Nadie Abandona a "Choi Minho"...

By princeMinKey

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Kibum deside irse por que esta cansado de que su marido nunca tenga tiempo para el por ser un adicto al traba... More

Resumen
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10.
Capitulo 11
Capitulo 12
Final

Capitulo 7

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By princeMinKey

—¿Entonces vas a venir a la boda de Onew y Luna conmigo?.

Kibum se volvió hacia Minho antes de entrar en su habitación de hotel Minho estaba muy cerca, pegado a Kibum junto a la puerta, Kibum tenía el rostro aún sonrojadodo por el placer que le había dado en el lago y Minho seguía teniendo su sabor en los labios.

—¿Intentas manipularme?—preguntó Kibum.

Minho hizo una mueca.

—No Kibum— Kibum se mordió el labio inferior,

Minho había estado a punto de ebullición en el lago, recordó había hecho todo lo posible para no hacerle el amor en aquella mesa de picnic el deseo y el sexo hacían una combinación explosiva.

—¿Por qué quieres que vaya?— Minho ladeó la cabeza y habló en tono serio.

—Al margen de lo que haya pasado entre nosotros dos, Onew siempre ha sido tu amigo sé que a él le gustaría que asistieras.

—¿Y tú por qué quieres que vaya?—preguntó Kibum, mirándolo a los ojos.

—Sospechas mucho de mí.
—¿Acaso no estoy en mi derecho?

Después de todo, me estás chantajeando.

—No es chantaje, Kibum hemos hecho un trato y esta noche te he pedido que asistas a la boda de un buen amigo es así de sencillo.

Minho quería tenerlo entre sus brazos esa noche y quería pasar con Kibum el mayor tiempo posible esas dos semanas le sorprendió darse cuenta de lo mucho que Kibum le importaba.

Kibum, al fin, se rindió.

—De acuerdo iré a la fiesta Onew es un buen hombre.

Minho asintió y se alegró de que hubiera cambiado de idea.

—Buenas noches, Kibum— se acercó y posó los labios sobre los de Kibum, disfrutando de su suavidad y frescura.

—Lo he pasado muy bien esta noche—Kibum cerró los ojos un instante.

Recordó cómo había gemido por el orgasmo.

—Minho quizá no deberíamos— Minho se inclinó y lo besó de nuevo, sin dejarle hablar.

—Nos vemos mañana— Kibum lo miró a los ojos y ladeó la cabeza, como si intentara comprender a su esposo— Tras verlo marchar, cerró la puerta de su habitación.

Minho condujo hasta su casa se quitó las ropas de inmediato y se dio una ducha helada el agua fría lo calmó su excitación pero no pudo dejar de visualizar sensuales imágenes de Kibum en el lago, no era fácil sacárselo de la cabeza.

quería hacerle pagar por haberlo abandonado.

Quería seducirlo y hacer que se rindiera a sus encantos de alguna manera, lo estaba consiguiendo pero Kibum siempre había sido listo tenía razón al desconfiar de él, el único problema era que él también tenía que pagar un precio por su plan.

Lo deseaba.

Después de secarse, Minho se acercó al mueble bar y se sirvió dos dedos de bourbon se apoyó en el mostrador de granito negro y levantó el vaso en señal de brindis.

—Por ti, Kibum serás mi esposo sólo unos días más.


Después de su encuentro en el lago con Minho, Kibum se dijo que estaba jugando con fuego y se juró guardar las distancias con su esposo hasta la boda de Onew y Luna era mucho mejor así, se dijo necesitaba mantener la perspectiva y recordar por qué había ido a Seul.

Consiguió ser fiel a su decisión durante doce horas exactamente, hasta que Minho llamó a su puerta a media mañana, con el uniforme del equipo de béisbol de los "Astros" Kibum lo miró atónito, fijándose en su camiseta roja y en la gorra con el
logo oficial del equipo con una amplia sonrisa, sostenía en la mano dos entradas para el partido que iba a haber esa tarde.

Cuando Kibum comprendió lo que Minho se proponía, no pudo rechazar su invitación Kibum era seguidor del equipo de béisbol de Seul desde los días del instituto ir a ver uno de sus partidos le pareció todo un lujo, doblemente exquisito por que iría acompañada de Minho.

