Tócame. HOPEV.

By kathsxl61

1.4M 197K 98K

Kim Taehyung era un adicto al tacto, a tocar y a que le tocaran. Jung Hoseok, para nada. Ó Donde un escultor... More

00
01
02
03
04
05
06
07
08
09
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
40.1
41
42
43
44
45
46
46.1
46.2
47
48
49
50
51
51.1
52
53
53.1
53.1-2
53.2-2
54
55
55.1
55.2
55.3
56
56.1
57
57.1
57.1-2
58
58.1
59
59.1-2
59.1-3
59.1-4
59.1-5
60

59.1

8.1K 911 615
By kathsxl61

Ese día llovía a cántaros.

Ningún niño podía jugar en el jardín, ya que no habían suficientes botas de agua ni impermeables en buen estado para todos los huérfanos. El gobierno aun no les suministraba nuevos insumos para el comienzo de año, y las donaciones no habían sido suficiente, por ende ningún cuidador quería arriesgarse a que se enfermaran durante ese tiempo de escasez.

Eran las tres de la tarde y Hoseok estaba oculto debajo de la cama, boca abajo contra el piso de madera, lo más cerca posible de la pared, sintiendo como el polvo picaba su nariz dándole ganas de estornudar. Escuchaba atentamente como la lluvia golpeaba contra la ventana y esperaba que la amenaza que rondaba por la habitación se fuera para poder salir de allí.

- No vas a poder esconderte todo el día, pequeño ratón -exclamaba burlón. Encogiéndose ante la voz, vio como los calcetines sucios y roídos de los tres chicos pasaban de largo hacia la puerta, desapareciendo por el pasillo mientras se reían a costas de él.

Hoseok no podía evitar ser torpe cuando estaba hambriento. Sabía que había sido culpa de su torpeza el que accidentalmente volcara su almuerzo encima a una de las chicas que era amiga de los chicos que más le molestaban. Sabía perfectamente que lo golpearían por eso. Odiaba meterse en problemas y estar constantemente bajo la mirada de los cuidadores y los chicos que insistían en tener una mínima excusa para molestarlo.

Aquellos chicos lo veían como una rata, débil y escurridizo, por ser delgado y pequeño. Él trataba de defenderse lo mejor que podía, y aunque algunos chicos lo trataban bien, terminaban alejándose igualmente. Él le echaba toda la culpa a los adultos, quienes suponía que solían prestarle más atención porque odiaba tratar con ellos; entre más los ignoraba, más se empeñaban en acercarse a él. No los comprendía y, por supuesto, los demás chicos tampoco.

Odiaba cuando sus compañeros de cuarto lo miraban con cierta envidia o que los adultos fingieran estar preocupados por él. Apenas se llevaba bien con dos chicos de su cuarto, pero a veces también solían ignorarle. No sabía cuánto más iba aguantar todo aquello, porque aunque una vez se escapó para ir a su antigua casa, no tuvo la valentía para tocar la puerta. Esperó a que su madre llegase o cualquier persona, pero eso nunca sucedió.

Habían pasado dos meses desde que llegó al orfanato, desde que lo dejaron en el parque temático. Descubrió que su madre había planeado su abandono por comentarios que escuchó de la señora Jung, la mujer que lo encontró, y un oficial de policía llamado Choi que venía a visitar el orfanato con frecuencia. Ambos le preguntaban sobre cómo era su vida con su madre y su padre -en su mayoría- ausente. Por más que él les decía que quería volver con ella, nunca tuvo el valor para preguntar "¿Mi madre ya no me quiere?, ¿Va a volver por mí algún día?", porque tenía tanto miedo de la respuesta, que ellos siempre terminaban leyéndole la mente, tratando de consolarlo al decirle que era mucho mejor que estuviera allí, porque nadie de su familia podría hacerse cargo de él. Hoseok sabía que ellos evitaban usar la palabra << quería >>.

Nunca se sintió como si el orfanato fuera un lugar seguro, donde podría descansar o sentirse como si no fuera un estorbo. Desde que llegó siempre se sentía asustado, extrañando el calor de su madre y hasta los malos tratos de sus abuelos o sus tíos. Incluso de su padre, quien no fue más que una sombra para él. Los únicos momentos que recordaba estar con él eran cuando solía llevarle Soju al sillón, en el cumpleaños de su madre o cuando lo iba a buscar al colegio. 

Tal vez se sentía seguro bajo las mantas de su actual cama, pero respecto a las personas, con ninguna se sentía completamente seguro.

Excepto ese día.

Todo empezó con un descuidado y fuerte estornudo de su parte, y unos pies descalzos que entraron a la habitación.

- ¿Por qué estás debajo de la cama? -preguntó una voz aguda de niña, su rostro asomándose a centímetros del suelo y mirándole con unos ojos curiosos y brillantes como estrellas.

Hoseok quiso hacerse más pequeño, tan diminuto que nadie podría alcanzarlo. No respondió ante ninguna pregunta que ella formuló y cuando creyó que se iba a ir, ella se acostó en el piso y se arrastró bajo la cama, quedando escondida a su lado.

