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By Maggmon

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¡Adelanto!
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PRÓLOGO (editado)
Capítulo uno (editado)
Capítulo dos (editado)
Capítulo tres (editado)
Capítulo cuatro (editado)
Capítulo cinco (editado)
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Epílogo
AVISO IMPORTANTE
¡LA VUELTA A WATTPAD!
¡VUELVEN HUNTER Y CHLOE!

Capítulo 34

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By Maggmon

Chloe

A veces necesitas que todo en tu vida se derrumbe, porque es ahí cuando encuentras una mejor versión de tu persona. Una renovada, llena de fuerza y de valentía para juntar cada pieza rota.

Cuando todo se desmorona, duele, por supuesto que sí. Pero el dolor es un momento que todos atravesamos, y no podemos escapar. Un momento, nada más que eso.

Va a durar lo que tenga que durar, pero de a poco, se va a esfumar hasta no quedar nada, hasta solo quedar una experiencia.

Algunas personas, al sentir un dolor tan grande, descubren el valor que merecen, saben lo que necesitan y lo que no. Entonces, simplemente, dicen «ya no más», es ahí cuando aprenden de una vivencia.

Quizás para otros no es tan fácil, y entonces, los escombros parecen no terminar nunca de caer. Pero tarde o temprano se dan cuenta del valor que tienen, mejor tarde que nunca, ¿no?

La distancia con Hunter generó que todo se cayera y se rompiera en mil pedazos. Estuve tan triste que llegué a enojarme conmigo misma y a preguntarme, ¿cómo pude darle mucho de mí a alguien que fingió todo el tiempo? Todo por haber creído en sus palabras, que claramente se debió a mi debilidad emocional.

Y fue ahí cuando dije nunca más. Cuando me di cuenta de lo que merezco y de lo que no, entonces, me enojé con él.

Tuvo que llegar Caroline para presentarme la realidad servida en bandeja. Y gracias a sus palabras me animé a buscarlo, porque fueron sus sinceras palabras el motor para que mi corazón se volviera a sentir esperanzado.

Ahora, estando aquí, en los brazos de Hunter, puedo sentir que todo se vuelve a construir, cada pieza vuelve a su lugar.

«Sé el arquitecto de tu felicidad», voy a recordarlo cuando alguna grieta se presente.

Veo a Hunter dormir y sonrío. Hay tanta paz en su rostro, y eso me agrada. Me recuerda a la primera vez que pasamos la noche juntos.

Nos pasó lo mismo que aquella vez. Luego de la reconciliación, hablamos, escuchamos música, nos acostamos para seguir hablando, nos reímos a carcajadas y... amanecí en sus brazos. Creo que la mejor forma de despertar es al lado de la persona que amas.

Hay movimientos fuera de la habitación, y luego escucho a Paul entonar una canción de otro ídolo adolescente. Por supuesto, no se puede esperar otra cosa de él.

Ahora le agradece a un público imaginario, y me río. Me parece que alguien se levantó de muy buen humor.

—¡Hunter, vamos a desayunar!

Grita y pongo mi atención en Hunter. Está durmiendo muy profundo, como si en verdad estuviera descansando todo lo que no pudo estos días. Y quiero que siga descansando, lo necesita.

Así que me zafo de su agarre y me levanto para callar a Paul. Me dirijo hacia la puerta, pero cuando la quiero abrir, él me termina sorprendiendo.

—¡Por la santísima madre! —pega un salto hacia atrás y lleva una de sus manos hacia su pecho. Es imposible ahogar la risa—. ¡No te rías! Por un momento pensé que Samara había salido del aro para buscarme.

Me río aún más fuerte y cierro la puerta de la habitación.

—¿Tan mal luzco en las mañanas?

—No, pero me tomaste por sorpresa. Y no entiendes el terror que le tengo a Samara.

Me vuelvo a reír.

—¿Es en serio?

—No me molestes, ¿sí? Todos le tenemos miedo a algo —niego con la cabeza sonriendo—. De todos modos, ¿qué haces aquí?

