A veces, cuando a Artemisa le costaba conciliar el sueño, la diosa volvía a revivir ese horrible recuerdo de hace un par de veranos, despertaba asustada de volver a ver en su mente tales escenas y si Momo le parecía un ser gracioso de ver y de rostro amigable, cuando lo vio al lado de Thanatos, sin emitir palabra alguna y con las alas recogidas; se dio cuenta que lo siniestro de Momo se ocultaba tras su sonrisa, pero ante Thanatos el temor era palpable para todos, como para que la burla ni siquiera fuera capaz de alivianar el ambiente. La furia de la muerte fue innegable ese día que aun la mortificaba siendo adulta.
El día había sido cómo cualquier otro, cálido, fresco y hasta tranquilo cómo para estar Artemisa en el templo del panteón hablando con Momo, mientras otros dioses iban y venían en el mismo templo, cada uno en sus cosas y sin imaginar lo que se avecinaba. Fue tan repentino todo. La muerte llegó de repente llevando a Apolo a rastras y mientras el dios le forcejeaba por libertarse, Thanatos siguió volando y al encontrar a Zeus, el ente tomó al sol del cuello y lo aventó a los pies del rey mientras se conservaba en el aire sin decir palabra alguna.
Todos tardaron unos segundos en asimilar lo visto y fue una imagen que le estancó el grito en el estómago a la diosa. Su hermano estaba herido y justo cuando Zeus se puso de pie, la muerte descendió y a largas zancadas se acercó a ambos, logrando que Apolo le retrocediera por instinto cuando el ente le tomó de la túnica y le alzó de un tirón y le dejó la punta de la espada en el cuello
-Tu bastardo ha tenido la insolencia de robarme- presentó la queja la muerte y el horror había dejado sin voz a la diosa que solo observaba la escena con el corazón comprimido sujeta al brazo de Momo- viene conmigo al Tártaro- condenó y eso si la hizo gritar un "no" que dejó eco y soltándosele Momo se apresuró a interceder, mientras Apolo forcejeó por soltarse y Zeus palideció
-Thanatos- le insistió Momo a su lado con una voz queda descendiendo a su lado- solo es un alma, hermano- pidió en susurro con miedo de disgustarlo aun más
-No es por el alma, es por creerse en la potestad de robarme- le explicó la muerte girando el rostro hacia su hermano menor- quiero ver si tu hijo sangra- le juró a Zeus sin verle, pasando la punta de la espada por el cuello de Apolo para ver la sangre dorada de las deidades, le enseñó la espada a Zeus y lanzó a Apolo lejos suyo logrando que Momo y Artemisa corrieran hacia él
-Volvería a salvarla- le retó Apolo tomando el impulso de levantarse y fue retenido por el pie que Momo le puso en el pecho, pero igual ya le había escuchado- y a quien tenga oportunidad de curar, le voy a evitar morir- le juró desatendiendo casi el ruego de Momo a que callara
-Calla- ordenó Zeus irguiéndose en su puesto- mi hijo no vale un alma mortal, alma por alma, toma la de uno de sus protegidos y queda saldada tu deuda- impuso cuando el ente se detuvo ante el rey esperando su propuesta y bajó el rostro al verse más alto que el dios rey que estaba sentado
-Vuelve a intervenir en mi designio deidad- le habló el pelinegro a Apolo sin girar a verle y alzó la diestra y empuñó con una sonrisa que se ampliaba a medida que el puño se cerraba, a su orden Apolo se asfixió, como si fuese un mortal más- Delfos... ¿eso vale Apolo para ti, Zeus? Porque no te estoy pidiendo un alma, te exijo mi derecho de matarle- le ordenó y sobre la venda que cubría sus ojos Zeus alcanzó a visualizar el destello rojo de sus letales ojos- quieres dejarle con vida, que así sea- condenó y giró el rostro hacia Apolo- que quede en tu consciencia, deidad con moral, la muerte de tu ciudad será para salvarte- condenó regocijándose de aquello y alzó vuelo aterrizando frente a Apolo cuando el dios se negó a entregarle Delfos- ¿Crees que puedes escoger, deidad?- le retó alzándole del peto y la expresión de terror que le vio Artemisa a su hermano al encontrarse de cara con la muerte, la atormentaría toda la vida- ¿Tú o tu ciudad?- le dio a escoger con la espada en la mano y cuando Zeus respondió desde su sitio que la ciudad, la muerte le sonrió- tu rey ha hablado- condenó y aun así le clavó la espada en el costado izquierdo
