Dragonscale [l.s]

By _eversinceale_

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« ¿Has ido a la ciudad de Dragonscale? ¿Has volado por ahí? Donde la ciudad se encuentra sobre las montañas y... More

➳ d r a g o n s c a l e ➳
➳ Prefacio ➳
➳ p a r t e u n o ➳
➳ 01: Alianza. ➳
➳ 02: Miedo. ➳
➳ 03: Dorado. ➳
➳ 04: Kargem. ➳
➳ 05: Pesadilla. ➳
➳ 06: Insolencia. ➳
➳ 08: Niño. ➳
➳ 09: Disculpa. ➳
➳ 10: Reikon. ➳
➳ 11: Vulkam. ➳
➳ 12: Festhé. ➳
➳ 13: Torneo. ➳
➳ 14: Arco y flechas. ➳
➳ p a r t e d o s ➳
➳15: Ansiedad. ➳
➳ 16: Cinis. ➳
➳ 17: Los otros. ➳
➳ 18: Confianza. ➳
➳ 19: Magia. ➳
➳ 20: Pelea. ➳
➳ 21: Tregua. ➳
➳ 22: Fuego helado. ➳
➳ p a r t e t r e s ➳
➳ 23: Cenizas. ➳
➳ 24: Lady Akgon. ➳
➳ 25: Fe. ➳
➳ 26: Estrategia. ➳
➳ 27: Boda Dorada. ➳
➳ 28: Promesa. ➳
➳ 29: Batalla por el amanecer. ➳
➳ 30: Salvación. ➳
➳ 31: Desolación. ➳
➳ 32:Prioridad. ➳
➳ 33: Coronación. ➳
➳ 34: Sangre. [FINAL] ➳
➳ Epílogo I/II ➳
➳ Epílogo II/II ➳
➳ agradecimientos. ➳
➳ BROMA XD ➳
. . .
Extra #1: "Estaremos bien."
Extra #2: "Fraht"
Extra #3: "Oro."
Extra #4: "Olvido."
♛ DRAKHAE - segundo libro. ♛

➳ 07: Diferencias. ➳

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By _eversinceale_






Las calles de la ciudad de Dragonscale eran grandes y amplias, con caminos de piedra amarilla y casitas pintorescas. Tenían sobre ellos, un pleno cielo azul con una que otra nube, donde brillaba el sol y calentaban con fuerza cada superficie lejos de la sombra. Pero la gente ahí parecía feliz, divertida, en calma. Todos saludaban a la corte real mientras caminan entre ellos y regalaban cortas reverencias como sonrisas.

La gente de ahí no parecía tener miedo de las bestias que volaban por su cielo, de vez en cuando gruñendo, luego pelando por alguna cabra en el aire. Los dragones intimidaban, si, pero nunca molestaban a los aldeanos o siquiera volaban demasiado cerca de  ellos.

El mercado del centro era una estructura bastante imponente, según las palabras de la princesa Gemma, había mandado a ser construido por El abuelo de su abuelo, para que el comercio tuviera un lugar más próspero para llevarse a cabo. Una ubicación idónea cerca de los muelles que transportarían mercancías de diferentes lugares, el mejor pescado de la región y sobre todo, las artesanías más bellas del continente.

Gemma les contaba sobre el lugar y su historia, su importancia para La Capital, y como su economía favorecía a todos los aldeanos de Dragonscale. Ella caminaba junto a la hermana de Louis, mirando de vez en cuando hacía atrás, donde el príncipe Harry era el más rezagado del grupo, incluso lejos de sus primos.

El príncipe de Gélida lo observaba todo desde un lado, donde caminaba junto a Ser Isaak bajo el sol abrazador. Pero en cuanto Gemma distrajo a Nadine en un puesto de telas, Louis volteó a ver hacia atrás, donde Harry había desaparecido, pues ya no estaba detrás de todos, si no, en un puesto de comida, donde le compraba a unos niños una bolsa de manzanas.

Louis frunció el ceño, pero aprovechó el descuido de Ser Isaak para acercarse sigilosamente al príncipe a sus espaldas.

— ¿Entonces la bolsa de panecillos cuesta diez monedas? —preguntó Harry, de cuclillas, mirando a uno de los niños de salvajes rizos rubios, vestido en harapos. El pequeño asintió, con una sonrisa apenada. — ¿Cuántos panecillos tiene?

El otro niño, levemente más bajo que el otro, alzó la voz, un poco más valiente.