—Vine anoche, y las cosas se arreglaron.

—Eso es genial, pero... —se cruza de brazos y me observa molesto—. Esa camiseta se la regalé yo.

La observo. Se trata de una camiseta con mangas cortas de color blanca, en ella están Mario Bros y Luigi.

—No te basta con robarme a mi mejor amigo.

—Ya, deja tus celos. Empiezas a preocuparme.

—Eres una zorra.

Me río.

—Deja de atacarme a esta hora de la mañana, ¿no te pone contento que estemos bien?

Paul quita la actuación de su seriedad y sonríe.

—Sí, no lo puedo negar. Se trata de mi mejor amigo, y saber que todo está bien, me hace feliz.

Nos dirigimos a la cocina, y desayunamos. Mientras lo hacemos, Paul me cuenta todo sobre él. Es la primera vez que hablamos de esta manera, primera vez que se muestra así conmigo y me cae mucho mejor que antes.

—Aún no entiendo cómo es que sigues soltero —se ríe—. No, en serio.

—Quizás porque soy un mujeriego.

—Tienes mucho valor en ti como para pasar la noche con distintas mujeres, Paul.

—Mmm, no lo sé. De todas maneras, al parecer, me faltan los tatuajes para gustarle a la chica que quiero.

Suspira negando con la cabeza. Si tan solo Blaine no estuviera en el corazón de Marie, sé que muy probablemente sus ojos estarían en Paul.

Pero mi mejor amiga está enamorada, muy, y Blaine de ella. Ambos encajan de manera tan perfecta que no puedes imaginarlos separados.

A veces el amor no es correspondido, y qué jodido es todo cuando pasa. Pero eso no significa que Paul no pueda conocer a alguien más. Y creo que hasta le haría muy bien.

Pienso en Nathalie. Estuve pasando mucho tiempo con ella estos días, es más, tanto ella como Marie fueron las que más me insistieron para que saliera de la cama y viera todo más allá del dolor.

Pese a mi ruptura con Iván, no perdí el contacto con su familia. Y hoy puedo decir con total seguridad que Nathalie es una amiga, de las buenas, de las que no encuentras fácilmente.

Nathalie volvió de Francia con el corazón roto. Al parecer, el hombre con el cual estaba, le ocultó que estaba casado y tenía una familia. Ella se enteró cuando él ya la había enamorado.

Un clavo no saca a otro, lo sé. Pero no me resulta mala la idea de que se conozcan, porque estoy segura de que, si no va por el camino del amor, puede ir por el de la amistad. Los veo juntos de ambas maneras.

—Tierra llamando a Chloe —pasa su mano frente a mis ojos y lo miro—. ¿A dónde te has ido?

—Solo pensaba.

—Sí, me di cuenta. Estabas muy metida en tu mente.

Asiento y lo estudio con la mirada. En verdad lo veo con Nathalie, espero que mi presentimiento no me falle.

—¿Te gustaría conocer a alguien?

Frunce el ceño y ladea con la cabeza.

—¿Con qué intención?

—Eso lo verás luego. Pero tienes que saber que ella es genial, y espero que no seas un idiota. Ya pasó por uno, dos no.

—¿Soy un idiota?

—Podrías serlo.

Se ríe.

—¿Quién es?

—Mi excuñada. Se llama Nathalie, somos muy amigas pese a todo.

—¿Y está buena?

Ruedo los ojos causando una risa en Paul.

—Lo está. Pero recuerda que más allá de eso, es genial.

—¿Es como tu ex? —frunzo el ceño—. Lo siento, pero tu «ex» está subido a un maldito caballo.

Me río. Es verdad, tal vez lo está un poco. Pero eso no lo convierte en mala persona como a la mayoría de la gente que se encuentra arriba de un caballo.

Nathalie es muy distinta a él, en todos los aspectos.

—No, ella es diferente. Pese a la comodidad de su vida económica, es muy humana, caritativa y humilde.

Asiente.

—Bien. Yo no tengo problema de conocerla, supongo.

