FELT IT โ” Clint Barton

By andreasinfinity

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FELT IT | Clint Barton creรญa que era incapaz de sentir. Estaba completamente volcado en su trabajo hasta que... More

FELT IT
PRIMER ACTO
ใ€€ใ€€i. Los Ojos
ใ€€ใ€€ii. La intrusa
ใ€€ใ€€iii. Mirรกndose a la cara
ใ€€ใ€€iv. No puedo entenderte
ใ€€ใ€€v. El poder y su responsabilidad
ใ€€ใ€€vi. Las cosas que se dijeron
ใ€€ใ€€vii. La semana del cambio
ใ€€ใ€€viii. La localizaciรณn
ใ€€ใ€€ix. Decepciones
ใ€€ใ€€x. Sintiรฉndolo
ใ€€ใ€€xi. Bajo las estrellas
ใ€€ใ€€xii. Por รบltima vez
ใ€€ใ€€Epรญlogo: Separados
SEGUNDO ACTO
ใ€€ใ€€i. Extraรฑando sus brazos
ใ€€ใ€€ii. El equipo y el hombre cansado
ใ€€ใ€€iii. El plan
ใ€€ใ€€iv. Tan cerca y a la vez tan lejos
ใ€€ใ€€v. La decisiรณn de Aeryn
ใ€€ใ€€vi. รšltima carta
ใ€€ใ€€vii. Vuelta a casa
ใ€€ใ€€viii. Nada rompe como un corazรณn
ใ€€ใ€€ix. Efecto placebo
ใ€€ใ€€x. Estoy loco por ti
ใ€€ใ€€xi. La prueba
ใ€€ใ€€xii. La batalla final
ใ€€ใ€€Epรญlogo: Lo habรญa sentido
AGRADECIMIENTOS

ใ€€ใ€€xiii. รšltima lรญnea

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By andreasinfinity


Cuando llegamos a la pista de despegue, vimos el Quinjet preparado, con lo que parecía ser todo el equipo dentro.

Al entrar en la nave, Clint me apretó el hombro y se sentó en el asiento del piloto. Me acerqué a Natasha, que estaba ya sentada y mirando una foto. Pude vislumbrar la imagen de un hombre de mi edad, pero no pregunté. Ella se guardó el papel en el traje y me sonrió.

Clint anunció el despegue y todos tomamos asiento, abrochándonos los cinturones. Me senté junto a Nat y enfrente de Steve, y entonces un hombre de piel oscura que aparentaba mi edad tomó asiento en el sitio libre junto a mí. Llevaba puesto un traje oscuro y una especie de propulsor en la espalda. Sujetaba unas gafas y me miró con una sonrisa entusiasmada.

—¡Hola! Soy Falcon —dudó un momento—. Sam para los amigos.

Me arrancó una sonrisa a pesar de que Clint comenzaba a despegar la nave con velocidad.

—Soy Pulsus —le tendí la mano—, Aeryn para los amigos.

Me la estrechó y nadie más habló hasta que estábamos aterrizando en el Helitransporte de S.H.I.E.L.D.: Era un gran portaviones y el juguete favorito de Nick Fury.

Nos quitamos los cinturones y comenzamos a recoger. Clint pasó por mi lado y agarró su arco, que estaba en una de las estanterías de armamento de la nave. Me giró la cara con delicadeza y me dio un beso.

—¡Madre mía! —oí a Tony.

Todos comenzaron a reír y hacer preguntas mientras Clint los mandaba callar y yo solamente me sonrojaba. Al final, todos comenzamos a bajar del transporte. Steve nos paró a Robin y a mí antes de que avanzáramos a través de la pista de aterrizaje.

—Chicos —comenzó—: como todos, estoy contento de que hayan hecho las paces y formalizado su relación; pero debo de pedirles que ahí fuera, sean soldados. Cuando hay sentimientos de por medio, algunos se involucran demasiado y es ahí cuando la gente muere.

Sus ojos azules eran serios, y sujetaba el escudo con una seguridad absoluta.

—Por supuesto, Capitán —le aseguré—. No habrá imprevistos.

Él asintió y todos entramos dentro de la nave antes de que el Helitransporte despegara del agua.

Una vez dentro, nos dirigimos a la sala de mando. Allí nos esperaba Fury, acompañado de dos mujeres. Una de ellas, María Hill. Le sonreí a mi conocida una vez cerca y ella asintió en referencia al traje.

—Los Vengadores: bienvenidos —dijo Fury.

Vi cómo los trabajadores cerca de nosotros hacían la nave invisible mientras nos movíamos en el cielo.

—Por favor, tomen asiento —nos dijo Hill.

Todos nos acomodamos alrededor de la mesa redonda, con el logo de S.H.I.E.L.D. a nuestras espaldas en la pared.

