La Reina de las nieves.

By AdileneAcuna

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Laonis se mantiene siempre al pendiente de su padre, quien lidera uno de los más grandes clanes de Escocia: E... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capitulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capitulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo final.

Capítulo 10

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By AdileneAcuna

Alexander se giró en la cama.

Laonis ya no estaba ahí. En cuanto abrió los ojos y noto al hombre a su lado, ella se vistió y se fue. Aún se encontraba enojada y atemorizada de ese barbaján. ¿En qué momento se le crió para ser una bárbaro?

Si ese comportamientos había heredado de su padre, sentía lástima y rencor por Lioslaith. ¿Cómo una mujer desearía que otra pasará por ese infierno?

Bajo a las cocinas y decidió sentarse en una rincón a desayunar. Hilda, muy solicita le preparo un exquisito desayuno pero le insistió a qué pasará al comedor. Las criadas se ponían nerviosas con la presencia de la señora. Además, Betty andaría por ahí y ella sospechaba que había rivalidad entre ellas.

Laonis hizo caso a Hilda y fue a sentarse al comedor dónde fue atendida por dos muchachas. A pesar de la apetitosa comida, Laonis apenas tenía hambre pero aún así, se obligó a comer.

-¡Milady, hoy hace un día maravilloso!-dijo Dory, apareciendo en el comedor.-¿No le gustaría visitar las parcelas de verduras? Hilda me comentó que están dando muy buenos frutos.

-Así es, milady. -comentó Hilda apareciendo con un pedazo de tarta que puso frente a Laonis.-Las fresas están madurando muy bien. De hecho, hice esta tarta con algunas de ellas .

Laonis mostró interés y ambas mujeres se fueron satisfechas. La tarta está riquísima y la animó un poco. Las imágenes de la noche anterior aún se encontraban frescas en su mente y cuando vio a Alexander asomarse desde el segundo piso, apresuró el último pedazo de tarta y salió por las cocinas.

Alexander la vio y bajo la cabeza apesadumbrado. Había Sido un completo burro. Un total idiota. No tenía idea de cómo recuperaría el perdón de su esposa y su confianza. Agotado y triste se sentó en la mesa a la espera de su desayuno. Las mismas dos muchachas que sirvieron a Laonis se acercaron con un plato de comida y una jarra de cerveza.

Alexander apuro un largo sorbo de cerveza antes de comenzar a engullir su comida. No estaba de humor para nadie y con un gesto de la mano, les indico a las dos muchachas que se fueran.

Sentía sus ojos pesados y casi podía ver las ojeras colgando de ellos. Apenas había podido dormir. El remordimiento y la culpa lo tuvieron en vela casi toda la noche.

Estaba cabizbajo cuando alguien puso un plato de tarta frente a él. Al alzar la cabeza, era Betty.

-No tiene buen semblante, señor. ¿Está enfermo?

Alexander la miró en silencio con la mente en blanco. Después, negó con la cabeza.

-¿Que puedo hacer para reconciliarme con una mujer?-le preguntó.

-¿Señor?-se sorprendió Betty. Alexander solo la miró.-Bueno, una disculpa sincera quizás funcione.

-Una disculpa sincera...-repitió con desgana.-No creo que funcione.

-Entonces, no conozco otra manera.-respondió Betty intuyendo que se trataba de Laonis y no se lo pondría fácil. Sería muy estúpido de su parte aconsejar a su amado a qué se reconcilie con ese espanto.-¡Oh, espera!-exclamó atrayendo la atención de el.-Si ella no desea disculparlo, quizás deba recordarle lo que perdió e ignorarla hasta que ella sola venga a usted. Si algo odiamos las mujeres es sentirnos ignoradas.

-No se si sea buena idea.-contestó después de un rato.

-Es mi humilde consejo, Señor.-dijo Betty y se alejó.

Alexander la miró hasta que está desapareció en las cocinas. Se comió su pedazo de tarta y salió al exterior. Los aldeanos ya estaban muy centrados en sus tareas. El patio ya se encontraba aseado y los caballos ya tenían paja nueva y fresca. Habían sido cepillados y Marcus, el caballerizo los había sacado a trotar un poco.

A lo lejos, vio a Laonis que estaba inclinada sobre la parcela de fresas. Tenía una mirada orgullosa y radiante sobre los frutos. Y a Alexander se le ocurrió una gran idea. Regreso a las cocinas en busca de Hilda y después de darle algunas indicaciones, regreso a los patios .