—Veinte.

— ¿Y si solo quiero dieciocho panecillos?

Los dos niños se miraron con los ojos abiertos como platos, demasiado pequeños como para entender las matemáticas.

—Diez monedas. —dijo el más grande entonces.

—Pero son dieciocho panecillos, no veinte.

—Aún así son diez monedas.

Harry alzó las cejas y rió. Aceptó la bolsa completa y le dejó una pequeña bolsita de monedas sobre el mostrador de vieja madera. Era obvio que se trataba de mucho más que solo diez monedas. Luego les sacudió el cabello a los dos.

—Son niños listos, manténganse así.

Dijo entonces, poniéndose de pie y sonriendo cuando se dio la vuelta para alcanzar a Gemma, pero Louis estaba de repente frente a él. El omega lo miró con el ceño fruncido.

— ¿Qué? —dijo el príncipe Harry, tomando uno de los panecillos rellenos, mirando a Louis con la misma cara de aburrimiento y despreocupación de siempre, mientras que este miraba hasta la bolsa, adoptando otra expresión más relajada en su rostro.

— ¿Qué es eso?

Harry lo miró extrañado.

—Panecillos de crema.

— ¿Puedo probarlos?

— ¿Nunca has comido panecillos de crema? —preguntó el principe, el heredero, un Akgon, un jinete de dragón... con la boca medio llena. Louis quizo reírse por lo patético que lucía, pero estaba a penas tanteado terreno con Harry.

—Absolutamente no, príncipe. No hay tal cosa en el norte. —Harry hizo de nuevo ese ruidito de burla. Louis lo fulminó con la mirada.

—Bien, pues estarás agradecido conmigo entonces, toma. —le mostró la bolsa y dejó que Louis alcanzara su mano para tomar uno. Era una especie de pan frito en forma de cilindro con las puntas dobladas, señales de relleno. Tenía un poco de relleno color amarillo saliendo de uno de los extremos. Lo tomó delicadamente con el dedo pequeño y se lo llevó a la boca, saboreándolo.

— ¿Qué es? —le preguntó al príncipe.

—Es relleno de vainilla. Otros tienen relleno de fresa. Pero no me gustan mucho. —Harry se encogió de hombros.

—A mi me encantan las fresas.

—Entonces comete esos y déjame a mi los de vainilla. —dijo quitándole a Louis sin pudor su panecillo y avanzando frente a él sin reparos.

Louis lo miró escandalizado, pero maravillado al mismo tiempo. Harry tenía un carácter extraño, raro... diferente a todas las personas que lo habían tratado antes. Quiso sonreír, pero se detuvo.

Alcanzó a Harry a dos puestos más adelante, donde un viejo hombre tenía una serie de manzanas que parecían bañadas en algo de color bronce. Harry le preguntó como le había ido en el día mientras tomaba tres manzanas, y el viejo le contestó de una manera afirmativa, sonriéndole al príncipe con afecto. Louis observó al hombre y le regaló una suave sonrisa que fue igualmente correspondida. Ñ

Harry le agradeció y le pagó con otra bolsita de monedas sin preguntarle el precio.

— ¿Esas qué son? —preguntó Louis sobre su hombro cuando lo alcanzó. Harry era una o dos cabezas más alto que el príncipe del norte, sus pasos eran más grandes y Louis se encontró teniendo que medio correr para mantenerle el paso.

—Manzanas caramelizadas —contestó el rizado, de verdad extrañado por la pregunta del otro príncipe.

— ¿Caramelizadas?

— ¿Qué comen en el norte, hielo?

Louis frunció el ceño.

—No, pero no tenemos nada de eso allá.

—Hmm, ya veo porque son tan amargados.

Louis abrió los ojos como platos.

— ¡No somos amargados, en absoluto!

—Pues lo parece.

— ¿Por que lo dices? —Preguntó el omega a la vez que Harry tomaba otro panecillo del interior de la bolsa que cargaba Louis, mientras caminaban entre la gente del mercado. Ya demasiado lejos de Gemma y el resto de su grupo. Pero ahí la gente era amable y saludaba a su príncipe con respeto, con amabilidad. Y debían tenerle cariño, pues en realidad Harry era buen príncipe con su gente. El en verdad se preocupaba por ellos, la gente afuera parecía quererlo, así como Louis era querido en su hogar.

Si Harry era querido así por su gente, entonces no debía tratarse de solo un niño mimado y caprichoso; debía haber algo más, mucho más dentro de él.

