El Club de Hopewell

By AnthonyTesla

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Allyson recibió un mensaje en su casillero, sin firma, pero que proclamaba amor hacía su persona. ¿Será acaso... More

Capítulo I: La Carta
Capítulo II: Bizarro Triángulo Amoroso
Capítulo III: Poder, Corrupción y Boberías
Capítulo IV: Bailando En La Oscuridad
Capítulo VI: El Tesoro de Sierra Hopewell
Capitulo VII: La Buena, El Malo y la Loca
Capítulo VIII: Por Un Puñado de Dolares Canadienses
Capítulo IX: Zapping
Capitulo X: Saliendo del Closét
Capítulo XI: Born This Nerd
Capítulo XII: El Círculo de la Vida
Capítulo XIII: I Kissed A Friend (And I liked it)
Capítulo XIV: Sexualidad Mundana
Capitulo XV: Figuras Paternas
Capítulo XVI: The Kids Are All High
Capítulo XVII: Band Of Siblings
Capítulo XVIII: La Unión Hace La Vergüenza
Capítulo XIX: Conspirando La Conspiración (Conspiradamente)
Capítulo XX: El Silencio de los Inconscientes
Capitulo XXI: Yo, Espía
Capítulo XXII: Bizarro Hexágono Odioso
Capítulo XXIII: Marque "P" para "Pandilleros"
Capítulo XXIV: Ocho Kandelikas (Y Tres Adolescentes)
Capitulo XXV: Easy F
Capítulo XXVI: Cinema Infernisso
Capítulo XXVII: Manos A La Obra
Capítulo XXVIII: Porrista Por Antecedente
Capítulo XXIX: Abuenazi
Capítulo XXX: The Stoner Games
Capítulo XXXI: Puking Fire
Capitulo XXII: Mockingjake
Capitulo XXXIII: Dónde hay Voluntad, hay un Will
Capitulo XXXIV: Canadian Pop
Capitulo XXXV: No Hay Que Estar Loco Para Escribir Canciones (Pero Ayuda)
Capitulo XXXVI: Cuando Una Letrista Ama a un Músico.
Capítulo XXXVII: Rock & Suck
Capítulo XXXVIII: Love Will Fuck Us Apart (Again)
Capitulo XXXIX: Bailar Drogados (es bailar)
Capítulo XL: No Te Olvides De Mí
ESCENAS ELIMINADAS: Saber y Llorar
BONUS TRACK: Playgirl

Capítulo V: La Vi En Rosa

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By AnthonyTesla

Sarah recibió un mensaje de parte de Allyson; ¿cómo supo que lo era? ¿Todas las letras en mayúsculas? ¿Que le falló la ortografía aquí y allá denotando que realmente no estaba en el mejor de los estados para fijarse en un detalle en que en otras circunstancias era excelsa? ¿Intuición femenina, aunque aceptar tal opción sería perpetuar un concepto propagado por sociedades patriarcales para pintar a las mujeres como irracionales?

Sin importar si se tratase de cada una de las opciones anteriores, o ninguna, no cabía duda que la morena no deseaba hacerse desear por mucho tiempo más.

Tocó el timbre de la puerta de la familia Martin, y espero.

—Estoy ya aquí —Sarah le escribió en el teléfono—. ¿Andas?

—Sí —no tardó en recibir contestación en su pantalla —. Ya bajo... solo...

—¿Sí?

—Solo... trata de no hacer mucho escándalo.

—¡Oh, esto de seguro será un escándalo! —pensó Sarah tras leer aquel mensaje—. No te preocupes: no lo haré.

Y no lo hizo.

Por un par de minutos después de que su amiga le abriera la puerta.

—¿Puedo pasar?

—C-claro —Allyson contestó—. Mamá no está en casa.

—Sí, bueno, está bien, está bien, pero... hay algo que siento que no cuadra aquí.

