BESTIA MORTAL [LIBRO 2]

By SombradeLuna28

314K 21.8K 6.3K

"No voy a huir, no te tengo miedo. Sé que nunca me vas a lastimar, así que no lo pienses mucho y hazme tuya d... More

NOTA DE AUTOR
PRÓLOGO
REPARTO
TRÁILER
2. "Soy una Hamilton"
3. Perdición
4. Dolor
5. Descubriendo la verdad...
6. ¿Tujllaki?
7. La Princesa de Hielo
8. Una Pequeña Rosa Blanca en las Garras de la Bestia.
9. Hora de Comer
10. El Fin de la Humanidad
11. El Dolor de un Doberman.
12. Lágrimas de un Doberman.
13. Huyendo del Caos.
14. Cicatrices.
15. El Divino Progenitor.
16. Tujllaki Protector.
17. Giselle.
18. El Nuevo Mundo.
19. Watku: La Bestia del Infierno.
20. Marcada.
21. Eres Mía.
22. Lecho de Flores. (Renovado)
23. Volviendo a la Realidad.
MEMES Y PREGUNTAS
24. No Me Dejes, Bola De Carne.
25. ¿Quién Eres Tú?
26. Garras, Colmillos Y Placer. +18
27. La Hembra De Un Alpha.
28. Sueño y Presagio.
29. Sueño y Deseo.
30. ¿Siempre fuiste un monstruo?
31. Colmillo Robado.
32. El Tujllaki sin Vida.
33. Secuestro (Resumen)
34. Infierno
35. Una Pequeña Presa.

1. Una familia un tanto peculiar

16.4K 1K 155
By SombradeLuna28





CHRISTA

- ¡La señorita Christa nuevamente escapó! ¡Avisen a la señora!-. El horroroso gritó de la mujer que siempre me despertaba cada mañana me sacaba de quicio. No la soportaba al igual que el resto de sirvientes de mis padres es por eso que siempre solía escapar a mi lugar secreto.

Tomé impulsó y salté fuera de la ventana hasta tocar con mis pies descalzos el verde césped recién podado. Sin importarme nada salí corriendo de mi casa rumbo al estanque artificial dónde me esperaban mis amigos.

- ¡Lamento la tardanza!-. Al llegar a mi lugar especial lo primero que hice fue sacar una pequeña bolsa que el jardinero siempre guardaba, me senté con las piernas cruzadas frente al estanque para apreciar maravillada los hermosos colores que poseían mis amigos con aletas-. Aquí tienen.

Empecé a lanzar su comida al agua y ellos de inmediato sacaron sus bocas a la superficie para alcanzar los granos coloridos provocando que riera. Me quedé abrazada a mis piernas sabiendo que muy pronto me encontraría y me llevarían con el hombre intimidante quién es en realidad mi abuelo. No quería separarme de mis padres que siempre se la pasan trabajando dejándome con regularidad en la casa del hombre mayor.

No me gustaba pasar el tiempo con mi abuelo, yo quería quedarme en mi casa e ir todos los días a la escuela de patinaje sobre hielo. Ese deporte siempre me llamó la atención desde muy pequeña y mi madre gustosa me llevó a los tres años de edad. Sabía que pasaría luego de que ellos me dejaran con el abuelo, siempre fue así desde que tengo memoria.

Al escuchar el potente grito de mi madre eso hizo que por instante me levantará no sin antes despedirme de mis peces antes de salir corriendo hacía ella quién se encontraba con los brazos cruzados y el rostro enfadado esperando en la puerta trasera. Al ver mi apariencia bastó para que soltara un grito y me recriminara por mis medias largas con restos de suciedad.

Sin importarle nada me empezó a sacudir hasta que quedara algo limpia para segundos después meterme al interior de mi hogar, me llevó a rastras a la puerta principal dónde nos esperaba la sirvienta con mis dos maletas de color rosa y mi conejo de felpa entre sus manos por lo que de inmediato al estar cerca de ella se lo arrebate.

- No le gusta que lo toquen otras personas a excepción de mi-. Le expliqué por lo cuál ella asintió comprendiendo aquél trato mío.

- Ya es tarde, Christa. Será mejor irnos ahora-. Mamá me acomodo el poncho de lana con suavidad hasta que por fin pudo entrar por mi cabeza sin problemas, mientras ella se encargaba de mi vestuario la mucama me ponía mis zapatitos negros relucientes.

- Todavía no me despedí de papá-. Me detuve de ser llevada por mi madre quién solamente sonrió.

- Ve rápido. Te esperaré en el coche.

