¿Cómo Te Lo Digo Querida Jo?

By AnthonyTesla

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Harriet tiene un gran secreto: le gusta su mejor amiga, Josephine. Ella, no obstante, no le corresponde, y ya... More

Historia De Dos Escuelas
Capítulo 1: Mal Venidos Todos
Capítulo 3: Apuéstame Un Sentimiento
Capítulo 4: The Lemonade Club
Capítulo 5: Rata Madrina
Capítulo 6: Pretty Little Liar
Capítulo 7: Dancing Queens
Capítulo 8: Lo Privado Y Lo Público
Capítulo 9: Cuerda Floja
Capítulo 10: Adaptación Literal
Capítulo 11: Dar Y Recibir
Capítulo 12: Oppa Hopewell Style
Capítulo 13: Le Gusto Al Idiota
Capítulo 14: Memoria de Mis Putas Tristezas
Capítulo 15: Sola Otra Vez (Académicamente)
Capítulo 16: La Pizzería de las Vanidades
Capítulo 17: A Todos Los Chicos A Los Que Jamás Amé
Capítulo 18: Próxima Estación Desesperanza
Capítulo 19 : Mal Venida a la Jungla
Capítulo 20: Shalom, Farewell, Auf Wiedersehen, Salam
Capítulo 21: Amiga de una Amiga
Capítulo 22: Toronto Godmothers
Capítulo 23: Noche Sin Paz, Noche de Horror
Capítulo 24: La Chica de Stepford
Capítulo 25: Harry no es Nombre de Chica
Capítulo 26: Un Viernes de Locas
Capítulo 27: Nadie Ama Una Perra, ¿Por Qué Yo Sí?
Capítulo 28: Smells Like Mean Spirit
Capítulo 29: La Rebelión de los Relojes Rotos
Capítulo 30: La Culpa No Era Mía
Capítulo 31: No Le Digas A Tu Madre...
Capítulo 32: El Beneficio de la Bruta
Capítulo 33: Sin Aliento
Capítulo 34: El Amor Encuentra Una Manera
Nos Vemos Cuando Acabe el Verano

Capítulo 2: Jo's Bizarre Adventure

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By AnthonyTesla

Harry odiaba ver a su amiga hecha añicos; llorando como una viuda de la guerra, sin consuelo y sin un fin aparente y en vista a los ríos de lágrimas que parecían estar brotando de aquellos ojos celestes. Y lo odiaba porque lo que a Jo le dolía, en última instancia le dolía a ella también: su sufrimiento, su pesar, todo era compartido.

—¡No puedo creerlo! —escuchó entre chillidos incoherentes de parte de Jo —. ¡Simplemente no lo acabo de concebir!

—Creo que eso dijo mi abuela cuando daba luz a mi tío que creyó haber abortado.

Pero a pesar de todo, Harry estaba dispuesta a estar ahí, a su lado, apoyando y extendiendo su mano así como ofreciendo un hombro para que pudiera desahogar su tristeza: su voluntad era inquebrantable para darle auxilio y socorro en las malas y en las peores.

Lo que no estaba dispuesta era a ofrecer tal ayuda por nada en absoluto. 

—¡Dijo que sí! —berreó con el moco escurriendo a todo lo que podía—. ¡Es increíble!

—Sí, esto pasará a la historia como uno de los grandes milagros de nuestros tiempos: la llegada del hombre a la Luna, el Internet, el que una novata saldrá con uno de los chicos más populares de todo el colegio.

—¡Lo sé! —exclamó de felicidad Jo, incapaz de entender el sarcasmo de Harry, o indispuesta a dejar que lloviera en su desfile.

No le deseaba mal, pero casi quería que Jeremy le hubiera dicho que no: quizá hasta hubiera tomado mejor el rechazo, pues es posible que eso era lo que pensara iba a ser lo más probable. Por el bien de la rubia, esperaba que no se fuera a sacar la lotería o algo así porque dejaría de ser una persona, y en su lugar sería una entidad 99% de agua salada y 1% de gemidos de incredulidad.

—¿Todo bien? —la madre de Jo dijo dando un paso dentro de la habitación, alarmada por los sollozos que se escuchaban desde el interior de esa puerta.