Sarah disimuló en una primera instancia, pero de inmediato notó el extraño elefante en la habitación. Sabía cuán fodonga en sus ropas podía ser Allye, en especial en los confines de su propio hogar y en un día de fin de semana como aquel, pero incluso conociendo su timidez, al menos nunca temía mostrar el rostro.

—¿Ese hoodie es... nuevo? —la visitante preguntó, notando la capucha de tono gris oscuro que Allyson ostentaba sobre su torso, y claro: sobre su cabeza.

—S-sí, es... lo conseguí de Alibaba y...

—No te queda mal.

—G-gracias.

Los tacones de Sarah resonaron en el piso de madera del hogar de los Martin conforme se acercaba un poco más hacía su amiga, con una actitud segura, lista para confrontar, y un tanto amenazante ante lo que Allyson se encontraba sintiendo en tal momento.

—¿P-pasa algo? —esta última cuestionó, dando un par de pasos hacía atrás al sentir la presencia de la morena demasiado cercana a la suya.

Sarah se cruzó de brazos, nunca sin dejar de sonreír.

—Hay TANTO que debo preguntar.

—¿S-sí?

—¿Por qué no le pediste ayuda a Jake?

—B-bueno, es que... verás —Allye aclaró la garganta, pero sintió que casi se le atoran más gargajos en ella—. Mira, él es... ya sabes, él es...

—¿Polaco?

—¡No! ¡P-para nada! ¡Amo a todos los polacos! —¡Desde Marie Curie hasta... eh... hasta!

—No te torturaré en tener que pensar en otro polaco famoso, querida; vamos, sé que no fue por eso de todos modos, es solo que... ¿es porque es un chico, verdad?

Allyson suspiró.

—Hay cosas que solo... otra chica puede entender —replicó.

—Oh, amiga, entonces aquí estamos hablando de problemas... ¿femeninos? —Sarah susurró.

—¿Eh, cómo dices?

—Problemas femeninos —Sarah le volvió a susurrar.

—No te escucho bien, ¿qué quieres decir?

—¡QUÉ SI YA TE BAJÓ, PENDEJA! —finalmente gritó —. ¡O de plano tenemos que ir pensando en nombres para Allyson Junior!

—¡No!

—¿No te bajó?

—¡No! ¡Digo... sí! ¡Digo... ese no es el punto! ¿¡Cómo puedes pensar en eso siquiera!? 

—Supongo que una no se puede embarazar leyendo fanfics de EXO, pero...

Finalmente, pensando que las largas y las sutilezas no valían la pena, y menos con alguien que no sabía pudiera concebir tales conceptos, Allyson decidió tomar el asunto en sus manos y de manera directa; se bajó la capucha de su hoodie, y dejó muy en claro qué era a lo que se afrontaba.

—Allye, tu pelo... ¿es, es ese color rosa?

—Como un algodón de azúcar.

Sarah tuvo que abortar su sonrisa tan pronto como vio el rojo en los ojos de su amiga; ¿Depresión, o rabia? No deseaba entender la razón: cualquier opción que fuera no era ideal.

—No es la gran cosa; todos necesitamos un cambio de imagen de vez en vez, en especial después de lo de Ryan y...

—¡No menciones eso! —Allyson le señaló a toda prisa, y casi a todo pulmón —. ¡Eso... no pasó!

—No sé si sea lo más sano fingir que no pasó; mira, una cosa sería decir que te dolió pero que lo superarás, y otra es que...

—No pasó.

—Pero amiga, pienso que...

—¡No pasó! —Allye alzó su voz una vez más—.  Y... por cierto: "Allyson Junior" suena a jugador de fútbol brasileño.

—¡Ah! ¿¡Ahora tienes algo en contra de los brasileños, eh rosita!?

—¡No! ¡Digo! ¡Sí! ¡Digo...! ¡De nuevo: el punto es otro! ¡Necesito ayuda con esto! —señaló a sus greñas despeinadas y coloridas como si un muñeco kawaii japonés hubiera vomitado chicle sobre su cabeza.

