Búscame en tus sueños

By MistyseaBlu

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¿Haruka y Michiru se separan? Hay errores que cuestan muy caro. A veces los problemas nos llevan a actuar sin... More

1. Grietas
2. Un nuevo sueño
4. Maremoto en el corazón
5. Una aguja en un pajar
6. El espejo de los sueños
7. Mensajes ocultos
8. Perdida en un sueño
9. Recuerdos milenarios
10. Un nuevo comienzo
11. Sueños por reconstruir

3. Jugando con fuego

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By MistyseaBlu

Al día siguiente, Haruka y Yume llegaron puntuales a la cita. La rubia iba con unos jeans deslavados y una chaqueta de cuero, ya que había decidido ir a bordo de su motocicleta. Mientras que Yume llegó con un vaporoso vestido color coral que hacía resaltar el tono rojizo de su cabello y sus expresivos ojos verdes.


-¡Wow! - exclamó Haruka al verla llegar - estás preciosa...
-Gracias - respondió ella acercándose para saludarla con un beso en la mejilla y un breve abrazo - y tú te ves fabulosa con ese look de chica rebelde.
-Pero creo que debí decirte que vendría en moto... Porque con ese atuendo que traes no será cómodo para ti.
- Pues sí, debiste avisarme, pero ni siquiera tienes mi número, así que no podías hacerlo.
-Bueno, eso podemos solucionarlo ahora mismo - dijo Haruka y ambas intercambiaron sus números telefónicos - así podemos estar en contacto todo el tiempo.
-Perfecto... Y lo de la ropa tiene solución, acompáñame a mi casa para cambiarme, es a unas calles de aquí, y podemos volver por la moto... por cierto, es una BMW GT increíble, así que por ningún motivo dejaré de subirme en ella - Haruka se sorprendió de que conociera la marca de la moto y su tipo.

Al llegar a la casa de la chica, Haruka notó en la entrada una hermosa Harley Davidson chopper y sus ojos se iluminaron al verla.

-¿Te gusta? - preguntó Yume al ver la reacción de Haruka.
-Me encanta... desde hace tiempo quiero una Harley y esta es perfecta.
-Pues cuando quieras puedes conducirla y yo seré tu copiloto.
-¿Qué? No me digas que es tuya - preguntó Haruka, asombrada.
-Sí... Y es más, te propongo algo, mientras me cambio, ve por tu moto, la dejamos aquí y nos llevamos la mía para que la pruebes, y para la próxima salida usamos la tuya, ¿qué dices?
-Digo que me encanta tu idea - respondió entusiasmada, como niña con juguete nuevo, antes de salir corriendo para llevar su moto.

Después de andar un buen rato en la moto sin destino fijo, ambas fueron a comer y a caminar un rato a la orilla del mar mientras conversaban.

-¿Y cómo es que una chica tan dulce como tú tiene una moto?
-No te dejes engañar por las apariencias, Haruka, puedo ser dulce, pero también tengo un lado rudo y rebelde, y amo la libertad que siento al ir conduciendo la motocicleta.
-Créeme, sé de lo que hablas y entiendo muy bien esa sensación - Conforme avanzaba su plática y conocían más detalles una de la otra, Haruka se daba cuenta de que esa chica tenía mucho en común con ella, su personalidad era muy similar y sus gustos e intereses tenían muchos puntos de encuentro.
- ¿Y has salido a viajes en carretera con ella? Debe ser lo mejor manejarla en la autopista.
-Por supuesto... De hecho, soy parte de un club biker, se llama Hell's Angels, y al menos una vez al mes salimos a otras ciudades.
-¿En serio? ¡Wow! Pues algún día tienes que invitarme a una rodada - Yume sonrió al ver lo emocionada que estaba Haruka.
-Claro, tú conduces y yo seré tu copiloto, o si prefieres podemos ir cada quien en su moto. Y es más, si te gusta, puedes unirte al club, seguro todos te caerían muy bien.

Conforme pasaban los días, Haruka se sentía cada vez más a gusto en compañía de aquella chica. Ella le había regresado la emoción, la adrenalina y lo divertido que últimamente le hacían tanta falta a su vida. Y aunque para entonces Setsuna y Hotaru ya no vivían con ellas, Yume estaba haciendo que su interés y sus ganas de estar con Michiru disminuyeran cada vez un poco más.

Y así, con una serie de distintos pretextos, Haruka se escapaba cada vez más y por más tiempo para ver a Yume y pasear juntas en la moto. Y sí, terminó por unirse al motoclub y eso le daba los mejores motivos para ausentarse de casa. A veces iban en grupo a las rodadas y otras tantas se iban ellas solas.

A Michiru le empezó a parecer extraño que Haruka ya no la invitara a sus actividades, pues antes siempre lo hacía. Algunas veces la acompañaba y otras prefería quedarse en casa para darle su espacio. Y cuando empezó a dejar de hacerlo, Michiru se esforzaba por convencerse de que sólo se debía a que Haruka necesitaba pasar tiempo sola con sus cosas y realizar actividades por su cuenta.