—Fue un primer día muy duro en el colegio, señora Hoult —Harry respondió, sabiendo bien que incluso si su amiga lo hacía, no pensaba que la fuera a entender—. El más guapo de Hopewell le dijo que "sí" a una invitación al primer baile del año, ¡oh, qué vida tan difícil!

—¡Oh, conozco esas lágrimas! —la madre se soltó un poco más—. ¡Así es ella! ¡Deberías verla cuándo tenía cinco años! ¡Le regalamos una pista de Hot Wheels para Navidad con la que tanto había estado jodiendo desde mayo! ¡Cuándo la tuvo lloró como por cua...!

—¡Creo que Harry ya entendió bien el punto! —Josephine respondió de súbito, con una voz tan clara como la de anunciante radial y una coherencia como la de catedrático de Harvard—. ¡Adiós mamá!

—Yo solía decía que...

—¡Adiós mamá!

La señora suspiró.

—Adiós es para las despedidas; se dice "hasta luego", ¿entendido?

—Entendido.

La madre echó un vistazo más, y al siguiente segundo salió del cuarto.

—¿Pediste una pista de Hot Wheels para Navidad cuándo tenías cinco años?

—B-bueno, y-yo no soy tan girly t-todo el tiempo Harry —la rubia respondió, dejando de lado un fleco rebelde de su cabellera —. Y mis primos estaban cansados de que les robara sus carritos.

Harry sonrió.

—Cuándo tenía seis quería una muñeca de Alondra Manitoba —compartió.

—¿Alondra Manitoba? —agitó Jo su rostro—. ¿La... del show de la cantante pop de la peluca que nadie reconocía? ¿¡Te gustaba ese programa!?

—Estaba de moda —contestó Harry con un renovado sentido de vergüenza, esperando comprensión.

No la encontró, no de todo.

—¡Hasta yo creía que era insulso! —exclamó Jo, apenas pudiendo mantener controlados sus deseos de romper en carcajadas—. ¡Harry, te pasaste de veras!

—¡Bueno ya! ¡No estoy siendo juzgada!

—Cierto; eso fue el mes pasado.

—¡Y salí inocente!

—Se declaró un mal juicio: no es lo mismo.

—¡Lo es para mí!

En realidad, aunque fue una sorpresa, Harry no podía decir que esta había emergido de ningún lado; Josephine era una chica muy hermosa, así que por lo menos en la cuestión de apariencia, pasaba el primer artículo del listado en cuanto a cuestiones de popularidad: si jugaba bien sus cartas, podía de hecho tener un gran año, y terminar como una de las reinas de toda la escuela.

Pero el impulso de "pensar mal y acertar" era muy fuerte en su ser.

Hacerla sentir menos estaba lejos de ser una meta para Harry, y no se lo iba a cuestionar frente a frente, pero el pescado de pudre de la cabeza para abajo, y ella presentía que el olor era fuerte.

Al día siguiente, a ambas les tocaron clases diferentes para una de las horas: Harry estaría en el período justo previo al almuerzo con la profesora Ashokan en la clase de química, mientras que Jo se encontraría en la materia de lengua extranjera.

Estaban las dos acostumbradas a pasar casi todo el tiempo juntas; ambas son nuevas en la preparatoria, y en caso de la rubia, recién llegadas a la ciudad. Y Toronto siendo la urbe tan aterradoramente grande como puede llegar a ser, se sentía cierta ansiedad el tener que separarse, aunque fuese por unas clases a la semana.

—Haremos parejas —indicó la profesora—. Les dejaré elegir a su compañero esta vez, así que no traicionen mi confianza.

Y los estudiantes procedieron a buscar a amigos, compañeros de clubes, conocidos, simpatizantes o partidarios.

El predicamento de Harry es que no contaba con nadie en tales categorías en ese salón.

—Odio ser la que dice "profe, no tengo equipo" —se dijo cabizbaja—. Pero... tendrá que ser...

Su mano se alistó para levantarse, pero alguien más se le adelantó.

