A través de ti (En físico y e...

By Maggmon

13.5M 103K 15.6K

© Todos los derechos reservados. Está totalmente prohibida la adaptación o copia de la novela. Obra registra... More

¡Adelanto!
Ultimo adelanto!
¡PRÓXIMAMENTE EN PAPEL!
¡DISPONIBLE EN FÍSICO!
PRÓLOGO (editado)
Capítulo uno (editado)
Capítulo dos (editado)
Capítulo tres (editado)
Capítulo cuatro (editado)
Capítulo cinco (editado)
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Epílogo
AVISO IMPORTANTE
¡LA VUELTA A WATTPAD!
¡VUELVEN HUNTER Y CHLOE!

Capítulo 23

13.4K 1.3K 144
By Maggmon

Chloe

No sé cómo será para el resto de las personas, pero para mí, llegar hasta el punto de la costumbre, me resulta muy triste.

Después de todos los momentos vividos, de cada risa, sonrisa. De cada momento en donde nuestros cuerpos se unían. Después de cada plan para el futuro, de cada te amo mirando a los ojos del otro... llegar a sentir que la costumbre nos abraza y no el amor, es triste.

He vivido cosas muy hermosas con Iván, hasta el momento en que nos descuidamos. Pasamos de sentir un total amor sincero, a solo sentir la costumbre de que el otro está en nuestras vidas.

¿Dónde quedó el amor?

Cuando el amor se pierde en el camino, y sabes que no puedes volver por él, no queda otra que retirarse. Porque obligarte a buscarlo, sin tener un buen motivo entre manos, te termina lastimando. O terminas lastimando mucho al otro.

Con Iván comprendimos que no teníamos motivos para buscarlo, porque las personas que somos hoy, no son las mismas de ayer. No son esas personas que se decían te amo con naturalidad, y sonriendo.

Más allá de haber tenido una ruptura sana, eso no significa que no duela. Porque después de todo lo vivido, realmente no esperaba un final así. Más con tantos planes para el futuro que quedaron en la nada.

Pero a veces, las cosas no salen como uno las espera. Se presentan momentos que te sacuden por completo, y simplemente, no sabes cómo manejar cada emoción que sientes.

Una parte de mí se siente aliviada, sabiendo que lo dejé ir de una manera sana, ambos estando de acuerdo, y deseándonos lo mejor. Pero otra parte de mi persona, se siente triste.

Pero supongo que va a pasar, como todo. Porque, así como el clima cambia continuamente, nuestras emociones igual. Ya me voy a sentir mejor.

Quitando a Marie y a mi padre, la persona que más estuvo presente para mí, fue Hunter.

Fue muy bueno conmigo cuando estuve en el departamento. Y, a decir verdad, no quería irme.

Bajé el ascensor con ganas de volver a subir. Con muchas ganas de sentarme a su lado a disfrutar de una buena película, música, o simplemente de su compañía.

Cuando me abrazó... me sentí muy diferente. Sentí que sus brazos eran la cura para mi malestar. De hecho, cuando me separé de él, lo eché de menos.

Estaba al lado mío y aun así lo echaba de menos. Raro. No es justo. No puedo sentir esto tras haber roto con Iván.

Desde esa noche, Hunter me llama todos los días para preguntarme cómo estoy. Me aconseja, me hace reír, sonrío y se despide de mí para dejarme con un sabor tan dulce como agradable.

Y así me encuentro, una vez más dando vueltas en mi cama. Pensando en mi ruptura con Iván, pensando en cómo me sentí, y cómo me siento cuando de Hunter se trata.

—Es normal que te sientas mal —me dice Marie, mientras almorzamos antes de entrar a la biblioteca—. Pero tampoco te castigues tanto —suspiro y pruebo por fin mi menú—. ¿Has vuelto a hablar con él?

—Sí, hemos hablado. Aunque de una manera rara. Es decir, hablamos bien, pero... los raros éramos nosotros.

—Chloe...

—Sí. ya sé. Hace bastante estábamos siendo raros.

—¿Cómo lo notaste de ánimos?

Me detengo a observar cómo un padre le enseña a contar a su hijo pequeño. Sonríe orgulloso de su aprendizaje, y el niño está igual de feliz.

—Bien. Aunque, creo que está bien de una manera rara, como lo estoy yo. Pero lo he notado tranquilo. Incluso, las cosas en el trabajo le están saliendo como lo espera, y eso lo mantiene con la mente en otro lado, lo distrae. Eso es bueno, solo quiero lo mejor para él. Él también me desea lo mejor, y fue sincero al decirlo.

