Sin piedad

By CreativeToTheCore

301K 50.1K 7K

«No importa lo rápido que viaje la luz, siempre se encuentra con que la oscuridad ha llegado antes y la está... More

Sinopsis + reparto
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XXXV
Capítulo XXXVI
Capítulo XXXVII
Capítulo XXXVIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XL
Capítulo XLI
Capítulo XLII
Capítulo XLIII
Capítulo XLV
Capítulo XLVI
Capítulo XLVII
Capítulo XLVIII
Capítulo XLIX
Capítulo L
Agradecimientos + Noticas

Capítulo XLIV

3.7K 780 133
By CreativeToTheCore

Mercy


      —Quédate quieta, Mer —pide Letha mientras cambia las vendas de mi estómago—. Ya casi...

       Cierro los ojos completamente agotada. Me recuesto contra la pared del último vagón, el mismo donde pelearon con Edipo y el que está menos cargado de sangre y cuerpos ahora.

      —Listo —avisa bajándome la camiseta con cuidado—. Ahora será mejor que comas algo y te hidrates —aconseja tomando entre sus manos la pila de vendas usadas y húmedas.

       Se acerca a la compuerta abierta y las lanza, luego se limpia las manos en los jeans y se acerca a su hermano para ayudarlo a desinfectar unos cortes en su mano.

      Myko apesta en primeros auxilios.

      Miro cómo las tiras que una vez fueron blancas vuelan a lo lejos. Ha pasado alrededor de una hora y media desde que nos volvimos a poner en movimiento con Pablo de maquinista. Sus hombres —los que sobrevivieron— están en los otros vagones, limpiando, y nos han dejado este último solo para nosotros.

       —Hazme espacio, mueve el culo —ordena Nisha dejándose caer a mi lado con una lata de porotos abierta, acomodándose hasta que ambas estamos con las piernas estiradas—. Mano —exige a continuación, pero en cuanto vuelvo mi palma hacia ella hace un expresión de asco—. Mejor comemos de la lata —dice antes de llevársela a la boca y dejar caer un par de porotos dentro.

       Me la pasa mientras mastica y hago lo mismo.

      —Saben como... —comienzo.

      —Como la mierda —termina por mí.
Letha nos oye y nos lanza una mirada para hacernos callar, pero solo logra hacer que Nisha sonría con provocación y me dé un codazo, haciéndome reprimir una sonrisa.

      —A Clay siempre lo retabas por hablar mal de la comida enlatada —recuerda Myko—. Si supieras patearle el trasero a alguien, probablemente podrías haberle dado una lección.

       Su hermana deja caer alcohol por demás en una de sus heridas, haciéndolo chillar y dejándole saber que no necesita saber cómo pelear para dejarle una enseñanza a alguien.

       El silencio cae en el grupo cuando lo recordamos. Su muerte parece lejana la mayor parte del tiempo dado que siempre estamos haciendo algo, luchando contra algo, pero cuando hay algo de paz se acerca y cierne sobre todos. Nos falta tiempo para procesarlo, aún no lo hemos hecho, y creo que el dolor recién está empezando a emerger. No quiero imaginar cómo será cuando rescatemos a Enora y volvamos a lo que solíamos ser.

       —No es tu culpa —dice Nisha de repente.

        Giro el rostro para verla. Sorprendentemente no tiene el ceño fruncido, y sus ojos tempestosos son, como en rara vez, suaves. Se percibe su verdadero edad cuando no tiene la preocupación e irritabilidad confeccionando una máscara sobre su rostro.

      —Cada vez que lo mencionamos veo tu cara de culpabilidad, pero ninguno de nosotros te culpa por eso. Fue lo que fue, solo una mezcla de mala suerte y difíciles decisiones que nos arrojó El Globo. —Se encoge de hombros.

       Levanto la mirada a los mellizos. Letha asiente en concordancia y Myko sonríe de lado en el intento de animarme.

      —Siento que nos estamos desintegrando —confieso, girando la lata entre mis manos y viendo la sombra que se proyecta en el piso gracias a la luz que entra por la compuerta abierta—, que eventualmente terminaremos separados. —Por la muerte, por las circunstancia, por Henning. Por tantas cosas.

       Por mí.

      Siento a Nisha tomar mi mano libre y darle un fuerte apretón, obligándome a mirarla a los ojos. Luce seria, decidida.

     —Tal vez lo haremos, pero no será por ti. —Asegura—. Y mientras tanto nos mantendremos juntos, hasta que la jodida paliza de la vida llegue y nos haga mierda. Sé que habrá cosas que amenazarán con separarnos, pero solo hay que ser lo suficientemente fuertes para mantenernos pegados, como culo y calzón, y recordar que moriríamos por el otro. Eso es amor del bueno. Eso era Clay y hay que honrarlo.