Nuestra conversación se interrumpe cuando Hunter sale de la habitación, y de forma inmediata, sonrío al verlo. Lo hago porque luce totalmente diferente a como estaba ayer, y eso, me hace sentir el doble de bien.

—Buenos días —lo saludamos con Paul a la vez.

—¿Qué tal?

Me pongo de pie y lo rodeo con mis brazos. Él hace lo mismo con los suyos, y deposita un beso en mi cabeza.

Se suma al desayuno, y a nuestra conversación de hace unos minutos. Le conté sobre mi idea de presentarle a Nathalie, y se sorprendió de que él no se haya negado.

Creí que iba a tener problemas al saber que se trata de la hermana de Iván, pero no los tuvo en absoluto. Eso significa que Hunter es seguro de sí mismo en cuanto a este tema, y eso me gusta.

—¿Quieres hacer algo? —le pregunto una vez que Paul nos dejó solos por salir a entrenar.

—Me gustaría pasar el día con Riley. Hace mucho no hacemos nuestra rutina de lectura, y no quiero que se sienta abandonado. Quiero recuperar ese momento con mi hermano.

—Me parece genial. Si quieres, te llevo hasta allí.

—Puedes sumarte, Chloe.

—Es una actividad entre ustedes, no quiero meterme.

—Te estoy invitando a que pases el día con nosotros. A Riley le encantará verte y, ya que estamos... Tranquilizarás mucho a mis padres.

—Oh...

—Sí —se encoge de hombros—. Entonces, ¿qué me dices?

Sonrío y acaricio su mano con el dedo pulgar.

—Que sea una tarde con los hermanos Orwell. Antes de ir llamaré a mi padre para decirle que estoy bien.

En el camino, le digo a Hunter que debería hablar con Caroline, ya que gracias a su empujón estamos aquí, juntos.

Al principio, la llamó metida, pero terminó por estar agradecido. Al igual que yo. Así que más tarde va a llamarla para agradecerle personalmente.

Cuando llegamos, Riley nos recibe con un enorme abrazo. Y tal como lo dijo Hunter, su madre se mostró igual de feliz.

Me abrazó, y en un susurro me agradeció. Al separarnos del lindo abrazo, pude ver la felicidad plasmada en sus ojos. Solo me salió sonreírle. Tal recibimiento aumentó el nivel de mi bienestar.

Riley saltó de alegría cuando su hermano le dijo sobre retomar la tarde de lectura. Qué lindo que un niño se ponga tan feliz a la hora de leer un libro.

—Creí que te habías olvidado —dice Riley con su mochila colgando de un solo hombro.

—Siento haberte dejado de lado, Ri. Pero sabes que siempre voy a querer que me leas.

—He practicado, y mucho. La maestra dice que soy el mejor de la clase.

—¡Y eso me llena de orgullo! —sonríe, y en verdad sé que es así.

—Me invitó a participar de su grupo.

—¿De qué va ese grupo?

—Es en la iglesia. Van personas como tú, o niños que aún no saben leer.

La sonrisa de Hunter es tan hermosa y llena de orgullo, causando que sus ojos brillaran. Si esa sonrisa cobrase vida sería la solución a muchos problemas.

—¿Y te gusta?

—¡Me encanta! Soy muy feliz al leerles, y todos son muy buenos conmigo. Además, me hice una amiga. Se llama Summer, es de mi edad, ¿y sabes qué? Su mamá está juntando dinero para su operación, ¿tú también puedes operarte como ella?

Hunter suspira, y la sonrisa de su rostro se borra. Entrelazo mi mano con la suya, y él la sujeta con fuerza. Le devuelvo el mismo apretón como consuelo, o más bien como fuerza.

—Ri...

—Yo creo que deberíamos irnos ahora —lo interrumpo—. Antes de ir al parque podemos pasar por una heladería, ¿qué te parece, Riley?

—¡Sí! ¡Quiero helado de chocolate!

El pequeño festeja y corre hacia Blue. Se olvida de la pregunta sin respuesta que le hizo a su hermano.

