Winter Jones, las sombras de...

By 24Winchester

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Winter Jones o mejor conocido como invierno es un sobreviviente. A su corta edad a sobrevivido a cuatro acci... More

Personajes
La complejidad de un nombre absurdo.
Los días de invierno
Las posibilidades de sobrevivir.
Un milagro andante
Un idiota llamado Santi
Cosas de hermanos
Charms
De vuelta al juego
¿Novios?
Oh Dam... que buen cuerpo.
Terapia
BRO...
Día de nieve
Tormenta
Prejuicios
Cena inesperada
Ellos fueron
¿Disculpas?
Beach Place pt.1
Beach Place pt.2
Beach Place pt.3
El regreso de satanas
La verdad oculta
La historia de un idiota
SKY's
Decisiones
Winter Malo
¿Es todo?
Y así fue...
Winter Jones
Un pequeño adios
Datos curiosos ;)
Winter Jones, Un nuevo invierno.

Steve

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By 24Winchester

Las clases se habían cancelado toda la semana sin embargo las terapias no, mi madre estaba empeñada en que no faltara a ninguna de ellas.

Por la tarde mi madre me había llevado a la terapia pero se había tenido que ir pues Charms casi incendiaba la casa.

Santiago había aceptado a llevarme a casa de regreso pero eso tardaría un poco.

El doctor B. como lo llamaba llegó cuando me estaban colocando los electrodos.

—Winter Jones —sonrió, siempre estaba feliz.

—Doc —conteste algo incómodo por el dolor.

—¿Cómo está mi paciente favorito? —preguntó mientras veía unas cosas de mi expediente.

—Como no lo voy a ser, básicamente le estoy pagando la universidad a sus hijos —me burlé.

Él soltó una carcajada que se escuchó hasta mi casa probablemente.

—Por eso eres mi favorito, después de todo por lo que has pasado sigues bromeando —sonrió.

—Es lo que me queda —conteste.

Él suspiró aún con esa sonrisa.

—¿Por qué está aquí? —pregunté algo nervioso.

Él suspiró, algo no andaba bien.

—Mi esposa está embarazada —soltó de la nada.

—Felicidades... —felicité algo confundido.

—Es mi sexto hijo Winter —contó abrumado.

—Doc sabe que lo quiero pero no puedo seguir lastimándome para que todos sus hijos vayan a la universidad, contrólese —exclamé.

Una vez más soltó esa particular carcajada, él aún era joven, no tan viejo pero tenía la audacia de un gran doctor.

—Sabes el día que llegaste aquí tras tu último accidente tuve a mi hijo —contó— en media cirugía me enteré.

—Lo siento... lamento que se perdiera esa oportunidad —me disculpe algo abrumado.

—Oh tranquilo ya lo he vivido cuatro veces, una quinta al parecer —sonrió— tener hijos es algo que puedo hacer muchas veces, salvarte a ti fue algo único.

—Bueno ya lo había hecho antes también —sonreí, él había sido mi doctor en el cáncer solo que en ese entonces era solo un interno.

—Y espero que sea la última —exclamó— me acabo de enterar así que necesitaba decírselo a alguien, y quien mejor que quien pagara su universidad.

Me reí por que era lo más probable, mi doctor estaba por salir cuando una duda llegó a mi.

—Puedo preguntarle algo sin que se lo comente a mi mamá —pedí nervioso.

—Claro Wint, pero sabes que si está afectando de alguna manera tu salud tendré que decírselo a tus padres —comentó volviendo a su postura de doctor— ¿Te duele algo?

—Me duele algo casi todo el tiempo —exclamé—pero no es eso...

—¿Qué ocurre? —preguntó confundido.

—Bueno como sabemos tengo la cadera destrozada... pero qué probabilidad hay de que pueda tener...

No sabía cómo decirlo, esperaba que él lo asumiera sin tener que decir la palabra.

—¿Tener... —dijo sin comprender.

—Ya sabe... relaciones sexuales —susurre nervioso.

Abrió los ojos como platos, y estaba seguro de que se quería reír.

—Bueno Wint, aunque creo que aún eres muy joven para tener relaciones lamento decirte que por el momento no es lo más oportuno —contestó.

—Incluso si lo hago con cuidad —comenté tratando de asegurar una posibilidad.

Él se acercó a mí y me miró con toda seriedad.

—Wint tu cadera aún se está recuperando, en el momento no tendrías las precaución adecuadas y terminarías por quebrártela —explicó.

Yo solo suspiré, cuanto más me tenía que quitar este accidente.

—Además de que Santiago no es precisamente un chico liviano —se burló.

—¿Cómo? —pregunté sorprendido.

Él guiñó un ojo, Kelly le había dicho seguramente.

—Tranquilo él lo entenderá —me calmó— mientras tanto dejaremos esta platica en secreto.

—Tiene miedo de mi madre no es cierto —me burlé, podía ser intimidante en muchas ocasiones.

—¿Tú no? —preguntó abrumado.

Ambos reímos.

—Cuídate Winter —me dijo sonriendo.

—Gracia doctor y felicidades —sonreí.

Él salió riendo una vez más.

No estuve mucho tiempo solo pues Santi llegó, con los kilos de ropa sobre él.

Me miró y solo negó con la cabeza.

—Tienes que dejar de usar la ropa de patitos si quieres que te tome enserio —dijo abrumado.

—Y tú tienes que dejar de ser un idiota conmigo —exclamé, nadie se metía con mi ropa de patitos.

Él bufo y terminó por sentarse en el suelo.