El príncipe Akgon lo miró con los párpados caídos.

—No quieres saberlo, —dijo, fulminándolo. Mordisqueando su panecillo como un niño. Louis frunció el ceño, pero sonrió. —Mejor ve y alcanza a mi hermana, escucha todo lo que tiene que decir del lugar para que aprendas la historia de Dragonscale.

Dijo, con su voz fingida y tratando de parecerse a la de Gemma, obviamente, burlándose de su hermana mayor. Louis tuvo que taparse la boca para no echarse a reír.

— ¿Ves? Por eso mismo lo digo...

— ¿Por taparme la boca soy un amargado? —contestó Louis .

—Pues no se... ustedes son muy...

— ¿Refinados?

Harry se mofó.

ABURRIDOS. —soltó.

— ¿Cómo lo sabes si quiera? —dijo Louis, intentando lucir indignado. — ¡No nos conoces en absoluto!

—Bueno, pues eso dicen todos del norte. Que son serios, aburridos y... ¿qué más? Oh ya, ABURRIDOS.

—Príncipe se comporta usted como un niño. —Louis batallaba para no reírse.

—Agh, y luego ese... lenguaje.

— ¿Cuál lenguaje?

—Todo...formal y eso. Hablas como si tuvieras cincuenta años.

—Tengo dieciséis.

— ¿Lo ves? ¡A eso me refiero! —entonces ambos se detuvieron porque una fila de niños pasó correteando por las angostas calles del mercado. Mientras ellos eran de cuando en cuando iluminados por la luz del sol, pues la mayoría de los puestos tenían carpas entre sí. —Eres menor que yo y hablas... así.

—Bueno, ya no lo haré entonces, si eso te hace sentir mejor.

—Y luego está...tu amigo ese.

— ¿Lord Payne?

—Ese no es su nombre.

—Liam.

—Si, ajá. Pensé que era mudo hasta que lo oí hablar en la mañana.

Entonces Louis no soportó más y dejó escapar una limpia carcajada melodiosa que salió desde el fondo de su estómago.

— ¿Qué? —Harry se contagió por la risa.

— ¿Como puede usted, príncipe, hablar de un Lord importante de esa forma? —Louis exageró su acento pretencioso y Harry rodó los ojos.

— ¿Te has dado cuenta ya? Son unos pesados...

Louis se rió de nuevo.

Volvieron a caminar por los pasillos del mercado. Louis se percató de que el grupo de Gemma los había dejado ya muy atrás, pero no le importaba. Harry le acercó la bolsa de panecillos y cuando Louis lo miró con curiosidad, el mayor rodó los ojos, pero le pasó uno de los panecillos que tenían relleno de color rosado.

—Gracias —, contestó bajito. Dándole un mordisco tímido que de inmediato fue recibido con los ojos muy abiertos, sorprendido, gimiendo de gusto. —...sabe... ¡delicioso!

Harry asintió con los ojos cerrados.

Louis comió con gusto su panecillo mientras seguían caminando por la explanada del mercado, acercándose hasta un muro bajo de concreto amarillo que dejaba vistas perfectas de la ciudad, con el mar inundando el suelo rocoso y los dragones volando cerca del Krestum. Las casitas posicionadas en lugares irregulares por las curvas de las colinas, y los carruajes y carretas moviéndose entre las calles llenas de gente. El ruido incesante de la ciudad rebotaba entre todas las montañas pobladas.

Louis admitía que el sur era precioso. La vista amena era casi suficientemente bella como para olvidar el norte por unos minutos; el calor era casi más soportable cuando veías la imponente base de un reino tan poderoso, tan magnífico. Por un segundo... solo por un pequeño segundo, Louis no extrañó su hogar.

Hasta que, claro:

— ¿Cómo es el norte? —preguntó el príncipe Akgon, aún con la boca llena de panecillos, con ese acento diferente y ese cabello salvaje que parecía tener vida propia, los rizos danzando gracias a las olas de viento provenientes de la playa.

Louis apartó la mirada.

— ¿Gélida? Es... un lugar precioso.

— ¿Hay glaciares?

—No de donde yo vengo –, explicó el joven príncipe. —En Gélida hay tres zonas distintas. Yaekor, Frigida y Glaké, todos nombrados por dioses antiguos. Yaekor es donde yo solía vivir, el castillo de mi casa está ubicado casi en el centro, y son bosques, está plagado de árboles y lagos congelados, pero, si subes a las montañas... puedes ver a los lejos Glaké, ahí es donde hay glaciares y todo se ve... infinitamente blanco.