—¿Sí señorita... Aquino, verdad? —la maestra mencionó el nombre de su estudiante, tras confirmar con la lista sobre su escritorio.

—S-sí... em...

Aquella chica morena, de lentes y cabello liso parecía tambalearse; quizá otros no lo notaban, pero Harry podía olfatear el miedo, y de ella emanaba mucho como el de una prostituta en un confesionario.

—¿Disculpe? Creo que no la escuché.

Los labios de aquella chica parecían moverse con lentitud, pero ningún sonido emanaba de su boca. En un comienzo hicieron silencio, pero conforme más pasaba el tiempo y ella era incapaz de pronunciar siquiera una palabra, algunas risas ahogadas y discretas empezaron a escucharse.

—Por favor, un poco de respeto para su compañera —indicó la profesora.

—Y-yo... yo n-no...

Antes que la discreción desapareciera, la mano de Harry retomó su trayecto a la alza.

—¿Sí, señorita?

—Profesora, yo no tengo compañera de equipo.

—¿No? —asintió la maestra—. Comprendo. Me parece que la señorita Aquino tampoco, así que puede unirse a ella por favor.

Harry tomó su mochila y se posó a un costado de aquella alumna de lentes y postura timorata.

—Harriet Milovic, por cierto —se presentó extendiendo su mano—. ¿Aquino es tu apellido, no? ¿Eres latina?

—Eh... y-yo... em... —la morena estrechó la mano de Harry con timidez; solo entonces ahí se percató cuándo nerviosa se encontraba Dalia—... soy filipina... b-bueno, m-mis padres. Yo nací en el país.

—Los míos también —murmuró Harry—. O eso me dicen, pero nunca he visto sus actas de nacimiento... y ahora que lo pienso, creo que yo tampoco he visto la mía... espero que la migra nunca se entere.

Dalia sonrió.

—Muy bien, comencemos con la primera lección —la profesora señaló—. Habrán sus libros en el primer capítulo por favor...

Conforme avanzaba la clase, algo quedó muy claro: Dalia no lo demostraba de manera vocal, pero cualquiera que se sentara a su lado notaría que es una chica bastante lista.

—...los lantánidos son: lantano... cerio —Harry leyó en voz baja—...pras... prase... praseo...

—Praseodimio —completó Dalia.

—¿Cómo puedes pronunciar esto?

—M-me gusta leer.

—A mí también, pero eso no me facilita pronunciar... digamos... gado... g-gado...

—Gadolinio.

—¿Apenas y puedes hacer que tu voz se escuche para todo excepto para corregir? Debes ser popular en las fiestas.

—Oh... lo siento mucho s-si te ofendí... y-yo...

—¡No, no, lo siento yo! —Harry dio una vuelta en U ante tal comentario—. ¡Perdón!

—¿Señorita Milovic? —la profesora le llamó la atención—. ¿Sucede algo?

—Oh, p-pues yo...

—Necesita poner atención a la lectura por favor; sé que apenas es el día dos, pero las clases se están evaluando desde ya, ¿de acuerdo?

—S-sí señorita Ashokan.

Harry bajó su voz; no le molestaba cuestionar o confrontar a los profesores la mayoría del tiempo, pero a lado de Dalia sintió que debía moverse cuál si manejara cristales endebles.

—Me estresa un poco estar por mí cuenta —le indicó a la morena—. Perdón si te hago sentir incómoda.

—Oh... s-sí, n-no te preocupes: soy la última autoridad para criticar a alguien respecto a sus habilidades sociales.

Harry concordó con el movimiento de su cabeza, y posó sus ojos en la lectura. O eso intentó hasta que Dalia tocó un tema diferente.

—G-gracias, por cierto.

—¿Gracias?

—P-por... por no dejarme ser... la que diga...

—Oh, ya, ya —Harry ladeó su rostro—. Técnicamente lo que dije es cierto: no tenía compañera, y estoy segura que contigo pasaré esta materia... siempre y cuando me dejes copiar.

—Jeje... b-buena broma.

—Sí... broma —replicó Harry mordiendo su labio inferior.

No estaba lista para arruinar su imagen ante ella; merecía por unos momentos más suponer que se trataba de una persona decente y trabajadora.