—Fue un adiós sano, no siempre pasa. Tienen que pasar meses para que una pareja se despida de manera sana, sin insultos, sin gritos. Y muchas veces, no pasa —asiento. Agradezco que no haya pasado nada de eso, y que nos hayamos despedido con un fuerte abrazo. Probablemente sigamos en contacto, más aún cuando entablé una fuerte amistad con Sam y Nathalie—. A Iván lo ayuda el trabajo... —Marie sostiene el vaso como si fuera un investigador profesional—. Entonces, ¿qué te ayuda a ti?

—¿De qué hablas?

—No te hagas la tonta, ¿qué te hace bien a ti?

—Almorzar con mi mejor amiga.

Sonríe.

—Bueno, gracias. Pero no me refiero a eso.

Pienso y dejo el tenedor sobre mi plato a medio terminar.

—Ver bien a mi papá.

—Chloe.

—¿La repostería? He estado cocinando mucho, tienes que probar la nueva receta de muffins.

—Me estás obligando a nombrarlo.

—¿El trabajo?

—¡Hunter, maldita sea! —golpea la mesa con su mano abierta y, por supuesto, captamos la atención de los presentes.

—Ah, él.

Sabía que su pregunta iba encaminada a Hunter, pero quise evitarla. Pero claro, olvidé que mi mejor amiga es Marie. La persona que no dejará de molestarte hasta salirse con la suya.

—Conmigo no te hagas la superada —me río—. Quiero que me hables de él.

—¿Qué quieres saber?

—Que me cuentes sobre la noche en el departamento, por ejemplo.

—¿Cómo es que sabes que estuve ahí?

—Me contó Paul —sonrío y elevo una de mis cejas—. No pongas esa cara porque estamos hablando de ti, ¿me tengo que enterar por Paul lo que se supone que mi mejor amiga tuvo que haberme contado?

—Hey, tranquila. Hunter solo quiso que me desconectara de todo, un lindo detalle la verdad —sonrío al recordar—. Desde ese momento, me llama casi todos los días para preguntarme cómo estoy.

—¿Eso te molesta?

—Para nada.

—Entonces, quiero escucharte.

Y lo hago. Le hablo de Hunter. De nuestro momento en el departamento, de nuestras conversaciones cada noche.

Durante el tiempo que tardé en contarle todo, y en responder a las preguntas de Marie, no he dejado de sonreír. Hablar de Hunter me hizo sentir bien.

Contar en voz alta todo lo que vengo compartiendo con él, parece darle más vida.

El hueco que siento en mi interior, tras la ruptura, parece desaparecer cuando los recuerdos con Hunter me invaden.

—No has dejado de sonreír —dice Marie cuando dejo de hablar—. Ese chico te hace bien, y no me lo puedes negar.

—No iba a hacerlo.

—Vaya...

Juego con la cereza que está encima del helado que pedimos como postre.

—Me hace reír mucho cuando me llama, pasamos de hablar seriamente a las risas. Hasta cuando veo su nombre en la pantalla sonrío.

Marie se parte de la risa frente a mí.

—Cuando una persona le sonríe a la pantalla del celular, ya está perdida.

—Eso he escuchado.

—¿Entonces?

Suspiro y me encojo de hombros.

—Ya te dije que puede ser que me guste.

—Ese día me dijiste eso, que puede ser, y hasta agregaste que no es nada. ¿Qué me dices ahora?

—Odio cuando te pones así.

—No es cierto, me amas.

Me vuelvo a encoger de hombros, y tras comer un bocado de helado de chocolate, me animo a responder.

—Bueno, sí, Hunter me gusta, ¿eso estabas buscando? —la muy maldita sonríe—. Me gusta, y pasó de ser nada a ser todo, porque ahora le sonrío a la pantalla del celular.

—Nunca fue nada, siempre fue todo.

Bajo mi mirada al helado, porque creo que admitir que tiene razón, no me hará sentir muy bien respecto a todo.

—Por favor, dime que no te sientes mal por Iván —no contesto—. ¡Chloe!

—No puede gustarme Hunter.

—Claro que puede, te está gustando. El chico hizo muchas cosas para captar tu atención, y aquí estás. Te veo bien cuando hablas de él, y no quiero que te des la cabeza contra la pared por esto. No eres la primera persona en el mundo que le pasa esto tras haber terminado con su pareja, muchas veces hasta ese es el motivo de la ruptura.

Vuelvo a bajar la mirada, y analizo sus palabras.

Marie tiene razón. Me estoy dando la cabeza contra la pared, cuando no tengo por qué hacerlo. Ahora la pregunta es, ¿cómo hago?