Harry lo miró por primera con un gesto más serio, real, empático, por primera vez desde que lo conoció. Como si el príncipe dragón estuviera familiarizado con la emoción de nostalgia.

—Me gustaría ir.

Louis regresó sus ojos hasta Harry.

—Puedes, cuando quieras. El norte puede parecer frío, pero es cálido con sus invitados.

Harry le pasó de nuevo la bolsita de panecillos, haciendo que Louis sonriera levemente y tomara otro.

—Algún día serás el rey... ¿dejarás que llegue ahí y lleve a mi dragón?

Louis se puso blanco.

— ¿Lle-llevarías a tu...?

Harry se rió, parecía que lo había hecho a propósito. Con saña, para asustar a Louis .

— ¿Por qué les tienes miedo?

—Bueno yo...—Louis intentaba explicarse, poniéndose nervioso, asustadizo. Comenzando a llenar el aire de pánico que no podía sentir Harry. Louis, el omega, que de pronto se vio abrumado de tan solo pensar em esas... cosas gigantes con alas en su preciado Norte, fue interrumpido por la estruendosa carcajada de Harry. — ¡¿Como no les voy a tener miedo!?

Harry seguía riéndose.

—Oye, ya, no es gracioso.

— ¡Lo es, mírate, estás aterrado! ¡como ayer! Llegué y casi te desmayas del susto —Harry soltó su bolsa de panecillos y cayó directo al suelo sucio. Se sostuvo del estómago pues su risa era tan grande que el aire en sus pulmones se acababa y el se ponía rojo.

Louis se cruzó de brazos, el ceño fruncido en sobre sus ojos.

—No es de buena educación burlarse de los demás, —dijo, como un niño enojado. Pero no le importaba, enserio le molestaba que Harry siguiera riéndose.

— ¡No me importa! —Harry parecía que iba a morirse de risa sobre el muro de concreto.

Actuaba como un niño, tonto e infantil. Algo que no le quedaba para nada a su perfil de un joven adulto, príncipe y sobre todo, jinete de un dragón. Harry era insufrible en realidad.

—Eh... ¿Louis? —y ahí estaba, su héroe, por fin. Liam se acercó llevando en sus brazos un montón de telas y bolsas llenas de hilo. Seguro no pesaban nada gracias a su fuerza y complexión. Liam, tierno, suave y para nada irrespetuoso, tenía una expresión de extrañeza en sus finas facciones, Louis rodó lo ojos mientras el príncipe Akgon seguía muerto de risa.

—Liam... —se acercó para ayudarle con una de las bolsas, que poco pesaban gracias a su leve contenido. Le sonrió con dulzura y alivio, era su llave para huir de las estruendosas carcajadas del príncipe.

— ¿Qué le pasa al príncipe Harry?

«Está comportándose como un idiota» quiso decir, pero en su lugar, forzó una sonrisa.

—No lo sé. Ya nos vamos, ¿caminas conmigo? —dijo medio tirando de Liam para arrastrarlo lejos de Harry.

Y así lo hizo.

Cuando se hubo alejado lo suficiente, volteó a ver a Liam.

—Pobre de mi hermana, cuando conozca cómo es este príncipe, le saldrán canas antes que a la reina.

Liam se rió con suavidad.

(...)

Después de un día ajetreado por La Capital, los príncipes de Dragonscale junto a su corte e invitados, regresaron un poco cansados hasta el Krestum, donde Gemma pidió una banda para alegrar su estadía en el salón y para que Nadine y ella pudiera evaluar todas las compras que habían hecho en el mercado.

Así que ahí estaban, sentadas sobre la mesa del salón, con Niall y Skyler jugueteando con unos muñecos de barro que habían comprado, pues en el fondo seguían siendo un niños. Harry se había enojado porque no habían conseguido uno para él, pero los tres primos estaban acostados sobre los sillones junto a los ventanales del castillo, luciendo dramáticamente aburridos, pues según Gemma, su pasatiempo era volar en sus dragones o explorar las afueras de Dragonscale, pero ahora que el rey se los había prohibido, no tenían otra cosa que hacer.