—Vale, ya: primero... ¿por qué?

—Es que... quería... sí quería cambiar de imagen en realidad —Allyson explicó, suspirante y con una mano jugando nerviosamente con su codo opuesto—. Quería... un rojo.

—¿Un rojo? —Sarah cuestionó, y miró fijamente con un ojo cerrado al rostro de su amiga—. Pues no te quedaría mal ahora que lo imagino —añadió encuadrando con sus manos su vista alrededor de su cara—, una nueva apariencia, renovarse o morir, todo eso... pero...

—¿Sí?

—¡El rubio es uno de los colores más fáciles de teñir a cualquier otro! ¿Cómo pudo salirte mal? ¡Realmente tuviste que cagarla pero en grande! ¡Es algo que solo pudiera terminar así si lo hiciera un estético ciego y manco o alguien que sufriera daño cerebral! 

—¡Mira! ¡Nunca lo había intentado! —la pelirosa intentó defender su caso—. ¡E-esto es nuevo para mí!

—¡Sí pero caray! ¡Hay tutoriales en YouTube! ¡Sigue a mil modelos de Instagram! ¡De perdis lee las instrucciones de la botella que para eso están! 

—¡No sabía! ¿Bien? —Allyson se alejó y tomó de un bote de basura una pequeña caja—. ¡Y no es cómo si estás cosas te lo facilitaran! ¡Mira! —comenzó a leer un pequeño apartado al reverso—. "El rubio es uno de los tonos más fáciles de teñir a cualquier otro: siguiendo las instrucciones al pie de la letra, solo habría pierde si fuera con un estético ciego y manco o sufriera de daño cerebr..." —azotó la caja de nuevo al bote—. ¡Qué saben estos!

—Sí; después de todo, solo inventan la fórmula, la prueban, manufacturan el producto y lo distribuyen —Sarah cambió su tema en la conversación al notar una mirada asesina en los ojos de Allyson si proseguía por tal rumbo—, vale, vale, no pasa nada, que como diría mi madre en su noche de bodas al ver a mi padre desnudo por primera vez: no es para tanto. Esto es lo que  vamos a hacer; iremos a la tienda, te ayudo con esto, y lucirás más roja que el politburo soviético, y además...

—N-no... no, nada de eso —Allyson interrumpió.

—¿Nada de qué?

—Es que... no quiero intentar más tonterías aparte de las que ya hice hoy; nada más quiero que me des una mano para volver a mi tono natural y ya.

—¿Segura? Porque no es tan difícil; no son ciega, manca, y a diferencia de lo que me dicen los psicólogos, sé que no tengo daño cerebral, sería una cosa de...

—No, en serio —Allyson agachó la cabeza y se oyó casi implorando—. Solo... ayúdame a regresar a la normalidad, ¿entendido?

La mirada de su amiga denotaba una derrota moral; en el gran esquema de lo que importa y lo que no, un mal día de cabello no hacía sonar alarmas y no aparecía en ninguna escala. Pero cuando te sientes diminuta, lo pequeño se siente como algo grande, y lo escaso como un raudal.

En una misión encubierta (o quizá, más cabría decir cubierta), ambas chicas acudieron a la farmacia más cercana a comprar el remedio embotellado para los problemas de Allyson.

—¿Podemos...? —preguntó Sarah sosteniendo una botella de tequila—. Traigo una identificación falsa y...

—¡Ahora no es el momento! —Allyson le imploró—. ¡Y  con todo y con que ganas no me faltan de olvidarme de esto! ¡Pero necesitamos estar conscientes por el momento!

Sarah dejó la bebida en su lugar, y caminó tras su compañera a la sección de belleza.

—Mira, esto es relativamente fácil —la morena anunció—. Busca un tono que sea más o menos como el que tenías y ya. ¿Sabes cuál es?

—¡Claro!

—¿Por qué me mientes, Allye? Odio que lo hagas.