Estaba temblando.

—De verdad tienes frío —exclamé confundido.

—No, solo uso la ropa para verme más bonito —bufo.

No dije nada pues no quería pelear con él, el frío siempre lo ponía de mal humor aunque para ser honestos siempre estaba de mal humor.

Un rato después por fin nos fuimos, estaba cansado y lo único que quería era ir a mi casa a dormir, al parecer Santi tenía otra idea.

—¿A dónde me llevas? —pregunté confundido.

—Necesito ir a comprar unas cosas —contestó sin mirarme.

—Estoy cansado, no puedes dejarme en casa y luego ir —pedí abrumado.

—No, el centro va a estar lleno y la única forma de que consiga un buen lugar de estacionamiento es que te lleve —sonrió— sirve de algo Invierno.

—Bien —exclamé.

Llegamos pronto y como dijo el centro estaba lleno, incluso el lugar para discapacitados.

Estábamos esperando a que un abuelito dejara el lugar.

—Si no saca el auto ahora lo sacaré yo —gruño.

—Santi cálmate —dije pero eso no resolvía nada.

Cuando el abuelito por fin salió Santiago tuvo que retroceder, cuando estaba por entrar un idiota se metió rápido con su auto deportivo.

—Quédate en el auto y no te metas —ordenó molesto.

Santi se bajó del auto enputado, su cara estaba roja y esta vez no era por el frío.

—Hijo de puta ese era mi lugar —exclamó.

El hombre de porte elegante poco caso le hizo.

—Espérame un niño malcriado quiere pelear —le dijo al hombre del teléfono.

Santiago sonrió, esa sonrisa que me aseguraba que lo iba golpear.

—Ese lugar es para personas discapacitadas —exclamó molesto.

—Lo estoy —dijo el hombre.

—¿De que?, del cerebro —gruñó.

—Pie plano —sonrió el hombre— ahora déjame tranquilo y vuelve a tu país.

Esas palabras me hicieron enfurecer, me baje del auto molesto.

—Déjalo tranquilo idiota —grité.

El hombre se me quedo mirando con asco, su vista recayó en mi bastón.

—Mierda ahora tendré que quitarme —dijo molesto.

—No, no hace falta —sonrió Santiago.

Se acercó a mi, colocó mi mano en el auto para que me sostuviera para posteriormente tomar mi bastón y sin pensarlo golpeó el parabrisas del auto.

Un golpe tras otro empezó a deformar el auto que debía ser más caro que mi casa.

Puertas, ventanas, parabrisa y espejos quedaron destrozados.

El hombre trató de detenerlo pero Santi amenazo con golpearlo con mi bastón.

—Puede enviar la cuenta del coche a mi país —exclamó.

Él me ayudo a subir para después irnos a casa.

No dije nada, nunca lo había visto así de molesto.

Miré mi pobre bastón el cual estaba desecho.

—Mataste a Steve —dije tomándolo en mano.

—Te compraré otro —contesto sin mirarme.

—Está bien usare a Jeff —susurré.

—¿Le pones nombre a tus bastones? —preguntó confundido.

—Si... si pasaré el resto de mi vida con ellos merecen un nombre —expliqué.

El solo se quedó pensando por un segundo y después soltó una risa burlona.

—Dios me gusta un niño —exclamó entre burlas.

El ambiente se relajo bastante así que me atreví a preguntar.

—¿Qué fue eso? —pregunté confundido.

—Destroce el auto de un idiota —contestó calmado.

—¿Por qué? —pregunté más confundido.

—Vamos Invierno tu estuviste ahí —dijo inseguro.

—Si estuve ahí y por eso lo pregunto, jamás te había visto tan molesto —expliqué— has estado irritante desde que pasaste por mi.

—Culpa a mi hermana de seguro debe estar en sus días —se defendió.

Solo suspiré, sabía que no iba a contarme lo que estuviera pasando.

No dijimos más, cuando llegué a casa él solo me dejó y se fue sin más.

Entré a casa con un poco de dificultad pues el pobre Steve estaba todo dañado.

En la cocina se encontraba mi hermano sentado frente a mis padres, tenía cara de regañado sin embargo no parecía lamentar lo que hizo.

Miré el fregadero, las pobres cortinas estaban todas quemadas.

—Bueno al menos no fue toda la cocina como Suns —me burlé, no era el primero en incendiar algo en esta casa.

Charms soltó una pequeña risa que fue callada por la mirada de mi madre.

—Ve a tu habitación Charmander —ordenó mi padre.

El chiquillo salió de la cocina riendo, lo que me decía que cualquier cosa que hubiera hecho había salido bien.

—Siéntate Winter —pidió mi madre.

—Yo no hice nada —me defendí antes de que dijeran algo.

—Wint...

—Bueno tal vez le conté pero no pensé que lo haría —me delate, nunca había sido bueno mintiendo.

Mis padres se miraron entre sí para volver una vez más a mi.

—No es sobre eso pero gracias por el dato —dijo mi padre con una ligera sonrisa— ahora puedes sentarte —pidió.

Hice caso pero estaba muy nervioso, solo me llamaban a la mesa cuando eran malas noticias como lo de la Leucemia o que no habían conseguido boletos para la premier de mi película favorita.

Nada bueno pasaba en esa mesa.

—¿Qué ocurre? —me adelanté esperando lo peor.

Mi madre suspiró.

—No puedes seguir saliendo con Santiago —afirmó con esa voz dura.

En ese momento la mesa había roto un nuevo récord, la peor noticia de mi vida.

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