Designada ©

Da Erikadcgm

891K 45.9K 6.3K

“No hay casualidad, sino destino. No se encuentra sino lo que se busca y se busca lo que está escondido.”... Altro

Designada.
Prólogo.
Capítulo introductorio.
Capítulo uno: Un rompecabezas con piezas faltantes para armar.
Capítulo dos: De lectores a idiotas.
Capítulo tres: Incógnitas.
Capítulo cuatro: Recaudando información.
Capítulo cinco: Decisiones impulsivas.
Capítulo seis: Recuerdos.
Capítulo siete: Fiesta, fiesta.
Capítulo ocho: Momentos inoportunos.
Capítulo nueve: Aclarando ideas.
Capítulo diez: Primera cita.
Capítulo once: Preocupaciones.
Capítulo doce: Tres puntos suspensivos.
Preguntas a la autora.
Capítulo trece: Hospital Psiquiátrico Central.
Capítulo catorce: Momentos incómodos.
Capítulo quince: Sueños, mentiras e imbéciles.
Capítulo dieciséis: Depresiones y confesiones amorosas.
Capítulo diecisiete: Tiempo apremiante.
Capítulo dieciocho: ¿Y qué pasa si ya llevo la mitad?
Capítulo veinte: ¿Quién dijo que las sorpresas navideñas eran sólo para niños?
Capítulo veintiuno: Los secretos forman parte de la vida humana.
Capítulo veintidós: Subir a las nubes y volver a bajar de golpe.
Capítulo veintitrés: Encuentros extraños.
Capítulo veinticuatro: Una buena decisión.
Capítulo veinticinco: "Yo sé algo."
Capítulo veintiséis: Día de terror.
Capítulo veintisiete: El otro lado de la historia.
Capítulo veintiocho: Llamada desconcertante.
Capítulo veintinueve: Una cita con el asesino.
Capítulo treinta: Despedidas y aclaraciones.
Epílogo.
Preguntas a la autora II.
Capítulo extra: La boda de Stephanie y Lucas.
Capítulo extra final: La boda de Lucas y Stephanie parte II.

Capítulo diecinueve: Te echo de menos, cariño.

19.1K 1.1K 218
Da Erikadcgm

Mi teléfono celular empezó a sonar ruidosamente en la mesita a mi lado.

Mi cuerpo se sentía bastante pesado a causa del sueño y tuve que obligar a mis ojos a abrirse un poco para poder tomar el pequeño artilugio sin tirar nada al suelo, o caer a éste como una completa estúpida.

Un bulto a mi lado se removió perezoso y soltó insultos por lo bajo.

—Lo siento —Le susurré a Matt, que dormía (o intentaba mantenerse dormido) a mi lado. Sé que habíamos quedado en que dormiríamos juntos cuando llegasen los otros familiares, pero después de la huida de Michael, habíamos decido no aplazar más el traslado y ya hasta su equipaje estaba aquí.

Nos habíamos pasado estos dos últimos días viendo películas de matanza en mi cuarto y comiendo porquerías, y bueno…, después de llorar el primer día, unos buenos dulces, rabias pasadas y un maratón de películas guerreras ya casi se había olvidado el asunto.

No pude evitar esperar una llamada de Michael con una explicación a su comportamiento, una visita de su parte, o por lo menos un texto.

Pero ya habían pasado dos días y no daba indicios de vida, por lo que poco a poco empecé a dejar las cosas correr y no esperar nada de él.

La pantalla de mi celular alumbró mi rostro y vi que era un número no identificado. Se trataba de un extraño.

Por una décima de segundos, me debatí entre si debía contestar o no. Digo, era peligroso contestarle a cualquier persona.

Había visto montones de casos en la televisión, o de personas cercanas a las amigas de mi abuela, donde pedófilos violadores con rastreadores llamaban a jóvenes muchachas para luego comenzar a acosarlas, secuestrarlas y extorsionar a los familiares de dichas muchachas con el rescate de las mismas.

Al final, a causa de la neblina de sueño que cubría mi cerebro, la curiosidad y el no querer incomodar más a mi primo, contesté.

—¿Hola? —pregunté dudosa, en voz baja, contorsionando mi voz. Digo, si realmente era un pedófilo violador, por lo menos, no reconocería mi voz.

¿Danielle? —Mi corazón se detuvo al escuchar esa voz, y el sueño empezó a despejarse.