- ¿De quién te escondes?, ¿De los cuidadores?, ¿No quieres bañarte? -siguió preguntando, tan terca como una mula. Hoseok cerró los ojos, abrumado, y ocultó el rostro en sus brazos cruzados, temblando por la sola idea de que su voz atrajera a los chicos, pero extrañamente también oía otras voces de chicas fuera de la habitación. Alzando un poco la vista para verla, ella seguía con la mirada fija en él. Pensó que no debería estar allí, porque las habitaciones de las chicas estaban en el otro edificio y no se suponía que las dejaran salir con ese clima-. ¿Eres mudo?, ¿Sordo? Porque si eres sordo tiene sentido que...¡O tal vez eres un fantasma!

- No... -susurró Hoseok, tímido, ante su expresión de susto.

Ella sonrió tan feliz por haberle sacado una palabra que Hoseok volvió a sentirse cohibido y a la vez atraído por lo bonita que era. Le recordaba a su madre, a una foto de ella de pequeña -cuando tenía su edad, pero la chica a su lado era más alta y delgada- que estaba en el mueble del salón en la casa de sus abuelos.

- Sé que no has preguntado, pero me llamo Yang Mi -dijo ella, apoyando el mentón sobre sus brazos cruzados en el piso. Su cabello largo le caía liso hasta la cintura, de un intenso color azabache, con pecas en su diminuta nariz y unos ojos almendrados que acrecentaba el largo de sus pestañas. No parecía de procedencia totalmente coreana. Tenía los ojos más expresivos que había visto en alguien, exceptuando a su madre, y su piel era tan pálida que parecía brillar ante tanta suciedad-, ¿Cómo te llamas?

- Ho... Hoseok -contestó.

- ¿Puedo decirte Seokie? -ella bajó la voz, casi como si fuera un secreto entre ambos, acercándose poco a poco-. Se ve que eres más pequeño que yo. Cumplí doce años ayer, ¿Cuándo es tu cumpleaños?

La chica le causaba mucha curiosidad y, por alguna razón, no se sentía intimidado con ella. La miró fijamente, buscando alguna buena razón para confiar en ella y no tratarla mal como lo hizo con los demás chicos de su edad -o mayores- algunas veces, concluyendo que lo haría por la simple razón de que se parecía a su madre. Mirándola detenidamente, podía ver que tenían el mismo pequeño lunar encima del labio superior.

- ¿Qué haces en la habitación de los chicos? -se alentó a preguntar, tratando de sonar lo menos nervioso y despectivo posible. Ella se encogió de hombros cuando vio que él no respondería su pregunta anterior.

- Nuestras habitaciones tenían demasiadas goteras y moho -suspiró-, así que las camas se estropearon. Nuestras cuidadoras dijeron que tendríamos que mudarnos aquí hasta que las arreglen. Elegimos las piezas al azar, por lo que seré tu compañera de cuarto por un tiempo, así que... ¿Por qué estás aquí bajo la cama?

Hoseok dejó de mirarla y suspiró abatido.

- Unos chicos quieren golpearme -explicó molesto-. No soy bueno peleando... además, son tres contra uno. No es justo.

- ¿Quieres que los golpee por ti? -la chica parecía hablar en serio.

- ¿Podrías hacerlo? -preguntó incrédulo.

- Si eran los chicos que salieron hace un rato, ¡Claro que sí! -rió con suficiencia-. Son como perros, ladran, pero no muerden. Yo sí muerdo.

- ¿Por qué lo harías? -aunque la chica parecía bastante segura, Hoseok trataba de no fiarse de ella. En general, no se confiaba de nadie.

- Estoy aburrida -se encogió de hombros otra vez, escondiendo el rostro entre sus brazos. Luego su voz se volvió incómodamente triste y avergonzada-. Y no tengo amigos, así que no será gran cosa.

Hoseok debería quedarse callado. En una situación normal lo haría. Pero nadie, jamás en su vida, se había escondido bajo la cama con él y le habría propuesto golpear a sus abusones. Por eso preguntó.

- ¿Por qué no tienes amigos?

- Espera -le interrumpió ella, y Hoseok la miró a la defensiva-, ¿Tú eres el chico torpe que derramó su sopa en So Dam hoy?

- S-sí, ¿Algún problema con eso? -exclamó malhumorado. Ella lo ignoró, porque su tono de voz no era en absoluto ofensivo, y sonrió.

- Se lo merecía. So Dam es una estúpida presumida -luego enarcó una ceja, dudosa-. ¿Qué me habías preguntado?

- ¿Por qué no tienes amigos? -repitió, y ella hizo una mueca.

- Oh... ¿Sabías que eso no se pregunta porque es de mala educación? -Hoseok se encogió de hombros, pero a ella pareció no importarle mucho y se dio la vuelta como pudo, acostándose de espaldas y dejando sus manos cruzadas encima de su abdomen en una posición más cómoda-. Bueno, te lo diré porque al parecer tú tampoco tienes, Seokie -dijo ella, y claramente no pudo negar eso. Sin dejar de mirarla, ella musito-; No tengo amigos porque el oficial Choi está a cargo de mí, ¿Lo conoces? -Hoseok asintió, y ella prosiguió-: bueno, como que me... adoptó... pero no puedo irme a vivir con él aún. La mayoría de aquí me odia porque piensan que él es un ángel y yo no soy merecedora de su... atención... y además siempre me regala más cosas que a los demás... a todo el mundo le gusta el oficial Choi -añadió, y fue la primera vez que le vio fruncir el ceño-. A ti también, ¿verdad?

Había un tono agrio en su voz al cual Hoseok no supo prestar atención.

- A mí no me agrada el oficial Choi -musitó. En realidad, no le importaba-. Bueno, no me agrada ni me desagrada. No me importan los adultos.

