero miro mis manos manchadas de sangre y pienso en todos los momentos que me han hecho llegar hasta aquí. Desde el día en que nos vimos por primera vez cuando ambos chocamos en el pasillo del instituto, a cuando irrumpió en mi habitación proclamándose como mi guardaespaldas, sacándome completamente de mis casillas. También de nuestra primera bronca por culpa del volumen de su música que no me dejaba estudiar o la primera vez que me llamó princesa, en mis clases de ballet. Aquel día cuando destrozamos unas motos con un bate de béisbol y lo mucho que nos peleábamos antes de besarnos por primera vez. Y bueno, después de aquello también seguimos discutiendo. No se me pasa por alto aquel día cuando le seguí hasta el bar y acabaron apuntándome con armas un grupo de delincuentes, o cuando me golpeé la cabeza y él se quedó a mi lado hasta que volví a despertar, agarrando mi mano. También le arruinamos la boda a los amigos de mis padres escapándonos por el conducto de ventilación, después de habernos besado toda la noche en su cocina. Sobrevivimos a una explosión de coche, a un baile de primavera espantoso, y a una pelea monumental por culpa de su lista de la venganza. Y cómo no, el mejor día de mi vida, cuando el mismísimo Eros Douglas me pidió matrimonio en el muelle el día de mi cumpleaños. Jamás lo olvidaré, ya aquella noche también fue nuestra primera vez; aunque después vinieron muchas más, cosa que provocó que Eros se desmayara pensando que yo estaba embrazada cuando solo se trataba de un termómetro de agua. Después le dispararon en el partido de la beca mientras yo actuaba en mi espectáculo de ballet y volvimos a pelearnos por culpa del miedo que sentíamos al pensar en que debíamos separarnos.

Y de lo último que tengo consciencia es de mi padre pillándonos juntos en el salón y de la historia que momentos antes me había contado sobre la muerte de nuestros padres y Mía Hill, la madre de Peyton. Después de eso todo está borroso, y tan solo de pensar en él siento un nudo enorme en el estómago que a penas me deja tragar saliva.

Miro a Eros fijamente, mientras habla con un policía a un par de metros de mi. Hemos vivido tantísimas cosas juntos que ahora lo difícil será tratar de llevar una vida normal, aunque si es junto a él dudo mucho que lo sea. Su vista se clava en la mia y deja de hablar con el policía para venir hasta mí.

-Peyton irá a la cárcel por tantos delitos que dudo mucho que vuelva a pisar la calle. -suspira.- Los policías van a llevarnos al hospital con tu padre, así que no te preocupes por nada, princesa.

Asiento con la cabeza, comenzando a estar algo más tranquila, ya que perder los nervios en un momento como este no me va servir de gran ayuda.

-¿Te acuerdas de aquel día, cuando iba borracha después de la fiesta de Ariadna, y me prometiste que me protegerías? -le pregunto, sin dejar de mirarlo.

-Sí, lo recuerdo.

-Lo cumpliste. -admito.- Y también me prometiste que volverías a recuperar mi confianza cuando encontré tu cuaderno; y que encontraríamos al anónimo y saldríamos de esta juntos.

Eros asiente con la cabeza, algo confundido.

-Se han cumplido ambas. -murmura, algo sorprendido.

-Ahora quiero que me prometas algo más. -le digo mirándole a los ojos, con un tono serio.- Prométeme que vamos a seguir juntos, pase lo que pase. -digo utilizando las mismas palabras empleadas por mi padre.

Este suspira y rodea mi cara con sus manos.

-¿Acaso crees que podría soportar a cualquier otra niña mimada que no fueras tú? -pregunta con cierto tono de humor.

-Prométemelo. -le exijo frunciendo el ceño.

-No hace falta que te lo prometa, Russell, porque sé que no me separaría de ti ni aunque nos amenazaran mil anónimos. Pero si así te quedas mas tranquila... -suspira. Después me coge de las manos.- ...te prometo que seguiremos juntos, pase lo que pase.

Asiento con la cabeza, orgullosa de su promesa y sintiéndome más tranquila.

-Tampoco creas que yo podría volver a soportar a un guardaespaldas igual de estúpido que tú. -contraataco después, caminando hacia la puerta.- Aunque supongo que ya no me vas a volver a hacer falta. -murmuro girándome.

-¡Oh, vamos! Sabes que no puedes estar ni un día sin mi. -oigo su voz a mis espaldas.

Y a pesar de la situación, una ligera sonrisa se forma en mi cara.

Y la verdad, es que es cierto. Que no me hace falta saber como he llegado hasta aquí, ni por qué; si ha sido casualidad o cosa del destino eso de habernos cruzado sin saber lo peligroso que era, sin saber que estando juntos desataríamos la mayor amenaza que podríamos haber imaginado cuando ambos chocamos en aquel pasillo del instituto. Que si, que aunque no nos guste admitirlo, yo era una niña mimada y él mi estúpido guardaespaldas, pero eso daba igual. Y mira que estuvimos cerca de perder la partida, pero volvería a arriesgarme, porque al fin y al cabo, nos salvamos mutuamente, y sin avisar.

Y esas, son las historias de las que nunca te olvidas.

fin






(...)

¡Mis babes!

¡No me puedo creer que ya haya finalizado Mala Influencia!
Espero que os haya encantado, os aviso que aún queda el epílogo y que seguramente lo publique la semana que viene, pero para más información os recomiendo que me sigáis en instagram : @teennsspirit ya que cualquier noticia os avisaré por ahí.

¡Nos vemos en el epílogo, os amo!

Continue Reading

You'll Also Like

1.1M 99.6K 45
¿Y si por accidente te ganas el odio del cantante más famoso del país? *♫* Kale es el cantante juvenil más amado de la década, pero está cansado de s...
Eterneco By chime

Teen Fiction

2.6M 277K 50
Cuenta la leyenda, que en alguna ciudad de Counterville, una fabulosa chica decidió que era momento de poner el mundo bocabajo. Madre militar y padr...
121K 19.2K 44
¿Y si es muy tarde para empezar de cero? Cuando Gia Davies se muda a Nueva York, está huyendo. Se ha dado cuenta de que su carrera no le gusta, su re...
3.1K 422 55
La vida de Ángela da un vuelco cuando se ve obligada a mudarse con el nuevo marido de su madre y su hijo, quien parece odiarla. Ella, que odia los ca...