Y bueno, Louis sabía que siempre había muchas cosas que uno podía hacer aún dentro del castillo, porque había oído de la gran biblioteca del Krestum y se pregunta cuántos libros existían que él no ha leído, y todas las cosas que podía aprender. Pero se cuestionaba si es que alguna vez el príncipe Akgon o sus primos habrían leído algo por sólo placer. Sabía que la respuesta a eso era un rotundo 'no'.

Así que estaba de pie junto a Liam, mirando a los músicos tocar las melodías clásicas del sur: música divertida, a un ritmo feliz pero tranquilo, con bonitas notas del violín y guitarras, pero sobre todo, Louis miraba la flauta escondida tras algunos otros instrumentos, y se preguntaba si alguno de esos músicos sabrían alguna pieza de Gélida.

Cuando acabaron la última canción, todos en la habitación aplaudieron -salvo los tres primos en los sofás-, y Gemma se puso de pie.

—Lord Rakem, es usted un gran músico —alabó la princesa de cabello plateado.

El que tocaba el violín hizo una corta reverencia en agradecimiento.

—Es un honor tocar para su corte, princesa.

Gemma se giró hasta Louis y Liam.

— ¿Qué les parece la música del sur? —preguntó hasta ellos con una ceja levantada y la otra flexionada. Liam miró a Louis con una pequeña sonrisa.

—Es magnifica, princesa. Es un bonita melodía, pero me temo en el norte no estamos acostumbrados a bailar tan rápido. —comentó Lord Payne.

—He oído que la música en Gélida es mucho más tranquila —, concordó el compositor, Lord Rakem, quien era un hombre moreno y regordete que tenía ojos de un color raro entre el verde y amarillo.

—Si —, respondió Louis de repente. —Los bailes en casa son más como un...

—Vals, —dijo entonces otro músico de la banda. Los príncipes repararon en el. —Ruego que me perdonen, no debí interrumpir.

— ¿Conoces la música de Gélida?

—Absolutamente.

—Edwin es del Norte, su majestad —dijo Lord Rakem, haciéndole señas al músico para que se adelantara y se uniera a la conversación.

— ¿De qué parte es, mi Lord? —preguntó Liam.

—De la costa de Cinis, Lord Payne, pero mi madre era de Frigida, ella me enseño todas las canciones de Gélida.

— ¿Puedes tocar algo? —preguntó entonces el príncipe Louis, con la esperanza de escuchar algo familiar.

Edwin asintió y se movió hasta su valija, donde Louis había contemplado la flauta. El joven muchacho la tomó con soltura entre sus dedos y aspiró una gran bocanada para comenzar a tocar un bello Vals del norte. Y Louis sintió una calidez en su pecho, el había aprendió a bailar con esa misma melodía. Sonrió y pareció iluminar la habitación entera.

—Que hermosa canción —, aclaró Gemma mientras escuchaba encantada y se movía con suavidad para intentar imaginarse como era bailarla.

— ¿Sabes bailar, Gemma? —preguntó Nadine, quien ya había perdido interés en sus telas y encontraba el baile como una nueva y más divertida actividad de momento.

—Si, pero no este tipo de música.

—Louis, muéstrale.

El príncipe del norte miró a su hermana escandalizado.

— ¿Qué? No, estoy seguro de que Gemma no-

—Me encantaría ver como es un vals, príncipe. –corroboró la princesa Akgon.

Louis suspiró.

— ¿Vamos? —Liam sonrió, suave, tierno, cálido como siempre. Le tendió la mano con ligereza y Louis no pudo negárselo.

Tomó a Liam de la cintura y del hombro. Recto, como le habían enseñado. Liam guiaba, moviendo el cuerpo de Louis con facilidad bajo la luz del atardecer que atravesaba los ventanales del castillo. El violín comenzó a acompañar a la flauta y entonces los dos muchachos comenzaron a darle más soltura a sus movimientos. Liam se sintió libre de darle una vuelta a Louis mientras este dejaba escapar una risa de sus labios.

Le encantaba bailar. Por un momento se sintió en su hogar.

Movía sus pies con diversión y giró a cada vuelta que Liam le dio sobre los pisos de marfil del gran salón. Incluso cuando la última nota de la canción terminó, y él quedó con la espalda pegada al pecho del alfa, mirándolo con la cabeza volteada y con la suave sonrisa en sus labios, la felicidad resplandeció en su rostro.

Nadine y Gemma se soltaron a aplaudir.

Louis soltó a Liam entonces y cuando miró a la izquierda, ahí estaban los tres primos, erguidos sobre los sillones, mirándolos.

Harry no apartó la vista de sus ojos.

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