Al llegar al estadio, se sentaron detrás de la base del bateador, comiendo un hot-dog y bebiendo un refresco.

—¿Quieres otro?— preguntó Minho, después de tragarse dos hot-dog de un bocado.

—No, pero si me pasas esa bolsa de cacahuetes, seré feliz— Minho sonrió y le puso la bolsa sobre el regazo.

—Aquí tienes, Pequeño— Comieron juntos cacahuetes, abuchearon las
malas jugadas, aplaudieron las buenas y saltaron de sus asientos cuando un jugador de los "Astros" marcó un tanto, Minho se excusó un momento y cuando regresó le entregó a Kibum una gorra roja con una gran estrella en el frente y una camiseta de los Astros.

—¡Gracias!— Kibum se puso la camiseta encima de la camisa y se
acercó para darle un beso en la mejilla.

Minho volvió la cabeza hacia Kibum y recibió el beso en la boca Minho sabía a mostaza, a soda y a sol su beso duró más tiempo del esperado Minho lo tomó entre sus brazos y como dos adolescentes, se dejaron llevar.

—!Vamos, vayanse al dormitorio!—
El grito provino de unas filas más atrás y Minho sonrió al apartar su boca de la de Kibum.

—No es mala idea.
—¡Que!— Kibum se enderezó en su asiento, sonrojándose un segundo se negó a mirar a Minho durante unos minutos, pero lo oyó reír varias veces.

Los Astros ganaron el partido y, con los ánimos exaltados, Kibum y Minho pasearon de la mano por el estadio hasta que la multitud se hubo dispersado.

Kibum se detuvo en el vestíbulo del estadio.

—¿Recuerdas cuando construyeron el estadio?

—Sí el tráfico estuvo colapsado durante meses— Kibum lo miró.

—Pero tú pensabas que era genial que utilizaran K,Union como entrada.

—Lo sigo pensando hace que mucha gente vaya al centro de la ciudad, desde el punto de vista de los negocios, es una gran idea.

—Hablando de negocios, ¿cómo has conseguido no ir a trabajar hoy?—

Cuando vivían juntos Minho habría preferido cualquier otra cosa antes que perder un día de trabajo.

—Esta noche recuperaré el tiempo tengo un buen montón de papeles que revisar.

Kibum no se sorprendió Minho nunca dejaría abandonado su trabajo, ni siquiera por un día en el pasado, había habido veces que Minho no se había acostado hasta las dos, como si el ordenador hubiera sido más excitante que el, Por la mañana Kibum solía levantarse y descubrir que Minho ya se había marchado.

Kibum recordó aquellas noches y aquellos días tan solitarios los recuerdos la perseguían, impidiéndole disfrutar de ese agradable día.

Siguió callado hasta que Minhon lo llevó de regreso al hotel decidió que era mejor no invitarlo a entrar.

—Me he divertido mucho gracias por la invitación— Con voz tensa, Kibum intentó ocultar su estado de ánimo con una pequeña sonrisa.

Minho no pareció percatarse de su cambio de humor.

—Yo también hacía años que no iba a ver un partido.

—¿Porque estabas muy ocupado? Minho sopesó su pregunta, observándolo.

—Ya he aprendido a delegar el trabajo, Kibum—repuso él con tono serio.

—No había ido a ningún partido porque… diablos, ¿es que vas a hacérmelo decir?— Kibum parpadeó, confuso.

—¿Decir qué?—Minho meneó la cabeza y maldijo.

—Porque es lo que solía hacer contigo.

—Ah— replicó Kibum sin estar seguro de comprender.

—Fui unas cuantas veces con mis amigos— admitió Minho entonces le bajó a Kibum la gorra, tapándole los ojos

—Pero no están tan guapos como tú
con la gorra puesta.

Antes de que Kibum pudiera reaccionar, se inclinó y lo besó haciendo que el beso que habían compartido en el estadio se quedara pequeño después de cinco minutos besándose ante la puerta de la habitación, Minho se apartó e intentó recuperar el aliento.

—Es mejor que me vaya te llamaré mañana— Kibum se quedó petrificado en la puerta, sin estar seguro de si se alegraba porque Minho se fuera o si lo enfurecía que una vez más, su trabajo estuviera antes que el, ¿Qué más daba, de todos modos?