-THANATOS- rugió el templo entero justo en ese instante mezclandose con el rugido de Apolo por la herida- suéltale- ordenó Hades desde la entrada tras ser llamado por Momo- ¡Que le sueltes!- impuso y a regañadientes la muerte lo hizo logrando que el mismo peso del dios al caer al suelo herido le dejara la espada cubierta de sangre divina- no tomarás Delfos- insistió cuando la muerte reverenció a su rey hincado sobre su rodilla tal como Momo- hermano- saludó Hades a un Zeus que explotó en cólera al verle
Y en el revuelo, Artemisa que llevaba varios minutos gritándole, ordenándole, pidiéndole, suplicándole, implorándole al ente que soltara a su hermano, mientras le forcejeaba su madre que la tenía retenida con toda la fuerza titanide que podía tener la luz del día, para que no hiciera una locura, se soltó de la titanide y corrió a su lado. Apolo sangraba y con la sonrisa rota Artemisa le juró que iba a estar bien, jamás había curado un humano pero si animales cuando se lastimaban y esta vez lo haría, se lo dijo y la respuesta que le llegó fue del ente
-¿Quieres ocupar su lugar, Artemisa?- la retó Thanatos y ella le negó, pero tampoco se quedó
Con cuidado levantó a su hermano con ayuda de Momo y salieron de ahí rumbo al templo de Leto dónde le cuidó, curó y suponía que si podía hacer aquello sin verse ante furia de la muerte, es porque al final el ente había tenido que aceptar que los mellizos curaran, pero igual no se apartó de su lado, para asegurarse que no le pasara nada, pero él nada más llegar y tocar la cama de su madre, exhaló y cerró los ojos para horror de la diosa que se vio calmada por Momo que le juró hasta el cansancio que Apolo solo estaba dormido. Por si acaso Artemisa le veló el sueño, cada segundo, cada día, cada instante; a veces le hablaba, otras veces, solo lo veía y otras abrazada a él, le reñía para terminar siempre igual, en una súplica
-No te atrevas a dejarme, no puedes dejarme, por favor- le insistía y uno de esos días después que Leto salió por plantas curativas que traía de alguna parte desconocida, le oyó despertar- No me dejes, tienes que despertar, no me puedes dejar- acababa de pedirle hundiendo el rostro en su pecho y le escuchó inhalar profundamente
-No lo haré- le juró en voz baja despertando apenas, pero eso bastó para hacerla sentarse de un salto, verle, aguársele los ojos e írsele encima
Fue un impulso irracional, el sentir de su corazón, lo que la hizo alzar el rostro, tomar el suyo y besarle repetidas veces, incrédula de verle despierto y a cada beso dado terminaba por sacar de sus pensamientos al dios que intentaba retenerla en uno de los besos que le robaba, ansiando detenerla para quedarse en sus labios el tiempo que fuera necesario para creerse que aquello estaba pasando
Apolo sabía que era un impulso de Artemisa, que simplemente había reaccionado, que ni siquiera se estaba dando cuenta de lo que hacía, pero es que lo estaba besando o bueno, siendo justo eso no podía llamarlo beso, pero seguía siendo tener sus labios sobre los suyos y quería retenerlos y aun así, cuando ella volvió a abrazarse a él recobrando la compostura, él recordó Delfos y su dicha se cortó de inmediato
-¿Qué pasó al final? ¿Delfos?- quiso saber temiéndole a la respuesta mientras la veía incorporarse