—¡Mark! —exclamé en voz baja, sintiendo repentinas ganas de volver a largarme a llorar. No es que el sólo hecho de escucharlo me abrumara tanto como para comenzar a lloriquear como una nenita, pero hoy, mientras me hundía en mi lago de autocompasión, no pude evitar echar de menos su presencia.

Él siempre tenía las palabras de ánimo adecuadas para cada situación y sus chistes, y normal alegría, hacían las cosas menos dolorosa. No es que mi primo no ayudase a subir el ánimo, pero Mark tenía una forma peculiar de hacer todo más feliz.

Lamento si te he despertado y tener que llamarte de un número desconocido. Sé que allá debe ser bastante tarde ahora, pero conseguí como mi celular no funciona en otros países y conseguí un teléfono disponible, no dudé en aprovechar la oportunidad para llamarte y saber de ti —se disculpó. Me mordí el labio para no suspirar como una idiota ante sus palabras, y agradecí el hecho de que no pudiese verme.

Dios sabe que yo no soy muy expresiva y amorosa, pero este chico dice unas cosas que descongelarían hasta un iceberg del polo norte.

—Oh, tranquilo —dije, intentando no hacerlo sentir ni un poco culpable—. Tan sólo son… —Le eché un vistazo al reloj en la mesita de noche contraria y suprimí un pequeño grito de sorpresa—. Las cuatro y media de la mañana, no es para tanto.

Matt se quejó en voz baja, diciendo algo acerca de bajar la voz, y yo para dejarlo dormir en paz, me levanté de la cama y salí de la habitación, para luego bajar a la primera y solitaria planta a hablar en paz.

¡El piso estaba tan helado, que me arrepentí de no haberme puesto unas medias como mínimo!

Escuché a Mark reír del otro lado de la línea, haciéndome volver a la realidad.

¿Cómo has estado hoy? ¿Qué tal te ha ido estos días, desde que me he ido? —preguntó con interés.

Oh, si tan sólo supieras…

—Bien —dije, en contrariedad de mis pensamientos, sintiendo una lagrima silenciosa deslizarse por mi mejilla.

Danielle —dijo Mark en un tono tenso—. ¿Qué pasa, cariño? ¿Ocurrió algo malo? —Aunque supe que quiso sonar suave y delicado, su voz no soltó la tensión y parecía estarse conteniendo.

Me sorprendí por ese cambio tan radical.

—No ocurrió nada —mentí—. ¿Por qué lo preguntas?

Se aclaró la garganta, un poco incómodo con la situación.

Bueno, por… —Su voz comenzó a apagarse—. ¡Maldición! —Lo escuché gritar. Su voz sonaba tan lejana, que me era apenas perceptible—. ¡Espera! ¡No cuel…! —Su voz quedó a la mitad y fue interrumpida por el sonido de unas monedas—. Bien, ya  está. ¿En qué estábamos?

—¿Estás gastando tu dinero en un teléfono público sólo para hablar conmigo? —pregunté con sorpresa, enternecimiento y diversión.

Bueno, moría por escuchar tu voz y hablar contigo un poco… ¡Un minuto! No me cambies el tema —se quejó suspicazmente—. Estaba por responder a tu pregunta —Se aclaró la garganta y el asunto se tornó serio nuevamente—. Iba a decirte que pregunté porque el tono de tu voz dejó al descubierto que estabas llorando o tenías ganas de llorar. ¿Qué ocurrió, Danielle? Quiero saber qué fue lo que te hizo tanto daño como para que lloraras.

Dilema del momento: ¿Debía contarle o no? 

Sabía que a Mark sería incapaz de juzgarme, que me apoyaría fuese lo que fuese y que, sobre todas las cosas, jamás me criticaría. Pero no quería decepcionarlo ni nada de ese estilo… Esto era tan difícil…

—Michael ha venido a mi casa —dije antes de tener tiempo de meditar más la situación. Mark se mantuvo en tenso silencio, a la espera de que continuase y, aunque no pudiese verlo, sabía que seguramente mantenía el rostro inexpresivo y los brazos rígidos. Tragué antes de poder continuar—. Me ha besado y…, yo…, le he correspondido —Me aclaré la garganta incómoda, y finas lágrimas de vergüenza inundaron mis mejillas—. Pero luego de eso, me ha dicho que jamás podríamos ser pareja, que no era para mí y se ha marchado sin importarle lo que yo dijera —Por razones obvias, había omitido la incómoda parte donde mi madre nos pillaba y comenzaba a interrogarnos como a dos delincuentes.