Al principio, la rubia sintió culpabilidad por mentirle a Michiru, pero poco a poco se fue volviendo algo habitual y lo hacía cada vez con mayor facilidad. Además, pensaba que en realidad no estaba haciendo nada malo, pues al menos hasta entonces ni siquiera había tratado de besar a Yume, aunque cada día tenía más deseos de hacerlo.

Todo cambió semanas más tarde, aquel día, en el que Michiru compró un enorme ramo de flores blancas y Haruka no le dio importancia a tal detalle. Ese día salió de nuevo con un pretexto para encontrarse con Yume.

-Bueno, Mich, me voy, tengo reunión en el motoclub y pasaré toda la tarde con los chicos.
-Pensé que al menos hoy podríamos pasar el día juntas - respondió la chica con cierta tristeza en la mirada, la cual Haruka ni siquiera notó - ¿al menos llegarás a tiempo para cenar?
-Claro, antes de la hora de cenar estaré de regreso... Antes de las 9 estaré aquí - dijo dándole un rápido beso en los labios antes de salir apresurada.
-Haruka... - dijo Michiru en un susurro mientras la veía irse y las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos.

Desde que empezaron a vivir juntas, Michiru adquirió la costumbre de comprar flores blancas para celebrar un año más de que sus caminos se unieron. Para ella era algo así como celebrar su aniversario con Haruka, quien también se había sumado a aquel ritual llevándola a caminar por la playa para recordar esa primera cita, en la que la llevó a recorrer la costa a bordo de su coche.

Además, ese día Michiru cocinaba los platillos favoritos de la rubia y solían pasar todo el día juntas, yendo a sus lugares favoritos por la mañana, paseando por la playa en la tarde y pasando la noche en casa, besándose y amándose hasta quedar sin aliento.

Pero esa vez, Haruka tenía otras cosas en la mente y ni siquiera lo recordó. Como siempre, el tiempo al lado de Yume pasó volando y cuando menos pensó, ya empezaba a oscurecer.

Al llevar a Yume a su casa, por primera vez ella la invitó a pasar. Haruka no pudo negarse y ya estando adentro, sus juegos de seducción llegaron mucho más lejos que nunca, y un par de copas de vino hicieron el resto para que la rubia terminará de desinhibirse.

-Yume - dijo Haruka con la respiración entrecortada, deteniendo el apasionado beso que minutos antes había iniciado en el sillón - creo que será mejor que paremos y me vaya. No quiero que esto se salga de control.
-¿Pero por qué? ¿A qué le temes? Si es por tu novia, no te preocupes, ella no tiene por qué enterarse, y si es por mí, a mí no me importa que vivas con ella si en este momento y cada vez que nos veamos te entregas por completo a mí, sin pensar en ella... Créeme no soy nada celosa - dijo antes de unir de nuevo su boca a la de la rubia, que ya estaba totalmente hechizada por sus encantos y no pudo resistirse.

Así, esa noche, hicieron el amor por primera vez y para Haruka fue una experiencia de lo más excitante.

Después del intenso encuentro,Haruka estaba recostada en la cama de Yume, abrazándola, cuando de pronto a su mente llegó Michiru y la promesa que le había hecho para llegar a tiempo a cenar.

Vio la hora, ya pasaban de las 11 de la noche y en el celular tenía varias llamadas perdidas, pues hacía más de tres horas de que habían llegado a la casa de Yume y le había enviado un mensaje a Michiru diciendo que ya no tardaría en llegar.

-Maldición - murmuró mientras soltó con cuidado a Yume, que ya se estaba quedando dormida, y se puso en pie casi de un salto para empezar a vestirse.
-¿Qué pasa? - preguntó la pelirroja, adormilada.
-Perdón, nena, me tengo que ir...
-¿Pero por qué? Por favor quédate conmigo toda la noche...
-Discúlpame, pero hoy no puedo, te llamo mañana, ¿sí? - dijo antes de despedirse con un desordenado beso para después salir a toda velocidad hacia su casa, a donde no tardó en llegar.

Al entrar, todo estaba oscuro. Encendió la luz del comedor y sobre la mesa se encontraba el florero con las flores a las que no les había prestado atención, además de los recipientes con la cena fría, una botella de champaña cerrada, los platos y cubiertos colocados en sus respectivos lugares, con una rosa ya marchitándose en el de ella, y un par de velas apagadas, a medio consumir.

"Mierda... cómo pude olvidarlo", pensó al ver aquella escena mientras se llevaba las manos a la cabeza, como hacía siempre que estaba estresada, ansiosa y sin saber qué hacer.

Y es que en ese momento recordó qué día era, que ella lo había olvidado y, peor aún, había engañado a Michiru. Se había acostado con otra justo en el día de su aniversario, y se sintió la peor basura del mundo.