Ella sonrió y apretó los labios, pensativa.

- ¿Sería de mala educación preguntar qué le pasó a tus padres?

- No sé qué es exactamente de mala educación...

- Yo tampoco -rió ella-, pero Chunie siempre lo dice.

No pudo evitar sonreír. 

Pero le abochornaba pensar en su respuesta de porqué había quedado "huérfano"; de que sus padres seguían vivos, pero decidieron abandonarlo porque sus vidas era mucho más difícil con él en ellas y quien sabe cuántas razones más. Tal vez por todas esas razones que se imaginaba. Le dolía y le avergonzaba por partes iguales, pero algo en ella -y el hecho de que también vivía en el orfanato- le hacía querer decir la verdad, o al menos esa verdad que la señora Jung y el oficial Choi le han dicho.

- Ellos siguen vivos... y sólo me dejaron aquí porque creían que sería lo mejor para mí... supongo.

- ¿Por qué? -ella arrugó la nariz- Este lugar apesta.

- No lo sé. Tal vez no me querían más en sus vidas -exclamó con un suspiro, inevitablemente sintiéndose mucho más triste-. ¿Y tú?, ¿Tus padres murieron?

- Sé que mi padre murió antes de que yo naciera -confesó ella-, y que mi Mamá se fue cuando cumplí dos años. He vivido con mi abuela toda la vida hasta cuando cumplí once años el año pasado, pero luego... un día se sintió mal y simplemente dejó de respirar -Hoseok podía ver que el brillo en sus ojos se apagaba tan rápido como era transformado en una expresión amarga-. Aún recuerdo que ella tenía que ir a trabajar como todas las mañanas, pero no despertó por mucho que intenté despertarla... su cuerpo se sentía tan duro y pesado... ¿Has visto un cadáver antes? -Hoseok negó, sintiéndose de repente muy asustado ante la idea-. Fue como si su cuerpo se hubiera convertido en piedra de repente o en una estatua... salí corriendo para que alguien me ayudara a despertarla... y me encontré con el oficial Choi. Después del funeral de mi abuela, él me trajo aquí.

- ¿No tienes más familia? -preguntó Hoseok. Sentía que se le estaba entumeciendo el cuerpo, pero no le importó-. Yo tengo un tío y dos abuelos, pero ellos me odian.

- Nunca conocí a nadie de mi familia... nuestros vecinos eran lo más cercano que teníamos a una, pero ellos eran igual o más pobres que la abuela y yo, así que ninguno podría haberme adoptado.

- Los adultos apestan -gruñó Hoseok segundos después, acomodándose de espaldas como ella, para contemplar los tablones de madera de la cama y luego el perfil de ella mirando lo mismo- Si no pueden cuidarnos, ¿Para qué nacer?

- Toda la razón en que apestan -asintió Yang Mi, sonriéndole-. No quiero ser adulta jamás, ni tener bebés y mucho menos casarme... Pero me gusta estar viva, me gustaría tener un gato cuando tenga dinero, ¿Y a ti?

- Yo quisiera tener un perro -Hoseok no pudo evitar sonreír cuando lo pensó-. Y llamarlo Mickey.

- Tu sonrisa es adorable, Seokie -le alagó ella, haciendo que Hoseok volviera la cabeza hacia la pared para que no le viera. Nunca le había gustado su sonrisa porque tenía los dientes algo torcidos, pero su corazón palpitó con fuerza al recordar que su madre solía decirle las mismas palabras, pero con una expresión diferente-. No se la muestres a cualquiera. Los adultos siempre malentienden todo.

Hoseok no entendió lo que quiso decir, pero no importó porque unos pasos se sintieron fuera de la habitación hasta entrar atropelladamente en ella. Casi chilló de susto cuando los tres chicos se agacharon para ver bajo la cama, y le dolió el estómago cuando Yang Mi se arrastró fuera de ella para propinarle patadas y mordidas a los tres chicos que salieron corriendo y llamando a algún cuidador para acusarla.

Ese día, Yang Mi fue castigada sin la última comida del día y Hoseok terminó con un calambre estomacal porque no había ingerido nada más que agua, ya que le había dado a escondidas su ración a ella como agradecimiento. Terminaron compartiendo la cama de arriba de una de las literas, ya que sus compañeros de cuarto y las otras chicas que dormirían en esa habitación empezaron a temer de Yang Mi por haber peleado con los otros chicos.

No fue un gran dilema para Hoseok, porque apenas se acostaron a dormir Yang Mi empezó a cantar para él una canción en inglés de una animación que le había gustado mucho. No cantaba tan bonito como su madre, pero lo hacía sentirse como si estuviera acostado encima de una nube, lejos de todo lo malo.

Y cuando despertó por la mañana, se encontró alrededor de sus brazos. Ella lo abrazaba y por primera vez en ese lugar, ya no se sintió solo. Se sentía seguro.


[...]



