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By Maggmon

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¡Adelanto!
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PRÓLOGO (editado)
Capítulo uno (editado)
Capítulo dos (editado)
Capítulo tres (editado)
Capítulo cuatro (editado)
Capítulo cinco (editado)
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Epílogo
AVISO IMPORTANTE
¡LA VUELTA A WATTPAD!
¡VUELVEN HUNTER Y CHLOE!

Capítulo 8

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By Maggmon

Chloe

Al salir de la biblioteca, con Marie nos dirigimos hacia un restaurante cercano.

Necesitamos un momento juntas, ponernos al día, contarnos todo aquello que el pesado día laboral no nos dejó hacer.

Marie lo que más quiere saber, es cómo me siento respecto a mi cita con Hunter. Aunque en realidad, no lo puedo calificar como tal. Solo es una película que compartirán dos personas que aman esa historia. Pero debo confesar que me siento un tanto nerviosa.

—Así que... eres novia de Blaine. El chico problemático que parecía que nunca iba a tener una relación seria —rompo el silencio entre nosotras, luego de haber hecho nuestros pedidos. Marie sonríe.

—Realmente no puedo creerlo.

—Pero hazte a la idea de que flechaste al chico imposible.

—¿Quién lo diría? —sonríe.

—Me gusta mucho verte así de bien, y tranquila. Lo estás, ¿verdad?

—Por supuesto, Chloe. Es lo que quería, y me gusta saber que decidió avanzar porque él también así lo quiso, y no por presión.

—Eso es lindo —sonrío—. ¿Y Paul?

Marie suspira y se encoge de hombros.

—Pues... se ha mostrado un poco más distante. Supongo que me vio más acaramelada con Blaine.

—¿Te gusta?

Me mira a los ojos por largos segundos, pero no responde. Está buscando la respuesta entre todos los sentimientos que viajan en su interior.

—Lo de Paul no tiene importancia. Fue una confusión del momento, pero ya pasó. Ahora estoy con Blaine, y solo quiero vivir mi momento con él —asiento y se cruza de brazos—. ¿Y tú?

—¿Yo qué?

—Tú y Hunter —sonríe y mueve ambas cejas. Me río y niego con la cabeza.

El mozo llega con nuestros pedidos, y mientras los entrega, tengo tiempo de pensar en la respuesta. Cuando el chico se retira, Marie vuelve a mover sus cejas, esperando una respuesta.

—¿Qué con Hunter? Solo será una relación de amigos, Marie.

—A mí no me engañas, Chloe Duncan. Algo de él te gusta.

—No puede gustarme alguien que no conozco.

—¡Oh, vamos! Puede gustarte alguien por su físico.

—Bueno, es lindo, pero...

—Pero nada —Marie se lleva un bocado de su menú a la boca. Y de repente, ya no siento hambre. Hablar sobre Hunter de esta manera, me pone nerviosa.

—¿Cómo que nada? ¿Debo recordarte que tengo novio?

Rueda los ojos.

—No puedo olvidarme del aburrido de Iván —me río—. De todas maneras, hablaremos de esto en dos semanas.

—¿Sobre qué?

—Hunter y tú.

Ahora soy yo la que rueda los ojos, seguido de un largo y hasta exagerado suspiro.

—No habrá nada de qué hablar.

—En dos semanas te vuelvo a preguntar.

Esta conversación no se va a tornar de manera diferente. Ni ahora, ni en dos semanas.

Así que decido cambiar de rumbo a la plática, y le cuento sobre Nathalie. Sobre lo bien que me cayó y trató. Hasta le digo de acompañarnos al centro comercial y, por supuesto, que acepta. Cuando de comprar ropa se trata, Marie jamás pierde su oportunidad.

Como no me quedé a dormir la otra noche con Marie, tengo que quedarme hoy para recompensar ese día.

Al salir del restaurante, nos dirigimos primero hacia mi casa para que pueda coger algo de ropa. Le pregunté a mi padre si quería que me quedara con él, pero sonriendo me dijo que no, que estará bien.

Me apena dejarlo solo, porque cuando se encuentra con la soledad, los recuerdos de mi madre cobran mayor fuerza. Papá la ama como el primer día, y por eso se le hace tan difícil vivir con su ausencia. Más allá del tiempo que pasó, se siente como si se hubiera ido ayer.

Yo también la echo de menos, demasiado. Pero uno de los dos tiene que ser fuerte para que el momento pese menos, y yo decido serlo por los dos.

—En serio, Chloe, tienes que cambiar de auto —dice Marie al sentarse del lado del copiloto.

—Sabes que no lo haré. Nunca. Es un regalo de mi abuelo, y significa mucho para mí.

—Bueno, guárdalo como el mejor trofeo de la vida. Y consigue uno mejor para andar.

—¿Y dejar a Blue de lado por un auto moderno? ¡Estás loca!

Llegamos al departamento, y nos encontramos con Paul cargando bolsas de supermercado. En cuanto nos ve, le sonríe a Marie, y ella se sonroja. Guardo mis bromas para más tarde.