Pronto sería el ex de Choi Minho y lo
que Minho hiciera o dejara de hacer no tenía por qué importarle.

Aferrándose a ese pensamiento, se fue a la cama intentando no pensar cuándo volvería Minho a llamar.

Los dos días siguientes, Kibum echaba humo, Minho no lo había llamado.

Kibum sabía que debería alegrarse porque le diera un respiro, pero pensaba que todo aquello era una pérdida de tiempo Minho le había obligado a quedarse en Seul dos
semanas para conseguir su firma, Kibum había cambiado toda su agenda por él había hecho mil llamadas a su escuela de baile para solucionar problemas y tomar decisiones de trabajo desde su
habitación de hotel en vez de estar donde hacía falta.

Se miró al espejo y se tocó el pelo colocándose cada mechón en su sitio con los dedos mientras intentaba decidir si salir a cenar o llamar al servicio de habitaciones estaba demasiado furioso y pensó que lo mejor sería salir a tomar un poco de aire fresco justo cuando iba a agarrar el bolso, sonó el teléfono.

Lo miró un largo rato, debatiéndose
entre responder o no al fin, descolgó el auricular.

—¿Hola?
—Hola, Kibum— Kibum hizo una mueca cuando escuchó a Minho al otro lado de la línea deseó haber seguido su instinto y no haber respondido el teléfono la voz de Minho sonaba extraña y distante, como si estuviera llamando desde una cueva.

—¿Dónde estás?
—En casa ¿Sigues haciendo esa sopa de pollo tan rica?

—¿La receta de mi abuela? Sí, ¿por qué?— preguntó Kibum entonces, lo entendió,Minho no parecía el mismo de hecho, nunca lo había escuchado
tan desanimado Kibum sumó dos y dos—

—¿Estás enfermo?
—eso podría decirse— susurró él.
—¿Muy enfermo?
—Llevo dos días y dos noches en cama me estoy volviendo loco— Kibum se sintió culpable y se avergonzó de haber pensado tan mal de Minho había pensado que él estaba jugando con sus sentimientos al decirle que la llamaría y no hacerlo.

—¿Tienes fiebre?
—Treinta y nueve— Vaya, pensó Kibum, y se enterneció al instante.

—¿Has comido?— Sin duda, un millonario tendría alguien que cocinara para él y que le limpiara la casa, pensó.

—Ayer comí algo no tengo mucho apetito pero me apetece mucho la sopa de tu abuela— Kibum respiró hondo no era la enfermera de Minho, pero seguía siendo su esposo y Minho  no se lo pediría si no lo necesitara de verdad

Recordó que Minho odiaba estar enfermo, que nunca se tomaba un día libre para guardar cama y que era el peor paciente del mundo.

—Tomaré un taxi e iré para allá.
—Te he mandado un coche puedes parar de camino y comprar las cosas que necesitas el chófer llegará en cualquier momento.

Kibum suspiró.

—Minho, ¿cómo sabías que iba a ir?
—No lo sabía— repuso él con un hilo de voz.

Kibum se sintió mal por haberle hablado en tono de reprimenda.

—Pero no había perdido la esperanza –añadió él.

Minho se sintió mejor nada más saber que Kibum iba de camino no sabía qué le había pasado, pues rara vez enfermaba, pero se había sentido muy mal después de haber llevado a Kibum al hotel tras el partido, se había pasado los dos días siguientes en cama, a pesar de que odiaba estar enfermo le había subido la fiebre y se había quedado sin un ápice de energía ese día, se había levantado y había trabajado desde su despacho en casa hasta que no había podido mover ni un músculo.

Había vuelto a acostarse, maldiciendo su suerte y no había podido dejar de pensar en Kibum.

Lo cierto era que, desde que Kibum había vuelto a Seul, había ocupado todos sus pensamientos, reconoció para sus adentros que su plan de venganza estaba funcionando a la perfección quizá demasiado bien,

porque se había pasado los dos últimos días soñando con Kibum y recordando su expresión cada vez que habían llegado al orgasmo juntos en el pasado.

Esperar a tener una sola noche de sexo estaba siendo muy difícil para él, pero estaba disfrutando de cada minuto de la tortuosa espera.