Laonis lo notó y se puso nerviosa. Comenzó a frotarse las manos con ansiedad.

-Milady,¿ que le pasó?-le pregunto Dory. Su mirada estaba puesta en los brazos de ella dónde se marcaban algunos moretones frescos. Laonis lamento no haberlos notado antes. Dory la miró asombrada.- Iré en busca de un ungüento.

-No es nada grave. Mi piel es muy delicada y con cualquier golpe me salen estas horrendas manchas.-quiso justificarse.

-Pero, milady. ¿Quién la golpeó?-se escandalizó Dory intuyendo la verdad.

-Nadie. No es nada, de verdad.

Dory la miró en silencio. Ella no podía acusar a su señor de nada. Aunque, en su interior, anhelaba estar equivocada.

- Aún así, iré por el ungüento.

Y se fue.

Laonis se sintió avergonzada. Se dio la vuelta para regresar al castillo y casi choca con Alexander. Sin decirle nada, lo Esquivó y entro para subir directamente a su habitación. Alexander la siguió en silencio y entro después de ella. Cerro la puerta y la observó ir directamente al arcón por una capa .

-¿Vas a seguir evitándome?-le preguntó. Laonis soltó un chillido asustado y se llevó la mano al pecho. Había estado tan ensimismada en sus pensamientos que no lo había notado.-Lo siento. -murmuró el chico.-No quise asustarte.-ella asintió tratando de calmarse.

Se pasó las manos por la cara y fue cuando Alexander noto los moretones. Sobresalían en su piel pálida. Era imposible no verlos.

De dos zancadas se acercó a ellos y le tomo los brazos. Las marcas de sus manos estaban perfectamente tatuadas en ellos. Con pesar, agachó la cabeza.

-Lo siento. Lo siento. Lo siento.-repitió al borde del llanto.-Yo nunca quise...hacerte esto. De verdad lo siento. Yo...lo lamentaré toda mi vida.

Laonis guardo silencio. Su cercanía la estaba matando. No sabía si sentía temor o deseo. No confiaba en el. No podía hacerlo después de lo de anoche pero quería hacerlo. Quería confiar. Tenía miedo.

-No hay nada en el mundo que pueda hacer para reparar el daño. No hay nada que pueda decirte.-continuo Alexander.-No hay justificación.

-¿Donde lo aprendiste?-quiso saber Laonis. El la miró extrañado.-A comportarte así. ¿Tu padre te dio el ejemplo ?

Alexander se alejó molestó.

-¡No metas a mi padre en esto! ¡El es el mejor hombre de toda Escocia!

-¿Alguna vez maltrato a tu madre?

El la miró con rabia y negó con la cabeza.

-Quizás no frente a ti.

-¡Lo dudo! ¡Y te prohíbo que hables mal de mi padre!

Ella se encogió de hombros. Alexander se encontraba bastante afligido y se pasaba las manos por la cara una y otra vez.

-¡Te prometo que no volverá a pasar!-exclamó.-No me permitiré volver a dañarte de nuevo. Ni yo ni nadie te lastimará. ¡Es mi palabra de Highlander que cumpliré hasta que me muera!

-Solo once meses.

-¿Que?-se extrañó levantando la cabeza .

-Solo lo lamentarás por once meses. Es el tiempo que queda para que nuestro matrimonio finalicé.

El la miró asombrado.

-¿Llevas la cuenta de nuestros días juntos?

-¿Tu no?

-¡No! ¡Claro que no!

Laonis se avergonzó.

-No era como si anhelara nuestra separación.-añadió.

-Pasado.

-¿Que?

-Hablaste en tiempo pasado.-ella lo miró-Antes no contabas los días, pero ¿ahora sí?

Laonis se encogió de hombros.

-¿Esperabas que estuviera muy feliz por lo de anoche? ¿De verdad esperas que no tenga miedo?

-¡Te prometí que no te haría daño, mujer! ¡No lo volveré a hacer!

-¿Y podrás cumplir esa promesa?

-¡Por supuesto que lo haré! ¡Mi padre no crió a un cobarde que golpea mujeres!