—Vale, n-no... no, digo... rubio es rubio, ¿acaso importa?

—A los nazis supongo pero creo que ese no es el ejemplo que queremos seguir.

—Nunca has conocido a mi abuela —Allyson murmuró—. P-pero... vamos: dime, ¿alguno de estos que me ayudaría?

—Pues mira, creo que lo tengo —Sarah se agachó para agarrar una caja del que creía era el tono indicado.

—¿Estás segura?

—Debe serlo —la morena contestó, observando con detenimiento la etiqueta de la caja—. Mira, aquí lo dice: "Tono rubio inseguro/neurótico".

—¿Qué? ¡Déjame ver la caja!

—Solo bromeo; aquí está: tono mantequilla.

—Cuando lo dices en voz alta, no estoy segura si ese nombre es mucho mejor; no sé si quiero ponerme encima algo que le ponen a las papas asadas.

—¿Quieres que te ayude o no?

Allyson suspiró.

—Ya, ya... tomemos esto y vamonos antes que alguien nos reconozca.

—¿Por qué? No soy yo la de la vergüenza, ¿y quién podría reconocer a un algodón de azúcar de encubierto como tú?

—¡Oh, para todo lo malo siempre me reconocen Sarah! ¡Nunca lo bueno, solo lo penoso! ¡Promedio de 9.9 durante toda la primaria pero solo se acuerdan de cuando se me rompió el pantalón en la obra escolar contra las caries!

—¡Sí! —Sarah sonrió—. ¡Escuché de eso! ¿Eras el mal aliento, no?

—Por favor: paguemos y salgamos de este lugar antes que ocurra lo peor posible como, no sé, que me tope con Ryan o algo así cerca de la caja registradora y...

—¡Allye, detrás de ti!

La ex-rubia momentánea chocó en su descuidado caminar contra un chico formado en la fila de la caja.

—¡Lo lamento! —se apresuró a decir Allye, ayudando a recoger algunas de las compras de la persona con quién impactó—. ¡Lo lamento mucho Ryan!

—Mierda —Sarah dijo sonriente para no llorar.

—Mierda —Allyson pensó para no decirlo.

—¡Oh, eres tú! ¡Disculpas a mí, lo siento mucho! —Ryan exclamó—. Tampoco me fije por dónde iba y... bueno, gracias por ayudarme a recoger esto.

—C-claro —Allyson dijo, soltando con descuido las compras de él dentro de su caja.

—Em, ¿te cedo el lugar? ¿Vienes con alguien o...?

—¡Sí, viene conmigo! —Sarah los interceptó, colándose en la fila.

—Bien, un gusto verlas aquí chicas. Y... eh, ¿pensando en un nuevo estilo?

—¿Qué quieres decir? —Allye preguntó.

—El tinte que traen: pensé que... que eras rubia natural, ¿me equivoco o no? Por lo menos así es como siempre te recuerdo haber visto.

—¡Oh, sí! ¡Sí! ¡Es que... em...!

—¡Es mi botella! —Sarah comentó—. ¡Yo soy la que quiere probar un nuevo estilo! ¡Sé que muchas personas dicen que con mi tono de piel una parece morcilla con mayonesa, pero lo que es bueno para Beyonce es bueno para mí!

—Oh... claro. Igual, está bien; las apariencias son solo eso, ¿no? Realmente no importan; lo que está dentro de uno es lo que vale de verdad... ¿verdad?

—¡Vale! —ambas amigas contestaron en coro.

Porque de otro modo... —Ryan se vio incapaz de completar su oración, y con premura tomando un artículo de la canasta dónde colocó sus compras, y escondiendo esta detrás de sí.

—¿Eh, qué pasa amigo? —Sarah cuestionó—. ¿Algo penoso?

—Estamos en una farmacia, así que diré que sí.