Esa noche, Minho pensaba hacer una tregua no podía aprovecharse de Kibum cuando el se había mostrado tan dispuesto a ayudarlo sin embargo, no se sentía culpable por la pequeña mentira que le había dicho para convencerlo de que fuera a verlo.

Había dejado de tener fiebre antes de llamarlo y se sentía mejor que hacía dos días pero no le había mentido respecto a la sopa deseaba ver a Kibum en su cocina, preparándole la sopa de pollo de su abuela era la mejor manera de hacer que fuera a su casa, pues no pensaba que Kibum hubiera aceptado de otra manera

—¿Pero por qué diablos se imaginaba a Kibum en una escena doméstica en la cocina de su casa en vez de entre las sábanas de seda de su cama? Era un misterio para él.

Minho se dio una ducha, esperando deshacerse del todo de la fiebre y recuperar un poco el color.

Se enjabonó y el chorro de agua le hizo sentir mejor se lavó el pelo, pues llevaba dos días sin hacerlo y después de cerrar el grifo, se puso una toalla a la cintura y salió de la ducha, cansado.

Llevaba dos días sin hacer ninguna actividad física se miró al espejo y soltó un grito.

—Tienes muy mal aspecto, Choi–se dijo, mirando a su reflejo—  estás hecho un asco

La barba ocultaba un poco su mal aspecto, así que decidió no afeitarse.

Después de ponerse los calzoncillos y unos vaqueros cómodos, se puso una
camisa negra pero no se sintió con fuerzas para abotonársela cuando sonó el timbre de la puerta, caminó hasta ella con las piernas todavía débiles.

Abrió la puerta y se encontró con Kibum que sostenía una bolsa con verduras.

—Hola, Minho—De inmediato, Kibum posó la mirada en el pecho desnudo de Minho, que se veía por la camisa abierta a Minho se le aceleró el corazón al percibir deseo en su mirada el fuego del deseo lo incendió con más fuerza que la fiebre.

Entonces, Kibum parpadeó y levantó la vista a su cara pronto haría que lo mirara con deseo de nuevo, se dijo él.

Pero, por el momento, lo único que podía hacer era ofrecerse a llevarle la bolsa de verduras.

—Eres mi salvación me alegro de que hayas venido, Kibum.

—Yo… bueno sí te haré la sopa y te dejaré descansar deberías estar acostado.

—He estado en cama es aburrido y solitario.

Kibum arqueó las cejas.

—Me las apañaré solo para hacer la sopa dime dónde está la cocina.

Minho le posó la mano en la delicada curva de su espalda y se preguntó qué habría hecho Kibum ese día, vestido con esa camisa sin mangas ¿Habría él interrumpido sus planes para la noche?

—Vamos te enseñaré dónde está—
Kibum miró a su alrededor mientras iban a la cocina a Minho le gustaba su casa, que había decorado él mismo, pero imaginó que a Kibum no le gustaría demasiados ángulos, demasiado granito negro para el gusto de Kibum no había nada colorido en aquel piso.

Es un sitio bonito—comentó Kibum con cortesía— y es muy grande, ¿Cuántas habitaciones tiene?

—Siete—respondió Minho y se encogió de hombros.

Es mi hogar cuando llegaron a la cocina, Minho dejó la bolsa sobre el mostrador de granito Kibum miró hacia los utensilios de cocina de acero inoxidable, inmaculados, y asintió.

—O no cocinas mucho o tienes una empleada de hogar que limpia a la perfección.

Minho sonrió y le dolió la cara al hacerlo llevaba dos días sin sonreír.

—Ambas cosas sé que la cocina parece estéril es por que suelo comer fuera o traigo comida preparada ya
sabes que no soy buen cocinero.

—Sí, lo recuerdo los huevos cocidos son tu especialidad— observó Kibum y sonrió— pensé que igual habías aprendido— Minho se sentó en una de las banquetas que había frente a la isla de la cocina y se quedó contemplando a Kibum.

—Algunas cosas han cambiado, pero no mis habilidades culinarias sigo siendo un desastre en la cocina, pero hay otras cosas que sí se me dan bien.

Kibum parpadeó, sonrojándose un poco, y se frotó las manos en los pantalones.