¡Si será idiota! —Bramó con rabia contenida, para luego tomar unas cuantas respiraciones profundas en un intento de tranquilizarse—. Disculpa ese pequeño arranque, pero no he podido evitarlo —dijo ya más tranquilo, pero sin ocultar el toque rabioso—. Lamento mucho lo que ha pasado, linda. Quisiera estar ahí para poder subirte el ánimo y salir un rato a tomar un paseo. Mira, sé que debe ser duro para ti, pero no debes llorar, Danielle. Si Michael no supo la maravilla de persona que tenía al frente, él se lo pierde. Además, aún tienes a este pobre y desgraciado chico que se muere por ti y tiene amor suficiente para ambos.

Mi corazón se hinchó dentro de mi pecho ante sus palabras y más lágrimas me invadieron. ¿Por qué a veces las chicas somos bastante estúpidas en temas del amor y no nos podemos decidir de una vez por el chico indicado?

Oh, cierto; es porque siempre aparece ese imbécil que se incrusta en tu piel día a día y llega a tu corazón, sin que te des cuenta, para hacer que tengas que tomar la dura decisión de romperle el corazón a uno de los dos chichos.

Aunque en mi caso, no era tanto así como una decisión.

—Gracias, Mark —dije, manteniendo mi voz normal, o por lo menos, apartándola de ser un sollozo—. No sabes cuánto te extraño.

Ten por seguro que no es más de lo que yo te extraño a ti —afirmó con seguridad, y luego soltó un pequeño suspiro—. Oye, debo irme. Trataré de comunicarme lo antes posible. Cuídate mucho, te quiero —Y colgó sin darme tiempo a despedirme de él.

Y es en momentos como éste, cuando te das cuenta de que a veces la distancia te hace ver cuánto aprecias la presencia de una persona.

No sólo lo decía por Mark, también me refería a Gautier, que apenas y podíamos hablar un par de veces por Facebook.

¡Malditas líneas telefónicas que no pueden servir por igual en todos los países!

La pantalla de mi celular me mostró que ya eran las seis de la mañana, y soltando una exclamación, volví a mi cuarto para dormir, al menos, cuatro horas más.

Al entrar a mi habitación, me encontré a Matt dándole la espalda a la ventana, por donde comenzaban a colarse los rayos del sol, y no pude evitar quedarme unos minutos mirándolo desde el pie de mi cama. Sé que era un poco acosador y psicópata de mi parte, pero era simplemente imposible poder evitarlo.

Si no fuese mi primo y tuviese otra orientación sexual, no dudaría ni un segundo en tirármele encima.

Bueno, bueno, sé que sería imposible que yo me tirase encima de un chico guapo, pero ustedes entendieron lo que quise decir.

Sin perder más horas de sueño, me acosté en la cama y procedí a dejar que Morfeo hiciera sus efectos en mí.

* * *

A eso de las tres en punto de la tarde, Jessica y Joey pasaron a buscarnos a Matt y a mí para hacer por fin nuestra dichosa salida al cine. Entraríamos a la función de las cinco, pero queríamos llegar antes para recorrer un poco el centro comercial y tomarnos algún café o algo.

Antes de salir, fui a la cocina a despedirme de mi madre, pero ella me detuvo antes de que pudiese irme con mis amigos.

—Esto es para ti —dijo tomando una bolsa del mesón que se encontraba detrás de ella y entregándome ésta. La miré confundida, pero ella no dijo nada, por lo que me vi obligada a abrir la bolsa y descubrir por mí misma el contenido.

Al hacerlo, solté un pequeño grito de espanto y estuve a un paso de tirar la bolsa lejos de mí. Matt, que se encontraba detrás de mí y también había sido testigo del contenido, no se contuvo al soltar una estruendosa carcajada.

—Mamá… —dije entre anonadada y ofendida, mirando la caja de condones y pastillas anticonceptivas.

—Úsalas cuando sea necesario. Te aconsejaría llevar unas contigo en tu bolso, sólo para prevenir. Ya sabes lo que digo: es mejor prevenir que lamentar.

Sonrojada hasta la médula. Subí a dejar el “regalo” de mi madre a mi cuarto y me encargué de esconder la bolsa bien en una de mis gavetas.

Salí justo al momento en que el Joey hacía sonar el claxon del carro de Jessica. El primero nos dio una mirada de impaciencia, pero la última se quedó embobada en su asiento, dándole miradas lujuriosas a mi primo.