Laonis alzó una ceja con escepticismo. El notó el gesto pero decidió no decir nada. Lucho por tranquilizarse y salió de la habitación. Ella dio un respingo y se asomó por la ventana hasta verlo salir del castillo con paso apresurado. Lo siguió con la vista hasta que se perdió  en las caballerizas.

Con sorpresa, vio a Betty seguirlo poco después. Molesta, clavo las uñas en el alféizar de la ventana. ¡Esa cerda debía desaparecer! ¿Por qué rayos seguía en el castillo en primer lugar? Era un estorbo y una completa molestia. No era de su agrado que sintiera celos de una cerda cualquiera pero ella la había retado. Le había recordado que tenía poco menos de un año para enamorar a Alexander. Desde luego, era un reto estúpido. Pero, su orgullo podía más. No quería pelear por el amor de un hombre. Eso era demasiado bajo. Cada quien estaba dónde quería estar y si Alexander quería quedarse con Betty, ella no se lo pondría fácil .

Ella era la esposa. Y era una completa humillación que Betty se paseara a sus anchas por el castillo y se creyera la consoladora del Laird. Con curiosidad, vio correr a Betty de nuevo al castillo. Se cubría la cara con ambas manos y parecía que lloraba. Sin pensarlo dos veces, Laonis bajo a buscarla. La encontró en las cocinas. Para su suerte, no había nadie más.

Betty la vio entrar y se secó las lágrimas, rápidamente. Había intentado hablar con Alexander para retomar su amor pero este se encontraba molesto y la echo sin miramientos. Ni siquiera la dejo hablar.

-¿Que haces aquí?-le inquirió Laonis con frialdad .

-Pelando papas.-respondió la chica con sequedad.

-Sabes a que me refiero.

Betty se irguió en su asiento. La mirada de su señora no daba lugar a dudas. Y lo aceptará o no, ella tenía el poder de echarla del castillo. No quería alejarse de Alexander.

-¡Eso no es asunto tuyo!-le espetó y fingió concentrarse en la papa que pelaba.

-¡Pues te equivocas! Porque lo es. Por si no lo sabías...

-¿Te sientes amenazada?-la interrumpió Betty.-Sabes que no eres nada en la vida de mi Alex.

-¿Tu Alex?-se sorprendió Laonis y soltó una carcajada. -¿Ese hombre es tuyo? ¿Lo compraste?

-¡Pues lo es! ¡Quizás tengas su cuerpo, sus tierras y su apellido pero su corazón es mío!-Laonis dejo de reír y la miró-Eso es algo que jamás podrás tener de él. Todos sabemos que su boda fue arreglada. Y tiene un plazo. No hay nada peor que un boda sin amor. Después de todo, ¿Que es un año?

-Pues date por enterada de que durante ese año, YO...soy la esposa del Laird y YO soy la señora de este castillo. -le recordó lanzándole la mirada más fría que pudo.-Así que anda con cuidado, que después del Laird, la última palabra la tengo yo.

Y sin más, se alejó.

Betty arrojó con rabia la papa que tenía en la mano y quebró un par de platos. El ruido llamó la atención de Hilda que al ver lo sucedido no dudo en propinarle una bofetada a Betty.

-¡Esos platos serán descontados de tu sueldo!

Los días siguientes Laonis se mantuvo lo más alejada de Alexander. Esto lo frustraba cada vez más. Sus padres habían enviado una misiva para avisarle que irían a visitarlos en un par de días. El castillo ya estaba tomando forma. Los trabajos de los hombres ya daban frutos y Laonis, que trabajaba en la decoración y limpieza del interior, se mostraba satisfecha con el resultado.

Habían restregado los pisos hasta que se pudiera comer en ellos y las paredes habían sido aseadas y decoradas con tapices increíbles. Alexander había mandado hacer algunos muebles que ya decoraban el gran salón y el comedor. También habían redecorado las habitaciones e incluso las cocinas. Poco a poco, el castillo se tornaba acogedor y familiar.

Los muros de piedra del exterior habían sido restaurados en su totalidad, las cabañas de piedra de los aldeanos habían sido cubiertas de paja nueva y en los establos ya había terneros recién nacidos de las vacas peludas. La leche fresca le encantaba a Laonis.

Pero ya el invierno estaba demasiado cerca y a pesar de que Alexander no había dicho nada aún, Laonis sabía que ocuparía ropa abrigadora . Así que decidió ir al mercadillo de la aldea nuevamente a conseguir algo de tela para confeccionarle ropa a su marido.