—¡Ay, no es para tanto! ¡Como si no supiera que tienen cada uno! ¡El tipo chino ese algo contra las hemorroides! ¡La chica esa que parece de doce años trae una prueba para el embarazo! ¡Y el nervioso de lentes unos condones! ¡Y de los baratos para rematar! —exclamó señalando a los clientes y cada uno de los productos que tenían con —. Consejo gratis, por cierto amigo —se acercó a este último—. No ahorres en esto, que luego vas a andar como la chica que tienes en frente, ¿entendido?

—Eh... entendido —el joven replicó.

—Pues tan mal como ellos no estoy —dijo Ryan—. Pero igual uno desea mantener cierta privacidad. Eso es algo que especialmente en estos tiempos en los que todo parece compartirse no tiene precio y...

—¿Pastillas para los gases? —Sarah dijo al leer la etiqueta.

—¡¿Cómo me quitaste la botella?! ¿¡C-cuándo...!?

—Mira, nunca le quitas la mirada de encima a Sarah —Allyson comentó—; es como una licuadora sin tapa.

—Diría que por el medicamento, lo único que es como una licuadora sin tapa son las entrañas de Ryan —Sarah agregó.

—¡Basta! —Allyson le imploró en un gesto, un grito silenciado por la vergüenza, aunque debía admitir que cada vez menos por ella misma, y cada vez más por él.

Quedaron callados el resto de la fila, y finalmente fue el turno de Ryan de pagar.

—Fue un placer verlas —les dijo—. Y... em... Allyson... 

—¿S-sí?

—No sé si sea indicado pero, ¿p-puedo pedirte algo? —Ryan pronunció, tan nervioso e inseguro como ella solía estar respecto a él.

Allyson se paralizó; un lector infrarrojo se hubiera reventado si tuviera que detectar las zonas coloradas en las mejillas de la chica. Todo por la expectativa de lo que él pudiera decir.

—¿Pueden no contar lo de... ya sabes? —comentó en voz baja, su rostro a centímetros del de ella.

—¿Qué cosa?

—Mi pequeño... problema digestivo...

—Oh... oh, sí —Allyson asintió—. C-claro, no hay... nada.

—¿Eh?

—Digo... n-no hay problema Ryan. 

—Perfecto, ¡gracias!

La fila prosiguió su curso; Ryan pagó, y les sonrió una última vez antes de salir del negocio: justo antes de que le tocara a ambas chicas el realizar su compra, Allyson tomó de la muñeca a Sarah.

—Espera... —dijo poniendo fin al silencio en que las dos chicas se habían sumergido durante los últimos minutos.

—¿Pasa algo? —la morena preguntó.

Allyson se salió de la fila.

—¿Qué sucede? —Sarah inquirió siguiendo sus pasos—. ¿Se te olvido la cartera? Yo tengo dinero; claro, son riales iraníes, pero sólo así pagó el gigolo que me... eh, ¿en qué íbamos?

Allyson se paró de nuevo en el aparador de los tintes y pinturas para el cabello; colocó el que tenía en manos de vuelta en su lugar, y tomó uno diferente.

—Sarah, ¿crees que todavía se pueda cambiar? —comentó echando un vistazo al pasillo de belleza.

—En realidad de hecho sería más sencillo que regresar a tu color natural.

Allyson respiró profundo y levantó la cabeza; la capucha sobre su cabellera retrocedió revelando su aspecto, y por esos pocos minutos, no le importó un carajo que se viera tal cual en público.

—Ya me decidí: quiero hacer esto —murmuró—, pero... ¿me sigues ayudando, no?

Sarah sonrió.

—¿Alguna vez dudaste que lo haría? —le contestó.

Ambas chicas regresaron al hogar de la familia Martin tras haber realizado finalmente su compra definitiva, y con paciencia, ayuda, y de hecho teniendo brazos y vista, Sarah auxilió a Allyson en su pequeño gran predicamento capilar.

—¡Y... voilá o como digan los franchutes! —la morena exclamó, pasando un espejo de mano a su compañera, tras haberle arreglado la todavía empapada cabellera—. ¿Qué piensas?