Salí corriendo rumbo a su despacho, la habitación prohibida cómo lo llamaba ya que nunca en toda mi existencia había pisado ese lugar, subí los escalones de dos en dos para así llegar más rápido. Golpee la puerta tres veces y esperé paciente a que me abriera.

- ¡Papi! ¡Ya me voy!-. Grité y segundos después mi padre salió cerrando la puerta detrás de él con rapidez. Él se agachó hasta estar a mi altura y me beso la frente en despedida, lucía algo diferente y desaliñado por estar siempre metido en esa habitación pero no me importaba para mi ... mi padre es el hombre más guapo del mundo.

- Estaremos de regreso pronto. Por mientras trata de ser buena con el abuelo. ¿De acuerdo?-. Me preguntó por lo cuál asenti con una sonrisa falsa.

- El abuelo y yo somos los mejores amigos-. Mentí dejando que mi sonrisa hiciera el resto. Al escuchar el sonido del claxon me indicó que mi madre quería que ya saliera para irnos.

- Ya me tengo que ir. Nos vemos, papi-. Me despedí pero antes de que me alejara papá me tomó entre sus brazos provocando que me sorprendiera a más no poder. El sonido del claxon que volvió a sonar hizo que papi reaccionara y lentamente se alejo de mi mientras soltaba algo que cayó con suavidad en mi pecho.

Al bajar la mirada no daba crédito a lo que veía, era un hermoso medallón de plata en forma de corazón. Creí que jamás me lo darían al ser todavía pequeña pero veo que estaba muy equivocada, siempre quise tener uno así al igual que el de mi madre y de mi tía Bella ya que según me contó uno de los más viejos sirvientes era que toda mujer que naciera dentro de la familia Hamilton merecía portar aquellos medallones de corazón.

- Es hermoso.

- Abrelo, cariño-. Me animó papá por lo que no dudé ni un segundo y lo abrí revelando en su interior la fotografía de mis padres en el lado derecho y en el izquierdo a mi de bebé-. Ya era hora de que lo tuvieras. Pasé lo que pasé no lo pierdas y que nadie te lo arrebate, esté camafeo es una reliquia familiar.

- Lo cuidaré muy bien. Te lo aseguro, papá. Ya quiero que sea Navidad y que tía Bella venga para enseñarle.

Por tercera vez el sonido del claxon me hizo salir corriendo hacía los escalones mientras movía mi mano hacía papá en despedida. Al subir al coche y sentir la calefacción rodear mi cuerpo congelado me hizo sentir bien.

- ¡Mira, mamá! Papi me obsequió el medallón de nuestra reliquia familiar. Es igual al tuyo y el de la tía-. Le enseñé mi camafeo, los ojos de mi madre solamente me vieron por el espejo retrovisor con una mirada seria que me dejó por un momento inquieta.

- Es hermoso, cariño. Ahora ponte el cinturón. Tardaremos tres horas en llegar a la casa de tu abuelo-. Dejó atrás esa seriedad rara para sonreír cómo siempre lo solía hacer por lo que moví mi cabeza en afirmación.

Decidí sacar mi libro de cuentos en dónde contaba las historias de los dioses griegos, mi favorita era la historia de amor entre Hades (el Dios del Inframundo) y de Perséfone (hija del poderoso Zeus y Demeter), desde que mamá me regaló esté libro no he parado de leerlo desde tan temprana edad y jamás me aburría. Fue así cómo empezó mi amor por la lectura era tanto mi adicción que ya solía leer libros sin ningún dibujo cosa que algunos niños de mi edad lo odiaban.

El viaje era largo así que podría leer el libro completo sin problemas, busqué la página en dónde se encontraba la historia de Hades y Perséfone y al encontrarla me acomode en el asiento para empezar mi lectura silenciosa.

- ¿Podrías leerlo en voz alta?-. Preguntó mi madre quién me veía por el espejo y segundos después posar su mirada hacía la carretera.

- Seguro, mamá-. Le respondí, esté mito de amor siempre me atrajo al igual que a mamá. Era nuestra favorita de entre todos esos mitos que hay en mi libro. Pero antes de que empezará a leer una pregunta se formuló en mi cabeza-. Mami ... Si tanto te gusta esté mito ... ¿Porqué no me pusiste el nombre de Perséfone cuándo nací?

- Porqué Perséfone a pesar de ser un nombre muy hermoso no iba de acuerdo contigo, cariño. Te puse el nombre de Christa porqué me recordó a la flor Chrisalis que fue un regalo de Hades para Perséfone, la única flor que podía crecer tanto en el mundo terrenal cómo en el inframundo. Una bella flor blanca que representaba lo más puro de ella y que podía crecer rodeada de oscuridad sin siquiera marchitarse.