-No irás sola.-le indicó Alexander.-Que algunos de mis hombre te acompañen.

Mostrándose de acuerdo, Laonis acepto y acompañada de Ron y algunos hombres se dirigió al mercadillo de la aldea. Este ya se encontraba atiborrado de vendedores y compradores. De un momento a otro le ofrecieron lana fina, joyas, vacas, caballos, incluso patos, queso e infinidad de artículos . Pero ella solo iba por una cosa y termino comprando otras.

Adquirió un par de tapices nuevos para decorar la habitación principal, también una capa nueva que pensaba regalarle a Alexander en su cumpleaños . Después de casi amarrarse las manos para no comprar nada más, se dirigió a la tienda de telas.

En cuanto entró, un escalofrío la recorrió.  Glenda no estaba y en su lugar, John la observaba con los ojos muy abiertos . Se sintió incómoda y trato de salir de la tienda para volver otro día pero a medio camino, pensó en lo ridícula que parecía y decidió quedarse. Ron y sus hombres la esperaban afuera. No estaba en peligro.

Después de serenarse, se dio la vuelta y saludó con una sonrisa forzada a John. Este la miraba con adoración y susurró:

-¡Diosa!

Laonis se sintió inquieta y decidió buscar de una buena vez las telas para la ropa de su marido y largarse de ahí cuanto antes. No tardó mucho en escoger algunas. Sentía la mirada atenta de John clavada en su nuca y eso le hacía temblar de nervios.

Llevó el manojo de telas al mostrador y se dispuso a pagar. John con una deslumbrante sonrisa la atendió y al regresarle el cambio su mano rozo la de Laonis y el sonrió maravillado .

-Hoy será un día de mucha suerte.-le dijo.-Gracias Diosa por su bendición.

Mas confundida que otra cosa, Laonis tomó las telas y casi salió corriendo de la tienda.

-¿Le pasa algo, milady?-le inquirió Ron al notar su turbación. Ella negó con la cabeza y el echó un vistazo al interior de la tienda. John estaba casi estampado en el vidrial observando con gran embeleso a su señora. Ese hombre extraño nunca había agradado a Ron. Acercándose al vidrial le lanzó una cara de furia a John y este retrocedió asustado. Antes de irse, Ron se juró a sí mismo que mantendría vigilado a ese hombre .

Después de algunas compras más, Laonis decidió regresar al castillo. Aún había luz pero las nubes ya reinaban sobre el cielo oscureciendo el paisaje. El camino de regreso iba tranquilo y animado.

Los hombres de Alexander conversaban con su señora sobre trivialidades y reían a carcajadas. Se vieron interrumpidos por un silbido y un grito de dolor.

Una flecha había salido de quién sabe dónde y se había clavado en el hombro de Rob. De inmediato, los Highlanders rodearon a su señora, protegiéndola con sus cuerpos .

Otra flecha salió disparada y se clavó en el suelo frente a Ron. Estaban muy cerca del castillo pero no lo suficiente para alertar a los vigías . Debían proteger a su señora a como diera lugar y hacerla llegar sana y salva al castillo.

-¡Protejan a milady!-bramó Ron-¡Busquen al malnacido!-indico a dos hombres que de inmediato corrieron hacia el bosque.-¡Angus, da la voz de alarma!

Angus corrió hacia el castillo pero pocos metros adelante cayó lanzando un grito de dolor. Tenía una daga incrustada en el muslo derecho.

El grito alertó a uno de los vigías que sin dudarlo, dio la voz de alarma .

Alexander iba camino al castillo cuando escuchó la alerta.

-¡Atacan a Milady!-grito el hombre desde una de las torres. Sin tiempo que perder, Alexander corrió hacia donde el hombre le indicaba y un grupo de guerreros fueron tras el.

Laonis se aferraba al brazo de Ron, que espada en mano, buscaba con la mirada alguna amenaza. No miraba a nadie y se sentía frustrado .

-¡Da la cara, cobarde!-bramó-¡Enfréntame si eres muy valiente!¡ Maldito cobarde!

En respuesta, dos flechas fueron lanzadas. Ron logro esquivarlas a las dos y soltando un manotazo arrojó a Laonis al suelo. Está se arrastró hacia atrás y chocó contra Rob que maldecía de dolor. Pero al notarla, la puso detrás suyo para protegerla. No notó cuando dos pares de manos se llevaron a Laonis al interior del bosque.