—Y créeme, a Hunter le gustas también.

—¿Qué? —me río negando con la cabeza.

—No me digas que no te diste cuenta. Es muy obvio el pobre, las veces que se sonrojó en tu presencia.

Tal imagen me hace sonreír.

—¿Qué hago, Marie?

—Ahora date un respiro, pero luego, tienes que hablar con Hunter. Por favor, no lo dejes ir. Me gusta para ti, y te hace bien.

—Pero... ¿Iván?

—Se quedó en el capítulo anterior, y mientras lo sigas leyendo, no vas a avanzar en la historia.

En eso tiene mucha razón. Son muchas las veces que nos quedamos leyendo el mismo capítulo por miedo a dar vuelta a la página.

Pero ahora estoy pensando mucho. Demasiado para mi gusto. Necesito un respiro, un tiempo para mí, y así, finalmente, dar vuelta a la página.

Y si me animo, si le digo a Hunter lo que siento, ¿estaríamos los dos en la misma parte de la historia?

A veces desconectarse de todo, y de todos, nos ayuda bastante. Colocarse en modo avión como lo hacemos con el celular, y simplemente enfocarse en uno mismo.

Marie se cruzó con Paul, y le comentó sobre mis días de descanso. Seguramente la información llegó a los oídos de Hunter, y se evitó así pensar cosas que no son.

Me enfoqué en mis estudios, adelanté clases, y me puse al día con las materias que había dejado de lado por motivos que ahora desconozco.

También me dediqué mucho al trabajo, a mi hogar, a hornear pasteles. Creo que esto último pasó a ser una terapia. Incluso, llegué a hacerle regalos a los vecinos que más les tengo cariño, ¡pasteles, muffins y galletas para todos!

Me encuentro en mi habitación, y la música de The Beatles rodea cada rincón. Mientras limpio y ordeno, tarareo las canciones y muchas veces imito a los miembros de la banda.

Al terminar, me siento algo exhausta, así que me recuesto en la cama y cojo la notebook. Lo primero que se me aparece en la pantalla, es una carpeta de imágenes. Pero no cualquier carpeta.

Contiene las fotos que saqué en la feria. Había olvidado que conecté la cámara digital para pasar todas las fotos, y las últimas, son de ese día.

Las fotos son tan lindas como divertidas, y en la mayoría de ellas, Riley es el protagonista. De hecho, es muy fotogénico.

Me detengo en dos en particular, dos que no había visto... hasta ahora. Dos fotos en donde solo estamos Hunter y yo.

En una, estamos sentados uno al lado del otro mientras comemos patatas fritas. No sé qué me resultó tan gracioso, pero Riley captó justo el momento en donde largué una carcajada y Hunter sonrió. La foto me hace sonreír, el pequeño Orwell captó un lindo momento.

En la otra fotografía, Hunter mira hacia abajo y sonríe, mientras que yo sí miro a la cámara y sonrío. Me había olvidado de esta foto, fue en el momento en donde Riley nos dijo «sonrían». Recuerdo que Hunter se había sonrojado.

Esta foto llama más mi atención, porque me gusta la persona que veo ahí. Y no hablo de Hunter, sino que hablo de mí misma. Me gusta la sonrisa que llevo, y la manera en que lucen mis ojos.

Le presto más atención a la fotografía, y observé un detalle que había pasado por alto. Hunter y yo estamos tomados de la mano.

Observo la manera en que lucen entrelazadas, como si estuviera viendo algo muy importante para analizar y exponer al mundo.

Me gusta cómo se ven juntas. Me gusta la sonrisa que llevo. Me gusta cómo me veo al lado de Hunter.

Me gusta Hunter.

Cierro la notebook, y también mis ojos. Pero la imagen no desapareció, sigue presente en mi mente. Incluso, creo que hasta estoy sintiendo su mano entrelazada a la mía, como en la foto. Como si estuviera a mi lado.

Tengo algo muy importante para analizar, y también tengo que exponerlo al mundo. A un mundo que se llama Hunter Orwell.

Continue Reading

You'll Also Like

399K 24.8K 85
Tercera parte de la trilogía MME ¿Y si te dijeran que debes cuidar a un crío muy inquieto de 10 años durante una semana? ¿Y si te obligaran a dar cla...
126K 9.2K 22
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...
1.1M 88K 77
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
137K 16.9K 38
la Soltera Samanun Anuntrakul mejor conocida como Sam, es una diseñadora de moda reconocida de todo Bangkok, una casanova incorregible con un ego po...