       Asiento despacio y le devuelvo el apretón, intentando disimular mis ganas de reír y llorar por su pasión expresada de tal manera.

      —Oficialmente es lo más remotamente tierno que nos ha dicho en la vida —acota Myko, algo atónito, y la chica del cabello trenzado le lanza una mirada de advertencia que lo hace levantar las manos en señal de rendición—. ¿Qué? Es la verdad.

       —Sé que esto podría costarme la vida —dice Letha—, pero concuerdo con Myko. Eso fue dulce, Nisha.

       Ella rueda los ojos y me quita los porotos para comerse hasta el último. Entonces, una vez que se limpia la boca con el antebrazo, mi mira y vuelve a hablar. Lo hace de forma ligera, como si fuera un asunto trivial, pero todos sabemos que no lo es. Hay precaución en su voz.

      —¿Tenemos que preocuparnos por Uxia en el futuro?

      Sabía que ninguno de los hermanos se atrevería a preguntar. Ni siquiera querrían saber la respuesta sabiendo cuánto me dolería simplemente recordar que quedé a solas con la mujer en ese vagón. Inhalo despacio, no queriendo pensar en lo que me dijo y lo que le respondí.

     No queriendo pensar en lo que le hice.

      —No, Uxia ya no es un problema.

      Nisha asiente. Es todo lo que necesita de mí.

      Myko y Letha se pasan el resto del viaje hablando por lo bajo. Nisha en silencio, al igual que yo. Apoyo la cabeza en su hombro y miro los árboles pasar. Su respiración se vuelve más pausada y sé que se ha dormido.
Me alegra que no me estén prestando atención, porque de hacerlo notarían que estoy llorando.

                                      • • •

       —Mercy... —susurran, y siento a alguien apoyando su mano en mi hombro—. Mercy, despierta.

       Me cuesta abrir los ojos. Estoy tan cansada que hasta un movimiento de músculos faciales parece equivaler a una maratón a través del Globo que no estoy físicamente preparada para correr.

      Una silueta negra aparece a mi lado con los rayos del sol bordeándola como una especie aureola onírica. Al enfocar la vista noto que se trata de Karsten. Está arrodillado a mi lado y siento que su pulgar no está haciendo contacto con mi camiseta, sino con la piel de mi clavícula.

       Por un momento no contesto ni me enderezo. Me lo quedo viendo sin nada en mente, con la mirada vagando por los cortes sobre su piel y la forma en que los mechones pelirrojos le caen sobre la frente. Sus ojos son amables y su voz suave. Todo en el momento es agradable hasta que me golpean todas las imágenes, los pensamientos de cosas por hacer y cada sentimiento.

      —Llegamos a Raigón —confirmo notando que no estamos más en movimiento.

      Me incorporo y él deja caer su mano.

     —Ya descargaron todas las mochilas y están acomodándose afuera —explica—. Querían dejarte dormir un poco más.

      —Tenían miedo a despertarme porque suelo estar de malas cuando me levantan de la siesta —adivino tallándome los ojos.

     Los labios de Karsten se curvan en una pequeña sonrisa.

    —Quisieron salvarse y enviaron al nuevo a morir, ya lo entiendo —dice poniéndose de pie y tendiéndome una mano.

     Al principio pienso ignorar la acción, pero teniendo en cuenta que mi cuerpo ya me está recordando que lo he maltratado lo suficiente y dolerá más si tardo cinco minutos en ponerme de pie, acepto. Mejor que sea rápido.

     —Tal vez sea un chico con suerte, pareces estas de buen humor. —Ya de pie le arqueo una ceja y él se encoge de hombros—. O tal vez estás demasiado exhausta para siquiera estar de un modo u otro.

      Todavía estamos sosteniendo nuestras manos, así que soy la primera en dar un paso atrás. Puede que haya logrado leerme esta vez.

      —Vamos. —Hago un ademán a la compuerta abierta, ajustando mi gorra—. No hay que desperdiciar más tiempo.

      Baja primero del tren y noto que se mantiene cerca cuando es mi turno. Esta vez no acepto la ayuda que vislumbro en sus ojos, simplemente salto y aprieto los dientes, tragándome la maldición.

      Estamos en la vieja estación de Raigón. El paso de los años dejó secuelas por lo que veo. La última vez que estuve aquí fue cuando huimos con Enora, hace demasiado tiempo. Las bancas contra el edificio están desgastadas y los ladrillos en los que se apoyan cubiertos de moho. El piso está sucio, agrietado y con hierba creciendo para adueñarse del pavimento. Hay pilas de basura aquí y allá, y algunos indigentes recargados contra las puertas cerradas de la construcción que probablemente haya sido usurpada por más gente sin techo. Antes había empleados de limpieza y operadores, también kiosqueros con algunas tiendas dentro y meseros en la cafetería; sin embargo, cuando todo se fue al diablo y empezaron las revueltas, cerraron todo. Ahora, los que viajan de forma tradicional y no como lo hicimos nosotros, pagan por su ticket en el mismo tren y ya ni siquiera imaginen siquiera pedir un vaso de agua arriba de él.