Laonis se vio arrastrada entre arbustos y árboles. Alguien le cubría la boca con una mano y la sujetaba fuertemente de los brazos. Ella intento resistirse y clavó los talones en el suelo pero recibió un puñetazo en respuesta que la hizo ver puntitos rojos por todos lados. Sacudió la cabeza para no desmayarse y volvió a clavar los talones en el piso. Está vez, además del puñetazo en el rostro recibió uno en el abdomen que le cortó la respiración. Su captor la arrastró de los cabellos sin piedad y sin darle tiempo a que recuperará el aliento. Laonis siguió gimiendo y forcejeando hasta que un fuerte golpe la desmayó.

Alexander llegó casi sin aliento al lugar del ataque. Ron ya había notado la ausencia de Laonis y había desplegado a algunos hombre en su búsqueda. Varias cuadrillas de hombres se dispersaron  lideradas por Ron y Alexander.

El captor debía ser novato, porque no se había molestado en no dejar rastro. En el suelo, estaban las marcas de los forcejeos de Laonis y para horror de los hombres, también había manchas de sangre.

Con el corazón en un puño, Alexander corrió siguiendo el rastro pero al llegar al río, el rastro se perdía. Asumiendo que debieron cruzarlo , Se arrojó al río. No era profundo y el agua apenas les llegaba a la cintura.

-¡Mi Laird!-exclamó Ron y señaló el suelo enlodado donde las huellas aparecían de nuevo.

Laonis despertó con un terrible dolor en el rostro. Sentía el rostro húmedo y no entendía porque estaba empapada. El hombre que la cargaba maldecía a cada rato y sin ninguna delicadeza la arrojó al suelo.

Laonis se quejó al golpearse contra las piedras y el hombre la miró.

-¡Y si quieres vivir no hagas drama!-la amenazó. Laonis apenas pudo hablar. Se frotaba las costillas. La sangre aún le escurría del rostro y le nublaba la vista pero pudo distinguir a su villano. Un tipo alto, barbudo y tosco. Llevaba jirones de ropa puesta y maldecía como bestia.

-¡Estos imbéciles dijeron que estarían aquí!-murmuró furioso.-¡Siempre me dejan todo a mí! ¡Nunca pueden hacer nada! ¡Louis! ¡Louis!

Un muchacho enclenque y nervioso salió de entre los matorrales. Se encogió ante la mirada furiosa de hombre.

-¿Donde están todos?!-rugió.-¡Se supone que ya debían estar aquí!

-Se... Señor. Ellos no vendrán...-balbuceó el chico.-Cuando se enteraron de quién es...es ella...-señaló a Laonis- no quisieron problemas.

El villano lanzó un bramido furioso y le propinó una bofetada al muchacho que lo hizo caer hacia atrás. Laonis se enfureció y sin pensar, le lanzó una piedra a la cabeza al tipo. Este grito de rabia y se fue sobre ella pero Laonis se alejó corriendo con el detrás.

-¡Ven acá, maldita perra! ¡Cómo te alcance te descuartizaré!

Ya el sol se había puesto y el bosque estaba oscuro. Ni siquiera sabía dónde estaba ni a donde escapar pero en cuánta más distancia ponía entre ella y aquel animal, mejor.

El tipo tropezó y cayó raspándose las manos. Embrutecido, le lanzó una piedra a Laonis dándole en la espalda. Ella chilló al sentir el golpe y tras trastabillar un poco siguió corriendo. Siguió el río cuesta abajo con el hombre pisándole los talones. El miedo y la carrera la estaban agotando. Pero la adrenalina corría por su cuerpo haciéndola pensar.

Debía quitárselo de encima pero salvó piedras, ni tenía nada más para defenderse. Para su mala suerte, llegó a un punto sin salida. Un alto muro de piedra le impidió avanzar.

-¡Rayos!-exclamó buscando alguna salida y sin más, se apretujó contra la piedra. El villano apareció frente a ella poco después. Su malévola sonrisa sin dientes le dio repulsión.

-¡¿Sin salida, bruja?! Esa.. fue una buena carrera. Un buen calentamiento. Ahora me siento con energía para acabar lo empezado.