—De acuerdo, me pondré manos a la obra— Kibum sacó las verduras de la bolsa y empezó a preparar las cosas, abriendo y cerrando cajones de
la cocina hasta reunir todos los utensilios que necesitaba.

—¿Vas a quedarte ahí mirándome?—
Minho asintió.

—A menos que necesites mi ayuda— esperaba que no la necesitara, se dijo Minho se había sentado porque aún notaba las piernas muy débiles se había sentido mejor después de la ducha pero, a medida que pasaba el tiempo, las fuerzas comenzaban a fallarle de nuevo.

—No, éste es un trabajo que puedo hacer yo solo— afirmó Kibum y sonrió antes de ponerse a hacer la sopa.

— Tú mira y aprende— Kibum lavó las zanahorias y patatas que había cortado en pequeños pedazos y las metió en una gran olla los trozos de pollo estaban ya cociendo y había utilizado las especias con precaución.

Normalmente, especiaba la sopa para darle un sabor fuerte, pero tendría que hacerla más suave para que
no le sentara mal a Minho.

Minho lo observaba con interés, dándole conversación, preguntándole sobre la receta, sin perder detalle de lo que Kibum hacía pero cada vez que Kibum lo miraba, le parecía como si estuviera a punto de caerse de la silla,   él hablaba en voz muy baja y sólo su naturaleza obstinada lo mantenía en la cocina en vez de en la cama, donde debería estar, pensó Kibum.

—Estás agotado, cariño— dijo Kibum con suavidad—la sopa necesita una hora de cocción vete a la cama te iré a buscar cuando esté todo listo.

Minho apretó los labios y lo miró fingiendo irritación Kibum sabía que el infierno se congelaría antes de que Minho admitiera la derrota, pero que le agradecía poder retirarse.

—Sólo porque me has llamado cariño –dijo Minho.

—Era una estrategia premeditada— bromeó el.

y se secó las manos en un paño de cocina se acercó a Minho— ¿Puedes ir solo a la cama?

Minho bajó la mirada.

—Claro pero sería más divertido si me ayudaras— Kibum no pudo estar seguro de si lo decía en broma lo cierto era que Minho parecía débil y se estaba quedando cada vez más pálido temió que él estuviera sobreestimando sus fuerzas.

—De acuerdo, te ayudo— Minho se puso en pie y pasó un brazo por encima del hombro de Kibum para apoyarse siguiendo sus instrucciones, Kibum lo condujo hasta la habitación que había en la otra punta del pasillo.

Unas puertas dobles daban a un enorme dormitorio había una chimenea de piedra frente a la cama, que era gigante una televisión de pantalla plana extra grande cubría una pared y unas puertas francesas daban a un balcón con impresionantes vistas de Seul.

Kibum se contuvo para no comentar nada era obvio que Minho había progresado mucho en los negocios todo lo que tenía denotaba una gran riqueza había conseguido sus objetivos, había logrado el éxito en parte, Kibum tuvo deseos de llorar,
por lo que Minho había sacrificado sin darse cuenta.

Por el amor que había dejado atrás para conseguir el éxito y por haber roto su juramento.

Hubo un momento de desagradable silencio cuando llegaron a la cama de Minho, bellamente tallada ¿Sería ése el lugar donde sellarían su acuerdo
de divorcio la semana siguiente?, no pudo evitar preguntarse Kibum.

el suspiró y se apartó de Minho—Aquí estás—dijo Kibum— es mejor que vaya a vigilar la sopa descansa un poco, ¿de acuerdo?

Minho se quitó la camisa y la dejó caer despacio  se quedó de pie junto a la cama con vaqueros y descalzo, con el pelo revuelto y una barba incipiente que le hacía muy sexy.

«Santo cielo», pensó Kibum, y se quedó sin respiración su marido era imponente, musculoso y atractivo a pesar de estar tan débil.

kibum meneó la cabeza y salió de la habitación recordó cómo Minho le había abierto la puerta de su casa, con gotas aún cayéndole por el vello del pecho Kibum había tenido deseos de lamerle cada una de esas gotas y de ponerle las manos encima para acariciarlo una y otra vez.

—Quítate esos pensamientos de la cabeza, Kibum— susurró mientras volvía a entrar en la cocina— y no te atrevas a enamorarte de Choi Minho de nuevo.

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