—¡Hasta que llegan! Creí que tendría que bajar a buscarlos —se quejó Joey en cuanto hubimos subido al auto, comenzando a conducir en dirección al pequeño centro comercial.

—Lamento la tardanza —me disculpé rodando los ojos. Aunque no pude evitar que una sonrisa de alegría se formara en mi rostro. Con su malhumor y todo, había extrañado a Joey—. Tenía que resolver unos asuntos con mi madre.

Joey me lanzó una mirada entre divertida y preocupada por el retrovisor.

—¿Unos asuntos? ¿No será que tu madre es de esas conservacionistas y está pensando que Jessica y yo estamos ejerciendo una mala influencia sobre ti? —preguntó medio en broma, medio en serio.

Reí entre dientes. Mi madre podía llegar a ser una conservacionista a veces si se lo proponía, pero tampoco era para tanto.

—Tranquilo, Joey. No tiene nada que ver con ustedes, es sólo un pequeño asunto que dejamos pendiente desde hace dos días —Me limité a contestar.

Joey soltó un suspiro aliviado ante mi respuesta.

—Me alegro de saber eso. Lo último que quiero es que las madres de mis amigos tengan una mala impresión de mí.

—Oye, Danielle. ¿No nos presentarás a tu primo? —La voz de Jessica se hizo escuchar por primera vez en lo que llevábamos de recorrido. Ésta no despegaba la mirada del espejo retrovisor en dirección a Matt, y pude ver cómo mi pobre e indefenso primo se removía un poco incómodo a mi lado.

Gesticulé un “Lo siento” con mis labios en su dirección y miré a mi amiga.

—Jessica, él es Matt, mi primo norteamericano. Matt, ella es mi mejor amiga, Jessica —comencé. Jessica no perdió el tiempo y se giró en su asiento para estirar su mano en dirección a mi primo, acompañando sus movimientos con una mirada de coquetería. Mi primo, siendo un educado caballero, tomó su mano y habría sido una presentación común y corriente, de no ser porque mi amiga pareció haber olvidado que las personas no se quedaban tomadas de la mano al conocerse.

Mi primo me miró de reojo suplicando que lo ayudara, pero yo no supe qué hacer.

—Mujer, que te va a dar tortícolis sentada así. Suelta de una vez al extranjero —Y así fue como Joey acudió al rescate de todos.

Jessica le dio una mirada asesina, y se volvió a sentar de brazos cruzados en su asiento, toda enfurruñada por la interrupción.

Contuve un suspiro aliviado y me aclaré la garganta.

—Joey, él es Matt. Matt, él es Joey, un amigo cercano que va un año menos que nosotras —Hice mi segunda presentación. Ya que Joey no podía despegar las manos del volante, vio a mi primo por el espejo retrovisor y le hizo un saludo de cabeza, acompañado de un “Espero que Jessica no te haya dejado un moretón en la mano”. A lo que ésta respondió con un manotón en el brazo y así fue como comenzaron a discutir como unos infantes.

Llegamos al centro comercial al cabo de media hora y por fin mis dos amigos dejaron de discutir para comenzar a caminar en grupo.

Nos organizamos así: las dos chicas en las esquinas y los dos chicos en medio. Para evitar un posible intento de violación o secuestro, Matt se quedó a mi lado y Joey junto a Jessica.

—¿Y qué han hecho estas vacaciones? ¿Algo interesante? —Me interesé mientras pasábamos por unos cuantos locales, en dirección a un cafetín o algo.

—Pues yo me la he pasado en mi casa, jugando juegos de videos y saliendo con mis primos de vez en cuando para conseguirnos un par de ligues. Pero en sí, no ha pasado nada que sea de relevancia —contestó Joey con tranquilidad.

Entramos a un pequeño establecimiento de aspecto cómodo donde vendían café y dulces y nos dispusimos a sentarnos en una mesa. Jessica a mi derecha, Matt a mi izquierda y al frente Joey.

El local estaba prácticamente, tan sólo habían unas dos parejas distintas, en mesas lejanas, y nosotros cuatro.

La camarera llegó al instante y nos dispusimos a ordenar unos cuantos dulces y café con leche.