-... cada vez que la recuerdo trato de recordar qué canción era la que solía cantarme, pero después me arrepiento de intentarlo porque sigue doliéndome recordarla y con el tiempo me cuesta más, pero la sensación de culpa y remordimiento sigue -confesó Hoseok, sentado al lado del ventanal con una taza de té entre sus manos y una manta gruesa envolviendo su desnudez. Taehyung estaba sentado frente a él, vestido con un pijama de polar, acariciando a un Yeontan dormido entre sus piernas y escuchándolo atentamente-. Supongo que por causa de ella y de mi madre es que puedo dormir mejor cuando alguien me canta... y es curioso, siempre que recuerdo a mi madre, no puedo evitar recordarla a ella y viceversa también, es tan raro -añadió pensativo, volviendo al tema-... de todas formas, era una canción muy conocida antes. Una vez la escuché en una cafetería y me dio un ataque de ansiedad tan horrible, no podía dejar de llorar -sonriendo con tristeza, dejó la taza a un lado y se abrigó aún más-. No sé cómo me sentiré si la escucho ahora, hace tanto tiempo que no lo hago...

Apoyó la cabeza en el ventanal, viendo como la lluvia seguía cayendo con la misma intensidad, formando charcos como pequeños ríos en las calles. Estaba teniendo algunos síntomas de resfrío, como dolor de cabeza, pero Taehyung había ido a comprar medicamentos para él y le había preparado té y una sopa caliente que ya había comido. Tenía un poco de fiebre, y por más que Taehyung le rogó que volviera a la cama, Hoseok quiso quedarse al lado de la ventana porque sentía que su mente se aclaraba más ante sus borrosos recuerdos.

-... por eso me gustaría que cantases esa canción para mí -añadió Hoseok, ante el silencio instaurado entre ellos, porque Taehyung creía que seguiría contando su historia. Sorprendido, el escultor lo miró dubitativo e inseguro. No quería verlo sufrir, aunque ya era bastante difícil verlo con esa tristeza en sus ojos. Desde que conocía lo feliz, risueño y positivo que Hoseok podía ser, verlo ser todo lo contrario destrozaba su corazón.

- ¿Estás seguro, Hobi?

- Tranquilo -interrumpió él, con una expresión de profunda calma y nostalgia-. Creo que la melodía era más o menos así...

Empezó a tatarear lo que recordaba, y Taehyung hizo memoria de cuál podría ser, pero la voz de Hoseok lo distraía. Era un sonido tan dulce, lento y delicado, llegando a él tan hondo como en un pozo, sintiéndose arrullar. Después de algunos segundos, sonrió al saber cuál era.

- Creo que sé cuál es... es Fly me to the moon de Frank Sinatra -dijo Taehyung, y a Hoseok le brillaron los ojos de la expectación, cuando el escultor inhaló profundamente y empezó a cantar-: Fly me to the moon... Let me play among the stars... Let me see what spring is like... On a Jupiter and Mars... -Taehyung quiso parar, porque vio como los ojos de Hoseok se llenaban de lágrimas, pero en vez de eso se levantó con cuidado para no despertar a Yeontan y se sentó a su lado envolviéndolo entre sus brazos, mirándolo fijamente mientras cantaba y acariciaba su cabello con una mano, viendo como Hoseok cerraba los ojos, tapándose el rostro con las manos y apoyando la cabeza en su hombro-... In other words, hold my hand... In other words, baby, kiss me... Fill my heart with song... And let me sing for ever more... You are all I long for... All I worship and adore... In other words, please be true... In other words... I love you.*

Hoseok no lloró. Se tragó sus lágrimas, amargas ante todos los recuerdos que volvían a él, porque estaba seguro que si lloraba ya no podría parar, y necesitaba más que nunca decirle a Taeyung, decirle a alguien en quien confiase, lo que había pasado. Era el momento, porque sino era en ese instante, nunca lo haría, y así pasarían años y años y tal vez Yang Mi, esa chica que conoció hace tiempo, terminaría siendo una creación de su mente, una herida que él mismo terminaba abriendo una y otra vez. Necesitaba que alguien le dijera que no había sido su culpa, que por fin alguien supiera que ella había existido en su vida y que le rompió el corazón igual que su madre. Necesitaba que alguien supiera que siempre se pregunta en dónde podría estar, y qué hubiera podido él hacer en ese entonces para que todo hubiera sido distinto para ambos.

Necesitaba que alguien lo supiera.

- ¿Sabes, Taehyungie? -prosiguió Hoseok-. Creo que en el fondo yo sabía que había algo que estaba mal con ella... y es que en realidad no era ella la que estaba mal... sino él.



[...]




- Jung Hoseok, ven aquí, jovencito.

Hoseok arrugó el entrecejo ante la voz amable del Oficial Choi que lo llamaba desde el otro extremo del pasillo, e hizo que Yang Mi a su lado borrase su sonrisa y se quedará petrificada sujetando su mano con fuerza, mientras que con la otra apretaba los libros que iban a leer juntos contra su pecho.

Habían pasado meses desde que Yang Mi y él se habían vuelto amigos, casi hermanos, por lo que para ese entonces Hoseok podía discernir perfectamente cuando ella empezaba a sentirse mal, ya que siempre estaba a su lado. Comían, dormían, se cuidaban el uno al otro cuando enfermaban y hasta se bañaban juntos. Ella siempre le agarraba la mano con fuerza cuando estaba asustada, lo había comprobado cuando habían leído un libro de terror que encontraron en los libros que donaron a la pequeña biblioteca del orfanato, y que habían estado leyendo cada noche, o cuando estaba a punto de ser castigada, como esa vez en la que rompió una taza que había sacado sin permiso de la cocina.

Hoseok podía leer las expresiones de Yang Mi perfectamente, y sabía que algo malo pasaba con ella cuando le hablaban hombres adultos, pero era más notorio cuando se trataba del policía.  