-Estamos en Delfos, tranquilo- le insistió con cariño acomodándole el cabello hacia atrás, como si nada hubiese pasado hace segundos- no sé qué pasó, a mí me importaba traerte y que te recuperaras, pero Momo me dijo que... ¿te lo permitirá? Eso de curar personas- se explicó lo mejor que pudo, porque el día que el dios alado se lo dijo ella aun no tenía cabeza para nada- ¿Estás bien?- quiso saber en un susurro y le vio tantearse y hacer una mueca al dar con la herida al costado, pero no parecía grave, solo incómodo y al menos la del cuello no pareció afectarle, pero todavía estaba agotado como para hablar. Con una sonrisa gastada le afirmó y eso le recordó a la diosa que estaba molesta con él- ¡eres un estúpido!- le regañó y empezó a golpearle- ¡un insensato! ¿Robar a la muerte, Apolo? Eres un desconsiderado y no me digas que no, ¿Tienes idea de cuantos días he pasado temiendo que te pasara algo?- continuó con la voz gangosa y las lágrimas escapándosele mientras le pegaba hasta que la retuvo de las muñecas- ¿Qué habríamos hecho madre y yo sin ti? ¡¿Pensaste en eso?! No, no lo hiciste, ningún mortal vale tanto como para dejarnos solas- le echó en cara ya con las lágrimas corriéndole por el rostro
-Lo lamento, Artemis, todo está bien y sigue viva- le explicó trayendola hacia él y lentamente ella se volvió a recostar sobre él con el rostro hundido en su hombro- jamás te haría daño a propósito- le prometió y ella sorbió por la nariz
-Temía que no despertaras- susurró bajito, en un hilo de voz al sentirse abrazada con fuerza por él- no vuelvas a hacer algo así- le pidió temblando y forzándose a calmarse y fue ahí que le sintió tomarla del rostro acunándoselo para que lo mirara- jamás me perdonaría si te pasara algo y nunca me repondría a perderte, Polo- se explicó entre gimoteos y guardó silencio cuando él le sonrió y le secó con los pulgares las lágrimas que seguían escapándose
Y la besó, la besó porque eso bastó para que su sorpresa, cortara con las lágrimas que tanto le dolían al dios y los ojos de la diosa se le cerraran lentamente siguiendo el ritmo de su beso, sintiendo como se calmaba el desasosiego que sintió durante días, aplacándose cada temor que pudiera tener, para que quedara solo espacio para la calidez de su pecho que la tranquilizaba y la hacía sentir protegida y el cuidado de sus caricias.
Ese beso les pareció tan natural que lo único que los trajo a la realidad, fue escuchar a su madre en el templo como para rasgar el momento y recordar que eran hermanos y aquello no debía pasar, eso se podía leer en la mirada desconcertada de ambos todavía asimilando lo que habían hecho y sin tener idea de cómo reaccionar ahora
Se quedaron viendo por unos segundos y cuando los pasos de su madre sonaron demasiado cerca, Artemisa saltó como una de sus gacelas, se le quitó de encima y salió de la habitación a informarle a Leto que Apolo había despertado. Siguió a su madre cuando esta echó a correr a la habitación a verificarlo y abrazarle nada más verle. Apolo le correspondió el abrazo con dificultad sintiendo aun la punzada del costado y bajo el umbral de la habitación Artemisa negó repetidas veces cuando Apolo la buscó la mirada sin soltar a su madre que empezaba a revisar que estuviera bien
Decidiendo dejarlos solos, Artemisa juró en su mente que ese beso no había pasado y salió de la habitación, pero su calma duró poco. Terminó huyendo a toda carrera a ninguna parte, con una mezcla de emociones que no terminaba de definir y fueron descargadas en un grito y quedarse apoyada a uno de los arboles, repitiéndose que eso no debió pasar. Lo repitió con terquedad todo el día esperando que en algún punto lo creería y diluiría lo que hubiese sentido... no fue así