—Bueno, yo he ido a visitar a unos cuantos familiares, he salido de fiesta varias veces, he conocido a muchos chicos, oh, y la primera semana de vacaciones pesqué un resfriado de los mil demonios que me dejó postrada tres días en cama —respondió Jessica, retomando la conversación en cuanto la camarera se hubo ido a por nuestros pedidos.

—¿Qué has conocido a muchos chicos, dices? —Preguntó Joey, que al parecer sólo le había prestado atención a esa parte de la historia, sorprendido—. Vaya que no pierdes el tiempo. ¿Y ya tenemos un amigo nuevo al clan?

Jessica resopló enojada.

—No. Esos chicos no han sido más que una bola de inútiles, pero bueno, hay muchos millones de personas en el mundo. ¿Para qué andarse apresurando a las cosas, no? Oye, Danielle. No nos has dicho nada de tus vacaciones, ¿qué tal te ha ido?

Tanto Jessica como Joey sabían que mis últimos días en clase no había estado de tan buen ánimo. Y si supieran qué había pasado en estas semanas de vacaciones seguramente entenderían que aún no estaba de las mil maravillas, pero por razones obvias no hablaría de problemas. Esta era una salida para disfrutar y divertirnos un rato, no para andar deprimiéndose.

—Me la he pasado en casa, en realidad —contesté con sinceridad—. Aunque debo admitir que salí con Mark un par de veces a pasear. Pero ahora él está de visita a unos familiares, y tengo a Matt en casa para divertirme.

—Ya me imagino que debe ser divertido tenerlo en tu casa —comentó Jessica en tono coqueto. Estuve a punto de darme una palmada en la frente. ¿Qué parte de “mi primo es gay” no había entendido esta chica?

Hormonas, hormonas.

Me di cuenta de que Joey les dio una mirada molesta tanto a Jessica, como a Matt.

Estaba comenzando a sospechar que este chico tenía unos cuantos sentimientos ocultos por mi amiga.

—Sí, es bastante entretenido —confirmé, intentando alivianar un poco a tensión en el ambiente—. Me recuerda a los viejos tiempos en donde no hacíamos nada sin la presencia del otro.

—¿Estás hablando de los tiempos en donde no te gustaba peinarte y andabas con una melena de león? —preguntó Matt divertido.

Yo me sonrojé un poco, pero al igual que todos en la mesa, partí a reír.

—Creo que tal vez deberíamos conservar a este chico para que nos cuente anécdotas de Danielle —se burló Joey.

—Eso depende de una cosa —avisó Jessica—. ¿Tienes novia, o eres soltero?

¿Es que acaso Jessica tenía memoria selectiva o realmente lo había olvidado? Joey y yo no pudimos evitar rodar los ojos, comenzando a hartarnos del comportamiento de nuestra amiga.

—Eh…, bueno. Yo soy gay y, sí, tengo novio —contestó mi primo un poco extrañado por la situación. Se supone que la única persona que no estaba enterado de su orientación era el chico sentado frente a mí, que no pudo evitar abrir los ojos sorprendido y mirarme expectante.

Yo asentí corroborando las palabras de mi primo y Joey nos miró orgulloso.

—Sí, ahora estoy seguro de que debemos conservarlo —afirmó.

Jessica se mostró desilusionada, pero al poco rato volvió su buen humor y dejó de acosar a mi primo con palabras, aunque bueno, sus ojos no podían hacer el mismo trabajo.

La camarera llegó con nuestro pedido y comenzamos a comer en silencio.

La puerta se abrió con un chirrido y no pudimos evitar girar la cabeza curiosos.

Entonces, pasó lo inimaginable.

Entró Michael al local…, con una chica.

Y no era cualquier chica, era una linda morena de espeso y sedoso cabello ondulado y más curvas que un viaje en carretera a través de las montañas.

Michael clavó su mirada en nosotros y se detuvo en mí.

Yo aparté la mirada y me di cuenta que todos en la mesa miraban en mi dirección. Mis dos amigos preocupados y mi primo confundido.

—¿Quiénes son ellos? —preguntó al ver que nadie tenía intención de hablar.

—Él es Michael —contesté con un hilo de voz y luego me aclaré la garganta—. Y ella…, pues…, ¿ustedes saben quién es ella? —interrogué a los dos chicos que lucían nerviosos.

Intercambiaron una mirada y me miraron dudosos, pero no me dejé intimidar y mantuve mi frente en alto a la espera de una respuesta.

Jessica fue la que tomó la iniciativa:

—Ella es de una ciudad cercana —explicó—. Ella…, pues… —Y se detuvo. Espere y espere, pero no volvió a hablar.