- Es muy bonito el nombre que me pusiste, mami.

- Lo es, cariño. Mucho mejor que Perséfone.

Volví nuevamente la mirada al libro y empecé a relatar la historia de mi pareja favorita. Por lo menos pasaré un poco más tiempo con mamá ahora que no la veré por dos meses.


ALFA

El gran bullicio de los Skers en el exterior de mi lugar de descanso llamando mi nombre me hizo sentir poderosamente orgulloso. Cada gritó ansiando poder verme pelear hizo que automáticamente la puerta de mi jaula se abriera dando comienzo a la tan esperada pelea.

Corrí por un oscuro túnel muy conocido por mi hasta llegar al final dónde me recibió una poderosa luz que cego por dos segundos mis ojos, mis tentáculos se extendieron para luego querer rugir ante los gritos y aplausos de todos pero debido a está cosa que mantenía mi hocico cerrado por precaución para que así no empezará a lastimar fuera de la arena me lo impidió, observé con serenidad a mi amo que veía mi andar de depredador alejado de los demás con varias hembras de su especie rodeandolo.

- ¡Presentando a la pesadilla de cada Sker! ¡El devorador de galaxias! ¡Destructor!-. Gritó potente el presentador a lo que todos lo siguieron con gritos de guerra.

Sentí cómo quitaban con rapidez la cosa que mantenía mis colmillos sin morder a mi tan ansiada presa, uno de mis tentáculos envolvió al sujeto que me liberó para lanzarlo lejos de la arena.

- ¡Destructor! ¡Destructor!-. No pude decepcionar ante el llamado de mis seguidores que esperaban a que diera una gran sacudida a esté lugar por lo que se los concedi.

Mi cabeza se alzó poderosamente para soltar tremendo rugido característico del vencedor ocasionando que todo a mi alrededor se moviera repentinamente. Percibí el asqueroso olor de mi oponente al otro lado de dónde yo había salido, su cuerpo no era tan pesado podría derrumbarlo en un santiamén pero debía de obedecer a mi amo. Él quería que diera un gran espectáculo a los Skers entonces se los daré sin problemas, si desean ver los miembros de mi contrincante salir volando fuera de la arena se los concedere.

De forma repentina mis tentáculos se tensaron mientras señalaban algo fuera de la arena alejado de todos los espectadores, observé con frialdad a un extraño ser de vestimenta oscura ocultando tanto su apariencia cómo de que especie pertenecía. Sus ojos no dejaban de verme cómo si estuviese analizando cada parte de mi cuerpo cosa que me empezó a molestar, odiaba que me vieran por tanto tiempo.

Dejé de escuchar los susurros de mis tentáculos que no paraban de decir lo peligroso que era ese extraño ser, dejé de verlo para luego posar mi mirada salvaje en el pequeño cuerpo de mi oponente.

- ¿Vas a pelear o no?-. Pregunté, lo bueno de nosotros que veníamos de planetas más alejados era que si podíamos entendernos a diferencia de los Skers que siempre solían decir que eramos bestias sin uso de la razón lo cuál era totalmente falso.

- Fui obligado por mi amo a venir aquí para que me dieras una muerte digna, soy muy viejo y débil para seguir en esté lugar peleando sin sentido solo para divertir a esos Skers.

La voz de aquella especie que desconocía se escuchaba cansada y sin rastro de seguir viviendo.

- Entonces si deseas morir, que así sea-. Me acerqué amenazante a su arrugado cuerpo que a diferencia de otros que habían entrado en mi arena temblando de miedo la expresión de ese anciano era calmada cómo si hubiera esperado esto por mucho tiempo.

No esperé mucho para lanzarme contra él sujetando sus extremidades con mis tentáculos a lo lejos seguía escuchando los poderosos gritos y aplausos de los Skers que deseaban ver sangre salir de algún cuerpo. En cuánto más veía a cansadas bestias ser lanzadas en el interior de mi jaula para que les diera fin no paraba de preguntarme ... ¿Yo llegaría a ser cómo ellos? Ser viejo y un patético debilucho sin ganas de seguir viviendo.

Había escuchado de algunos de las bestias que solían venir para verme y así pelear que yo pertenecía a una de las más fuertes especies que venían de un planeta exiliado muy lejos de está galaxia. Por naturaleza, mi especie era longeva así que no debía preocuparme en envejecer de forma rápida cómo esos patéticos ancianos que siempre me traían de alimento.