Corrió hacia la recámara y la habitación estaba a oscuras, solamente iluminada por la débil luz que se colaba desde la calle.

Ahí estaba ella, sentada en el piso a un lado de la cama, abrazando sus rodillas y con la cara oculta entre ellas, mientras el suave sonido de la música clásica que más amaba escapaba de la bocina colocada sobre el buró.

-Michiru - dijo al encender la luz y corrió a abrazarla sin obtener respuesta - sé que no hay disculpa que valga, pero perdóname, por favor, no sé dónde tengo la cabeza... debes pensar que soy lo peor, y tienes razón, pero mírame al menos, hablemos... te lo suplico.

Haruka conocía a la perfección aquellos silencios y esa fría indiferencia. Pero esa vez era diferente. Cuando los ojos de Michiru se dirigieron a ella, vio en ellos un profundo dolor, una devastadora tristeza y una enorme decepción.

Además, era evidente que había estado llorando mucho. Y ella hubiera preferido verla enojada y con deseos de asesinarla, que haberla visto así.

Después de mirarla sólo unos segundos, Michiru volvió a esconder su cara y Haruka no dejaba de abrazarla mientras acariciaba y besaba su cabello.

Minutos más tarde, Michiru se soltó del abrazo y, sin decir absolutamente nada, se levantó para cambiarse e ir a dormir. Y sólo hasta antes de meterse a la cama, habló.

-¿Sabes? Estuve mucho rato atosigando a la policía y llamé a todos los hospitales cercanos porque pensé que te había ocurrido algo... debí parecer una loca estúpida... Pero es bueno ver que estás bien.
-Yo... lo lamento... agh... no sé qué decirte...
-Por cierto, hueles a alcohol, no sabía que ya tomabas...
-Michiru.. yo... lo siento de verdad. Sólo bebí un poco de vino, y por la falta de costumbre me mareó un poco y... - parecía que Michiru ni siquiera escuchaba.
-Haruka, me gustaría que en vez de explicaciones y excusas me dijeras la verdad... - al escuchar eso, Haruka se quedó helada, pues bien sabía que Michiru tenía aquel espejo en el que podía ver lo que ella hacía realmente y se preguntaba si ya sabía lo que había pasado - pero no pongas esa cara - dijo Michiru al ver su expresión - sabes que aunque pueda hacerlo nunca te ando espiando, sólo lo digo por si hay algo que quieras decirme... Cuándo quieras hacerlo, te escucho... Buenas noches - fue lo último que dijo al acostarse dándole la espalda, sin dar a Haruka la posibilidad de responder antes de quedarse dormida... o fingir que dormía.

Los días siguientes, la chica de cabello aguamarina la castigó con la fría indiferencia con la que acostumbraba tratarla cuando estaba molesta y sólo le dirigía la palabra para lo indispensable.

Esos días, Haruka se portó bien y dejó de ver a Yume. Después de disculparse de todas las formas posibles, Michiru volvió a hablarle, y después de reconciliarse y pasar una noche de besos, amor, deseo y pasión como hacía mucho no tenían, las cosas volvieron a la normalidad por unos días... Hasta que Haruka volvió a las andadas.

Cierto día, recibió una llamada de Yume diciendo que la extrañaba y que quería invitarla a la fiesta que haría por su cumpleaños.

Haruka trató de negarse, pero al final, la insistencia de la pelirroja pudo más y la convenció de ir. La rubia pensó ingenuamente que podía aprovechar la ocasión para despedirse de Yume para siempre, para no volver a fallarle a Michiru.

El día de la fiesta llegó y en medio de la casa de la pelirroja, inundada de música a todo volumen, un buen número de chicos y chicas bailaban, fumaban y bebían.

Haruka había empezado a beber hacía poco, por la insistencia de Yume, y ya que no estaba acostumbrada a tomar, cualquier cosa la mareaba.

En la fiesta, después de tomar unas cervezas, un poco de vino y algunos whiskies, Haruka perdió la noción del tiempo y, sin ser totalmente consciente de ello, acabó quedándose hasta el final y terminó de nuevo en la cama con la pelirroja y esta vez el alcohol y la relajación posterior a tan buena sesión de sexo la dejaron noqueada y se quedó profundamente dormida.

Aquel día, al salir de casa, de nuevo le había dicho a Michiru que tenía reunión con el motoclub, y otra vez prometió estar a tiempo para cenar con ella y ver una película antes de dormir.

Nada de eso pasó, porque para cuando Haruka despertó, el sol ya brillaba en todo su esplendor. Eran casi las 12 del día del día siguiente cuando abrió los ojos y recordó que no estaba en su casa. Al encender el teléfono, innumerables notificaciones de mensajes y llamadas de Michiru llegaron.

Después de maldecir, se vistió y salió disparada hacia su casa, con la esperanza de encontrar ahí a Michiru y pensando en el camino qué demonios le iba a decir esta vez para que la perdonara.

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