—¿Ella qué? —pregunté con algo de impaciencia.

—Se rumoreó un tiempo que Michael y ella salían, hará cosa de un año —respondió Joey con suavidad, mirándome dudoso—. Pero luego no sé qué pasó y la chica dejó de verse por aquí —Y así fue como palidecí.

La exnovia de Michael…

Así que había tenido novia en el pasado.

Recordé sus palabras.

Las relaciones no van conmigo, Danielle.

¿Las relaciones amorosas no iban con él, pero tuvo novia y ahora estaba en un cafetín público con ella?

Matt pasó un brazo por mis hombros para tranquilizarme y darme fuerzas. Entonces, miró sobre sus hombros y se tensó. Hice ademán de girarme, pero mi primo empleó más fuerza en su agarre.

—Danielle… —me advirtió.

Pero ya saben que soy un poco terca, así que quité su brazo y volteé.

Y así fue como todo a mi alrededor se detuvo.

La chica y Michael se estaban devorando frente a todo el mundo, frente a mí.

Mis ojos se cristalizaron ante la escena y musitando una disculpa por lo bajo, dije que tenía que ir al baño y que volvería enseguida.

Me sentía traicionada y avergonzada. Pero qué estúpida había sido…

Una mano se cerró en torno a mi brazo y, reconociendo a su dueño, me aparté con rabia.

Encaré a Michael con los ojos acuosos y el rostro contorsionado en rabia.

No me quería ni imaginar lo espantosa que debía de verme en este momento.

—Danielle… —pronunció él.

—¿Qué? —pregunté enrabietada—. ¿Qué quieres, Michael?

—Yo… Te vi salir del local y noté que estabas llorando…, sólo… No pude evitar ir detrás de ti —tartamudeó.

Me sequé las lágrimas al instante y mantuve el rostro en alto.

—Ya no importa —dije en tono frío queriendo deshacerme de él.

—Pues a mí sí me importa —contradijo él, comenzando a ponerse de mal humor—. ¿Estás así por lo que pasó en el cafetín hace unos minutos?

—Deberías volver al local. Tu novia debe estarte esperando y no quiero ser yo quien te detenga —Esquivé su pregunta.

Me miró entre dolido y furioso.

—¿Y qué tiene si esa chica es mi novia y me está esperando? —interrogó acalorado—. ¡Tú eres mi…! Mi…, mi…

—¿Soy tu qué, Michael? —exigí saber con rabia y curiosidad.

Entonces, Michael dejó su rostro inexpresivo.

—No eres mi nada —contestó apretando sus manos en puños, clavando agujas afiladas, en mi ya de por sí dolido corazón—. ¡Y ni siquiera debería estar aquí explicándote de mis cosas porque tú y yo no tenemos absolutamente nada!

—¡Entonces vete! —exclamé, dejándole rienda suelta a mis lágrimas. Ya me había herido lo suficiente como para seguir reteniéndolas.

—¡Bien, eso haré! —Y se dio la vuelta para irse por donde había venido.

Ni siquiera vi el más mínimo rastro de culpabilidad en su rostro.

Porque a él le daba igual hacerme daño o no.

Porque yo no le importaba.

































Nota de la autora:

Michael, espero que aparezca un tren en tu casa y te aplaste el auto, junto a tu guitarra y tus juegos de vídeos.

Mark, vuelve. Te echamos de menos.

Gautier, también vuelve. Nos hacen falta tus excentricidades.

¿Qué opinaron del capítulo?

Un poco triste y depresivo, lo sé. Pero así es la vida.

¿#TeamMark o #TeamMichael?

Los quiero.

Mi Twitter: @erika_gomez_99.

Xoxoxoxoxoxoxoxo.

Continua a leggere

Ti piacerà anche

1.5M 112K 83
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
579K 45.5K 58
Un chico frio y con un ego mayor que el, empieza a charlar por whatsapp con una chica,Destiny, ella es callada, inteligente y para nada presumida, to...
Disociación Da Val

Mistero / Thriller

5.7K 1K 25
Uno, dos, tres. Milagros está confundida. No recuerda dónde está ni qué hace allí. Milagros duda hasta de que se llama Milagros.
159K 16.8K 36
Valgic: tal vez el futuro no sea como imaginamos. Después de años, la humanidad vuelve a evolucionar, aunque el desarrollo no llega para todos. Solo...