Mientras más decían cosas horrendas de mi especie más preguntas se formulaban en mi tan desarrollada cabeza. Desde que era una cría siempre he ansiado el poder, ser más fuerte que cualquiera y sabía que estando metido aquí para divertir a los Skers no llegaría a nada.

Los miembros del ya muerto salieron despedazados alrededor de la arena, el líquido azul salpico tanto el suelo cómo las paredes con rastros de sangre de mis antiguos rivales que luego acabaron en mi estómago. Odiaba comer ancianos por lo que tomé entre mis poderosas mandíbulas la mitad de su cuerpo y se lo arroje a los pies de mi amo quién me veía con serenidad mientras tocaba a una de sus hembras.

Los gritos no se hicieron de esperar por lo que solté un rugido que provocó el mismo temblor desde que entre a mi arena de pelea. Me aleje de aquél lugar al esuchar las cadenas de la puerta que era abierta para que pudiera entrar, camine arrastrando mis tentáculos hasta llegar a mi jaula dónde me acosté para esperar ansioso mi comida que resultó ser los pedazos del anciano que había asesinado.

No me quedó de otra que devorar sus restos mientras veía a mi amo venir y al verme solamente golpeó la jaula mientras me veía furioso.

- No te creas engreído, bestia. Para la próxima hazlo mucho mejor y así obtendrás la comida que en realidad mereces-. A pesar de no entenderlo sabía perfectamente por su forma de hablar que se trataría de un regaño.

Lo vi irse de mi lugar solitario dejándome en la oscuridad por completo. Permanecí quieto por unos segundos para luego observar en un rincón en dónde yacía viéndome aquél ser de prendas oscuras, él me veía analizando cada parte de mi mientras más se acercaba provocando que dejará escapar un gruñido de advertencia.

- No pienso lastimarte si eso es lo que piensas-. Habló en otra lengua desconocida por mi. Su altura y caminar eran demasiado raro, jamás había visto eso en los Skers.

Al estar cerca de mi jaula sacó de su prendas algo brillante que me llamó por completo la atención, mis ojos yacían hechizados ante ese extraño collar que prácticamente parecía ser del tamaño de mi cuello. Al haberme desprevenido de esa forma me aleje de él con ese extraño objeto alrededor de mi cuello.

- Sé que ansias con demasía el poder. Nosotros te lo podemos conceder pero a cambio de eso debes pertenecer a nuestro proyecto-. Podía entender su extraño lenguaje, era tan impresionante.

- Pue ... puedo entenderte.

- Claro que puedes. Eso es el trabajo de la piedra Rux-. Me señaló la cosa brillante alrededor de mi cuello.

Mis tentáculos curiosos empezaron a tocar la cosa metálica haciendo que una corriente extraña las hiciera alejarse.

- ¿Qué es lo quieres de mi?-. Pregunté a la defensiva pero solamente salió un gruñido de mi hocico.

- Poder. Eso es lo que queremos mis hermanos y yo, nosotros solo queremos de ti tú protección y a cambio te daremos el poder que tanto anhelas. Sé nuestra arma, Destructor.

Su mano se adentró entre las rendijas de mi jaula sin temor a que le arrancara el brazo, sin mi permiso tocó uno de mis cuernos en una suave caricia algo que jamás obtuve desde que era una cría.

- ¿Que opinas, Destructor? La oferta pronto llegará a su fin, así que decide rápido.

Las voces de mis extremidades vivientes me decían que no debía confiar en alguien desconocido y más aún si lo que quería de mi es mi lealtad y que me volviera su fiel mascota. Pero si me niego, seguiría estando aquí atrapado solamente para complacer a esos Skers.

Decidido enrolle con uno de mis tentáculo su mano dando mi aceptación.

- Deme un nombre y estaré a sus servicios, mi amo-. Levanté la mirada al ver cómo se descubría el rostro revelando a un ser diferente a los Skers.

- Dejarás de ser Destructor. Tú código será ahora Z-1, recuerdalo bien.

Fue así cómo mi vida siendo la mascota más fiel de los amos comenzó.

Un sonido muy conocido hizo que por instinto empezará a abrir mis ojos lentamente para comprobar que aún seguía en el interior de la incubadora recuperandome de las heridas que fueron hechas por ese maldito hijo mío de Z-102. Me tomó mucho llegar a la nave de mis amos con estás heridas pero ahora que me encuentro perfectamente seguiremos con el plan.

Lo último que recuerdo al haber llegado fue como me metieron a la incubadora para mantenerme dormido mientras me recuperaba, el líquido verdoso a mi alrededor se fue desintegrando poco a poco hasta no quedar nada por lo que me quité el extraño objeto en mi boca para poder respirar.