—Esta nave es rápida, y llegaremos a Rusia en pocas horas, así que empezaremos a explicarles el plan de inmediato —comenzó Fury sin rodeos—. Los hemos dividido en tres equipos. Hill les explicará la estrategia del equipo de tierra.

La mujer dio un paso al frente y juntó las manos.

—El equipo de tierra abrirá paso al equipo de extracción y mantendrá el control fuera del edificio mientras capturamos a Wandetu. Estará conformado por Banner, Maximoff y Boudreau —la mujer me miró—: Pulsus, serás la líder del equipo —sentí la poderosa mirada de Nick en mi perfil mientras asentía, dándome cuenta de que mi reto estaba allí—. Tendrán como refuerzos al equipo de una de nuestras mejores agentes: Sierra Mitchell.

La segunda mujer dio un paso al frente y nos miró con seriedad imperturbable. Tenía pelo marrón, del mismo color que sus ojos, y recogido en una coleta, junto con una tez clara. Llevaba un traje de asalto y por lo menos dos pistolas, una en cada pierna.

Nick continuó, explicando que el equipo de aire estaría conformado por Clint, Falcon y Visión, mientras Steve, Tony y Natasha realizarían la extracción. Se nos proporcionó una foto del líder de La Mano y del edificio en el que se encontraba, en una ciudad pequeña, a las afueras de Moscú.

—Queda media hora para la llegada al destino, señor —informó a Fury uno de sus agentes—: tiene una retransmisión entrante del señor Rhodes.

Máquina de Guerra nos deseó suerte a través de una transmisión, y todos comenzamos a levantarnos para ir a nuestros respectivos transportes. Sierra Mitchell se acercó a mí mientras salíamos.

—Mi equipo se encontrará con ustedes una vez en la localización exacta —me informó mientras caminábamos—. Treinta y cinco de los mejores agentes de S.H.I.E.LD.; nada saldrá mal.

Asentí. El Servicio Homólogo de Inteligencia, Espionaje, Logística y Defensa tenía que estar tomándose esta misión muy enserio como para mandar refuerzos junto al equipo entero de los Vengadores.

Estaba a punto de subir de nuevo al Quinjet cuando Hill me paró. Me dio una sonrisa y me ofreció un par de guantes. Parecían estar hechos del mismo material que mi traje, pero con un par de células de corriente en las palmas. La miré con curiosidad.

—La base de Oregón desarrolló estos juguetitos para ti. Deberían de ayudarte a controlar tu habilidad electromagnética durante el combate. Buena suerte, Aeryn.

La miré durante un par de segundos y acabé asintiendo. Le di las gracias y entré en la nave mientras me los ponía.

—Pulsus, te quiero de copiloto.

Me di prisa en sentarme al lado de Clint y me puse los cascos, encendiendo las transmisiones y comprobando que todo estuviera bien en el panel de control.

Justo antes de despegar, nos miramos. Sus ojos me calmaron, como un bálsamo, y me envolvieron en esperanza. Todo parecía volver a su cauce, y había una única batalla entre mí y los Vengadores. Estaba dispuesta a acabar con esto. Costara lo que costara.

El equipo de Mitchell, Wanda y Hulk me ayudaban a acabar con la mayoría de los humanos mejorados. Eran menos que en la anterior misión, pero eran más fuertes. Clint estaba en una de las azoteas, disparando para cubrirnos, mientras Falcon se ocupaba de los enemigos solitarios. El equipo de extracción aún esperaba a que controláramos la situación.

Utilicé radiación X contra uno de los hombres que me intentaba atacar con una lanza, y lo vi volverse pálido y desintegrarse delante de mí. Tragué y me volví, ayudando a Wanda con una mujer y otro hombre utilizando calor radiado.

Los guantes me ayudaban a apuntar, dándome el mejor rendimiento que había obtenido de mis poderes en toda mi vida.

La mayoría de nuestros enemigos tenían superfuerza, y sólo unos pocos poderes parecidos a los de la chica Maximoff. Hulk destrozaba y aplastaba, y entre mis ondas y la magia de Wanda, la pequeña ciudad rusa era ya un campo de batalla en ruinas.

Estaba luchando contra una mujer que contaba con algún tipo de habilidad con el fuego cuando una bala me alcanzó en el brazo. Jadeé sorprendida y me empujé a mí misma para lanzar radiaciones gamma altamente concentradas que acabaron con la mujer. Cuando me giré, vi como una flecha atravesaba el pecho del hombre que me había disparado. Miré a Clint, que ladeó la cabeza, y yo usé mis propios poderes para cauterizarme la herida, aún mientras lo miraba. El frunció los labios mientras yo gruñía por el dolor, pero ambos acabamos girándonos para volver a luchar.

Un par de minutos más tarde, Steve me indicó por el transmisor que el equipo de extracción iba a entrar en el edificio. Me giré para mirar a Sierra, que disparaba de forma letal al enemigo.