       No hay más comodidades, solo lo indispensable.

     —Hola, bestia durmiente —saluda Myko, ganándose un codazo en las costillas por parte de Nisha—. Bienvenida a casa —dice con ironía, abriendo sus brazos como si el lugar fuera algo de admirar.

      Por un momento pienso en esa vez con Enora aquí. Me la imagino de pie donde está Myko, confundida pero emocionada por tomar por primera vez en su vida el tren.

      —Hogar, dulce hogar —se suma Pablo, uniéndose al círculo que conforman mis amigos en la plataforma.

      —Quítale lo de dulce. —Bufo.

     Él niega con la cabeza, divertido por mis típicas contestaciones.

     —Mi gente se está deshaciendo de los cuerpos, así que tengo como cinco minutos antes de que terminen de lanzarlos fuera devlos vagones —informa el hombre, peinándose, o más bien desordenando su cabello negro y azulado, que brilla grasiento a la luz del sol de la tarde—. ¿Alguien quiere un abrazo de despedida?

      —Si me tocas te quedas sin brazos —advierte Nisha echándose su mochila al hombro y con la mía entre sus pies—. A Letha no te acercas y a Myko te lo puedes llevar contigo.

     —Si tuviera que llevarme a alguien sería a él —responde señalando a Karsten, cuyas mejillas arden—. Fuimos un gran equipo ahí, así que cuando te aburras de ellos, puedes venir a ser el copiloto de esta cosa. —Señala con el pulgar hacia el tren.

      —Aprecio la oferta, Pablo —asegura el chico.

      —No entiendo por qué querrías llevarte al zorro y no a mí —se queja el mellizo, ayudando a su hermana a ponerse la mochila.

      Alguien hace sonar la bocina del tren y todos miramos el transporte por un momento.

      —No fue el viaje que esperaba y ciertamente tus servicios dejaron mucho que desear —le digo a Escaballán, cruzándome de brazos—. Así que no fue precisamente un placer.

      —Prometo mejorar todo para la próxima vez, e incluso tendrán descuento —asegura antes de suspirar con pesar—. En fin, debo agradecerles por lo que hicieron. Me ayudaron a salvar lo único que tengo, así que estoy en deuda con todos ustedes.

       No sabe que, en primer lugar, la gente de Uxia lo atacó por lo que robamos, pero no se lo digo. Él se quedó con la versión de que era una vieja conocida con algo personal contra mí y casualmente nos encontramos en bandos opuestos en la lucha, lo cual es muy común teniendo en cuenta la sociedad en que vivimos.

      ¿Siento remordimiento? Claro que sí, diablos, pero sé que de reconocerlo no tendría a este hombre con tantas influencias debiéndome un favor.

      —Saben donde encontrarme —finaliza antes de dedicarnos su mejor sonrisa—. Espero que tengan suerte en lo que sea que están tramando.

      Sus suspicaces ojos encuentran los míos y asiento a modo de despedida. Sé que sospecha algo, pero se lo reserva. No es de meterse en asuntos que no le conciernen, y por eso me cae algo bien. Solo un poco.
Lo vemos marchar y subirse al tren, con su abrigo de piel simulando ser una capa.

      —¿Y ahora? —pregunta Letha, mirando los alrededores con curiosidad.

      Necesitamos recuperarnos de la pelea y también de la previa a esa. Hay que comer y ducharse, también dormir, y el único lugar al que podemos ir es el que dejé hace tiempo.

      —Ahora los invito a conocer mi casa.

       Nos ponemos en marcha sin tomar descanso. El sol va desapareciendo en el horizonte mientras transitamos las viejas calles de Raigón y llega la noche.

       Otra noche más sin Enora.

Continue Reading

You'll Also Like

2.5K 274 10
ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤㅤㅤㅤ𝐂 | su reencuentro los llevará a problemas involucrados con la piratería que corre por la sangre de ambos, y pue...
667 58 5
"Quiero ser el instrumento roto de tu historia de amor".
20.7K 2.1K 51
Un humano reencarnado en my little pony Esta historia le pertenece a Blacklares de Different Royal Pony. que está en inglés y la intento traer en esp...
20M 600K 29
// PUBLICADA EN FÍSICO POR NOVA CASA EDITORIAL // Idiota. Cree que teniendo perfectos músculos, unos ojos miel envidiables, una altura que te hace qu...