—Hola, vecina —dice y ahora entiendo a lo que se refería Marie al hablarme de su manera intimidante de hablar, o mirar.

—Hola, Paul —sonríe como boba y me río. Y es ahí, recién en ese momento, que Paul nota mi presencia.

—Mmm... ¿Chloe, verdad? —pregunta como si no recordara en verdad mi nombre.

Solo me limito a asentir. No puedo hablar cuando me mira de esa manera. Y no, no me mira como a mi mejor amiga. Me mira como si realmente supiera quién soy, y me estuviera estudiando con sus ojos.

—Bueno, chicas. Me gustaría quedarme platicando con ustedes, pero el helado se va a derretir. Y soy demasiado mezquino como para invitarlas.

Nos reímos y despedimos de él, para luego entrar al departamento. Observo a Marie y me niega con la cabeza. Por supuesto que sabe que quiero hablar sobre Paul, y prefiere evitar el tema.

De la habitación de Marie sale Blaine frotándose los ojos, pero mi amiga no luce sorprendida. En cambio, yo coloco las manos en mi cintura mientras la observo. Blaine no estaba en los planes.

—Si te decía que estaba no ibas a venir —se excusa.

Blaine sonríe al mirarme, y me saluda angelicalmente con la mano. Su rostro me compró, así que le respondo al saludo de la misma manera.

—Echo de menos las noches de solo chicas —digo—. Pero no puedo odiarte —se ríe—. ¿Cómo estás, borracho?

—Bien, tengo novia.

Lo dice tiernamente, y Marie le sonríe enamorada. Ambos se sientan en el sofá, y yo en la parte individual.

Blaine enciende la televisión, y hace zapping hasta encontrar una película de acción. Realmente no son mi tipo, pero esta en particular, logró captar mi atención. Pero la misma se ve interrumpida por molestos sonidos de besos.

—En serio te odio —digo sin despegar los ojos de la televisión, y noto que se separan. Ambos se ríen, y cuando los miro, Marie se disculpa con la mirada—. Pensé que íbamos a tener una noche de amigas. Ya sabes, películas, comida, helado, y charlas.

—Espera —dice Blaine—. ¿Eso hacen las chicas cuando se reúnen?

—Bueno, eso o bailar, cantar, hacer ridiculeces mientras beben alcohol.

Blaine recibe mis palabras y las procesa en su mente, mirando fijamente la mesa de café.

—¿Qué creías? ¿Que peleábamos en ropa interior con almohadas?

—Sí, eso sería más divertido.

—Has visto demasiadas películas hollywoodenses —digo.

—De todas maneras, me quedaré con lo que creía que hacían.

Con Marie nos reímos y Blaine se pone de pie.

—Chloe tiene razón. Hace mucho no deben tener esas noches que ustedes dicen que tienen.

—Créeme, así son —le digo sonriendo—. Pero no es necesario, Blaine, en serio.

—Sí es necesario —me sonríe y mira a Marie—. Nena, me voy a casa. Pero vuelvo mañana.

Marie se levanta de un salto del sofá, y los dejo tener su momento de despedida como novios.

—Gracias por ser tan lindo. Te amo.

—Y yo te amo a ti —me pongo de pie para saludar a Blaine, y él a modo de broma se arrodilla. Tan típico de Blaine burlarse así de mi altura. Cuando estoy a punto de maldecir hasta su apellido, me abraza de manera sorpresiva—. Adiós, hermanita.

—Adiós, nena —me burlo de él.

Blaine se retira, y Marie corre al refrigerador para buscar el helado. Mientras tanto, busco otra película en la televisión. Y para nuestra suerte, encuentro A walk to remember. Amamos esa película.

—¿Estarás bien estando la mayor parte del día con mi hermana?

Pregunta Iván, mientras que Nathalie y Marie me esperan en el auto. Desde un principio se cayeron bien entre ellas.

—Siempre puedes acompañarnos.

—¿Y ver cómo mi hermana me arrastra a cada maldita tienda? —niega con la cabeza—. Sí, eso no lo soportaría.

Me río, y acaricio su mejilla.

—Entonces, te veo luego —dejo un beso corto en sus labios.

Marie y Nathalie me gritan desde el auto de Iván, que amablemente se lo prestó a su hermana. Emprendemos viaje hacia el centro comercial, conversando y entonando las canciones que suenan desde la radio.

Llegamos al lugar, y empezamos a recorrer. Ya hemos entrado a una que otra tienda, y las chicas salían con bolsas en sus manos. Yo no veía nada de mi gusto, aunque, a decir verdad, no vine con intenciones de comprar ropa y aprovechar las ofertas.

—¿Vas a comprar algo? —me pregunta Nathalie, y ladeo con la cabeza.

No tengo nada en contra de las compras, de vez en cuando lo hago. Pero no con el mismo nivel que las chicas lo están haciendo. No me enloquezco por completo por la ropa, al contrario, mi locura son los libros y los animales. Por ellos sí que me enloquezco como Marie al ver unas sandalias.

—Claro que lo hará —dice Marie—. Pero será un libro. Chloe no tiene intenciones de comprar ropa hoy.