Allyson temió y dudó en primer instancia el tomar el objeto: no había vuelta atrás en el momento inmediato (ciertamente su cabeza no sentía aguantar otro tratamiento simular tan pronto).

La decisión no iba a alterar su vida, no era una cuestión de vida o muerte, y su ser racional insistían en ello. No era la gran cosa, y si se arrepentía, era una cuestión de darle tiempo al tiempo y esperar.

—No puedes sentirte apenada por siempre —Sarah insistió, acercando un poco más el espejo—. Sé que a veces pareces ir por ese récord, pero no te permitiré vivir así, querida.

Allyson hinchó sus pulmones con la mayor cantidad de aire que pudo contener; solamente así sentía que podía echarse un vistazo a ella misma; siempre batallaba para verse: en esos instantes, con mayor razón.

Con una mano temblorosa, tomó el espejo.

—Pues... está bien... está... es normal — dijo Allyson, ladeando su rostro para examinar algunos detalles y que no hubieran más problemas.

Brotes de lágrimas se sintieron en sus ojos; no recorrieron el trayecto amargo a lo largo de sus mejillas, la situación no lo amerita, pero era el impacto de ver que su reflejo le mostraba a un yo diferente. Un poco.

—Si cambias de opinión, no pasa nada —Sarah le aseguró—. Solo dejas el pelo crecer y es todo.

—N-no, está bien —tartamudeó —. En realidad me veo... ¿me veo... bien?

—Tan bien como siempre has sido.

—¿Eso no es un insulto disfrazado, verdad?

Sarah le abrazó, y una sonrisa se dibujó en los labios de la recién pelirroja.

—Cuándo quieras, te ayudo con otro look —la morena indicó tras soltarse, tomando el espejo—. Digo, soy yo o Jake, y sus consejos de estilo se limitan a "muestra más escote".

—A mí nunca me ha dicho eso —Allyson pensó—. G-gracias por ayudarme, en todo caso.

El siguiente día de clases, la pelirroja caminó con cada paso cuidadoso cual si anduviera sobre un campo minado; claro, todo chico y chica en tal edad está tan nervioso de ser juzgado que a duras penas halla el tiempo para juzgar a otros.

Pero eso no se sabe realmente hasta mucho más tarde, y aún así, difícilmente se cree.

No obstante, sí hubo alguien que se tomó la molestia de emitir un juicio.

—¡Disculpe! —Allyson escuchó en voz de Jake a sus espaldas—. ¡Usted! ¡La rojilla!

—¿Eh? ¿Yo? —la chica volteó en dirección del muchacho.

—¡¿Allye?! —Jake exclamó, casi perdiendo el balance al notar que aquella estudiante de cabellera cobre era en realidad un rostro familiar.

—H-hola Jake...

Allyson desvió su mirada, pero sus ojos no pudieron buscar los de Jake, esperando que no estuvieran demasiado sorprendidos.

—Un pequeño makeover, veo, ¿eh? —el comentó.

—¿Q-qué opinas? —ella preguntó, gradualmente moviendo el ángulo de su rostro hacía el frente.

—Te ves bien.

—Lo dices en serio, ¿v-verdad?

—¿Por qué mentiría? —Jake resopló—. Siempre te has visto mejor de lo que crees Allye; te verías bien incluso con las greñas rosadas. ¿Qué piensas tú?

—¿Yo? P-pues... eh... que... gracias al cielo no me dijiste "más escote".

—No puedo pedirle hielo al desierto.

—¡Hey! —Allye empujó a Jake.

—¡Ya, ya rojilla! —Jake le devolvió el empujón con gentileza y en medio de una breve risa.

Se sonrieron, y en unos metros más, Sarah se les unió, y caminaron con un poco más de ganas de ir al a escuela aquel día. Uno como otros, pero por alguna razón para al menos una estudiante había adquirido una tonalidad distinta.


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