-¿Para que?-le gritó Laonis. Aún buscaba alguna salida y tanteaba a su alrededor en buscada de algo para defenderse . Una buena vara, alguna roca...¡lo que sea!

-La verdad, no lo sé. Pero ya me pagaron. Así que...-añadió encogiéndose de hombros.

-¿Quien paga por adelantado?- se extrañó Laonis.

-Alguien que confía en que haré las cosas bien, supongo. Pero basta de hablar.-se giró hacia atrás y suspiro resignado -¡Tendré que hacerlo yo!-murmuró. Saco una daga de su bota y observó a Laonis con atención.-¿En dónde debía cortar?-se preguntó a sí mismo.-¡Que más da! Lo que sea es bueno.

Se abalanzó sobre ella. Laonis se movió, pero no tenía mucho a donde ir. El hombre la tomó de los cabellos y la sometió con rapidez . Ella comenzó a tirar patadas y a tratar de morderlo.

-¡Suéltame, maldita rata!-chilló-¡Como te encuentre mi clan, lo pagarás!

-¡Ojala no sea pronto! ¡Necesito terminar esto! ¡Y ya cállate! -añadió propinándole un rodillazo.

-¡Cerdo asqueroso!-siseó Laonis tratando de recuperar el aliento.

El tipo la colocó boca arriba y con una mano le sujeto ambas muñecas y se sentó encima de ella para inmovilizarla.

-¿Ahora...por donde empiezo?-murmuró. Pasó la navaja por el cuello de Laonis y la fue bajando decidiendo donde incrustarla. Laonis se revolvió frenéticamente y el le volvió a dar otro puñetazo que la hizo ver las estrellas.-¡Cálmate! ¡Necesito concentrarme! ¡No recuerdo las instrucciones que me dio!-gruñó con frustración.-¡Bueno, que más da!

Laonis lanzó un grito aterrador cuando sintió la cuchilla entrar en su cuerpo.

-¡No...!-gimió con voz ahogada.-¡No...!

-¡Calla! Ya pasará.-murmuró el hombre distraídamente.-Dicen que cuando la muerte llega, apenas la sientes.

-¡Y que lo digas!-murmuró una voz a sus espaldas y de un solo tajo, alguien le separó la cabeza del cuerpo .

Laonis observó a Alexander correr hacia ella y como Ron, con la espada ensangrentada, arrojaba de una patada el cuerpo del villano hacia el río.

-¡Laonis!-murmuró Alexander, observando la daga que aún seguía incrustada cerca del corazón de su esposa. Maldijo en voz alta al ver que Laonis perdía la conciencia a ratos .

De inmediato, el y los hombres se movilizaron para trasladarla al castillo. Debían actuar con rapidez. Ella había perdido mucha sangre. Pálidos como la cera, el grupo de hombres llegaron al castillo dónde Dory corrió en busca de la curandera mientras Laonis era instalada en la habitación.

-Señor-dijo Ron-Debemos...-señaló la daga -Retirarla.

Con gran angustia en el rostro, Alexander tomó la daga y de un tirón la sacó del cuerpo de Laonis. Está dio un grito ahogado y abrió los ojos por un momento. La sangre comenzó a salir por borbotones y los hombres se movilizaron. Alexander mantuvo la presión sobre la herida mientras Ron buscaba algún trozo de lino limpio.

Dory volvió con la curandera y durante gran parte de la noche, se movilizaron para curar a Laonis. Está estaba pálida, más de lo habitual. Unos oscuros círculos le rodeaban los ojos y tenía moretones por todo el rostro. Dory limpio la cara de su señora con sumo cuidado , mientras la curandera, de nombre Helga, luchaba mano a mano con Alexander por detener la hemorragia.

La daga había Sido clavada muy cerca del corazón pero no había conseguido dañarlo. Helga temía que hubiera dañado algún otro órgano vital. Después de al fin, detener la hemorragia, se dispuso a coserle la herida. Con ayuda de aguja e hilo y el apoyo de Alexander, cosió la fea herida y después le puso un emplaste para evitar alguna infección.

-Ahora, solo queda esperar.-indicó Helga con voz cansina.

Alexander asintió. Tan pálido como su esposa. Tenía la cara y la camisa manchada en sangre y estaba tan cansado que fue a sentarse pero se quedó dormido de inmediato.

El sol ya salía de nuevo. Se había pasado toda la noche intentando salvar a Laonis. 

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