Al terminar la clase, Harry aprovechó para hacerla lucir no tan sola, y de paso, hacerse sentir no tan sola.

—¿Invitarás a alguien para el Sadie Hawkins? —le preguntó a la morena mientras recorrían el pasillo hacía el comedor.

—¿Oh, lo del baile?

—Nos toca a nosotras ahora, supongo. Sé que el punto es promover la iniciativa femenina, y de algún modo sigo sintiendo que es sexista.

—¿Tienes en mente a alguien?

—Mi amiga Jo.

—¡Oh! ¿Eres...?

—¡N-no! ¡No, perdón, se me salió! —Harry se ruborizó al ser consciente de la respuesta dada—. Quiero decir que pienso en mi amiga, pero no me refiero a que pienso en ella para invitar al baile...

—¿Es Josephine Hoult, no es así? ¿Una rubia de pelo largo?

—...en lo personal soy más de fumar la hierba que le robó a mi primo y no es que no sea Jo atractiva, y quizá medio fantaseo con... espera, ¿conoces a Jo?

Dalia buscó en su celular; en algunos grupos de la escuela, se hablaba de aquella novata que saldrá con uno de los chicos más queridos y populares de Hopewell High. Hasta algunos comentaban nombres para esta potencia power couple. ¿Joremy? ¿Jerephine? ¿O solo un discreto y clásico J & J bastaba?

El caso es que parecía ser una noticia grande.

—Esta puta escuela necesita buscarse mejores pasatiempos —Harry dijo con sus ojos enfocados en esas publicaciones —. O chismes. O descubrir la hierba. ¡Algo que los mantenga ocupados!

—¿No es Hopewell responsable por el 30% de la distribución de marihuana en la ciudad?

—Pues le hace falta llegar a un 40%... o no sé: entrarle más a la masturbación.

Dalia se sonrojó, pero halló valor para dejar ir la crudeza de los comentarios de Harry y hacerse escuchar.

—¿P-puedo hacer una pregunta?

—¿Hacer una pregunta? —Harry imitó el tono de Dalia—. Cuatro-ojos, la clase terminó ya: sólo hazla y punto.

—¿Jo es tu amiga, n-no es así? —Dalia retiró su celular.

—Desde que me juró que no le contaría a nadie dónde guardo mis explosivos.

—¿No deberías entonces... estar feliz por ella?

—¡Oh, veo que de verdad no has tenido muchas amigas, querida Dal!

—Es D-Dalia... y...

—¡Algo se siente mal en todo esto! ¿No lo crees?

—P-pues yo no la conozco... para el caso, no te conozco t-tanto como para...

—¡Jo es hermosa! ¡Es verdad! ¡Y dulce! ¡Y gentil! ¡Con todo y con que tenga el peor gusto de películas del mundo!

—B-bueno, yo no apostaría a que fuera algo malo... es solo que...

—Espera, espera un momento —Harry le señaló con su índice casi haciendo contacto con la nariz—. ¿Qué fue eso que dijiste?

—¿Algo malo?

—Antes de eso.

— ¿Fuera algo?

—Antes de eso?

—B-bueno, yo...

—¡Después de eso! ¡Pon atención, carajo!

—¡Apostaría! —Dalia gritó con miedo.

—¡Eso es! ¡Apostar! ¡De verdad eres una puta genia!

—Creo que es la primera vez que he escuchado esa combinación de palabras.

—Oh, no sabes lo que mi tía Svetlana tuvo que hacer para pagarse la universidad... pero, el caso es que quizá me diste una buena idea Dal.

—¿Lo hice?

No: le dio una idea en efecto, pero no era buena.

—Y santo cielo... Jerephine suena a algo que te inyectas para tratar el herpes genital —se alejó de Dalia pensando, en búsqueda de la rubia para reunirse en el comedor.


N/A: So, capítulo número dos, gracias queridas y queridus por leer, así como sus votos, comentarios, o con el sólo hecho de privilegiarme con su atención.

La pregunta de la semana es... ¿les pasó eso de "profe no tengo equipo"? 

A mí no... que quiera recordar.

Shalom camaradas.

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