Cuando miró al Oficial Choi, con su típica sonrisa amable que siempre le daba a todos, sintió un mal presentimiento que no había sentido nunca cuando lo veía. Jamás le había prestado atención, porque el hombre siempre había sido lo suficientemente inteligente como para respetar su espacio y aunque solía acercarse para hablar con él, siempre terminaba rechazándolo por instinto, pensando en las palabras de su madre sobre que no debería aceptar absolutamente nada de adultos que quisieran ser amigables con él porque siempre habría un motivo oculto detrás. Nunca tuvo claro los motivos del Oficial Choi cuando le trataba bien, contrario a la señora Jung, porque ella le había dicho claramente que quería adoptarlo y cuidarlo como un hijo, pero que aún estaba haciendo los trámites, arreglando asuntos familiares -y planeando una mudanza-, y que por eso tenía que seguir viviendo en el orfanato.

El Oficial Choi nunca había hablado con él a solas, pero cuando se acercaba a Yang Mi, siempre terminaba separándolos para hablar con ella en privado. Ella siempre parecía normal después, tan optimista y con una sonrisa que solía calmar hasta las peores pesadillas de Hoseok. Él había hablado con la señora Jung de adoptar a Yang Mi también, pero ella le había dicho que la tutela estaba a nombre del Oficial Choi y que en dos semanas más iba a llevarse a Yang Mi para cuidarla como su hija junto a su esposa llamada Ga in, la cual hace muy poco supieron de su existencia.

Ni a Yang Mi ni a él les gustaba esa idea y se rehusaban aceptar que se separarían, pero odiaban estar tristes cuando estaban juntos, así que siempre solían hacer cosas que olvidaran ese futuro próximo. Estudiaban, inventaban sus propias historias, leían o jugaban en el jardín.

Sólo que ahora, teniendo al Oficial Choi llamándolo, hacía que no pudiesen olvidar lo que sabían que pasaría.

Hoseok agarró con más fuerza la mano de Yang Mi, pero ella no corrió cuando él lo intentó.

- Vamos, Minie -masculló Hoseok, tirando de ella, pero su expresión se veía petrificada como si unas manos la retuvieran en el mismo lugar.

Antes de que volviera a tirar de ella con más fuerza, las manos del oficial Choi agarraron firmemente los hombros de Yang Mi. Hoseok frunció el ceño, porque aunque no estaba seguro de lo que estaba pasando, podía sentir lo asustada y tensa que estaba su amiga.

- Hoseok, la señora Jung quiere hablar contigo en la oficina del director Kang, ve rápido -dijo el hombre, con la misma sonrisa amable y ese tono de voz amigable del que nadie podía desconfiar.

Debería tener alrededor de unos treinta y cinco años y tenía ese aire de fuerza que intimidaba sino fuera por su amigable expresión. Hoseok no desconfiaría de él porque sabía que la señora Jung podía ir a visitarlo cualquier día de la semana, pero lo que le preocupaba era la expresión de Yang Mi. Mientras más se acercaban los días para que ella se fuera a vivir con él, más rara se ponía, triste y callada, y Yang Mi difícilmente era de esa forma cuando estaban juntos. Ni siquiera cuando hablaban de su abuela fallecida hacía esa expresión de sumo vacío.

- Minie puede acompañarme -sugirió Hoseok, sin soltarle la mano, mientras ella se mantenía con la cabeza gacha y una mueca adolorida.

- Yang Mi se quedará conmigo, tengo muchos temas que hablar con ella -explicó él, su tono de voz volviéndose más frío cuando vio que Hoseok no tenía intención de soltarla.

- ¿Puedo ir yo con ustedes y luego voy donde la señora Jung?

- No, no puedes, Hoseok -negó con firmeza-. Ve donde la señora Jung, ahora.

- ¡No quiero! -exclamó, de repente muy furioso. Esa situación le provocaba la misma inquietud e irritación cuando hace tiempo defendió a su madre de las agresiones su abuelo, quien en realidad era el padrastro de su madre.

- ¿Sabes lo que les pasa a los niños que no obedecen órdenes? -inquirió con suficiencia-. No los adoptan. Los dejan aquí, para siempre.

- Claro que no -replicó Hoseok, incrédulo-. Si nadie me adopta me quedaré aquí hasta que cumpla 20 años, el director me lo dijo cuándo le pregunté.

- ¿Y luego qué harás? -alzó ambas cejas, con una inesperada sonrisa burlona-. No tienes familia que te reciba y hasta ahora la señora Jung ha sido muy buena contigo, ¿En serio la harás esperar?

Hoseok sintió que sus palabras sólo sirvieron para avivar el fuego de la ira, pero Yang Mi se interpuso mirándole fijamente, con tal seriedad que se le olvidaron todas las palabras. Nunca la había visto así de seria con él, haciéndole sentir como un extraño.

- Seokie, ve... no hagas esperar a la señora Jung -dijo dándole la espalda.

Era la primera vez que Yang Mi lo trataba así, tan indiferente y esquiva. Tuvo tantas ganas de llorar por ese gesto de rechazo, que corrió dentro del edificio sintiéndose herido, escondiéndose en los baños de hombres en el primer piso porque no sabía a dónde más ir. No comprendía porqué ella actuó así con él, aún así tenía tantas ganas de abrazar a Yang Mi y decirle que no se enfadara, pero temía que ella aún así lo rechazaría y dejaran de ser amigos.

