Veo la lluvia caer como esa danza sincronizada que hacían tus manos al tocar tu melodía favorita en el viejo piano de tu habitación. Su canto al caer susurra tu nombre y revuelve todos mis adentros. Su constancia es una tortura China como el miedo constante de que no vuelvas. Su olor me recuerda a aquellas tardes de otoño en que perder el tiempo juntos era la mejor forma de aprovecharlo. Las gotas empapan mi rostro y mis lagrimas se mezclan con la naturaleza, creando un charco tan grande como el de mi corazón. Y así, una parte de mí llega a las nubes, y quién sabe... quizá lleguen a ti.
15.02.19