—Gracias —susurra Hunter.

—Siempre contigo.

Y pese a todo lo que le hizo sentir la pregunta de Riley, pese al cansancio de su desesperanza, me sonríe.

Luego de buscar nuestro helado, nos dirigimos al parque y buscamos una linda sombra entonando canciones infantiles, causando una risa divertida. Creo que el mejor dolor de todos es ese, cuando te duele la panza de tanto reírte.

Una vez que nos sentamos, Riley saca de su mochila un libro con muchos cuentos reconocidos. Escoge uno y empieza a leer. Hunter me abraza y escucha atentamente a su hermano.

—Es verdad, has mejorado mucho —dice una vez que termina—. Me gusta que cambies el tono de voz con los personajes.

Riley sonríe.

—En la escuela haremos un acto de lectura poética, ¿creen que podrán venir?

—Cuenta con nosotros, amigo, ¿verdad, Chloe?

—Por supuesto, eso ni se pregunta.

Riley se sienta sobre el regazo de Hunter, y yo me alejo un poco para darles su espacio.

Los hermanos se abrazan, y hablan animadamente entre sonrisas y hasta risas que solo ellos entienden el motivo. Estoy amando la escena, el amor puro y sincero que hay entre ellos.

Riley deja un beso en los ojos de Hunter, y tal acción trae lágrimas a mis ojos. Hunter sonríe por el cariño, y yo los sigo observando maravillada.

El celular de Hunter comienza a sonar, y atiende Riley. Es su madre para avisar que la cena está lista, y que estoy más que invitada a formar parte.

Llegamos y nos sumamos a la mesa ya servida. Más avanzan los minutos con esta hermosa familia, y más me siento parte de ella.

Si en definitiva voy a estar con Hunter, y de hecho lo deseo con todo mi corazón, la familia Orwell pasa a ser mi familia también.

Luego de tan agradable momento, y de compartir el postre, con Hunter nos despedimos de ellos para dirigirnos a su departamento.

—¿Tienes que irte? —me pregunta una vez que nos encontramos frente a la puerta.

—No quiero, si es por mí me quedo todo el tiempo a tu lado. Pero ya sabes, no quiero ahogarte. Además, necesito bañarme.

—¿Ahogarme? Quiero lo mismo, que estés conmigo todo el tiempo. Bueno, deseo que estés una vida conmigo —sonrío—. Así que no te preocupes por eso, y tampoco por bañarte.

Me río.

—Pero es mi higiene personal.

—Puedes bañarte aquí.

—¿Y usar la misma ropa? De nada serviría bañarme.

—Puedes no usar nada.

Me vuelvo a reír, solo que esta vez, mi risa provoca su sonrisa.

—Eres terrible, Hunter Orwell.

—Oh, vamos. No puedo verte, da igual.

—Eso no me parece gracioso.

—A mí sí. Porque no puedo verte, pero sí te puedo tocar.

Y la sonrisa pícara de su rostro me hace soltar una carcajada.

—Me quitas el enojo en segundos —alza ambas cejas sin dejar de sonreír pícaro—. Por favor, no me digas que me puedes quitar la ropa en el mismo tiempo.

—Aguafiestas —me río—. Entonces... ¿te quedas otro rato conmigo?

—Me quedo.

Sonríe y entramos. Sobre la mesa de café se encuentra la notebook, así que pongo música y nos sentamos en el sofá. Abrazados, acompañados con la música, disfrutando de otro momento juntos. Uno que de seguro se guarda en nuestra memoria, pero más aún, en nuestro corazón.

Hunter se acomoda en el sofá, hasta apoyar su cabeza sobre mis piernas. Cierra los ojos y acaricio su rostro, las ondas de su cabello. Sonríe y acaricio su hoyuelo, ese que tanto amo.

Siento paz, mucha. Después de tanto ruido que mis pensamientos causaron, ahora siento esta hermosa serenidad.

Después de la tormenta viene la calma, siempre. Y qué perfecta calma es mirarlo y que se me dibuje una sonrisa porque sí, porque lo amo.

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