—¡Mitchell, dígale a su equipo que tome la parte este del edificio!

La agente asintió y yo le indiqué a Wanda y a Hulk que era hora de movernos. Cubrimos la entrada al edificio, deshaciéndonos de los pocos enemigos que quedaban, hasta que se produjo una explosión en el interior.

—¡Tenemos que entrar! —gritó Wanda mientras Clint y Falcon corrían hacia nosotras.

—¡No! —gruñí—. ¡Tenemos órdenes de cubrir al otro equipo hasta que salgan!

Wanda masculló algo y pasó por mi lado para intentar entrar en el edificio.

—¡Wanda! —Clint le advirtió.

Yo corrí tras de ella y le agarré el brazo. Mi propia extremidad me dolió por culpa de la herida que tenía cerca del hombro.

—¡Soy tu superior ahora mismo y te estoy diciendo que no puedes entrar!

Entonces, mientras nos encontrábamos en el umbral del edificio de oficinas donde se encontraba Wandetu, se produjo un segundo estallido.

Los escombros cayeron de manera vertiginosa, y lo único que mis reflejos sobrehumanos me permitieron hacer a tiempo fue crear un escudo de rayos gamma sobre la adolescente y sobre mí. La joven me miró con sorpresa y le grité que saliera de allí.

Clint la agarró cuando se acercó a ellos y mi novio me miró con ansiedad. No aguantaría mucho; no podía mantener una radiación lo suficientemente concentrada como para aguantar tanta cantidad de materia.

Me caí sobre mis rodillas tras unos siete segundos de pánico, débil, hasta que las células de los guantes se consumieron. Todo parecía ir a cámara lenta. El grito de Clint, los kilos de escombros aproximándose a mi cuerpo.

Justo cuando lo daba todo por perdido, la magia roja de Wanda retuvo todo a escasos centímetros de mí. Clint soltó el arco y llegó a mi lado, agarrándome y arrastrándome fuera de peligro. Wanda jadeó, dejándolo todo caer y levantando polvo.

Cuando se disipó, miré a la chica con estupor. Ella asintió y yo le devolví una mueca, mientras los cinco mirábamos hacia arriba, al edificio en llamas, temiendo por la vida de nuestros amigos.

Para el alivio de todos, la misión había acabado siendo un éxito relativo. El equipo de extracción había sobrevivido, aunque Natasha había resultado herida en una de las explosiones. Ambas fuimos sometidas a cirugía una vez en América. El equipo de Sierra Mitchell perdió la mitad de sus agentes.

Wandetu no había sobrevivido a la lucha, y aunque nunca haría frente a la justicia, La Mano había sido desmantelada y el peligro estaba fuera de las calles.

Mi brazo se recuperó en apenas un par de días, gracias a la alta tecnología de la doctora Helen Cho. Natasha se había roto el brazo, pero no tendría secuelas.

Tony celebró otra fiesta, esta vez con un gran número de gente. Esa misma noche, Fury confirmó mi entrada definitiva a los Vengadores, y se me hizo entrega de un nuevo par de guantes.

Todo el equipo acabó de nuevo en aquellos mismos sillones en los que había tenido mi primera reunión hacía dos años. Los miraba, y estaba en casa. Todas aquellas personas se habían convertido en mi familia.

Había perdido a mis padres cuando era muy joven, y también había perdido una vida normal a la cual ya nunca volvería, pero en ese momento no me importaba. Aeryn Boudreau era ahora Pulsus, y estar allí, con mis amigos, hacía que todo lo que había vivido cobrara algo de sentido.

Miré mi mano, que estaba enlazada con la de Clint Barton, y le miré a él un par de segundos después. Él notó mi mirada en su perfil, y volvió su cara para que nuestros ojos se encontraran. Me quedé sin aire por un momento, pero enseguida suspiré y le sonreí. Él se inclinó sobre mí y me besó, despacio, haciendo que todas las voces a nuestro alrededor se disiparan en mi cabeza.

Puse mi mano sobre su mejilla mientras sentía sus labios danzar contra los míos y mi corazón gritaba de amor. Me fundí en sus brazos hasta que se separó de mí para volver a mirarme.

—Te amo —me aseguró mientras los demás seguían hablando.

—Y yo a ti.

Volví a besarle despacio hasta que él se separó sonriendo, con la emoción que desde hacía unos días no abandonaba sus ojos. Le devolví la sonrisa con amor. El hombre del que estaba enamorada, allí, conmigo. No podía pedir nada más.

—¿Sabes qué, Ryn? Deberíamos de pedir unas pizzas y tener otro maratón de Star Wars.

Asentí, dándome cuenta de que mi nueva vida había cobrado sentido en el día en el que había tenido la suficiente suerte como para conocer a Clint Barton.

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