No quería dejar las cosas así, como con su madre. A pesar de todo aún seguía esperando a que su madre viniera por él, y se preguntaba qué hubiera pasado si se hubiera aferrado a ella con más fuerza, si es que habría cambiado de opinión. Pero no quería esperar a que Yang Mi diera el primer paso porque temía más que no lo hiciera nunca a que su orgullo se viera herido. Era la única amiga de verdad que había hecho y perder su amistad era lo peor que le pudiese pasar, porque entonces quedaría completamente solo.

No quería perderla también.

Por eso se secó las lágrimas con su camiseta, ya sucia por el uso, y fue hasta el edificio donde dormían las chicas, en vez de ir con la señora Jung, a pesar del afecto que estaba empezando a sentir por ella. No podía entender porqué ella quería ser su madre, pero de alguna forma tenía esperanzas en que ella fuera diferente a los adultos que había conocido. Ella era el único adulto que le importaba, además de su madre, pero no podía abandonar a Yang Mi, no cuando siempre estuvo para él.

El edificio contaba con tres pisos, bastante antiguo y el cual aún estaban arreglando la fachada, cambiando planchas de madera vieja por otras nuevas y barnizando. Las habitaciones de las chicas estaban en el segundo y tercer piso, las cuales ya habían podido re-modelar lo suficiente para que volvieran a sus habitaciones, pero Hoseok pensó que posiblemente estarían en el despacho del primer piso teniendo su conversación, ya que era el lugar donde comúnmente trabajaban los asistentes de la organización que se hacía cargo de ellos.

Fue raro ver que no estaban ahí, ni en ningún otro lugar de la primera planta, en la segunda o la tercera. Recorrió cada habitación, pero no encontró rastro de ellos y nadie parecía haberlos visto.

Hasta que recordó el sótano.

Dudaba que estuvieran ahí, porque se necesitaba una llave para abrirla y la tenía el director, pero de todas formas lo intentó antes de ir al otro edificio a buscarlos. Aquel era el único sótano y aunque solían contarse varias historias de terror sobre él, muchos de los huérfanos lo frecuentaban cuando se les ordenaba dejar cajas de tarros de comida o de insumos que necesitasen y que no pudiesen guardar en la primera planta o en el cobertizo. Incluso había un sillón, el cual Hoseok había visto que varias asistentes en práctica profesional usaban para dormir una siesta sin ser vistos y una televisión vieja que sólo se usaba los fines de semanas en que les ponían alguna película infantil que hubiesen donado.

Así que fue, esperando encontrarla cerrada, pero le intrigó el que estuviera abierta cuando tiró de la manija. Preguntándose si Yang Mi podía estar dentro, ingresó haciendo el menor ruido posible, pero se sorprendió al escuchar ruidos de una de sus caricaturas favoritas. Bajando los peldaños con cuidado, se quedó petrificado al ver al Oficial Choi sentado en el sillón, con Yang Mi sentada en su regazo viendo la televisión.

Se sintió de pronto muy traicionado, pero luego vio la expresión de Yang Mi cuando el hombre acarició su pierna, la otra mano apartando el cabello de su rostro, y supo que algo no estaba bien, pero no sabía qué era. Se sintió muy preocupado, porque ella tenía la misma expresión de cuando se enfermó del estómago por haber comido unas galletas caducadas.

Luego se fijo en él y no esperaba ver esa expresión en el oficial Choi, era tan extraña. Una expresión fija que había visto antes, no sabía dónde, pero que le ponía los vellos de punta, haciéndole sentir tan alerta que sólo quería escapar. Pero no quería irse de ahí sin Yang Mi. El oficial Choi, al verle, quitó a Yang Mi de su regazo, sentándola en el sillón, y fue hasta la televisión para apagarla y volverlo a mirar. Cada movimiento que hacía era sutil como el de un gato a punto de saltar encima de un ratón para clavar los colmillos en su cuello.

El hombre le sonrió. Esa típica sonrisa amable que sabía que ya no era amable, sino una que quería decir que tenía toda la situación bajo su control. Era la primera vez que le hacía sentir intimidado. Se acercó paso a paso a Hoseok, quien no retrocedió, sino que se quedó quieto reteniendo la respiración y mirando hacia Yang Mi, quien se quedó en el mismo lugar como una muñeca sin vida. Parecía que el aire se estaba filtrando cada vez más fuera de la habitación hasta que él se acuclilló frente a Hoseok, quedando a su altura y dijo, en un susurro y con esa horrible sonrisa.

- ¿Quieres jugar con nosotros, Hoseok?

- ¿Jugar? -preguntó a la defensiva-, ¿A qué?

- Si te lo digo, arruinaría el juego. A Yang Mi le gusta mucho cuando lo jugamos.

- Si Minie juega, yo jugaré también.

No recuerda que más dijo, porque fue callado inmediatamente por Yang Mi, quien prácticamente saltó del sillón para interponerse entre los dos y quedar frente a frente con Hoseok, con una expresión aterrada que jamás esperó que pudiera hacer, casi gritando que no podía hacerlo hasta que el oficial Choi la hizo callar en un susurro.

- ¿Por qué no puedo? -insistió Hoseok, tan enojado como Yang Mi, aunque ella parecía más aterrada que otra cosa. No la entendía, y se sentía tan mal el que ella pareciera estar en contra de él, mirándolo de esa forma-. ¡Yo quiero hacer lo mismo que tú!