«Etapa de recuperación finalizada»

Escuché la voz robótica a lo lejos segundos después la puerta de cristal se abrió por si sola para que pudiera salir. Noté que aún portaba mi disfraz de terrícola por lo que lo dejé pasar, era bastante cómoda. Al salir rodeado de una extraña niebla pude comprobar que una de las hembras de mi especie me esperaba con algo sostenido por sus tentáculos.

Se lo arrebate sin problemas y me lo puse recordando cómo usarlo cubriendo así mi aparato reproductor y parte de mis cicatrices. Bajé por los escalones metálicos siendo seguida por la hembra que no paraba de soltar gemidos indicando su estado de fertilidad.

- ¿Cuánto llevo metido en esa cosa?

- Los amos dijeron que lo debíamos mantener dormido hasta que su era diera inicio-. Me respondió.

- Entonces no debo perder más tiempo. Dile a los amos que iré nuevamente al tercer planeta en busca de Z-102 y el código Nasa.

Salí de la sala de recuperación mientras veía a los nuevos doctores creando lo que sería la destrucción de los seres humanos y el comienzo de la era de mis amos. Las puertas se abrieron por si solas al entrar y comprobar todas esas máquinas y pantallas que tenían un sólo objetivo que era el tercer planeta.

- ¿Ya te sientes mejor, Z-1?-. Preguntó el primer amo con la mirada fija en el oscuro espacio.

- Si, amo. Estoy listo para cumplir nuevamente con la misión.

- Eso ya no será posible, Z-1-. Interrumpió el segundo amo levantándose de ese trono cristalizado, yendo hacía el tercer amo que daba indicaciones a los que manejaban la nave.

- Nos fallaste, Z-1. No pudiste matar a Z-102 y perdiste a nuestro primer prototipo. Nosotros ya no podemos confiar en ti por lo que te revocaremos de tu cargo y se lo daremos a Z-99 quién fue enviado al tercer planeta en tú lugar-. Me explicó detalladamente haciendo que gruñera frustrado.

- Solicito sus disculpas. No volverá a ocurrir, haré lo que sea para volver a mi puesto—. Mi amo se quedó en silencio.

- Si lo dices de esa forma—. Sonrió—. Nosotros estamos dispuestos a darte una segunda oportunidad si logras vencer a nuestros prototipos fallidos.

- Cómo ordene, amo-. Me incline para luego salir de ahí siendo guiado por uno de los doctores hacía la parte más profunda de la nave.

La puerta metálica que se abrió por si sola mostraba partes rasguñadas y com rastros de un líquido carmesí muy conocido. Llevaba un largo rato dormido y ya era tiempo de que comiera algo.

Al entrar la puerta se cerró conmigo dentro por lo que dejé caer la piel de mi disfraz al suelo revelando mi apariencia mucho más mejorada. Estire mi brazo para comprobar que estuviera a la perfección luego de que fuera quebrado por Z-102.

Habían cientos de prototipos muy parecidos al primero pero ni siquiera llegaban a la altura de mi fuerza, me preparé recordando aquellos tiempos en dónde solía ser solamente una bestia que peleaba por diversión y que hasta ahora lo seguía siendo.

Dejé que la oscuridad de mi maná fuera liberado de mi interior obteniendo cómo respuesta los gruñidos de mis tentáculos que abrieron sus hocicos revelando cientos de dientes.

¿Creiste ser el único en obtener maná, Z-102?



¡Hola pequeñas bestias!

Estamos de vuelta en está segunda entrega. He decidido publicar el primer capítulo cómo regalo para ustedes los fieles lectores que me siguen desde que leyeron Bestia Sangrienta.

Y cómo ya había mencionado el segundo capítulo será publicado en Junio o posiblemente antes.

Espero que esté primer capítulo les haya sido de su gusto.

Besos.














Continue Reading

You'll Also Like

1K 82 6
Kim estaba arrepentido, ahora realmente iba a dejar su ego de lado? lograría que aquel chico lo perdonara? que volvieran a estar juntos? PUES DESCÚB...
524K 27.3K 26
Se mantenía alejado, odia a todos a su alrededor... excepto, a ella. Aquella mirada trasparente, azulada e inocente lo traía hipnotizado. Nota: Esto...
1M 49.5K 53
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...
1.7K 134 17
Todo fue un sueño creado por un corazón roto, una simple ilusión creada en su mente al no poder estar con la persona que ama, el simple deseo de ¿que...