Asiento dándole la razón. Exacto, vine con esa intención. Así que mientras las chicas entran a ver sandalias, Chloe se va a la librería cercana a donde ellas están.

Sonrío cuando entro a la misma, porque definitivamente, este es mi lugar. Y si no es aquí, es en el parque, haciéndome amiga de perros callejeros.

Me dirijo sin pensarlo al sector de romance, y leo los títulos de las novelas, junto a sus sinopsis. Y el que más captó mi atención fue Cita con el pasado de Nora Roberts.

Por supuesto que te irás a casa conmigo.

Para ir hacia la caja, tengo que pasar por el sector de niños. Y doy un sobresalto cuando veo quién está aquí. Mi corazón se acelera.

¿Cómo es posible que el destino haga este tipo de cosas?

Hunter está parado al lado de un niño de cabello castaño, es muy parecido a él. El niño lee los argumentos de los cuentos, y Hunter sonríe mientras lo escucha. Se nota que está empezando a leer, y también se nota el amor que siente hacia los amigos con páginas llenas de magia.

El niño nota mi presencia, y detiene su lectura, cerrando el libro y dejándolo sobre la estantería. Hunter frunce el ceño.

—¿Por qué te detienes, campeón?

—Una chica nos mira —susurra.

—Debe ser de la tienda, Ri.

—¿Trabajas aquí? —me pregunta el niño.

—No, no trabajo aquí.

Hunter vuelve a fruncir el ceño, pero luego deja de hacerlo para sonreír.

—¿Y cómo es la chica?

—Es chiquita. Como Pulgarcita, ¿te acuerdas de esa historia? —con Hunter nos reímos—. Pero es bonita.

—Bueno, gracias —le sonrío y me devuelve la sonrisa. Los mismos hoyuelos de Hunter se hacen presentes en su pequeño rostro.

—Hola, Chloe.

—Hola, Hunter.

—¿Me estás siguiendo o... al destino le gusta ponerte en mi camino?

Siento cómo mi rostro arde, ¿cómo es posible que con una simple pregunta logre tal efecto?

—Puede que debamos culpar al destino.

—Entonces, puede que me agrade la idea —y dicho esto frunce el ceño, para luego negar con la cabeza y aclararse la voz—. Por cierto, te presento a Riley, mi hermano.

Riley me sonríe y me saluda con la mano.

—Al parecer, me estás engañando —digo.

—¿Por qué?

—Tienes una amiga bibliotecaria y vienes a otra librería.

Hunter se ríe y Riley lo observa con admiración.

—Esto no estaba en los planes, lo juro.

Sonrío y no puedo dejar de mirarlo. No puedo dejar de observar su sonrisa, y la manera en que juega con sus manos, como si estuviera nervioso.

—Hunter, ¿vas a seguir hablando con tu amiga? Porque mamá debe estar como loca —pregunta Riley, y quito mis ojos de su hermano.

—Ella no quiso acompañarnos, ahora que nos espere. Además, no puedes irte de aquí sin tu premio —Riley lo abraza, y Hunter sonríe. Fueron pocos minutos en los cuales estuve con ellos, pero ya adoro su relación.

—Bien, entonces yo los dejo, chicos.

—¿No quieres acompañarnos? —pregunta Riley.

—Me encantaría, pero mis amigas me están esperando —Riley asiente y Hunter suspira—. ¿Sigue en pie Cumbres Borrascosas?

Sonríe.

—Por supuesto. Y ahora que lo mencionas, Chloe, no te di mi dirección.

—En realidad, sí. Me diste tus datos cuando te hiciste socio de la biblioteca —frunzo el ceño—. Bueno, eso sonó muy acosador.

Se ríe.

—No lo pensé, hasta que lo dijiste. ¿A las cinco?

—Sí, tenemos un trato —sonríe y me acerco para saludar a Riley. Para mi sorpresa, me abraza, así que le devuelvo el abrazo sonriendo—. Adiós, Riley. Espero que salgas feliz con tu regalo.

—Siempre soy feliz con lo que me regala mi hermano —sonríe.

—Hasta mañana, Hunter. Llevo las palomitas.

—Eso suena bien. Adiós, Chloe.

Se acerca hacia la dirección en donde escuchó mi voz, al mismo tiempo que yo me acerco a él. Medio se tropieza, pero llegué justo para sostenerlo y evitar una posible caída. Incluso Riley se preocupa.

Hunter se sonroja, y niega con la cabeza. Cierro la distancia que ahora hay entre nosotros y dejo un beso en su mejilla. Nuevamente una extraña sensación me recorre el cuerpo.

Me alejo de ellos sintiendo fuego en la mejilla que estuvo en contacto con su rostro. Pago por el libro, y antes de salir, lo miro. Está escuchando a su hermano leer, y mientras lo hace, sonríe. Suspiro y sonrío ante lo que mis ojos ven.

Voy hacia la tienda en donde están las chicas pensando en el día de mañana, pensando en lo que acabo de sentir. Pensando en que le voy a responder a Marie en dos semanas.

Tranquila, Chloe, tu respuesta no va a cambiar en dos semanas

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