- Él quiere jugar también, Yang Mi -sonrió, como si toda la situación le divirtiera tanto que incluso el tono preocupado que había en su voz se sentía totalmente falso-, ¿O acaso estás celosa de tu amigo?, ¿O tal vez...? -y él se acercó a ella, susurrando en su oído algo que Hoseok no pudo escuchar.

Yang Mi no lo miró cuando lo dijo, sino que trago grueso, como si se estuviera ahogando y apretó las manos.

- No es mi amigo -dijo, y luego se dirigió a Hoseok, mirándole fijamente y sin ninguna expresión-. Vete de aquí, Seokie.

Los ojos se le llenaron de lágrimas. No podía creer que la única persona en quien había decidido confiar en ese lugar lo estuviera tratando así, como un desconocido, y que eligiera a ese adulto que tanta aversión le habría demostrado antes. Ya ni siquiera se fijaba en el oficial Choi, sólo podía verla a ella y pedirle con la mirada que no siguiera haciéndole daño de esa forma.

- Pero Minie... ven conmigo -sollozó Hoseok, acercándose a ella para tomarla de las manos. Tenía la esperanza de que ella estuviera equivocada, tal vez el oficial Choi hubiera hecho o dicho algo para ponerla en contra de él como hacían los demás niños, pero ella retrocedió como si su contacto le quemase.

- No me toques -casi suplicó, y luego lo agarró de los hombros con fuerza para empujarlo escaleras arriba-, ¡Ya vete, no somos amigos!, ¡Largo de aquí!

- No...no... no digas eso... -balbuceaba Hoseok, tratando de abrazarla, pero ella agarró sus manos y siguió alejándolo para que subiera los peldaños que faltaban hasta llegar a la puerta. Tenía una expresión de dolor que él jamás había visto y se asustó tanto que no sabía qué hacer.

- Tranquila, cariño -intervino él, haciendo que a Yang Mi se le cortara la respiración y dejara de empujar a Hoseok hacia la salida-. Sal de aquí, por favor, Hoseok. No le digas nada de esto a la señora Jung, no la preocupes.

Hoseok, entre sus sollozos, estalló de ira y pateó al oficial Choi en la rodilla con tanta fuerza que el hombre se sentó en el peldaño, quejándose y haciendo una expresión llena de rabia, a punto de abalanzarse encima de él.

- ¡Aléjate de ella! -gritó Hoseok, dispuesto a recibir cualquier castigo que el hombre estuviera a punto de darle, pero ella volvió a intervenir.

- ¡No lo toques! -chilló Yang Mi, y antes de que el oficial Choi pudiera poner una mano encima de Hoseok, ella lo alzó en brazos y abrió la puerta, dejándolo fuera y advirtiéndole entre dientes, casi susurrando en su oído-. No le digas a nadie sobre esto o voy a odiarte, Seokie.

No alcanzó a replicar, porque ella se alejó de él con rapidez y volvió a cerrar la puerta del sótano, dejándolo fuera. Entre lágrimas, un tajante silencio y en una oscura soledad.



[...]



-... siempre he tratado de sacarlo de mi mente, pero lo que más recuerdo de todo lo que ella me dijo es que si yo decía algo, ella me odiaría -dijo Hoseok, mordiendo su labio con fuerza para no llorar-. Yo no entendía porqué había cambiado de esa forma, sentía que me había atacado al empujarme lejos, me había herido igual que mi madre cuando me dejó. Con mi madre pude... tal vez pude autoconvencerme de alguna forma que era lo mejor para ella y para mí porque sabía que teníamos problemas... pero con Yang Mi... no lo entendía. De repente había aparecido una persona que me había hecho creer que las personas buenas existían, y aunque ambos odiábamos a los adultos, gracias a ella pude abrirme un poco más a ellos porque no estaba solo... -tragando saliva, agachó la cabeza y abrazó sus rodillas- Taehyung seguía sentado frente a él, escuchándolo atentamente. La lluvia estaba empezando a caer con más fuerza y el viento hacía que los árboles de afuera se movieran con violencia-. Pero entonces, ella simplemente... me alejó, sin explicación, y yo creí que había sido reemplazado por ese asqueroso hijo de puta... -la expresión en su rostro se endureció en un odio intenso que brillaba en sus ojos-. En el fondo, yo creía que él era bueno. Él la iba adoptar, igual como Mamá Yu me iba adoptar a mí, y creí que sería igual, una buena persona que decide querer a alguien porque así lo quiere, no por obligación... pero estaba equivocado... y debí haber hecho algo, Taehyung -después de mucho rato contando su historia, lo miró. Taehyung se secaba las lágrimas que caían silenciosas por sus mejillas, era una expresión tan desolada como la suya-. Debí haber ido a buscar a alguien, decir lo que estaba pasando, pero yo... ya ni siquiera sé como me sentía en ese momento porque no entendía nada. Lo único que recuerdo es que volví a mi habitación y me quede en la cama todo el tiempo hasta que Mamá Yu fue a verme. Ella preguntó qué me pasaba y no pude decirle... tal vez si le hubiera dicho algo...

- No es tu culpa -le interrumpió Taehyung, sin poder evitarlo. Acarició la mejilla de Hoseok para verlo fijamente mientras hablaba-. Ella te protegió, estoy seguro de eso... eras tan pequeño e inocente... podrías haber dicho o hecho algo, pero aún así no sabrías lo que hubiera pasado si lo hacías, ¿Y si hubieras terminado lastimado? Estabas asustado... no puedes culparte por eso. No seas tan duro contigo mismo.

Taehyung se inclinó hacia él, acariciando su rostro con las manos y besando su mejilla. Hoseok le dedico una sonrisa triste, tomando sus manos, alejándose un poco e inhalando profundamente para seguir hablando.

- Más que asustado... estaba enojado -confesó con la mirada perdida en la ventana-. Estaba tan enojado con ella por lastimarme igual que mi madre, pero no pude ver lo mucho que ella también estaba sufriendo y todo lo contaminado que estaba su corazón... y cuando lo vi, no hice nada. Solo la dejé desquitarse conmigo, porque creí que eso sería suficiente para que ella se quedara a mi lado.

Taehyung se hizo para atrás, frunciendo el ceño y sintiendo que se le iba la respiración cada vez más a cada latido que retumbaba fuertemente en su pecho. No esperaba eso.

- ¿Qué quieres decir? -preguntó temeroso mientras lo veía secarse las únicas dos lágrimas que cayeron de sus ojos, con una expresión en blanco-. Hobi... dime... ¿A qué te refieres?

Le tomó bastante tiempo hablar, y Taehyung esperó, a pesar de que tenía miedo de lo que pudiera decirle.

- Ella me ignoró por una semana, hasta que vino a mi habitación a escondidas en la noche -prosiguió casi en un susurro-, antes del día en el que se iría del orfanato con él. Se acostó conmigo y me pidió perdón, me contó que él hacía cosas que a ella no le gustaban y tenía miedo de que él me las hiciera a mí... y yo no entendía el porqué, sólo seguía resentido por cómo me había tratado, así que le dije que no la perdonaría hasta que jugara conmigo el juego que ellos habían estado jugando. Ella no quería, recuerdo que dijo que me dolería y le dije que no importaba...  no le creería nada hasta que lo hiciera... y entonces ella lo hizo... -Taehyung sintió que le apuñalaban el corazón cuando por fin lo confesó, reteniendo las lágrimas que le asfixiaban-; Me tocó como él la tocaba a ella. Dolió tanto que le dije que jamás volviera a tocarme... y recordé todas las palabras de mi madre cuando me abandonó, me dijo que si dejaba que me tocaran entonces me lastimarían. Comprobé que siempre había tenido razón y le dije que la odiaba.

Hoseok se tapó el rostro con las manos, abrazándose así mismo y Taehyung lo veía tan pequeño. En ese momento tuvo tanto miedo de tocarlo, porque su fragilidad la dolía como si él la estuviera viviendo y se preguntó cómo Hoseok pudo vivir con un carga tan pesada y una herida tan profunda día a día y que nadie lo supiera hasta ahora. Entonces estuvo consciente de que la mayoría de las personas vivían con heridas que sólo se dejaban mostrar a quien quisiera verlas. Porque cuando las ves, estas se vuelven parte de ti. 

Ahora las heridas de Hoseok eran suyas. 

- ¿Y qué hizo Yang Mi después? -preguntó Taehyung, tomando con delicadeza una de las manos de Hoseok y entrelazándolas.

- Si de algo estoy seguro ahora, es que ella jamás quiso lastimarme intencionalmente -afirmó Hoseok-. Era una niña que había sido abusada, y no sabía cómo pedir ayuda. Creo que cada toque que me dio esa noche estaba cargado de tanta rabia y tanto dolor retenido que se olvidó de mí. Se olvidó de que me quería. Tal vez, al igual que yo, no sabía diferenciar la línea del abuso hasta cuando fue demasiado lejos. Debe haberse sentido tan mal por desquitarse conmigo... porque esa misma noche huyó del orfanato y, hasta ahora, jamás volví a saber de ella.




[...]











* Traducción: Llévame hacia la luna, déjame jugar junto a las estrellas, déjame ver como es la primavera, en júpiter y marte. En otras palabras, sujeta mi mano. En otras palabras, bebé, bésame. Llena mi corazón con canciones... y déjame cantar para siempre. Tú eres todo lo que deseo, todo lo que admiro y adoro. En otras palabras, por favor, sé sincero. En otras palabras, te amo.

*Aclaración: La mamá de Hoseok había hablado con el oficial Choi horas después de que lo abandonó en el parque temático, tipo confesando todo como una criminal abandona niños, pero se escapó y por eso el oficial Choi fue hasta el lugar, habló con mamá Yu (en ese entonces señora Jung) y Hoseok terminó en ese orfanato.

y ya viene la parte 2 de esta historia jeje lxs amo

¿Qué opinan de esta revelación?, ¿Se la esperaban? 0: si tienen más dudas me escriben aquí uwu<3



Feliz cumpleaños a @SMRF146, capítulo dedicado a ella por ser tan buena onda <3






Continue Reading

You'll Also Like

201K 10.9K 99
Segunda parte de One Shots - Selección Mexicana La primera parte se encuentra en mi perfil más de 100 One Shots Pequeñas historia de tus futbolistas...
1.5M 134K 41
¡Está historia ya no está disponible para su adaptación!. →Dónde Jungkook es el padrastro de Jimin y descubre que Jimin tiene OnlyFans← - Quiero que...
163K 4.4K 30
la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...
890K 105K 121
Después de que esa persona se fuera de su vida estaba sola. Pasó toda su adolescencia con ese hecho, y es que su condición la obligaba a no entablar...